jueves, 22 de diciembre de 2011

El canibalismo como sistema cultural, de Peggy Reeves Sanday


 El canibalismo como sistema cultural
Divine Hunger, Cannibalism as a Cultural System
Peggy Reeves Sanday
Editorial Lerna
Traductor: Gaspar Ibáñez Monje
347 páginas



Argumento:

Un análisis antropológico sobre el sentido de los rituales de canibalismo y sus simbolismos y valores morales.


Comentario:

El libro que nos ocupa no es una obra de divulgación ni tiene el menor ánimo didáctico, pues se trata de una obra científica de alto nivel, no asequible a todo tipo de lectores.

La autora analiza a través de diversos pueblos y sociedades del mundo la práctica del canibalismo y la relación de esta con sus sistemas culturales, como el propio título indica. Así pues hace un repaso de dichas prácticas desde el canibalismo mortuorio de los Hua o los Gimi, hasta los elaborados rituales del sacrificio humano azteca, pasando por las curiosas torturas de los Iroqueses.

En la introducción se establecen las tres hipótesis principales para el abordamiento de la cuestión caníbal, que serían la hipótesis psícogena (que la explica como una forma de satisfacer necesidades psicosexuales), la hipótesis materialista (como adaptación al hambre  y a la falta de proteínas concomitante), y finalmente una vía que llama hermenéutica donde el canibalismo es considerado como parte de la lógica cultural de la vida, la muerte y la reproducción humana.

Ante la variedad de posturas, la autora niega que se pueda tratar la cuestión caníbal desde una óptica unitaria y defiende que varía tanto en el contenido cultural como en su significado. Es decir, que va más allá del mero hecho de comerse a una persona, ya que, según ella, está demostrado que si bien en períodos de hambre se ha dado canibalismo, también los ha habido sin tales prácticas. El hambre no implica el canibalismo, que fuera de los sistemas de creencias y regulaciones rituales de estos pueblos es considerado una práctica repugnante y antisocial (lo de comer gente por hambre, digo).

En cuanto a los tipos de sociedades analizadas las divide en tres categorías: las que realizan un canibalismo ritual, las que tienen canibalismo institucionalizado y aquellas donde se da el miedo al canibalismo (representado por hechiceros y brujas caníbales).

Por la procedencia de las víctimas se habla de exocanibalismo (más frecuente) y endocanibalismo.

En el primer caso (comerse a gente ajena al grupo, enemigos, etc), se trataría de una forma de asimilar la fuerza del enemigo, mientras que en el segundo caso, hablamos de una manera de transmitir ciertos valores a las siguientes generaciones a través de la ingestión de los muertos.

La autora nos explica a continuación la hipótesis psicógena de Sagan, que defiende el canibalismo como una forma elemental de agresión institucionalizada, según las teorías de Freud (frustración-agresión). Así pues, el canibalismo representaría la fase primitiva del desarrollo social, donde comerse al enemigo demostraría la agresión, y al pariente, la frustración provocada por su muerte.

En relación con esto, Sagan cree ver una relación entre la prolongación de la crianza en estas sociedades y la dependencia infantil a la madre, que los haría más propensos a la frustración y la agresión oral. De este modo, el varón adulto de autoafirmaría su virilidad e independencia por medio de la agresión caníbal.

En cuanto a la hipótesis materialista, cita las ideas de Harner y Marvin Harris sobre el mundo azteca que achacan las más de 250.000 personas sacrificadas anualmente en México en esa época a la falta de proteínas. Avala su afirmación con los testimonios de algunos conquistadores y clérigos españoles que relataban que también se compraban y vendían personas (niños) para consumir aparte de los rituales. Harner asegura que los aztecas recluían a los prisioneros en jaulas y los cebaban.

Como respuesta a esta visión materialista, el culturalismo de Sahlins les reprocha que ignoren en contenido cultural del sacrificio, que era, en el mundo azteca, un sacramento que permitía la comunicación y comunión con los dioses, y poseía un carácter sagrado. El sacrificio pues, era una necesidad sociocultural, mezclada íntimamente en las relaciones sociales, políticas y económicas de este pueblo.

Tras exponer estas cuestiones introductorias, la autora dedica los siguientes capítulos a entrar en más detalles sobre algunos de los casos de canibalismo anteriormente mencionados.

Empieza con el canibalismo mortuorio de los Hua y los Gimi. Para los Hua se consigue la cohesión social a través de esta práctica. Su religión centrada en el cuerpo reconoce la existencia de una fueraz vital llamada NU que se puede perder o incrementar. Cuando fallece un pariente se le consume para evitar que su NU se pierda, y de este modo pase a la comunidad.

Los Gimi por su parte, utilizan a los cerdos como sustitutorios del sacrificio de personas, y celebran rituales femeninos orgíasticos, relacionados con su creencia en el poder destructor de lo femenino.

Más inquietante resulta el capítulo dedicado a los Iroqueses, donde se nos narra su tortura ritualizada, en la que se tomaba un prisionero que era adoptado por la familia que había perdido a un guerrero, para ser luego torturado, tras una fiesta de despedida. Durante estas torturas, detalladas por los testigos jesuítas que las contemplaron, se les hacía de todo, hasta quemarlos, y cuando perdían el conocimiento se les reanimaba para poder seguir con la práctica, hasta que era finalmente devorado.

Los dos últimos casos tratados en extenso, serían el de las islas Fidji, donde estaría vinculado  con el tabú del incesto, según su mito fundador. El canibalismo generaría el orden social a partir del caos y al tiempo resolvería la tensión edípica en las sucesivas generaciones; y el caso azteca, donde el sacrificio humano era una manera de mantener en funcionamiento el universo y comunicar con los dioses.

En resumen, un libro muy arduo de leer, con un lenguaje bastante técnico, pero que puede interesar a los aficionados a la antropología cultural.

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.

viernes, 16 de diciembre de 2011

El Ocupante, de Sarah Waters

T.O.: The Little Stranger, 2009
Editorial: Anagrama
Colección: Panorama de Narrativas
Traducción: Jaime Zulaika
532 páginas

Argumento:

Tras acudir a Hundreds Hall para atender a la criada, el doctor Faraday comienza a ser un visitante asiduo de la familia Ayres y confidente de los inquietantes sucesos que ocurren en la mansión.

Comentario (con Spoilers):
“Yo era, en general, un niño obediente. Pero la cortina daba al chaflán de dos pasillos con suelo de mármol, cada uno lleno de cosas maravillosas, y en cuanto ella desapareció sin hacer ruido en una dirección, yo di unos pasos audaces en la otra. Fue una emoción increíble. No me refiero a la simple de entrar en un lugar prohibido, sino a la de la propia casa, que me mostraba todas sus superficies: desde la cera del suelo y el lustre de las sillas y armarios de madera, hasta el bisel del espejo y la voluta de un marco. Me atrajo una de las paredes blancas y sin polvo, que tenía un borde decorativo de yeso, una reproducción de bellotas y hojas. Yo nunca había visto nada semejante, aparte de en una iglesia, y después de contemplarla un segundo hice lo que ahora me parece una cosa horrible: envolví entre mis dedos una de las bellotas y traté de arrancarla de su sitio; y como no conseguí despegarla, saqué mi navaja y la recorté. No lo hice con un espíritu de vandalismo. Yo no era un chico malicioso ni destructivo. Era sólo que admiraba tanto la casa que quería poseer un pedazo de ella; o más bien como si la propia admiración, que sospechaba que no habría sentido un chico más normal, me autorizase a hacerlo. Supongo que me sentía como un hombre que quiere un mechón de pelo de la cabeza de una chica de la que se ha enamorado súbita y ciegamente.”
Esta cita del comienzo de la novela (páginas 10-11) sirve de presentación a los dos principales protagonistas: el doctor Faraday, casi treinta años después de esa escena, y Hundreds Hall, la mansión que visita, quizá el personaje más “vivo” de toda la narración, pese a que todos ellos, desde el médico hasta la familia que vive en ella (la señora Ayres, una viuda a quien acompañan sus hijos, Caroline y Roderick, y su única sirvienta, la adolescente Betty), están trazados con rasgos profundos, tanto en la descripción de su apariencia como en la de sus personalidades.

