domingo, 23 de septiembre de 2012

Elling (Hermanos de Sangre), de Ingvar Ambjørnsen


Elling (Hermanos de Sangre)
Brødre i blodet
Ingvar Ambjørnsen
Traductora: Cristina Gómez Baggethun
Nórdica
265 páginas

Argumento:

Elling y Kjell Bjarne son dos hombres de edad mediana que viven en un centro del estado, afectos de diversos trastornos mentales y afectivos. Cuando el ayuntamiento de Oslo les ofrece un piso para que vayan a vivir a él y se inserten en la sociedad, se inicia para ellos una aventura fascinante, la de descubrir el mundo de las personas "normales", vigilados de cerca por el asistente social Frank. Elling, que se cree un poeta, pronto entra en contacto con el viejo Alfons, de quien se hace amigo, mientras Kjell Bjarne se inicia en la vida amorosa con una vecina.

Comentario:

Narrada en primera persona por el personaje que da título a la novela, esta historia nos presenta a una extraña pareja a cuyos miembros se tilda de "locos", aunque, a mi parecer, no están tan trastornados como se nos trata de hacer ver. A decir verdad, diría que los protagonistas sufren de algún tipo de trastorno social o de relación con los demás, bastante inespecífico (aunque algunos opinan que se trata de un trastorno de evitación). Elling, en algunos momentos, habla de ataques de ansiedad. Sin embargo, esto es lo de menos.

A través del protagonista y de su peculiar visión de las personas "normales" y de la vida, el autor nos ofrece una soterrada crítica a varias cuestiones, la más llamativa, la que se hace al estado del "bienestar" en general y noruego, en particular, un sistema que sobreprotege a los individuos y en cierto modo los anula como personas, tal y como le ha ocurrido al personaje principal. En Elling se hace un paralelismo entre la figura materna (el protagonista vivía con su madre, que se ocupaba de todo, cocinar, comprar, etc) y el estado noruego, materializado en la figura de la primera ministra de la época en que transcurre la acción, Gro Harlem Bruntland, de la cual Elling guarda fotos, como si fuera un icono para él. El asistente social es otro de los representantes del Estado, en su labor de tutela y de inserción en la sociedad. También es la figura correctora o de castigo para estos individuos, una especie de "padre", en cierto sentido, con la que Elling amenaza a su compañero de piso, Kjell Bjarne.

La voz narradora, original, egocéntrica, fantasiosa, pero muy lúcida, inteligente y culta, pone el tono humorístico a la historia, convirtiendo en auténticas aventuras delirantes, acontecimientos que para las personas normales no tienen mayor importancia, como ir a pasear o cenar en un restaurante, sentarse en un café (muy elocuente a este respecto, la visita al parque Frogner de Oslo, y su sorpresa y entusiasmo al encontrarse con las esculturas de Vigeland). Los personajes, por cierto, se manejan muy bien en su nueva vida solos y fuera de los muros de la institución.

A lo largo de la historia, vamos viendo como estos seres solitarios se juntan con otras personas también solitarias (una mujer embarazada y alcohólica y un anciano, antiguo poeta) para formar un extraño grupo social unido por lazos "no de sangre" ni "tutelado" por el sempiterno estado.

La crítica al estado del "bienestar" no viene dada solamente por la excesiva sobreprotección al individuo sino también por los intentos de este de crear un pensamiento políticamente correcto y casi único, que se muestran en los comentarios homófobos de Elling, quien, al instante, recuerda que "no puede pensar así, ya que lo psicólogos del centro dicen que eso está mal".

Especialmente hilarantes resultan las escenas de la cabaña, donde Elling especula con la vida sexual de su compañero (él es asexual). El personaje enseguida se "monta películas" de cualquier cosa, ya sea su categoría como gran poeta ya sea el comportamiento de Kjell Bjarne, a quien parece menospreciar ligeramente, aunque, a la postre, este parece manejarse mejor que él en la vida social.

El tono de la obra es amable y optimista, y al contrario de la mayor parte de las obras donde aparecen locos, estos son tratados de forma "normalizada", sin condescendencia, morbo o miradas compasivas.

Al parecer, este libro es el inicio de una serie protagonizada por los mismos personajes. También tiene versión fílmica, realizada en el año 2001, y varias versiones teatrales en numerosos países.


