viernes, 17 de febrero de 2012

Muerte en Venecia, de Thomas Mann



 Muerte en Venecia
Der Tod in Venedig
Thomas Mann
Edición en ebook


Sinopsis

Un escritor viaja a Venecia en busca de inspiración, y allí conoce al joven Tadzio, que le fascina. Pero algo mortal flota en el ambiente, una epidemia que las autoridades ocultan...

Comentario

De este autor solo había leído "La Montaña Mágica", una extensísima novela en dos tomos, y un poco de "Doctor Faustus", no menos extensa. Así pues, tenía muchas ganas de conocer esta novela corta, considerada un pequeño clásico y de la cual hasta se ha hecho una famosa película (dirigida por Luchino Visconti y protagonizada por Dirk Bogarde).

La novela relata una breve anécdota argumental. Se trata, fundamentalmente, de una obra simbólica y de interpretación variada, escrita con el prolijo verbo de Thomas Mann, uno de los mejores prosistas que he leído nunca, pero bastante dado a "enrollarse", dicho de forma vulgar. Todo en ella remite al tema de la belleza y al de la decadencia. cuando digo belleza me refiero a la belleza en un sentido platónico. Mann trufa las largas y elaboradas reflexiones del protagonista con alusiones a Platón y también a la mitología griega, a iconos como Narciso y Jacinto (el primero enamorado de sí mismo, el segundo, fallecido mientras contemplaba su imagen en un lago). Tadzio, el joven polaco que suscita el interés del viejo escritor, representa en su carne la belleza idealizada y pura. Algunos interpretan esta fascinación como pedófila y homosexual, pero a mí, sinceramente, me ha parecido todo muy "platónico" nunca mejor dicho, y siempre, utilizado como símbolismo.
"Pues solo la belleza, Fedón mío, solo ella es amable y adorable al propio tiempo. Ella es, ¡óyelo bien!, la única forma de lo espiritual que recibimos con nuestro cuerpo, y que nuestros sentidos pueden soportar"
También es simbólica la amenaza de una epidemia, primero sospechada, luego confirmada, que otorga el necesario ambiente de decadencia y corrupción al relato, al que también contribuye el decorado elegido, la ciudad de Venecia, impregnada del olor de la muerte, la muerte que amenaza esa belleza, tanto de la ciudad venida a menos como de las personas que la habitan. La mención del cementerio de la isla de San Michele, la arquitectura de la vieja ciudad, los canales... Todo contribuye a crear ese ambiente malsano e inquietante.
El final de la novela también está relacionado con el mito ya mencionado de Jacinto, donde la muerte acontece debido a la contemplación de la belleza, mientras el resto del mundo huye del peligro.

La novela está dividida en cinco partes. En la primera y segunda conocemos a Gustav von Eschenbach como hombre y como autor. Mann desarrolla esta parte mediante largas reflexiones filosóficas, generalmente sobre el arte, y un breve bildungnsroman que nos permite conocer al protagonista, un escritor alemán en la cincuentena que ha perdido la inspiración. Las tres últimas son las que narran el viaje a Venecia, la presentación de Tadzio y familia y la fascinación del autor por ese muchacho.

En resumen, me ha gustado bastante la obra. Es de esa clase de libros que disfrutas aunque "no traten de nada", como suelen decir los amantes de los bestsellers. La prosa es muy buena, lógicamente, y las reflexiones sobre la belleza y otros temas artísticos son ellas mismas también bellas y muy elaboradas. Mann nos sumerge en un mundo que se derrumba, y en el que la belleza ejerce un poder al tiempo elevador y atrapante, fascinador, salvador y trágico. Un  buen libro, no para todos los paladares, aunque el título sea puro spoiler...

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.

viernes, 10 de febrero de 2012

Venganza, de Douglas Preston & Lincoln Child


Venganza, de Douglas Preeston y Lincoln Child

T.O.: Gedeon's Sword
Editorial Plaza & Janés
320 páginas
18,90 €

Argumento:

Tras llevar a cabo una venganza, Gideon Crew es contratado por unos hombres misteriosos para que cumpla una misión. 

Comentario:

“Venganza” pretende ser la primera entrega de las aventuras de un nuevo personaje de los autores, Gideon Crew, entre cuyas principales características está un afán de venganza por algo sucedido en su niñez, que, curiosamente, se resuelve en los primeros capítulos, evitando profundizar en las emociones y personalidad de un protagonista que apenas muestra reflexión o emociones, ni siquiera ante lo que le comunican en el capítulo 14 (que se cree con demasiada facilidad pese a que el nombre de las radiografías haya sido borrado, algo que podría hacerle desconfiar), que no le impide aceptar el trabajo que le proponen tras un breve arrebato de rabia.