Disfrazada de historia de fantasmas con toques clásicos y atmósfera gótica (a veces da la impresión de que transcurre a finales del XIX cuando en realidad la acción se sitúa en 1947, en la posguerra, ya sea de forma deliberada o por el estilo de la autora, cuyas novelas están ambientadas mayoritariamente en la época victoriana), se utiliza la progresiva decadencia de la casa y sus habitantes de un modo simbólico y metafórico para mostrar algunos de los cambios producidos en la sociedad como consecuencia de la segunda guerra mundial, entre ellos la difuminación de la diferencia de clases y la difícil adaptación a un mundo que avanza de forma inexorable.

Tanto la familia como el Hall parecen rechazar el progreso, encerrándose en sí mismos y rechazando cualquier influencia exterior que pueda cambiarlos. El intento de la señora Ayres de buscar un marido para  Caroline, mediante una fiesta a la que invitan a los Baker-Hyde (“Es un constructor, ¿no? Seguramente echará abajo Standish y construirá una pista de patinaje. O quizá venda la casa a los americanos. La embarcarán rumbo a Estados Unidos y la reconstruirán allí, como hicieron con el priorato de Warwick.” ) y a su hija pequeña, Gillian, que tiene un final dramático. Cuando Caroline muestra la casa a Faraday por primera vez le señala un reloj con las manecillas paradas a las nueve menos veinte: “—Roddie y yo las pegamos cuando se rompió. —Y, al ver mi expresión perpleja, añadió—: Las nueve menos veinte es la hora en que se paran los relojes de la señorita Havisham en Grandes esperanzas. Entonces nos pareció divertidísimo. Reconozco que ahora ya no es tan gracioso...”

La narración en primera persona por el doctor Faraday, no parece una elección aleatoria, sino premeditada para conseguir un fin: sólo se sabe lo que él relata de lo que le cuentan, y al no ser nunca testigo de los hechos sobrenaturales que atormentan a los Ayres permite cuestionarse si, como él cree, son producto de una enfermedad mental o hay una presencia en la Hundreds Hall que perturba a sus habitantes por motivos desconocidos, aunque a lo largo de la lectura que se van sugiriendo con sutileza algunas posibilidades.

De hecho, a cada personaje le afecta de una manera y tiene su propia teoría sobre lo que sucede: Roderick lo toma como una amenaza a su familia, a quien tiene que defender; la señora Ayres cree saber de qué se trata y lo acepta con alegría pese a la inquietante escena en la habitación de los niños del capítulo 10; Caroline, pese a su reticencia, especula sobre espíritus o partes de una persona: “Partes inconscientes, tan fuertes o trastornadas que pueden adquirir vida propia.” Un colega de Faraday, el doctor Seeley piensa, en el capítulo 11 que es un proceso autodestructivo: “¿…qué queda de una familia como ellos en la Inglaterra de hoy? Como clase, están acabados.”

La atmósfera, densa y enfermiza, está muy bien lograda, con capítulos larguísimos, descripciones eternas, sobre todo de Hundreds Hall y de Caroline Ayres (Faraday alaba la belleza de la mansión mientras describe a la joven como de rostro feo y piernas gruesas) y algunos altibajos que pueden dispersar la atención: ante pasajes interesantes como el de la reunión en la casa, la fiesta a la que acuden Caroline y Faraday, la degradación de Roderick que se manifiesta al tiempo en su interior y en la habitación de la que se niega a salir, el incidente de la señora Ayres en los cuartos de los niños o el recorrido final por el Hall, hay escenas, casi siempre las del médico fuera del Hall, cuya minuciosidad, que en otras partes se disfruta, puede parecer aburrida o innecesaria, e incluso distraer de las tramas principales.

Dotada de una estructura circular (comienza con una visita de Faraday a una Hundreds Hall en todo su esplendor en 1919 y termina con otra, ya en ruinas, en 1950, ambas tras una guerra) y ambigua hasta la última página, la novela deja un final abierto en el que ninguna de las posibilidades parece del todo satisfactoria ni totalmente descartable, como si a la autora le interesara más la recreación de un ambiente, una época y las consecuencias de un cambio social profundo que la historia de fantasmas (en “Afinidad” ocurre algo similar).


*** T ***

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo





Argumento:

 Nocilla Dream
Agustín Fernández Mallo
Editorial Candaya
218 páginas
No tiene mucho...


Comentario:

Lo cierto es que cuando empecé a leer este libro pensé que no me iba a gustar. Sin embargo, una vez terminado... no sabía qué pensar. Es decir, es de esa clase de libros que no sabes si catalogar como timo o como obra maestra. Porque por un lado, no se trata más que de una especie de collage literario, con trozos de historias que se entrecruzan, en varios escenarios, fragmentos de textos científicos, citas de otros autores, poemas, pensamientos, etc, aparentemente inconexos salvo excepciones, y por otro, bueno, los fragmentos literarios en sí están bien escritos, resultan casi fascinantes y atrayentes.

Ciertamente, como narración no me convence, pero sí como ejercicio literario, en el que, además, el autor ha tenido el buen gusto de no alargar innecesariamente (es una obra breve).

A pesar de la dispersión de esos minicapítulos o fragmentos de, a veces, menos de una página, se percibe la existencia de varias historias principales que se van relacionando unas con otras a través de una ubicación física (Carson City, la ciudad de Ely, etc) o bien a través de detalles. Tenemos la historia de un niño que va con su padre por la carretera y ve un zapato en medio de ella. La de una pareja que se detiene en la misma carretera, junto a un árbol y arroja unos zapatos a lo alto; la de la ciudad de Ely, famosa por los zapatos que cuelgan de los postes y los árbols de la carretera que pasa cerca de ella... El autor nos describe los acontecimientos y sus explicaciones en desorden cronológico, de modo que el lector ha de hacer un ejercició de memoria y abstracción para entender y relacionar.

Lo que no me ha gustado es el afán de afirmar que esto es "original" como si el autor hubiera inventado la pólvora. Pase que esté bien, que tenga su gracia, que se lo ha trabajado y todo eso, pero no, original no es. A mí, de hecho, me recordaba mientras lo leía, a Rayuela, que también nos proponía algo similar, una escritura fragmentada que el lector debía reorganizar a su gusto en la mente. Cómo no, hay alusiones a Borges, como hacedor de historias que se entrecruzan, y en lo científico, a la teoría de las Catástrofes y a la indeterminación, Heisenberg y Pauli, etc, produciendo una mezcolanza literario-científica o emocional-racional algo extraña. Por cierto, también tiene un aire (pero menos prolijo) a La vida, instrucciones de uso, de Perec.

Uno de los fragmentos o hilos narrativos más interesantes es el de la micronación del Reino de Ergaland y Vargaland y su dominio sobre un territorio físico, dos mentales y otro digital. Los demás, como este, también rozan el surrealismo y el absurdo y, sin embargo, por la forma como nos lo cuenta, parecen anécdotas reales y creíbles (los ingleses que hacen la competición de planchar en el aire).

El autor incluye al final de la obra una especie de mapa o cartografía del universo nocilla, como él lo llama, basado en el sistema de representación cosmos:n de Javier Cañada.

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sábado, 10 de diciembre de 2011

Niyomismalosé, de Megan Maxwell


Niyomismalosé, de Megan Maxwell
Editorial: Imagineediciones
380 páginas
15 €

Argumento:

Tras separarse de su marido de veinte años, Nora conoce a un hombre más joven que ella con quien inicia una relación.

