martes, 24 de agosto de 2010

La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons


La hija de Robert Poste
Cold Comfort Farm
Stella Gibbons
Traducido por José C. Vales
Editorial Impedimenta
368 pp

Argumento:

Flora Poste es una joven huérfana y mundana que no quiere trabajar. Por lo tanto, envía cartas a sus diversos familiares, a la espera de ser acogida por alguno de ellos. Los Starkadder, sus primos de Sussex, la invitan a su granja. Ella y sus amigos se temen lo peor sobre la granja y sus habitantes... ¡y tienen razón!

Comentario:

Esta novela, escrita ya hace unos añitos, siempre ha gozado del favor de los lectores británicos por lo que he leído. En ella, Stella Gibbons realiza una parodia de literatos de éxito de su época, y de sus novelas y estilos, con lo cual ya se infiere que es una novela difícil de valorar fuera de su contexto. No solo porque en ella abunden juegos de palabras más o menos intraducibles que alteran los nombres de los personajes y los lugares donde transcurre la acción, sino también por el desconocimiento de esas otras obras parodiadas y de los estilos a los que tan sarcásticamente ataca la autora. Dado que se juega de igual modo con la forma de hablar pueblerina, también esto se pierde un poco con la traducción.

Así pues, se puede catalogar como novela de humor, pero humor fino, sutil, y que requiere a veces del conocimiento de aquello que critica, como es lógico. Por fortuna no siempre, y así el lector hispano puede disfrutar de una forma de hacer humor irónica e inteligente, y de algunas situaciones que provocan sonrisas, quizás un poco anacrónica, pero que fue rompedor y muy moderno en su tiempo (fue publicada en 1932).

Eso sí, la "acción" es escasa, y para mi gusto la trama no está bien estructurada y es bastante pobre. Empieza muy bien, con una especie de presentación de la señorita Poste y sobre todo del ambiente en que se mueve, sus amistades de la alta sociedad más finolis, pero increíblemente liberales y modernos (me gusta bastante Mary Smiling y su cohorte de pretendientes). En la segunda, parte, cuando ella va a la granja de sus primos, es donde empieza el meollo de la cuestión, con la protagonista empeñada en cambiar todo lo que ve, y que no le gusta. 

La autora hace un contraste burlesco entre el ambiente de Londres que conoce Flora y el mundo rural del condado de Sussex, que por aquel entonces debía de ser el colmo del provincianismo, de la "Inglaterra profunda" y del más acendrado paletismo. Así pues, no es de sorprender que se encuentre allí con una familia de lo más extravagante, cada uno de cuyos miembros representa un arquetipo (el galán del pueblo, el fanático religioso, la vieja matriarca que tiene a todos dominados, etc). Realmente, la gracia de la novela está en el contraste y enfrentamiento entre estos dos modos de vida y en las rarezas que Flora va descubriendo en cada uno de sus parientes y vecinos (especialmente brillante es la reunión religiosa del grupo de uno de los personajes). Flora, algo metomentodo, llega, no se adapta al lugar, sino más bien al contrario, inicia una estrategia de intrigas para modificar los comportamientos de la gente, haciendo hasta de asesora en materia de anticoncepción para la criada que se queda preñada todos los años o de modas y casamentera para Elfine... 

Hasta cierto punto, este juego de extravagancia, intrigas y demás, funciona, pero el final no está a la altura. Todo ocurre muy deprisa, todo sale como se planea; hay cosas incomprensibles como el romance repentino de Flora, y algún detalle más que no cuento por lo de no estropear las "sorpresas".

Al terminar y valorar la historia en su conjunto, queda la impresión de que lo que se empieza a contar en un inicio no es lo mismo que lo del final, como si fuera cambiando o dando bandazos a lo largo del libro. Lo mejor, repito, está al principio, cuando ella va a la granja, pero luego, sobre todo a partir de cierta escena, la del "recuento", cae en picado, y lo que hacía gracia se vuelve repetitivo. Por no mencionar los personajes que se nombran al inicio y luego no vuelven a salir, cambios bruscos de personalidad, y algunos otros detalles que hacen pesar en una estructura algo caótica. 

De todas formas, quiero pensar que no puedo entender esta novela y su extraña forma en toda su extension y calidad, porque desconozco los libros a los que parodia, y de esta manera me he perdido su significado oculto. Lo que queda es una lectura divertida, un poco superficial a veces, con muchos toques sarcásticos, todo muy british...

Como curiosidad, esta novela ha sido adaptada muchísimas veces a la televisión y al cine, demostración de su enorme popularidad en Gran Bretaña. Incluso una de las expresiones más repetidas en la novela, "algo sucio en la leñera", en alusión a algo que vio uno de los personajes más siniestros cuando era niña y que la dejó marcada, es de uso común en la lengua inglesa a raíz de esta historia.


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