jueves, 6 de marzo de 2014

El hombre que perseguía al tiempo, de Diane Setterfield

 El hombre que perseguía al tiempo
Bellman & Black: A Ghost Story
Diane Setterfield
Traductor: Rubén Martín Giráldez
Lumen
432 páginas



Argumento:

De niño, William Bellamn mató un grajo. De mayor, le perseguían los grajos y las muertes. Un día, conoce a un hombre llamado Black, que acude a los mismos funerales que él. A raíz de este encuentro decide montar un negocio de pompas fúnebres.

Comentario:

La última novela de la autora de "El cuento número trece" me ha parecido una obra notablemente fallida tanto como fábula, si es que era esa la intención, como en su faceta de lectura de entretenimiento. No se puede negar que la prosa es buena, que la redacción es fluida y que la autora conoce los recursos, logrando una buena composición formal, en la que abunda la narración y el diálogo. Sin embargo, todo esto está al servicio de una trama casi inexistente o tan débil y poco interesante que parece vacía.

Empezamos dando un margen a la autora, en la esperanza de que ese inicio tan lento y casi costumbrista de un joven en la Inglaterra victoriana, evolucione hacia algún lado, pero los episodios se van sucediendo en un clima de atonía conforme el protagonista crece y se hace un hombre de negocios. Siempre se espera algo que no va a llegar, y mientras, alrededor de Bellman, el protagonista, muere la gente, desde conocidos a seres queridos muy cercanos, sin que esto parezca afectarle mucho. El encuentro con Black que presagiaba un cierto misterio termina por quedarse en poca cosa, incluso el surrealista final que nos habla del "grajo interior", de la memoria y el pensamiento.

La ambientación es suficiente, aunque tampoco es que brille mucho. Tiene las pinceladas justas para situarnos en el mundo de la industria del XIX y en la forma de afrontar el luto en estas épocas. Mención aparte a los incisos, iniciados con la figura de un grajo, donde la autora nos explica las características de estos pájaros, así como leyendas relacionadas con ellos, y que tienen cierta relación con el final, no todas.

La historia gira en torno a Bellman a lo largo de toda la novela, de modo que es el personaje en el que más se detiene la autora, aunque tampoco sea un prodigio de introspección y análisis. Hay muchos nombres y personajes que vienen y van, que aparecen y desaparecen, sin que se atisbe en muchos casos cuál es su función en la trama. La autora se regodea en la descripción de escenas que alargan la novela de manera angustiosa, dilatando y postergando posibles misterios o conflictos, que casi no hay. No se aprovecha ninguna oportunidad de hacer avanzar la trama o crear giros o inflexiones que despierten al lector de su profundo sopor.

Poco más se puede decir de una obra decepcionante, tanto más por estar bien escrita, y que da la impresión de que no satisfará a ningún público, ni al amante del bestseller, ni al lector que guste de una prosa más exquisita, quedándose en un terreno ambiguo. Eso sí, buen sustituto del Orfidal para quien tenga problemas de sueño...

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