Elling y Kjell Bjarne, en la película noruega "Elling", de 2001



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domingo, 16 de septiembre de 2012

No te escondo nada, de Sylvia Day


 No te escondo nada

T.O.: Bared to You
Editorial: Espasa, 2012
ISBN: 978-84-670-0965-1
320 páginas
17,90 €

Argumento:

Eva Tramell conoce a Gideon Cross y comienzan una relación condicionada por los traumas que ambos sufrieron en el pasado.

Comentario:

Parte de la publicidad de No te escondo nada la compara con la “famosa”  50 sombras de Grey (incluso el diseño de la cubierta imita a las de Grey), lo que hace difícil resistirse a la tentación de comentar las similitudes, y diferencias, entre ambas novelas.

 Los parecidos empiezan con la narración en primera persona de una protagonista que enseguida queda fascinada por el atractivo del galán de turno, quien a su vez se siente atraído por ella. Además Cross, como Grey, es un hombre de éxito y millonario, en apariencia “inalcanzable” y que tiene ciertos problemas en cuanto a las relaciones íntimas se refiere y un pasado misterioso y traumático que se muestra reticente a contar y condiciona la evolución del romance entre los personajes. Y, cómo no, ambas novelas son la primera entrega de una trilogía.

Las diferencias, partiendo de una base con bastantes puntos en común, comienzan con que Day, al contrario que James, tiene oficio, una carrera como autora en diversos géneros y varios premios literarios, lo que establece las distancias entre las obras de ambas.
Eva, a diferencia de Ana, tiene experiencia previa, parte de ella traumática lo que, sumado a su pertenencia a una familia adinerada, sienta una base de igualdad con Cross que no se da en la otra novela. Incluso se revela cuando él intenta controlarla (las clases de Krav Maga, el regalo del móvil con ocasional intercambio de mensajes, la forma en que la espía) y establece hasta qué punto lo admite y las contraprestaciones que quiere a cambio.

Curiosamente, junto a las descripciones de impresionantes físicos (todos los personajes son muy atractivos) y cada cambio de vestuario que hacen los protagonistas principales (Eva, Gideon, Cary), casi sorprende la caracterización psicológica de cada uno de ellos, quizá superficial y esquemática en los más secundarios, aunque muy relevante.

Si en 50 sombras de Grey el conflicto principal se originaba en el deseo de él de basar su relación en unas prácticas de BDSM que en ningún momento se hacen realidad, en No te escondo nada, son ambos, Eva y Gideon, quienes sufren las consecuencias de un pasado traumático (más especificado en ella, la narradora, que en él, quizá reservado para las secuelas) que condiciona su forma de relacionarse de forma romántica y física.

Aunque ambos se sienten mutuamente atraídos, ella quiere más, amistad, conversación, algo que apenas oculta su necesidad de compromiso, y los dos son inseguros celosos y posesivos (la reacción de ella ante Magdalene o Corinne, la de él ante Cary o Christopher). Estas reacciones, y otras, que podrían parecer caprichosas o producto de una “necesidad” de crear escenas para complicar el progreso del romance, incluso poco lógicas a veces, se justifican psicológicamente con la inclusión de breves retazos, a veces dramáticos (las pesadillas de Gideon) de lo que han sufrido en el pasado.

Las escenas explícitas, abundantes, podrían parecer repetitivas y excesivas, hasta que los protagonistas analizan sus respectivos comportamientos, y preferencias, ante esta intimidad: mutua dependencia, necesidad de ejercer el control o cederlo (más psicología que sadomasoquismo), demostrando que su inclusión no es caprichosa.

Tanto Eva y Gideon como el resto de los personajes, desde Cary, el también atormentado compañero de piso de ella hasta sus respectivas familias y compañeros de trabajo, tienen cierta personalidad y roles relevantes (sobre todo Cary, Monica -la madre de Eva- y el doctor Petersen, terapeuta de ambos), dando la sensación de que no sobra ninguno.
La presentación y evolución de los personajes es correcta, fluida, con los clásicos e inevitables conflictos que crean interés, la intriga y misterio por conocer los detalles de lo que sucedió a los protagonistas en el pasado. El final no es tal, ya que hay dos secuelas y muchos conflictos por resolver, aunque tampoco es del todo insatisfactorio.

