sábado, 31 de marzo de 2012

Una forma de vida, de Amélie Nothomb




Une forme de vie
Amélie Nothomb
Albin Michel (ed. Bolsillo)
130 pp

Versión española: Una forma de Vida
Ed. Anagrama
Traducida por Sergi Pamies
152 pp

Resumen

La escritora Amélie Nothomb recibe una carta de un soldado americano desde Irak donde le habla de su admiración por ella y también de sus problemas de obesidad. Ambos inician una intensa relación epistolar que deriva hacia lo surrealista.

Comentario

Casi todas las obras de esta autora tienen un fuerte componente autobiográfico. Esta, en concreto, sin ser autobiográfica en el estricto sentido de la palabra, la incluye a ella misma como personaje principal, lo cual la dota de un cierto viso de verosimilitud dentro de lo descabellado de la trama.

Las últimas novelas de Nothomb que había leído no me habían gustado mucho, pero en esta parece retomar las características que han hecho de ella una autora de culto: la ironía brutal, el humor surrealista y grotesco, y una cierta crítica enterrada bajo el simbolismo.

Obesionada desde siempre por la belleza, y sobre todo por la gordura, Nothomb vuelve a este tema de forma más descarnada que nunca. La obesidad se convierte en metáfora y en elemento simbólico de crítica hacia el sinsentido de la guerra de Irak. En realidad, los diferentes planos de crítica que se superponen en la novela la hacen mucho más compleja de lo que parece a simple vista. El personaje del soldado reconoce que antes de Irak era delgado pero que es imposible resistir la guerra sin volverse loco. Su forma de calmar la ansiedad era comer sin medida. En el colmo del surrealismo, le pone nombre a su gordura, Sherezade, como la mítica contadora de cuentos de las Mil y una Noches. No es una elección de nombre al azar, puesto que el hecho de contar cuentos o mentiras como forma de vida (de ahí el título) es otra de las claves de la historia.

La involucración de Nothomb en la trama sirve para enlazar con este aspecto de la creación y del arte. La fascinación que siente ella por lo que le cuenta el soldado podría ser paralelo al encantamiento por medio de la palabra de Sherezade hacia el sultán. Así que por un lado tenemos a alguien que cuenta historias y por otro, a alguien que las escucha entrando cada vez en un mayor estado de necesidad respecto a tales relatos, que se mezcla con la vanidad, cuando comprende que su atención sostiene al soldado y le da ánimos. También sirve para tratar el tema del rol de escritor en la sociedad y de la veneración casi mítica que sienten algunos hacia él como generador casi mágico de historias. Así pues hay variadas reflexiones sobre las peticiones absurdas que los lectores le hacen a Amélie a través de sus cartas y el aura casi divina que le otorgan al verla capaz de concederles deseos extravagantes.

La novela tiene una estructura cuasi epistolar, mezclándose transcripciones de cartas de uno y otro lado con el relato en primera persona de Amélie. Observamos como al principio ella no se lo toma muy en serio, luego se va enganchando, y sorprendiendo e indignando, sufriendo, en suma, diversos estados que le provoca la lectura de las aventuras iraquíes del americano. La correspondencia de ambos personajes, cada vez más intensa, casi amistosa (otro de los temas es las relaciones humanas en los tiempos de internet) da lugar a escenas descacharrantes, como cuando el americano le envía su foto de obeso y la autora nos describe como era él. O como cuando Amélie le dice que podría exponer su gordura como obra de arte en una galería de Bruselas (que es, en realidad, una cervecería regentada por un excéntrico).

Al final, descubrimos el sentido de esta "forma de vida" construida a base de palabras y de imaginación, y también la autocrítica de la autora hacia su actitud. Nada es lo que parece, pero la ficción ayuda a vivir y a superar lo insoportable.

En resumen, una obra que recupera lo mejor de Nothomb, ese humor irónico y grotesco, esa crítica soterrada y ese simbolismo dentro de la sencillez de escritura, donde lo que menos me ha gustado ha sido el final. Siempre me ha dado la impresión de que esta autora tiene ideas brillantes, las desarrolla bien, pero no sabe rematar con finales a la altura del resto. De todas formas, sigue siendo muy buena, con una prosa salpicada de notas cultas, de humor fino y políticamente incorrecto, original.



La autora


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