jueves, 30 de abril de 2015

Matemos al tío, de Rohan O'Grady

T.O.: Let’s Kill Uncle, 1963
Editorial: Impedimenta, 2014
Traducción: Raquel Vicedo
316 páginas
22 €

Argumento:

Barnaby Gaunt, un niño de diez años, cree que Tío quiere asesinarle para quedarse con su dinero. Con la ayuda de su amiga Christie MacNab, a quien ofrece como recompensa un millón de dólares de su herencia, planea adelantarse y asesinarle él antes.

Comentario:

Matemos al Tío es una de esas novelas con tantas facetas que es posible pasar alguna por alto. Tras la apariencia de una lectura casi infantil, entre la aventura, el misterio y lo gótico, hay una historia con mucho subtexto, que profundiza más allá de lo aparente en situaciones que van desde las más obvias, como es la posibilidad de que el Tío del título sea un asesino, a otras más sutiles, entre las que se encuentra la reflexión sobre la supuesta inocencia de la infancia, las consecuencias de la guerra en una pequeña comunidad (en la Isla no hay otros niños que los protagonistas ya que todos los jóvenes, excepto Albert, fallecieron) o el amor incondicional (tanto el que siente el sargento Coulter por la señora Rice-Hope como el de los niños hacia él).

La capacidad de la autora para crear una atmósfera que solo es idílica en la superficie (las abundantes comidas que cocina la señora Nielsen para los niños, la belleza de un paisaje exuberante que sirve como escenario de travesuras infantiles) es uno de los principales alicientes de este juego de apariencias, en el que hechos, personas y escenarios que parecen inocentes se convierten en amenazas potenciales cuando los niños deciden acabar con Tío: las armas que guarda en su casa Lady Syddyns, la medicación de la señora Brooks o la apatía de un aterrorizado Una Oreja contribuyen a crear expectativa, a sospechar, incluso temer, el desarrollo de los acontecimientos.

Así, entre excursiones por la Isla, calor y comilonas, la autora da a conocer a unos personajes con matices y personalidad entre los que destacan tanto Christie como Barnaby o Tío, pero también los Brooks y su negativa a aceptar la pérdida de su hijo Dickie años atrás, el atormentado Una Oreja, que teme comportarse como el puma que es o el sumiso agradecimiento de Pobre Desmond, aunque el más complejo es el sargento de la Real Policía Montada del Canadá, Albert Coulter (su vida solitaria,  una casa llena de libros y música anticuados, las cartas que escribe a la señora Rice-Hope y destruye sin entregar, la relación epistolar con el decepcionante señor Hobbs, el ser el único hombre superviviente de su generación…), que empieza odiando a los niños y va evolucionando hasta encariñarse con ellos.

Que apenas mediada la novela se sepa con certeza si Tío es, o no, el monstruo que describe Barnaby no disminuye el interés por lo que harán los protagonistas, sino que intensifica la reflexión sobre el bien y el mal, sobre la moralidad de ciertos actos que quieren llevar a cabo Barnaby y Christie (en especial los relacionados con Pobre Desmond) o la intencionalidad de lo que parecen travesuras (la destrucción de los paneles del invernadero de Lady Syddyns, pintar lunares azules al Duque de Hierro, el toro de concurso del señor Duncan, o lo ocurrido a Fletcher, el pájaro de la señorita Proudfoot), creando una sensación de inseguridad y duda en torno a las motivaciones de los protagonistas.

Y es que quizá lo más interesante de Matemos al tío está en la ambigüedad, las apariencias, en la dificultad para confiar por completo en la ingenuidad de Christie y Barnaby, en ese ambiente tan logrado que casi obliga a sospechar de todo y de todos o en ciertas situaciones casi surrealistas narradas con humor negro. Y también en esa frase final que podría dar lugar a otra historia, desarrollada en la imaginación de quien la lee, acerca de cómo llegará a suceder lo que anuncia.