En resumen: aunque No te escondo nada se ha publicitado (al menos en España) como una especie de sucesora de 50 sombras de Grey, quizá para intentar repetir su éxito (producto de una afortunada campaña de marketing), seguramente no tendrá su repercusión, si bien se trata de una novela mucho mejor que la otra (dentro del género que comparten) en muchos aspectos: redacción, personajes, credibilidad, interés. 


*** T ***


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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Presagios y Grietas, de Benjamín Van Ammers




 Presagios y Grietas
Benjamín Van Ammers
Amazon.es (Edición electrónica para Kindle)
414 páginas (estimación)

Argumento:

Unos hermanos desaprensivos juegan con un Mal mitológico que fue encadenado hace mil años, mientras el indolente emperador Belvann ignora el peligro que le acosa desde varios lugares. Entre tanto, las intrigas y movimientos oscuros juntan en un solo grupo a una prostituta, un asesino a sueldo, a un antiguo luchador y su esposa embarazada, a un enano superviviente de una masacre y a una extraña niña con poderes, entre otros. Peligros sobrenaturales y humanos acosan al mundo.

Comentario:

Cuando empecé a leer esta novela la primera impresión que tuve es que se trataba de una más de las muchas émulas de G.R.R. Martin y su exitosa serie de "Canción de Hielo y Fuego". Tanto la forma de redactar, como el hecho de tratarse de una obra coral, con diversas localizaciones dentro del mundo imaginario, la ambientación típicamente pre-industrial, etc., me hacían tener esta sospecha (aunque el autor no marca los capítulos y bloques por puntos de vista de personajes sino más bien por localizaciones). Sin embargo, conforme se va leyendo se ve que existen influencias de la fantasía heroica más clásica, incluso tolkieniana (con la aparición de razas como los enanos, que tienen características típicas: su gusto por los trabajos manuales como canteras, minas, longevidad, carácter hosco) y algunas aportaciones del autor (por ejemplo, el mundo descrito es menos "medieval" que otros, es más organizado administrativamente, más evolucionado, con la existencia de un imperio y de estructuras territoriales complejas que recuerdan a varios periodos históricos como los romanos o los antiguos imperios agrícolas de Oriente Medio). 

Se echa en falta, sin embargo, algo que defina este mundo imaginario y lo distinga de los muchos otros del género. Por ejemplo, la premisa de "Canción de Hielo y Fuego" es un mundo donde las estaciones son diferentes que las nuestras y los inviernos son largos y vienen cargados de peligros; la de Dune, un planeta de arena en el cual se lucha por la posesión de una especia. Digamos que no hay nada que haga especial este mundo respecto a otros (salvo lo de desmarcarse un poco del seudomedievalismo en boga), y ese podría ser un punto a corregir, más que nada a efectos de llamar la atención de los lectores y de ser más fácilmente recordable. 

Aunque se ven trabajados algunos aspectos como el de la organización administrativa de las naciones descritas, otros no quedan muy claros (organización social, costumbres, etc), y da la sensación de un mundo trazado a medias, en el que faltan quizás descripciones físicas. Cuando las hay, son buenas, eso sí, aunque existe la tendencia a explicar más que a mostrar, lo cual da lugar a algunas digresiones, no muy largas, todo hay que decirlo. En cuanto a los nombres geográficos, el libro peca a menudo de falta de imaginación (Aguas del Norte, del Sur, del Este, etc). Esto también ocurre con algunas instituciones o estructuras, donde se usan nombres demasiado genéricos. El mapa del inicio, y también el libro en su contenido, me induce algunas dudas. No sé si es el mundo completo o una parte de él, las distancias que hay entre lugares (aunque se pone una escala númerica, no una regla, que quizás haría más fácil la visualización de las distancias).

No es que sea un error exactamente, pero a mí me gusta que los libros que leo tengan un argumento claro y se note hacia dónde se dirige la acción, qué es lo que pasa, etc. Dado que se trata del primer tomo de una obra más larga, y por lo tanto está inconcluso, me he quedado con la sensación de leer una presentación del mundo y del conflicto principal bastante bien resuelta, sobre todo por el cliffhanger final, pero me ha costado entrar en la trama, debido a la dispersión de lugares y al gran número de personajes protagonistas, que en un principio no parecen tener mucho en común. Sin embargo, aunque tarda un poco, finalmente las subtramas convergen y empieza a mostrarse el conflicto principal que da sentido a todo lo demás, y que es bastante típico de las novelas de fantasía heroica. Es decir, es necesario leer bastantes páginas para que veamos cuál es la trama, y cuando se revela esta es la esperada en el género.