Comentario:

A veces es difícil saber si el orden en que se publican las novelas de un autor es el mismo en el que se han escrito. “Niyomismalosé” aparece como publicada en 2011, mientras obras como “Deseo concedido” o “Fue un beso tonto” se publicaron en 2010, siendo esta última la mejor “acabada” tanto a nivel formal como en cuanto a la trama.

Cuando se leen varias novelas seguidas de un mismo autor se acaba conociendo su estilo, sus recursos, las preferencias argumentales o los “vicios” en la redacción y estructura, que son comunes a varias de sus obras. Leyendo “Niyomismalosé” da la impresión de que no ha sido bien revisada, incluso menos que en otras ocasiones. Se observa además una tendencia a escribir frases desordenadas, con añadidos acotados entre comas que dan la impresión de ser ideas añadidas tal como llegan, sin prestar atención a que la redacción sea correcta.

Como si de una novela primeriza se tratara, el texto está repleto de gerundios, adverbios acabados en “-mente”, coletillas habituales en la autora (rápidamente… ) o erratas, entre las que una de las más destacables es que siempre (excepto cuando va tras un punto o inicia la frase) aparece la palabra dios con minúscula en lugar de Dios. En ocasiones estos errores se encuentran repetidos en una sola página o incluso en el mismo párrafo.

Otra característica, repetida a lo largo de toda la novela, es la proliferación de aclaraciones, explicaciones y reiteraciones que en su mayoría se deducen (o deberían) del contexto de la escena y de la frase anterior, lo que da una impresión de inseguridad y torpeza.

Un ejemplo, entre muchos, en la página 307:

-¿Y por qué no voy a aceptar vuestra relación?-preguntó mientras observaba lo bonita que era aquella mujer.
Nora, al escucharla, decidió ser sincera.
-Mi madre no lo acepa a él por nuestra diferencia de edad.
-Pero si eso es una tontería-sonrió la mujer al entender los miedos que reflejaban aquellos ojos-. ¿En serio tu madre no acepta a Ian por eso?

Sin embargo, los problemas más destacados son los estructurales. Si en “Fue un beso tonto” se percibía que había un esquema, una intencionalidad, que las escenas estaban ahí para algo, en esta ocasión la impresión es diferente, siendo un ejemplo la inclusión de una trama policiaca que si se quita no cambiaría nada la historia (él podría ser el monitor de gimnasio que finge ser como tapadera para la investigación y el romance avanzaría igual). De hecho las digresiones protagonizadas por Ian, Blanca y los otros policías, además de estar abarrotadas de datos confusos y situaciones poco creíbles, ralentizan el avance de la que, dado el género de que se trata, sería la trama principal: la relación entre Nora e Ian.

También como en otras novelas de la autora, se reparte el protagonismo entre dos parejas (no tan marcado en esta). Nora y Chiara son dos amigas-hermanas (ambas separadas de unos maridos adúlteros que además son hermanos) cuya relación es tan similar a la de Olga y Clara en “Fue un beso tonto” o la de Megan y Shelma en “Deseo concedido” que en ocasiones da la impresión de estar leyendo la misma historia, ya que incluso tienen una forma de hablar (excepto en “Deseo concedido”, quizá por ser de época), un tanto vulgar y chabacana que aumenta el parecido.

La narración se dispersa entre excesivas subtramas: a las de Nora y de Chiara se suman otras cuitas románticas, desde las de los progenitores de ambos protagonistas, hasta otros familiares o clientes del gimnasio, lo que, además de dispersar la atención y fuerza de las situaciones, recarga la historia con subtramas irrelevantes y personajes, muchos personajes, demasiados, algunos de ellos sin un rol que les haga imprescindibles o interesantes, en parte por la superficialidad con la que se les retrata.

Estos excesos destacan, además de en la mencionada trama policial, en las primeras ochenta páginas, donde se relata la primera boda de Nora con Giorgio, las muertes de su hermano Luca y de la excéntrica tía Emilia, el nacimiento del primer hijo, la relación de Ian con su familia etc… en escenas largas, llenas de diálogos convencionales, menos ingeniosos de lo que se pretende. Son escenas que retrasan el “verdadero” comienzo de la novela (Nora e Ian tardan casi cien páginas en conocerse) y no afectan de manera profunda a la historia de amor, al igual que digresiones posteriores como la visita a la ex suegra, Loredana, y todas las páginas que genera el descubrimiento de su enfermedad y posterior tratamiento, o la conversación entre Giorgio y su hijo Luca.

Los cambios de personalidad de Giorgio a lo largo de la historia: deja a Nora por una mujer más joven sin remordimientos, se arrepiente y quiere recuperarla a ella, a sus hijos y a la madre abandonada, le dan arrebatos de celos casi agresivos, se muestra discriminador con Dulce, la novia de Luca, se reconcilia con todos etc… da una sensación de arbitrariedad, de adaptar la forma de ser del personaje a las “necesidades” narrativas sin tener en cuenta la lógica o la coherencia de situaciones y personalidades.

Todo lo mencionado da una impresión final de abarrotamiento y desorden: se pasa de hablar de un tema a otro diferente en el mismo párrafo, se relatan con detalle hechos sin importancia y se pasa con rapidez por otros que en principio, por la insistencia al mencionarlos, parecían dignos de atención (el viaje de Nora a Sintra, ciudad que apenas se describe y en la que solo se asiste a otro encuentro sexual entre los protagonistas, algo que hubiera podido suceder en cualquier otro lugar).

En cuanto a la trama principal, se elude profundizar en una premisa de cierto atractivo, un romance en el que ella es mayor que él (11 años), separada, madre y a punto de comenzar una nueva vida a los cuarenta, centrando los problemas generados por la situación en la tibia e irracional oposición familiar, puesto que Nora encuentra con facilidad un trabajo como fotógrafa y trata sus inseguridades con sesiones de gimnasio y cremas embellecedoras, lo que junto a la insistencia en describir la belleza física de los protagonistas y la riqueza de su vida sexual, deja una impresión general de superficialidad y desaprovechamiento de las situaciones potenciales, no mostrándose en ningún momento la supuesta inteligencia y humor de Nora.

A todo esto se une la elección de una cubierta desafortunada, tan poco expresiva del contenido como el título, que hace referencia a la dirección de correo electrónico de un personaje cuya aparición es breve y relacionada solo con la trama policial, aunque la protagonista diga la frase en un momento, posterior de la historia.

En resumen, una novela necesitada de mucha revisión formal y estructural, desarrollada de forma superficial y convencional que puede resultar decepcionante o entretenida según las expectativas que se tengan y el nivel de exigencia lectora.


Nota de interés:

El jurado formado por los escritores Fernando Marías, Lourdes Ventura, Ignacio del Valle y Vanessa Montfort, el alcalde de Seseña, Manuel Fuentes Revuelta, Miriam Fernández, concejala de cultura, y Silvia Pérez Trejo, directora editorial de Imagine Ediciones, decidió otorgar el VI Premio Seseña de Novela Romántica, edición 2011, a la obra “Niyomismalosé” de Megan Maxwell.


*** T ***


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domingo, 27 de noviembre de 2011

El testamento del Diablo, de Mario Escobar




El testamento del Diablo
Mario Escobar
Factoría de Ideas
320 páginas



Argumento

Los aventureros Lincoln, Fox y Mantorella regresan a Europa. La irrupción de un monje en la boda del primero y la última es el punto de partida para una nueva investigación, en este caso sobre un libro que todos desean, desde el Zar de Rusia hasta una extraña secta de monjes. Mientras, Lenin está a punto de iniciar su viaje en tren, en los prolegómenos de la Revolución Rusa.


Comentario

La novela que nos ocupa es una nueva entrega de la serie de libros de aventuras protagonizadas por Hercules Fox y George Lincoln (más Alicia Mantorella), y, aparentemente, la última. La serie completa consta de los siguientes títulos: "Conspiración Maine", "El Mesías Ario", "El secreto de los assasini ", "La profecía de Aztlán", "El Dedo de Dios" y "El testamento del diablo", y ha llevado a los protagonistas de viaje por medio mundo.