Destacar la ilustración de la cubierta, en la que aparecen Barnaby, Christie y Una Oreja, original de Edward Gorey para la primera edición de la novela.

Observación: en la nota al pie nº3, en la página 157, hay una errata, la palabra «dese» en lugar de desde. También hay un par de ocasiones en las falta el guión de diálogo.

Citas:

Capítulo 9, página 104:

«―Siempre intentas que las cosas parezcan peor de lo que son. ¿Quién era Rodney y por qué lo mató tu tío?
―Escúchame ―dijo Barnaby de todo corazón―.Soy malo. ¿Y sabes por qué? Por culpa de él. Te voy a contar una cosa que nadie creería jamás.
―¿Qué?
Se inclinó hacia ella.
―Me pega.
Vaya, no me digas –se burló Christie―. A muchos niños les dan azotes. Mi madre me da bien fuerte si no me porto bien.
¡No lo entiendes! ¡Solo me azota si me porto bien! Si soy malo me hace regalos. Está loco y nadie lo sabe excepto yo. Es la verdad, Christie, solo me pega si soy bueno.
Hizo una pausa y añadió con tristeza:
―No me pega muy a menudo.»

***

Capítulo 9, página 106:

«―¿Qué voy a hacer, Christie? ¿Qué voy a hacer? Tengo tanto miedo…

Christie se quedó pensativa, entornó los ojos y apretó los labios en una fina línea.
―Bueno –dijo finalmente―, para empezar, deja de comportarte como un bebé. Si es tan malo como dices, y que conste, Barnaby Gaunt, que no estoy diciendo que me crea todo lo que dices porque siempre lo exageras todo, pero si es tan malo, solo nos queda una opción.
―¿Y cuál es? ¿Qué vamos a hacer, Christie? ¡Haré lo que sea!
Tendremos que asesinarlo a él primero –dijo Christie.»

***T***


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jueves, 23 de abril de 2015

Cabaret Biarritz, de José C. Vales

Editorial: Destino, 2015
Colección: Áncora y Delfín
450 páginas
20 €
Ebook: 9,99 €

Argumento:

Una editorial publica una transcripción de las entrevistas realizadas por el escritor George Meliet a varias personas que presenciaron los hechos sucedidos en Biarritz durante el verano de 1925.

Comentario:

Es difícil discernir si Cabaret Biarritz es una novela «literaria» o de género (misterio), ya que parece intentar ser ambas cosas con diferente fortuna.

La trama de intriga es clásica, así como la forma de ir dosificando la información (y la desinformación) a lo largo de la novela, ordenando cada testimonio para crear el efecto buscado. Incluso hay varias entrevistas cortadas o acabadas con cierta brusquedad y de forma poco convincente para intentar mantener el interés.

Es quizá la parte más literaria la que ocasiona más dificultades. En primer lugar por cuestiones de credibilidad: ¿Quién puede recordar con tantos detalles (atuendos de las personas, paisajes, diálogos, emociones) hechos sucedidos más de una década antes de relatárselos al periodista? Tal vez aquellas personas que se vieran más afectadas, pero el resto difícilmente.  Si bien es algo que puede justificarse por necesidades narrativas, llama la atención.

En cuanto a los testimonios en sí mismos, cabe destacar la gran capacidad del autor para dotar a cada uno de los personajes de personalidades contrastadas y reconocibles, distintas formas de «hablar» dentro de las limitaciones del recurso utilizado (la mayor parte son monólogos, aunque hay alguna carta) y un subtexto (a veces poco sutil) que permite captar cuándo el personaje miente, exagera o proporciona alguna pista.

Aunque varias de estas narraciones en primera persona están «recortadas» (alguna de las innumerables ―115―, y muchas veces innecesarias y cansinas, notas al pie de página indican que se han eliminado pasajes que no tienen que ver con lo sucedido en Biarritz), sigue habiendo muchas digresiones, de interés desigual, utilizadas tanto para recrear una época y una sociedad como para criticar e ironizar sobre diversos temas, entre ellos la literatura o el arte.