En su empeño de no indagar en los antecedentes de Crew, no se cuenta ningún detalle de su pasado como ladrón de arte, del trabajo en el Laboratorio Nacional de Los Álamos o de cómo adquirió la habilidad para disfrazarse y reproducir las voces de todo tipo de personas, lo que quizá, pese a no ser muy creíble, sea lo más interesante de su forma de trabajar.
Esta incapacidad de los autores para dar consistencia a su protagonista, se extiende a los demás personajes, por ejemplo Charles Dajkovic, cuyas intervenciones se limitan a los primeros capítulos, o la previsibilidad del destino de otros, como Marilyn/Orchid, que se intuye casi desde que aparece, aunque la superficialidad con la que se tratan las relaciones de Crew con el resto dificultan empatizar con lo que les sucede.

Entre estos personajes merece mencionarse a Eli Glinn, el empleador de Crew, quien tiene intervenciones recurrentes en la obra de Preston & Child, como en Más allá del hielo o en alguna de las novelas protagonizadas por Aloysius Pendergast.

La trama de la novela es sencilla: Crew debe cumplir el encargo que le han hecho. Partiendo de ahí la historia se desarrolla con rapidez, llena de escenas de acción a veces poco creíble (el protagonista sabe hacer -casi- todo y consigue salir -casi- incólume de situaciones muy peligrosas), sin momentos para la reflexión, a ratos confusa, otros absurda, hasta un desenlace que no es del todo satisfactorio y deja cabos sueltos, además de la puerta abierta al inicio de otra aventura de Gideon Crew, un personaje muy alejado de la interesante y marcada personalidad de Pendergast.

En resumen, una obra superficial, que por momentos no parece de sus autores, con personajes planos y algunas situaciones demasiado increíbles, de consumo rápido, indicada para quienes busquen un entretenimiento fácil y sencillo que se olvidará en cuanto se pase la última página.


***T***


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domingo, 5 de febrero de 2012

Salambó, de Gustave Flaubert



 Salambó
Salammbô
Gustave Flaubert
Edición en ebook


Sinopsis

Los mercenarios contratados por Cartago se rebelan contra la ciudad y exigen su pago. Al no ser satisfecho, estalla la guerra. El galo Matho roba el velo de la Diosa de los cartagineses, objeto de gran valor simbólico, y se convierte en el lider de los mercenario. Ante el acoso de la ciudad y el robo sacrílego, se hace llamar a Amílcar Barca, quien enseguida toma las riendas de la guerra. Sin embargo, no es suficiente, y tendrá que ser su hija, la mística Salambó, de la cual se ha prendado Matho, la que sea enviada a recuperar el velo...

Comentario

Tras leer "La educación sentimental, "Madame Bovary" y "La tentación de San Antonio", me quedaba la asignatura pendiente de "Salambó", la ambiciosa novela histórica escrita por Flaubert, y que supone un cierto cambio temático con respecto a sus otras novelas. Según he leído, la obra fue un éxito de público cuando se publicó, pero no de crítica, pues algunos le echaban en cara falta de rigor (que luego no se probó ) o el hecho de regodearse en lo más cruel del ser humano (la pretensión del autor no era la reconstrucción histórica, sino aplicar a esta el estilo de la novela psicológica moderna).

Salambó podría catalogarse, a primera vista, como novela histórica, pues reconstruye un hecho real, la llamada Guerra de los Mercenarios, acontecida en el siglo III a.C, y que involucró a la ciudad de Cartago. La ambientación parece buena (desconozco la época y sus características). Al parecer, Flaubert trabajó mucho en la búsqueda de documentación para esta obra sobre una época de la que hay pocas fuentes. Las descripciones son sumamente detalladas, tanto en lo que concierne a ropajes, calles, ciudades, batallas, ropa militar, como a rituales y costumbres. Ciertamente, se trata de una obra muy descriptiva y visual, tanto que mientras la lees se te representa una superproducción hollywoodense de las más caras. Los diálogos, por su parte, no son muy abundantes, aunque definen con precisión a los personajes, a los que se ve como auténticos habitantes de ese pasado, y no como sucede en muchas novelas históricas modernas donde se les "actualiza" en su forma de pensar y actuar.

La obra, por consiguiente, está llena de violencia, de crímenes, sangre, de largas y detalladas batallas, plenas de espectacularidad, de torturas, crucifixiones, sacrificios humanos, etc... vamos, que recoge muy bien el espíritu de la época y de los guerreros. Cuando creíamos que Flaubert había llegado a lo más brutal, nos deja para el final otra oleada de crucifixiones y un siniestro episodio de canibalismo.

“Entonces, los garamantes empezaron lentamente a rondar a los muertos. Eran seres acostumbrados a la soledad y que no respetaban a dios alguno. Al fin, el más viejo de la banda hizo una señal, y echándose sobre los cadáveres, con sus cuchillos, cortaron trozos; luego, sentados en cuclillas, comían.”
Contraponiéndose a esta parte tan violenta, tenemos a Salambó, el único personaje femenino, hija de Amílcar, donde el autor simboliza valores más místicos y espirituales, casi arrebatados o extáticos. Salambó ansía unirse con la diosa, elevarse, tiene grandes miras, desea un conocimiento prohíbido, en la reclusión de su palacio. Precisamente son las partes de descripción espiritual (incluidas algunas apariciones iniciales de Amílcar) donde Flaubert echa el resto y nos fascina con su maravillosa escritura, tan poética, sin ser cursi, tan elaborada y creativa.