En esta ocasión, el trío regresa a una Europa agitada por la I Guerra Mundial y el inicio de la Revolución Bolchevique en Rusia.

Lo cierto es que en esta novela se pueden señalar casi las mismas características, defectos y virtudes de las anteriores: es una historia contada de forma ágil, casi demasiado deprisa, sin apenas descripciones, todo acción física, muy leve caracterización de personajes, mezcla de personajes de ficción y reales (Churchill, Jung, Lenin, el Zar Nicolás, etc), toques de misterio, búsqueda de tesoros (en este caso la búsqueda de un libro), viajes, tiroteos, peleas, capítulos súper cortos (de menos de dos páginas)...

Quizás como diferencias más señaladas, la prosa es más correcta (siendo tal vez aún demasiado esquemática para mi gusto) y se incide menos en la parte histórica, para centrarse en la aventura pura y dura.

Para mi gusto, la poca descripción de los personajes es el mayor hándicap de la obra, ya que impide empatizar con ellos y sentir los hechos, bastante graves (y previsibles en cuanto a su historia personal), que les suceden a alguno de ellos. La caracterización se basa en asignar a cada personaje uno o dos rasgos concretos que son los que mantienen a lo largo de toda la historia: Hercules es racional, descreído en materia religiosa y hombre de acción; mientras que Lincoln es religioso y tiene que lidiar con el racismo de la gente (es negro). Alicia, por otra parte, la mujer del trío, pues no aporta mucho en esta novela, salvo la subtrama de su boda con Lincoln, que apenas es desarrollada. El desenlace de cierto personaje me ha parecido extremadamente frío y poco descrito. No ha logrado transmitirme ninguna emoción, algo que debería haber sido el clímax de la obra.

En cuanto a la historia en sí me ha parecido que esta vez las motivaciones para lanzarse a la aventura son más débiles que en otras ocasiones. Es decir, no parece que el libro que buscan tenga tanta importancia "real", ya que lo que supuestamente desvela en relación a los judíos es un tema de dominio común en la época, marcada por el antisemitismo. En cierto modo, me ha recordado, salvando las distancias, al libro de Umberto Eco, El Cementerio de Praga, que toca este mismo tema pero desde un punto de vista crítico, burlón y desmitificador. Esa falta de sentido de amenaza o de riesgo potencial para la humanidad que siempre existe en este tipo de novelas rebaja un poco su interés. También el hecho de que en esta ocasión, a diferencia de las anteriores, el autor opta por enmarcar la acción en un contexto muy conocido cuyo final no depara ninguna sorpresa (la Revolución Rusa). El uso de las profecías, por otra parte, parece algo caótico pues mezcla las realizadas por Rasputín sobre el destino de su patria y de la familia en ella reinante con una cita de Nostradamus (al cual no se menciona, por cierto, ni se dice que provenga de él).

La breve aparición de Lenin y su famoso viaje en tren, aunque se trata levemente, tiene cierto interés, sobre todo en el retrato que se hace del personaje. También son curiosas las menciones a Jung y su pertenencia a una secta cuasi diabólica.

En resumen, una novela de pura acción y aventura, que se lee muy rápido, debido a la prosa y a los capítulos muy cortos, pero que quizá se queda algo escasa en cuanto a trascendencia y mensaje, y sobre todo, en desarrollo de personajes y sus motivaciones y sentimientos / pensamientos acerca de lo que les sucede.

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lunes, 21 de noviembre de 2011

La hija de los sueños, de Sandra Andrés Belenguer


La hija de los sueños
Editorial: Viceversa, 2011
230 páginas
14,50 €

Argumento:

1810, en un orfanato un niño llamado Sebastian presencia y sufre varios sucesos extraños relacionados con las pesadillas de sus compañeros.2010, en el mismo lugar, reconvertido en instituto, Iris está preocupada por lo que siente hacia su amigo Adrien y por el regreso de un sueño de su infancia.

Comentario (con SPOILERS):

La hija de los sueños es una novela juvenil fantástica que parte de una premisa interesante y prometedora: la posibilidad de manipular y utilizar los sueños y pesadillas de las personas, lo que, junto a la existencia de una biblioteca de los sueños y "otra realidad" o la influencia que ejerce la nuestra sobre ella son temas que sin ser originales sí resultan interesantes y con varias posibilidades de ser exploradas, si bien no se aprovechan en todo su potencial, quedándose muchas veces en la superficie.

La historia, que se desarrolla en varias épocas y universos, está bien estructurada, desde el comienzo en 1810, con Sebastian dando inicio a lo que afectará a los personajes del siglo XXI: el escritor fracasado Britt, la adolescente Iris y sus amigos, midiendo la información que se muestra y la que se oculta para mantener el interés en lo que pasa.

La parte dedicada al huérfano Sebastian (lo que ve desde su cama, lo que le sucede en el bosque) y los relatos de las pesadillas están redactados con el adecuado tono inquietante que mezcla acción y horror in crescendo y, aunque algunos sueños funcionan mejor que otros (por tema, intensidad… ), el nivel se mantiene correcto.

Sin embargo, al comenzar lo que sucede en la actualidad, que ocupa la mayor parte de la novela, aunque se desarrolla con fluidez debido a la casi total ausencia de descripciones (excepto en los pasajes de miedo) y a los diálogos que mantienen los personajes, en los que se informa de todo, desde los sentimientos entre ellos hasta los sueños que atormentan a todos los alumnos del instituto tras recibir el misterioso libro de Sikorski, da la impresión de que la historia ocurre de forma un tanto rápida y superficial.

Quizá la falta de profundidad de los personajes: los “progenitores” de la protagonista ni siquiera tienen nombres y su cometido queda muy simplificado, se habla de la amistad entre Iris y Shaila, o lo que siente la joven hacia Adrien, pero no hay escenas que lo muestren más allá de la indecisión sobre si decírselo o no, lo que resta intensidad a algunos acontecimientos relacionados con ellos que ocurren en la novela.

Esta ausencia de matices afecta también a la evolución de otros personajes que en principio podrían ser interesantes, como la del escritor engañado y fracasado Britt hasta convertirse en Morpheus, cuyas acciones no quedan bien justificadas, o la de Sebastian hasta llegar a ser Venox, de la que se cuentan pocos detalles y se sugieren otros que dejan abierta la posibilidad de una continuación, aunque las tramas principales se resuelven de forma más o menos satisfactoria.

En resumen, una obra ligera, que engancha por momentos, correctamente redactada, con una evolución lógica y algo previsible, en la que el hecho de tratarse de una novela juvenil no justifica la carencia de una mayor profundización en los personajes y en los interesantes temas que plantea.






*** T ***


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jueves, 17 de noviembre de 2011

El Prisionero del Cielo, de Carlos Ruiz Zafón



 El Prisionero del Cielo
Carlos Ruiz Zafón
Editorial Planeta
384 págs



Argumento

La librería de los Sempere no pasa por sus mejores momentos. Paralelamente, un extraño regala a Fermín, amigo de los anteriores, un ejemplar del Conde de Montecristo, un regalo que resucita recuerdos desagradables...


Comentario

La tercera novela de la tetralogía escrita por Carlos Ruiz Zafón (iniciada por La Sombra del Viento), cambia totalmente de registro y de tono con respecto a las anteriores, en especial con respecto a El Juego del Ángel, críptica y superbarroca obra, no entendida por el público.