Destaca además el carisma de alguno de los personajes, en especial Beatrix (Trixie) Ross Buttgereit-Dientzenhofer, cuya personalidad e inteligencia (sus hipótesis sobre lo sucedido) y su relación con el periodista Paul Villequeau (Vilko) son recurrentes en casi todos los demás testimonios.

En resumen, Cabaret Biarritz es una novela ambiciosa en lo formal y más sencilla en lo que cuenta, con indudables méritos y capacidad para mantener el interés de principio a fin a pesar de los diferentes escollos que se presentan durante el desarrollo.


Nota: Cabaret Biarritz es la obra galardonada con el Premio Nadal de novela 2015.


Citas de la novela


«El inmenso trabajo de Miet, por tanto, quedó abandonado a su suerte, en la oscuridad más deplorable que pueda imaginar un autor: que nadie sepa que ha escrito algo, que nadie esperara que lo hubiera escrito y que, además, nadie tuviera el más mínimo interés en leerlo.»

***

«Sinceramente se lo digo, Miet: a pesar de ostentar honrosamente el cargo de presidente de la ASLB, no creo que haya en el cuerpo social un gremio más asqueroso que el de los escritores. Vanidosos, mezquinos, ruines, groseros, egoístas, envidiosos, corruptos, viciosos, soberbios, caprichosos, aniñados, y siempre con ese aire de superioridad recocido al calor de las faldas de sus madres..., precisamente las que deberían haberles inculcado la voluntad de estudiar más que el deseo de fingir una ciencia e inteligencia literaria de las que obviamente carecen. Altaneros sin motivos, orgullosos sin razones, presumidos sin pudor: los escritores de nuestro tiempo —y seguramente de los tiempos venideros— son la desdicha de la sociedad, y mil veces me he preguntado por qué Dios habrá escogido a esos seres despreciables para comunicar la belleza de la palabra y la poesía al mundo. He de creer en la parábola clásica, según la cual en los muladares también nacen flores.»

***

«El arte, mi querido Miet, no surge de estas cabezas vacías de chorlitos, pagadas de sí mismas y confiadas en su propia imaginación, sino de las lecturas, del estudio y las muchas horas de trabajo. Sólo un espíritu simple, inocente como un gazapo de granja, puede creer que las obras de arte nacen ex nihilo; y es un chascarrillo sin ninguna gracia ese que asegura que Dante o Cervantes compusieron sus obras maestras sin haber leído previamente la Divina Comedia o el Quijote. Cualquier espíritu destripaterrones puede comprender que si compusieron esos libros fue porque habían leído y estudiado a Homero, a Cicerón, a Séneca, a Tito Livio, a Horacio, a Virgilio, y a toda la santa estirpe del Parnaso. En fin, señor Miet: no voy a repetir lo que ya debería saber a sus años, aunque me temo que usted también cree que puede componer un libro sin haber dado cincuenta vueltas tras la mula en la era de trillar.»

***

«¿Cómo es eso que dices siempre, Vilko?», le pregunté.
«¿Qué?».
«Sí..., eso de que el presente no es...».
«El presente era innecesario».
«Sí, claro. Eso es», murmuré para mis adentros, atisbando por primera vez aquel verano la verdadera esencia del amor que enlazaba a aquellos dos seres perdidos en un mundo del que ya apenas comprendían nada. El tiempo, como un torrente implacable y sucio, los había arrebatado de su adolescencia: la única época de sus vidas que tenía sentido. En el tortuoso y caótico caudal de los días y los años habían vuelto a encontrarse, pero apenas eran capaces de verse como eran antaño, salvo cuando creían reconocer en el otro una sonrisa, o un gesto, o una palabra de los viejos tiempos. Había un algo trágico en aquella relación, señor Miet. Era como si aquellos dos seres hubieran estado amándose siempre, desde que tenían quince años, y sin embargo jamás hubieran tenido el valor o la suerte de haber emprendido juntos el camino. Bueno, supongo que algunos amores desgraciados son así..., ¿no le parece?»