La redacción es muy buena, ágil y limpia, sin vacilaciones ni tampoco florituras. Quizás hay algunos excesos cuando el autor cuenta las vidas de los protagonistas, incluso de alguno secundario, o cuando describe algunas particularidades políticas u organizativas (o mejor dicho, por la forma cómo lo describe, demasiado explicativo), pero en general se lee bien, y resulta entretenido, pese al número de páginas, excesivo para mi gusto. Muy puntualmente, se utilizan expresiones que no parecen pegar mucho con un mundo preindustrial, pero en general, el tema del lenguaje está bien llevado, e incluso el autor hace alarde de un extenso vocabulario, que es una de las cosas que más me han sorprendido (y gustado), así como la madurez de la escritura, superior a la de muchos autores publicados.

Como suele suceder, la abundancia de nombres tanto de personas como de lugares hace un poco difícil retener todo pero por suerte algunos de los personajes están definidos y se los recuerda bien, como a Willia, Levrassac, Berd y su mujer, Lehelia y Porcius... Otros, sobre todo los militares o los diversos cargos del imperio, me han resultado menos distinguibles. En cuanto a los personajes y sus relaciones, no hay una profundización tan intensa como en la obra de Martin en la psicología o en motivaciones, centrándose la novela en la acción externa. Un asunto que sí parece "martiniano" es el de hablar de x personaje, dedicarle bastantes páginas y luego... hacerlo desaparecer (no voy a soltar spoilers). Comprendo que a mucha gente le gusta que la sorprendan con estas cosas, pero a mí siempre me da la impresión de que he "perdido el tiempo" leyendo tantas páginas de un personaje que luego no tiene participación en la trama. Otra cosa es que su actuación propicie un acontecimiento que luego sí sirva en el argumento, pero ponerlo y que no tenga un rol claro... Por suerte, esto solo recuerdo que pase con un personaje muy concreto. Algunos de los personajes poseen cierta ambigüedad moral que les da realismo, lo cual es un punto a favor. La inclusión de los Juegos me parece acertada y proporciona mayor variedad de situaciones y tipos, aunque no esté muy introducida en la trama, al menos en apariencia. La parte que me ha resultado más pesada es la de las intrigas palaciegas y los movimientos militares.

La existencia de razas o criaturas totalmente malas o corrompidas, típico de la fantasía heroica más tolkieniana, es algo que no me gusta mucho, aunque supongo que lo demanda el género. A mí me parece irreal, incluso en un contexto de mundo imaginario.

El final del libro primero demandaría quizás más espectacularidad en la forma de describirlo, pero deja la novela en un buen punto de cara al libro segundo. Al tratarse de una serie o novela río, resulta un poco frustrante que termine bruscamente, pero bueno, es así como está estructurada la obra. Yo soy más de libros autoconclusivos, considero que son más atractivos para los lectores, a no ser que uno sea un súper ventas famosísimo. Por ende, también son más fáciles de colocar en una editorial.

En resumen, una obra bastante clásica en el tratamiento de la fantasía heroica, pero con algún pequeño rasgo moderno por influencia de Martin, fundamentalmente, que transcurre en un mundo que no destaca por nada en concreto, donde el peso de la magia no parece demasiado fuerte (más bien nos encontramos con elementos "sobrenaturales"), y donde se recurre a la eterna lucha contra el Mal de un grupo de héroes, muy bien redactada, bien dialogada, con vocabulario adecuado salvo contadísimas excepciones. Sobre todo, es entretenida y se lee bien. Para mi gusto el mundo imaginario debería estar mejor definido, no solo en el plano administrativo. El glosario final está bien en cuanto a la parte de personajes, pero la de divisiones políticas no me ha aclarado gran cosa. Me resulta confuso, igual que el mapa.

Espero que el autor termine el libro segundo para ver cómo sigue la historia. Es lo malo de las obras no conclusivas, que hay que esperar para conocer el final. Se trata de una trilogía.