Aquí nos encontramos con los personajes de la primera novela (Daniel Sempere, Fermín, etc), y alguno de la segunda (David Martín) en un relato mucho más simple o sencillo en cuanto a prosa y estructura. El tono es claramente humorístico, e incluso irónico y a veces hasta exageradamente rocambolesco, con escenas y diálogos bastante surrealistas. Incido en el tema de los diálogos porque prácticamente toda la novela está construida a partir de ellos, haciéndola bastante fácil de leer. Se echa de menos una mayor elaboración de descripciones, que apenas existen, o de la prosa en sí misma (los famosos amaneceres y atardeceres de Zafón brillan por su ausencia). A veces parece demasiado esquemático todo, y lo que es peor, narrado de forma plana y sosa, hasta el punto de poder decir que hay pocos puntos de giro dramáticos o casi ninguno (por no mencionar la sensación continua de anacronismo). El clímax por lo demás, me ha parecido de lo peor, puesto que no solo no eleva el interés con respecto a los anteriores capítulos de la novela sino que remite a ¡una cuarta! Es decir, el autor nos ofrece un final "truncado" muy frustrante, porque te da la sensación de haber leído un montón de páginas donde en realidad no ha pasado nada relevante desde el punto de vista dramático. Vamos, que tienes que comprar el cuarto para leer el final "verdadero".

Algo que resulta un poco irritante y hasta preocupante es el abuso de homenajes-plagio de grandes y conocidas obras de la literatura universal, como por ejemplo El conde de Montecristo y Los Miserables, a los que, por si el lector no había captado, se alude hasta literalmente, subrayándose el carácter un poco burlón y casi paródico de algunas escenas. Por ejemplo, la huida de Fermín calcada de la que sucede en el Conde de Montecristo (para colmo alargada en exceso) o su posterior encuentro con un sacerdote, donde ironizan sobre la escena de Jean Valjean (de Los Miserables) con la cubertería de plata del cura que lo aloja. Una cosa es homenajear y otra es tomar literalmente escenas de otras obras. A mí eso me hace entrever cierta falta de imaginación, un recurrir a lo fácil y seguro bastante sospechoso. Y también un poco de falta de respeto a los lectores, que no son tan tontos como para que les expliquen lo que es obvio.

En cuanto a los personajes, tenemos al narrador en primera persona, Daniel Sempere, que prácticamente no tiene personalidad alguna, y se limita a narrar con tono anodino la parte de la novela que sucede en el presente. Por otro lado, la parte en la que se hace un flashback para contar la estancia de Fermín en prisión, tras la guerra, se narra en tercera persona por un narrador omnisciente. Toda esta sección de la obra parece un intento por unir las tramas de La sombra del viento y de El juego del Ángel, en la figura de David Martín, otro de los presos de la prisión (que nos recuerda a Dickens por su sordidez, solo que exagera tanto que roza la parodia). Aquí el protagonista absoluto es el mentado Fermín, cuyos diálogos retorcidos a mí me parecen irritantes, sobre todo porque hay al menos otros dos personajes en la novela (el escribiente Oswaldo, y el profesor de Historia) que hablan igual. Parece ser que Zafón limita la caracterización de tales personajes secundarios a que "hablan raro", y si bien en un personaje queda bien, visto en varios resulta repetitivo.

El libro parece apelar al fetichismo de los lectores a los que les gustó La Sombra del viento, recuperando personajes supuestamente "entrañables" de aquel (y de El Juego del Ángel), mezclando el Cementerio de Libros olvidados (que no tiene casi ninguna participación real en el argumento), con la estructura de El Conde de Montecristo, y pasado todo ello por un tono demasiado poco serio para no resultar a veces paródico.

Puede que a muchas personas les guste pero a mí personalmente me ha parecido que representa un bajón notable del autor en cuanto a ambición y calidad literaria. Ha ido a lo fácil, a recuperar la los lectores desencantados con la anterior novela, y la historia no resulta interesante fuera de las alusiones autorreferenciales al resto de la serie, que intentan enganchar emotivamente al lector. Y encima no es autoconclusivo.

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Fue un beso tonto, de Megan Maxwell


 
Editorial: Versátil, 2010
394 páginas
18,50 €

Argumento:

Las inspectoras Olga Ramos y Clara Viñuelas conocen a dos atractivos médicos de origen escocés, Alexandro O'Connors y Oscar Butler durante un operativo policial en la Sala Joy Eslava. Más tarde se vuelven a encontrar...

Comentario (con SPOILERS):

Una novela se puede leer fijándose en varios factores, entre ellos los que valoran la evolución de la historia: desarrollo, emoción, credibilidad, el mensaje si lo hubiere o los aspectos formales: erratas etc...

En cuanto a estos últimos, en «Fue un beso tonto» se percibe una falta de revisión del texto que puede obstaculizar la lectura, como el uso excesivo, e innecesario, de varias coletillas: «rápido», «rapidez» y «rápidamente», que la mayor parte de las veces no vienen a cuento, o la extraña estructura de muchas frases, desordenadas hasta el punto que en ocasiones hay que leerlas varias veces para entender lo que quieren decir.

Otra cosa que llama la atención es la utilización continuada de palabras y expresiones «vulgares», que aumentan en la última parte de la historia, cuando las policías entran en contacto con la familia O'Connors y se establecen varias peleas dialécticas entre los personajes, sobre todo a partir del capítulo 48), algo que quizá es cuestión de preferencias, aunque se conseguiría un efecto más creíble sin tanta sobrecarga, que muchas veces suena excesiva y exagerada.

También hay varias alusiones y «homenajes» a programas de TV como «Anatomía de Grey» (los apodos de doctor Pichón y doctor Agobio) o la española «Los hombres de Paco» (Olga y Clara bautizan a sus vibradores «Lucas Fernández» y «Montoya»), o referencias a la crónica social de hace algunos años (la amiga de Pepa, Maruja, elige quedarse con «Dinio» entre todos los cachorros de la perra «Dolores», en el capítulo 50, página 325, Clara dice «Aquí hay más tomate que en Telecinco»...) que podrían quedar obsoletas en poco tiempo.

La creación de personajes profundiza sobre todo en la pareja principal, Olga y Alex, siendo Clara y Oscar, por sus similitudes con ellos, copias un tanto insustanciales de sus personalidades. La policía se muestra como una mujer independiente, decidida y profesional, más partidaria de las relaciones ocasionales que de las serias, mientras que él médico es un hombre serio y responsable, preparado para casarse (por segunda vez) y tener hijos.

Entre los personajes secundarios, todos con un rol concreto, útil a la historia, resaltan la abuela Pepa, una septuagenaria que lo mismo sale con hombres que cuida a la nieta y la biznieta, y su vecina y amiga Maruja, quienes protagonizan escenas y diálogos divertidos, ingeniosos y tiernos, cuya caracterización va más allá de las coletillas que usan al hablar («hermosa» la primera y «oy oy oy» la segunda).

La historia, dividida en capítulos cortos de diversa extensión, se centra, como es lógico en el género, en la resolución de la trama romántica, con lo que los pasajes dedicados a los operativos en los que participan las dos amigas se reducen comprensiblemente a varias escenas de acción, aunque hay momentos (toda la parte relacionada con Eva y James y su torpe resolución en la que se echa de menos un micrófono oculto, testigos visuales o algo similar) que puede resultar decepcionante.

Es de resaltar la fluidez con la que avanza la historia. Si bien al principio, tras una breve toma de contacto, parece que los protagonistas masculinos quedan apartados mientras se centra el protagonismo en la vida familiar de Olga (la entrada en escena de la abuela marca el comienzo del tono de humor ingenioso), más tarde se ve la utilidad de estos capítulos, desde la relación de Olga con Pepa hasta lo de la prima Susi y la pequeña Luna, «Dolores» y sus cachorros, encuentros de las policías con otros personajes (la familia de Alex: Perla, Eva, Lidia, el abuelo Walter) o los compañeros de trabajo (Márquez: el ex de Olga, Patricia: la nueva, Juan etc...)

Hay varias cosas interesantes, por ejemplo el tono de credibilidad que tiene casi todo lo que ocurre a los protagonistas (con excepciones: Sabrina convertida en una villana de telenovela, el brusco cambio de Perla hacia Olga, la cantidad de emparejamientos del epílogo...), conflictos normales y comprensibles que dificultan su relación (ella quiere ser libre y mantener su trabajo, Luna, la madre y la ex de Alex, la diferencia de personalidades y clases sociales, varios equívocos).