“La luz del día penetraba a través de las hojas de vidrio negro. Arborescencias, montículos, torbellinos, contornos de vagos animales se dibujaban en su diáfano espesor, y la luz llegaba, terrible y pacífica sin embargo, como debe ser por detrás del sol, en los lúgubres espacios de las creaciones futuras. Barca se esforzaba en alejar de su pensamiento todas las formas, todos los símbolos y los nombres de los dioses, a fin de comprender mejor el espíritu inmutable que las apariencias ocultan. Algo de la vitalidad de los planetas se infiltraba en él, en tanto que sentía por la muerte y por todos los azares del desdén más profundo y más íntimo.”

“Era como la alegría de un cabiro, y los grandes rayos luminosos que herían su rostro se le antojaban la extremidad de una red invisible que, a través de los abismos, lo ligaba al centro del mundo.”

La obra es monumental y épica, pero requiere de cierta paciencia, sobre todo al principio, con las larguísimas descripciones, que la hacen similar a una crónica antigua. A mí no me ha costado pero para muchos lectores podría hacerse algo cuesta arriba ese inicio donde Flaubert nos detalla el banquete de los mercenarios hasta el menor detalle, y los largos episodios de la historia.

Podría considerarse esto como un punto negativo. La obra tiene un argumento algo limitado para la cantidad de páginas que ocupa, y algunos personajes están desaprovechados, como la mentada Salambó, que incluso da título al libro. Pese a ello, no deja de ser un personaje muy secundario. Todo lo relativo a su participación se descuida a favor de las batallas y escaramuzas y pasajes sádico-violentos, descritos con todo lujo de detalles que nos regala el autor y que ríete tú de Canción de Hielo y Fuego de Martin, que parece un cuento de hadas al lado de esta historia truculenta.

“Se los azotaba a dos manos; las correas zumbaban, arrancando las cortezas de los plátanos. La sangre salpicaba los follajes como si fuese una lluvia roja, y masas sanguinolentas se retorcían aullando al pie de los árboles. A quienes se marcaba, se clavaban las uñas en la cara arrancándose la piel. Se oían crujir los tornillos de madera; resonaban golpes sordos; a veces un grito agudo desgarraba el aire de repente. Del lado de las cocinas, entre jirones de ropa y cabelleras desgreñadas, unos hombres avivaban con soplillos los carbones, y apestaba el olor a carne quemada. Los flagelados desfallecían, pero retenidos por las ligaduras que sujetaban sus brazos dejaban caer su cabeza sobre los hombros, cerrando los ojos.”

“Llegada la noche, unos perros de piel rojiza, esas bestias inmundas que siguen a los ejércitos, aparecieron calladamente en medio de los bárbaros. Empezaron a lamer los coágulos de sangre de los muñones aún tibios, y enseguida se pusieron a devorar los cadáveres, empezando por el vientre”

“A continuación llegaron los hombres y los atormentaban desde los pies, que se los cortaban por los tobillos, hasta la frente, de la que les arrancaban tiras de piel para ponerse sobre la cabeza. Los comedores de cosas inmundas inventaron mil atrocidades. Enconaban las heridas echando en ellas polvo, vinagre y trozos de cacharros de barro o loza; otros esperaban detrás de ellos: la sangre corría y todos se regocijaban como hacen los vendimiadores alrededor de las cubas de mosto.”

Sin embargo, en cuanto a personajes, el mercenario Matho (desgarrado entre el amor hacia Salambó y el deseo de venganza cruel), el esclavo Spendius (que ahora se siente libre al lado de Matho y su revuelta) y el líder cartaginés Amílcar, están mejor retratados, con mucha potencia.

En ciertos pasajes me ha recordado a la famosa película de Kubrick “Espartaco”, sobre todo en el final, cuando Amílcar propone a los mercenarios supervivientes que luchen entre sí, y la posterior crucifixión de los rehenes mercenarios.

“A Amílcar le costó trabajo reconocer a Hannón. Como sus huesos esponjosos cedían bajo los taladros de hierro, porciones de sus miembros se habían desgarrado… y solo quedaban en la cruz restos informes, parecidos a esos fragmentos de animales que cuelgan de la puerta de los cazadores”

En resumen, una obra irregular, dura, interesante, llena de violencia y crueldad, todo un fresco histórico de una época poco conocida y de un mundo que nos queda tan lejano que a veces recuerda a los descritos en novelas de fantasía heroíca. A destacar las vistosas batallas con elefantes y máquinas de guerra (onagros, escorpiones, catapultas, helépolis y demás), y la increíble ambientación.

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