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sábado, 8 de septiembre de 2012

Misión Olvido, de María Dueñas


Editorial: Temas de Hoy, 2012
Colección TH Novela
510 páginas
22,90 €

Argumento:

Tras separase de su marido, Blanca Perea viaja a California con el encargo de revisar los papeles de su compatriota, el hispanista Andrés Fontana. 

Comentario:

Tras el éxito de El tiempo entre costuras, se esperaba con cierta expectativa la segunda novela de Dueñas, quizá con la intriga de saber si estaba a la altura de su predecesora. 
Aunque hay parecidos superficiales entre ambas novelas: narración en primera persona, intención de explorar hechos del pasado, son mayores las diferencias.

En Misión Olvido esa primera persona utilizada para contar lo que vive Blanca Perea, protagonista e hilo conductor con las partes de otra época, parece perjudicar más que beneficiar el proceso de identificación con el personaje y lo que le sucede. 

No solo su drama personal es tópico y previsible, sino que  Blanca se extiende en largas, prolijas, confusas explicaciones (bastantes de ellas sobre temas irrelevantes) que no solo ralentizan el comienzo de la “acción”, sino que también crean lo opuesto a lo que suele pretender la primera persona, un desapego hacia lo que cuenta sobre sí misma y la sensación de que redactado en forma de diálogos o incluso en tercera persona, disminuiría páginas y digresiones y profundizaría en los personajes, tanto ella como quienes son vistos a través de sus ojos.

En la novela, alternados con la tarea de Blanca, hay capítulos dedicados tanto al origen de Andrés Fontana como a la juventud de Daniel Carter, uno de sus alumnos, especialmente interesado en recuperar la memoria de su mentor.

Si bien el relato de la vida de Fontana, cuya infancia se centra incomprensiblemente (no vuelven a aparecer) en su benefactora y en un relato tan amplio como superficial (quizá por el mencionado tono explicativo y monótono que también lastra la parte de Blanca)  de sus años universitarios, rompen la monotonía del relato de la protagonista, son los capítulos dedicados a la estancia de Carter en España los más interesantes de la novela.

Quizá esto se deba tanto a la previsibilidad de las experiencias de Blanca, antes de su viaje y en Santa Cecilia (la revisión del legado de Fontana y las relaciones con el resto del claustro apenas tienen utilidad), en especial el supuesto romance apenas desarrollado con Daniel Carter (y Luis Zárate, director del departamento, como improbable pretendiente alternativo), mientras que en el pasado de este personaje hay una historia de amor de corte más clásico y con una dosis de drama que le concede interés adicional por encima de sus estudios o de ciertos paralelismos entre su biografía y la de Fontana (viven en la misma casa, el tutor de uno fue compañero de estudios del otro).

Además, la novela, de tono “intimista”, carece casi por completo de “acción”, en el sentido de que los personajes permanecen estáticos en un par de escenarios y todo lo descubre Blanca eligiendo sin mucha lógica pasajes de postales, cartas o textos de Fontana entre una maraña de escenas largas y plagadas de generalidades. Que la meta sea encontrar la Misión Olvido del título, cuya consecución no tiene el interés de lo personal, también contribuye a disminuir el interés por lo que sucede.

Lo mismo ocurre con la vida de Blanca, cuyo romance con Carter se dice pero no se muestra, no hay emoción sobre si quedarán juntos o no y la inclusión de Zárate es irrelevante. Tampoco esos paralelismos que encuentra Blanca entre ella y otras dos mujeres con las que trata se ve más allá de su afirmación de que es así y lo que ha supuesto para ella, con lo que la pretensión intimista de un relato que parece apostar por el “realismo”  acaba siendo otra de las facetas fallidas de la novela.

En resumen, Misión Olvido tiene características y errores que suelen asociarse a una primera novela, entre los que destacan la desafortunada utilización de la primera persona, la redacción explicativa que alarga y embarulla la progresión de lo que se cuenta, cantidad de texto que se podría eliminar sin que afectase a la historia (las largas escenas en la base americana) o un tema central (el hallazgo de la Misión del título) y una protagonista cuyo interés es muy relativo (hay secundarios más atractivos).

Parece difícil que quienes disfrutaron con El tiempo entre costuras lo hagan también con Misión Olvido, ya que, pese a carencias como falta de credibilidad en algunas de las cosas que sucedían a la protagonista, al menos contaba con todo tipo de acción: viajes, peligros, misterio, romance... Algo de lo que esta segunda novela carece.


***T***

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