También es apreciable cierta complejidad en la evolución y profundidad en las personalidades de los protagonistas, lo que, junto a una cuidada planificación que se percibe en pequeños detalles (la autora no se saca nada de la manga, todo ha sido justificado antes, aunque pudieran parecer escenas accesorias), enriquece la historia que se relata y la dota de interés, destacando detalles como la confianza de Alex en Olga cuando su familia cuestiona a la joven o el relato de las cosas, relacionadas con ella, que ha hecho él durante su separación ( ver «Posdata: te quiero» tres veces, visitar a los pingüinos del Faunia, hacerse un tatuaje como el de Robbie Williams y ver el vídeo en el que canta «Something Stupid» con Nicole Kidman etc...)

En resumen, una novela que, pese a sus errores formales, está bien planificada y estructurada, tiene una evolución creíble, sentido del humor y resulta una lectura entretenida.


Enlaces relacionados:

  

*** T ***



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domingo, 6 de noviembre de 2011

Carne Muerta, de David Mateo

Carne Muerta
David Mateo
433 páginas
Editorial Dolmen (Serie Z)



Argumento

Debido a un fulminante virus llamado Tifoidea todos los hombres de la tierra mueren. Pero al tercer día resucitan convertidos en muertos vivientes sin cerebro. Las superviventes tendrán que buscarse la vida...


Comentario


Esta obra es la tercera que leo de temática zombi, que ahora está tan de moda, aunque, por el estilo y el argumento, tampoco diría que es tan "de zombis". Estos aparecen, es cierto, pero digamos que su actividad es más bien secundaria en relación con lo que ocurre en el libro.

Si tuviera que calificarlo de algún modo o encuadrarlo en algún género concreto me resultaría un poco difícil: diría que si bien empieza siguiendo la clásica pauta de este tipo de novelas (un incidente o pandemia que provoca la mortandad y posterior resurrección de miles de personas como muertos vivientes putrefactos, etc), luego la trama deriva hacia la aventura bélica, la trama de misterio o thriller (al final) e incluso hacia la fantasía y la Ciencia Ficción.

Precisamente es esta amalgama de géneros, que no tiene por qué ser mala en sí, lo que me ha desconcertado y desenganchado varias veces de la novela. También la estructura elegida por el autor, con varios personajes femeninos en lugares diferentes sin conexión, y los episodios narrados, a veces como relatos dentro del relato principal.

Es decir, me ha parecido que aunque la trama tiene la unidad argumental de la pandemia y resurrección de los muertos varones, en realidad, cada capítulo es como una "estampa" o relato dentro de ese marco. Imagino que finalmente estas historias que parecen desconectadas se unirán en una segunda parte (el libro termina con un "continuará..."), algo que francamente no me gusta nada, porque cuando leo una obra prefiero que sea autoconclusiva. Ya me parece que sobran páginas en esta, como para considerar que necesite aún más para desarrollarse todo lo que quedó pendiente, que es bastante, por no decir todo.

El autor ha mejorado abismalmente en cuando a prosa y recursos narrativos respecto a los anteriores libros que leí de él (Nicho de Reyes, etc). Se nota que conoce las técnicas. Introduce variadas referencias y datos documentales de forma adecuada. Es muy descriptivo, y al tiempo le fluyen los diálogos con naturalidad y bastante coherencia en relación a los personajes que hablan, que están en general bien caracterizados, y algunos de ellos, analizados con cierta profundidad (María, la monja, por ejemplo: para mi gusto es el personaje mejor descrito y el único normal de la historia). Hay descripciones potentes de lugares y de hechos, y pequeñas reflexiones sobre el mundo apocalíptico, que sin embargo, no llegan a dotar a la novela de un "mensaje" claro. Eso sí, el autor, para mi gusto, se regodea en exceso con algunas escenas, y no me refiero a que ponga mucha sangre y gore, sino a que estas escenas, en especial de acción, se alargan. Por ejemplo, hay una pelea entre una mujer soldado y un involucionado en una jaula que dura varias páginas, y tampoco parece que tal exceso se justifique por la relevancia de lo que nos narra. Así hay varias partes en la novela. Sobre todo al final, esa abundancia de descripciones de acción y batallas me han hecho bastante farragosa la lectura. A mí ese tipo de escenas me parecen un poco de relleno, pues no hacen avanzar la trama ni producen giros argumentales.

Otra cosa que no me ha gustado y que en mi opiníón hace bajar a la novela muchos enteros es la falta de verosimilitud tanto del argumento como de las actitudes de la mayor parte de los personajes. De acuerdo, en una novela de zombis, suspendemos la incredulidad. Damos por hecho que ha ocurrido este suceso en este mundo y nos lo creemos. Pero lo que ya no me creo es que en un escenario así (o en cualquier otro escenario) las mujeres se comporten como en este libro. Porque  prácticamente todas las que aparecen son o asesinas o hiperviolentas o psicópatas o locas o líderes de sectas apocalípticas. Y bueno, puedo aceptar que haya una secta dirigida por una loca que haga rituales cuasivampíricos y tenga verborrea de predicadora del Apocalipsis pero que haya tres, casi iguales, pues eso ya me resulta bastante difícil de asimilar (sobre todo porque uno de los personajes en su periplo se encuentra con ¡dos de ellas!), así como las cosas que hacen. Supongo que el "mensaje" de la novela es que las mujeres son tan violentas como los hombres, pero esa premisa es falsa, ya que la realidad demuestra que no es así, y también la ciencia. Una sociedad solo de mujeres no sería como se nos cuenta en esta obra, porque las mujeres, está demostrado, son más colaboradoras y  menos jerárquicas que los hombres, también menos agresivas. Y  ni siquiera algo tan fuerte como lo que pasa en esta novela sería capaz de cambiar lo que es por naturaleza. Además, contribuye a la sensación de irrealidad el que sucedan cambios tan radicales en un periodo de tiempo cortísimo. Surgen sectas dirigidas por mujeres que parecen la Condesa Bathory, se organiza el gobierno  y la milicia, surgen rebeldes guerrilleras en pocas semanas... pues no, no me lo creo.

Dando por hecho que la resurrección zombi es un asunto provocado por algo científico, un virus, también me chirría la irrupción de elementos que parecen fantásticos, como mujeres con lo que parecen poderes mágicos. Y una vez más, la secta de la demente del pueblo de Doña Lambra, que me ha resultado con diferencia lo más increible de todo, y donde el autor se detiene extrañamente, dándole una importancia que no encuentro justificada en el argumento global de la obra.

Siempre me han atraído las historias sobre sociedades diferentes de la nuestra, y en especial,  las especulaciones sobre cómo serían sociedades únicamente femeninas, por eso creo que esta obra está muy desaprovechada en este terreno, y no capta ni plasma, siempre a mi modo de entender, la psicología femenina ni en el comportamiento de cada personaje ni en la dinámica global del grupo (por decirlo de una forma resumida, estas mujeres actúan como hombres). Podría pensarse que el hecho de que el "enemigo" sea un prototipo de varón brutal, sin cerebro y puramente violento entraña un cierto simbolismo de las relaciones entre sexos (así como el hecho de que varias de las protagonistas tengan un historial de maltrato y abuso por parte de hombres), pero a mí me parece un aspecto poco desarrollado y quizás demasiado simplista y obvio en su planteamiento.

Como anécdota, hay algunas erratas en el libro ("envestirla" en lugar de "embestirla"), y sobre todo un pequeño lapsus cuando se dice que una mujer entró en rigor mortis cuando un zombi le arrancó la cabeza (el rigor mortis acontece varias horas tras la muerte, no en el momento).

En resumen, una obra formalmente aceptable y con diversos puntos positivos en cuanto a redacción e imaginación pero que para mi gusto no resulta muy creíble, y además tiene el hándicap de ser una "primera parte" y por lo tanto no remata las tramas, un tanto dispersas y en algunos casos hasta desmadradas y exageradas. 

sábado, 29 de octubre de 2011

Tempus Fugit (Ladrones de almas), de Javier Ruescas

Tempus Fugit
Javier Ruescas
Editorial Alfaguara
296 páginas


Argumento:

Un chico del pasado se cuela en un mundo del futuro a través de una grieta temporal. Allí conoce a Hanna, una chica que trata de averiguar cosas sobre su propio pasado y el de sus padres, en el marco de una ciudad gobernada por los fabricantes de teletransportadores Tempus Fugit.


Comentario:

Dentro de que se trata de una novela juvenil, la historia no está mal y el desarrollo de la misma revela un oficio que ya lo quisieran muchos autores "adultos" o de libros para "adultos". Eso sí, es bastante sencilla.

La acción empieza desde la primera página; luego, en cada capítulo, se da una información nueva, bien introducida en la trama, ya sea sobre los personajes y su circunstancia vital, ya sea sobre el mundo distópico donde transcurre la aventura. Esto revela que el autor apunta maneras literarias y que la obra, pese a su aparente sencillez, está trabajada en su estructura. No hay prácticamente nada de relleno. En cada capítulo se añaden también elementos de intriga que suscitan el interés del lector, y revelaciones en algunos casos previsibles. Las descripciones de personajes son leves pero al menos se aprecia cierta evolución y cuestionamiento.

Tal vez como pega se le podría poner una cierta ingenuidad en la descripción del mundo (poco creíble) y sobre todo de su tecnología, que se inclina más hacia lo fantástico (no es ciencia ficción en sentido estricto). Las cuestiones técnicas, por ejemplo, no están bien explicadas, y tampoco he entendido muy bien la diferencia entre esencias y futuros (conceptos muy importantes en el desarrollo de la historia), ni la forma en que estas se pueden utilizar. Sin embargo, dentro de lo que es, una obra para jóvenes, la veo bastante aceptable.

La prosa es funcional, ágil y correcta, los capítulos son cortos y la aventura una historia clásica de distopía con gente que se cuestiona cosas y trata de hacer que se sepa la verdad que subyace al sistema. De acuerdo, no es muy novedoso (me ha recordado a varias películas como La fuga de Logan, Blade Runner, La Isla...), pero al menos no está mal escrito, y tiene varios puntos positivos (dosificación de información, captación de interés con revelaciones, etc).

Algunos personajes, sin embargo, parecen no tener mucha importancia en la trama, como el joven del pasado, que es prescindible, así como su historia. El final es algo peliculero y naïf pero resuelve las cuestiones planteadas. Se agradece que no haya historia de amor (o mejor dicho que no se incida en ella), ya que podría haber quedado bastante forzado y hubiera distraido del tema principal. Personalmente, no me gusta que casi TODOS los personajes del relato sean jóvenes o incluso adolescentes (porque no parece creíble que sean tan expertos en sus oficios a esas edades), aunque entiendo que al ser novela juvenil tal vez esto ayude a la identificación de los lectores con los protagonistas.

Lo leí en unas tres horas. Ayuda el que prácticamente todo sean diálogos.

En resumen, una lectura juvenil digna, de argumento sencillo y clásico, con cierta ingenuidad en el tratamiento del tema, que aunque no satisfaría seguramente a los amantes de CF hard, sí que podría ser del gusto de muchos jóvenes en busca de aventuras futuristas con un trasfondo de rebeldía contra el sistema.

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.

martes, 25 de octubre de 2011

El Jardín Olvidado, de Kate Morton



 El jardín olvidado
The Forgotten Garden
Kate Morton
Traductor: Carlos Schroeder
Editorial Suma de Letras
544 páginas


Argumento:

Tras la muerte de su abuela Nell, Cassandra viaja a Gran Bretaña para hacerse cargo del legado de esta, una cabaña en Cornualles. Años atrás, Nell estuvo allí en busca de sus orígenes, probablemente en el seno de la familia Mountrachet, a la cual pertenecía la autora de cuentos infantiles Eliza.

Comentario:

Se trata de una novela de gran éxito que podríamos encuadrar dentro del género de misterio pero con muchas salvedades y matices. En efecto, hay un misterio del pasado (sobre la filiación de una mujer) que otros personajes tratan de resolver, pero también hay algún aspecto romántico y como de imitación de novela dickensiana y victoriana. Por otro lado, el misterio es muy leve y fácilmente previsible, pese a las trampas que pone la autora para evitar que se descubra todo antes de tiempo.

La historia se narra en tercera persona, pero focalizada en tres personajes concretos, tres mujeres, en diferentes épocas (finales de la victoriana, los años setenta del siglo XX y la actualidad). Los tres tiempos se van intercalando de forma más o menos correcta, para ir revelando información poco a poco, aunque en realidad, poco hay que revelar. La historia del pasado más remoto es la más interesante, mientras que resultan casi prescindibles las de las otras dos épocas. Dos personajes investigando el mismo misterio en dos tiempos distintos parece algo excesivo y que no aporta gran cosa. Claro que la historia de Cassandra, la protagonista de la actualidad, que viaja a Inglaterra en pos de un legado de su abuela Nell (quien a su vez había viajado al mismo lugar en los años setenta en busca de sus orígenes), sirve para introducir un asunto amoroso positivo, en contrapartida con los negativos de las otras mujeres-protagonistas.

Lo más destacable de la obra es la excelente prosa que adorna una historia demasiado sencilla y casi diría que floja. Ciertamente, está bien escrita, con abundancia de descripciones y de introspecciones de los personajes, quizás algo tópicas, pero efectivas en la narración. Para mi gusto, la peor parte es la que recrea la infancia de Eliza, donde se reproducen todos los clichés de la novela del diecinueve y del folletín: huérfana recogida por tía malvada, maltrato, niños deshollinadores, ambientes sórdidos y pobres de los barrios bajos londinenses, niebla, etc, vamos, eso que se ha visto en tantos libros y películas (y que, para colmo, no parece que sirva mucho en la historia). Tampoco me ha interesado en exceso la historia de Nell y la de Cassandra, aunque comprendo que al menos una de ellas tiene que existir para ir en busca del misterio del pasado.

Pero por muy bien escrita que esté parece que sobran páginas por todas partes. Hay momentos en la novela donde se podría decir que no avanza la narración, como si se estancara en descripciones bonitas y poco más. Paradójicamente, también hay algunos pasajes donde se hace un buen uso de la elipis para contar largos periodos de tiempo. La autora utiliza el recurso de los cuentos de Eliza para narrar ciertas acciones de forma encubierta o metafórica. Hay bastantes referencias y alusiones a los cuentos de hadas, e incluso, la participación como "extra" de la escritora real Hogdson Burnett, autora de "El jardín secreto", cuyo título obviamente se homenajea en esta obra.

En cuanto al misterio, como ya dije antes, me resulta algo "sencillo". Si uno analiza bien la obra verá que en realidad pasan poquísimas cosas relevantes desde el punto de vista dramático o narrativo. También hay expectativas sobre personajes que no se cumplen, como el tío Linus, que es descrito como alguien que podría causar mucho daño a Eliza pero luego eso no se ve en la novela. De hecho, hay algunas contradicciones en el comportamiento de los personajes a este respecto. La tía Adeline le dice a su hija Rose que mantenga a Eliza alejada de Linus, pero luego tanto Adeline como Rose se van a un viaje a Nueva York, ¡dejándolos solos en la mansión...! También hay recursos tramposos y bastante ingenuos por parte de la autora para mantener la intriga, como por ejemplo la escena en la que William refiere a Cassandra haber visto a Eliza haciendo "algo" indecoroso en la cabaña con "una persona muy cercana", ¡pero Cassandra no le pregunta de quién se trataba!, o peor aún, el diario de recortes de Rose, donde se miente (¿miente uno en un diario personal?) para dar a entender al lector algo que no es. A veces parece que los personajes del presente encuentran "pistas" y adivinan hechos antiguos de forma muy casual o fácil.

Al final los hilos quedan más o menos trenzados, aunque para mi gusto el fatalista final (lo que le pasa a Eliza) es algo forzado.

La ambientación de época está bastante lograda, así como las descripciones de lugares, que consiguen transmitir la atmósfera adecuada para el relato,en especial, el carácter "romántico", en el sentido literario del término, del jardín olvidado. Sin embargo, para tratarse de un folletín parece bastante "contenido", y se echan en falta emociones más desgarradas y melodramáticas.

En resumen, una novela femenina (que nadie me odie por decir esto, pero es la verdad: escrita por una mujer, para mujeres, con protagonistas mujeres y un estilo sentimental) que profundiza en un secreto del pasado, narrada con buena pero prolija prosa, que promete más de lo que da y a mi me ha dejado un poco fría al final.

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martes, 13 de septiembre de 2011

El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq

La carte et le territoire
Michel Houellebecq
Traducido por: Jaime Zulaika
Editorial Anagrama
378 páginas



Sinopsis

Jed Martin, un artista solitario, con escasa vida social y familiar (exceptuando una comida navideña con su padre enfermo de cáncer) alcanza el éxito fotografiando mapas Michelin. Para la redacción del catálogo de una de sus exposiciones contrata al famoso escritor francés Michel Houellebecq, al que va a visitar. Más adelante, un brutal asesinato conmociona a Jed...

Comentario (con spoilers):

La última novela de Michel Houellebecq es la ganadora del Premio Goncourt, uno de los más prestigiosos de Francia. El autor ya quedó finalista de este premio con una novela anterior, según recuerdo.

A mi modo de ver, y a pesar de que muchos comentarios se refieren a que es "puro Houellebecq", esta novela es algo diferente de las otras del autor. M. H. siempre se ha caracterizado por su carácter rompedor, por su expresión politícamente incorrecta de temas que suelen levantar ampollas, como por ejemplo, la xenofobia o islamofobia en este caso. Ha sido acusado de misántropo, de misógino, de racista... vamos, de todo lo peor que se le puede llamar a una persona pública en estos tiempos. En "Ampliación del campo de batalla" exponía un curioso vínculo entre el capitalismo y el sexo, bastante brutal, leit motiv que repite en otras de sus novelas. En "Plataforma", por ejemplo el tema de la obsesión sexual ocupaba el centro de la novela, y en cierto modo también en "Las partículas elementales", la que, para mí, es su mejor obra hasta la fecha. Sin embargo, la forma de tratar el sexo en MH es casi biológica, en el sentido de que lo analiza como si fuera un etólogo, vinculándolo a otro de sus temas recurrentes: la inmortalidad.

En "El Mapa y el Territorio", no hay nada en absoluto de sexo (hay una escena ¡en elipsis!), lo cual me ha sorprendido, dado que a veces daba la impresión de que este autor se apoyaba en el sexo y la provocación xenófoba para vender. Con esta novela ha demostrado que puede escribir bien sin recurrir a eso, una forma de tapar la boca a mucha gente. Creo que es una buena señal que prescinda de esos aspectos digamos más "comerciales" y aun así siga interesando.

Lo que más me ha llamado la atención de esta obra es el soterrado sentido del humor que utiliza Houellebecq, y que se manifiesta en ironías, los títulos de los cuadros que pinta Jed Martin, protagonista de la obra (donde se pone de manifiesto una crítica al mundo del arte y el negocio que se mueve en torno a él, pero enfocado como metáfora del capitalismo), y sobre todo en el hecho de que uno de los personajes principales sea el propio Michel Houellebecq, del que tenemos un retrato bastante demoledor: es un misántropo que vive alejado del mundo, en una casa en el campo, es depresivo, solitario, está de vuelta de todo... Vamos, que Michel se despacha a gusto contra sí mismo, lo cual es una muestra de autoironía. También aparecen otros personajes reales como el escritor Beigbeder, o gente del mundo cultural francés que desconozco (presentadores de televisión, por ejemplo).

La estructura de la novela es muy curiosa. Está dividida en un prólogo, tres partes y un largo epílogo, que casi es otra parte. En la primera, intercalado con el acontecer del relato, se nos hace una descripción de la vida de Jed Martin y su formación académica, sus escasos amores, etc. Me ha recordado por la forma de redacción, salvando las distancias, a un bildungsroman clásico, a un relato de formación como los del siglo XIX, solo que mucho más resumido, claro. En la segunda se nos narra la exposición y contacto del personaje principal con Houellebecq. Lo realmente impactante ocurre en la tercera parte, y aunque sea un spoiler, me resisto a no comentarlo. Cuando pensábamos que la novela sería una serie de disquisiciones filosóficas sobre el arte, el capitalismo, los empresarios etc, de pronto ocurre un crimen, el asesinato del propio Michel Houellebecq y su perro, que te deja estupefacta. El autor no escatima detalles acerca de la descripción del escenario del crimen y del estado del cadáver, decapitado y cortado en trocitos. Es inevitable sonreir mientras lees lo que el autor se ha hecho a sí mismo en la ficción, así como las disposiciones relativas a su funeral y entierro, y sobre todo la conversión al catolicismo (sorprende en una persona a priori tan nihilista, el tono más bien amable, lindante a veces con la compasión, con el que habla de la iglesia, los curas, etc). En esta parte la historia se centra en la investigación criminal (relacionada con el cuadro que Jed le pintó a Houellebecq) y el foco se traslada a uno de los policías que llevan esta, que naturalmente, también filosofa, en este caso sobre el sexo, pero de esa forma impersonal típica del autor. Aquí nos damos cuenta de que el tema de la novela es de nuevo el deseo de inmortalidad del hombre, el sexo como fuente de problemas y con origen, a fin de cuentas, de la mortalidad. El papel del padre de Jed también se vincula con el mismo tema, ya que padece un cáncer terminal, y al final, recurre a la eutanasia, a la cual parece el autor criticar también. Hay un extraño y descacharrante episodio en la clínica donde se ha aplicado esta que resulta muy llamativo en el tono general de la novela.

Otro de los temas de la obra es la patria de MH, la pérdida de sus valores culturales, y una reivindicación de lo propio (que yo creo que se manifiesta en la descripción bastante detallada de la gastronomía, los vinos, etc), además de la crítica a la "turistificación" de las zonas rurales con esos pueblos donde no vive nadie y que son como decorados perfectos.

La prosa es muy buena, como es normal en el autor, y con cierta semejanza a la de novelas de hechura clásica (casi decimonónica). Está más comedido de lo habitual en cuanto a lo punzante o ácido. Se centra más en lo filosófico. Esto hace que la novela parezca tener un ritmo algo plano (hasta el crimen anteriormente descrito). Es una novela plácida, sin grandes altibajos, y que quizás al tocar temas diversos desprende un cierto aroma de indefinición o de dispersión. El tono distante además lo logra el autor con una técnica que ya utilizaba en "Las partículas elementales", el de narrar la historia desde el futuro, como si todo eso ya hubiera pasado hace mucho mucho tiempo. De hecho, a veces hay alusiones a Jed Martin como un gran artista del pasado, como si quien contara fuera un historiador del arte recordándolo. La impersonalidad se hace más patente hacia el final, cuando se cuentan los últimos años de Jed Martin y sus últimos trabajos de fotografías donde el ser humano se diluye en el paisaje, y como dice el autor, la vegetación lo cubre todo... Un pasaje metafórico sobre el fin de la humanidad en la naturaleza que me ha recordado aquellas famosas páginas de "Al Faro" de Virgina Woolf, donde se describía la degradación de la casa, una vez que han muerto varios de los protagonistas (algunos jóvenes) que aparecían al principio, dejándote un regusto de desolación...
En resumen, una obra notable, pero inferior a "Las partículas elementales", con cierta dispersión y algo menos mordiente de lo habitual en M.H.