***T***


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martes, 21 de abril de 2015

Qué difícil es ser dios, de Arkady y Boris Strugatsky

Qué difícil es ser dios
Trudno Byt Bogom
Arkady y Boris Strugatsky
Traducción: A.M. García y D. Santos
Ediciones Acervo


Sinopsis:

Don Rumata de Estoria quiere salvar como sea al sabio Budaj, amenazado por el poder de Don Reba, un intrigante cortesano que planea derrocar al rey de Arkanar con ayuda de un ejército de monjes fanáticos. Pero nada es lo que parece y Rumata sentirá la tentación de usar sus "poderes" tecnológicos para salvar del oscurantismo al pueblo de Arkanar.


Comentario:


Novela considerada un clásico de la CF en general y de la CF rusa en particular, "Qué difícil es ser dios" es una historia bastante original que podría encuadrarse también en el género de "fantasía heroica" por el tipo de mundo descrito.

En ella tenemos a un noble, Don Rumata, cuyo objetivo es salvar a los intelectuales, artistas y pensadores de Arkanar, el reino más importante de un planeta muy similar a la tierra. El mundo descrito aparentemente tuvo mejores épocas, pero la barbarie y el fanatismo religioso han hecho que se persiga con saña todo atisbo de pensamiento. Dada la época en la que se escribió la obra (1964) y el contexto político (Rusia soviética) es inevitable ver los simbolismos críticos sobre la censura y la persecución intelectual de estilo totalitario que se vivía en aquellos tiempos. La obra tuvo bastantes problemas para salir al público.

La novela, muy breve y de fácil lectura, es en cambio rica en ideas y subtextos. Aunque hay diversos lances aventureros, luchas a espada, intrigas palaciegas, romances y demás elementos del folletín fantástico-heroico, lo realmente importante es lo que se trata de transmitir.

Por un lado, tenemos a Don Rumata, cuyo verdadero nombre es Anton (todos los protagonistas terrícolas son rusos, por supuesto), un hombre de una civilización científica avanzada donde ya no existe la violencia ni la opresión (se ha alcanzado el paraíso comunista), que estudia otros planetas en busca de culturas similares a la terrestre pero en estados primitivos.

Este grupo de sociólogos o historiadores se mezclan con los nativos y tratan de ayudar a su progreso sin intervenir de modo obvio. Anton-Rumata se siente en continuo conflicto entre su educación civilizada y los modos del mundo seudomedieval donde habita y entre la teoría feudal establecida por los sabios de su mundo y las realidades que conoce in situ. Son muy interesantes sus pensamientos y observaciones sobre la violencia, la falta de higiene de los lugareños y sus pasiones, que por un lado le horrorizan, pero por otro lo arrastran. Resulta, en ese sentido, muy realista, ya que la visión de esos mundos fantásticos está alejada de la idealización de ciertas corrientes del género.

Don Reba, el ministro del rey, es el antagonista de la historia. Representa al personaje ambicioso que por lograr el poder es capaz de aliarse con cualquiera, en este caso con hordas de fanáticos religiosos que terminan por rematar los retazos de civilización del reino. En el libro se le equipara un poco irónicamente con Richelieu, aunque como ellos mismos admiten, no le llega ni a la suela de los zapatos. La política de este personaje se basa en la tortura, el envenenamiento, la persecución...

En líneas generales, Don Rumata se siente impotente por no poder ayudar más a los habitantes de ese mundo, algunos de los cuales intuyen que es "especial" y lo tratan de "dios" y le piden que les entregue el "rayo" con el que podrían derrocar a Don Reba. Pero "es difícil ser dios" y al final Don Rumata sucumbe a la barbarie cuando, debido a los acontecimientos que se precipitan al final, siente la furia primitiva que está prohibida en su ordenada civilización. 

La estructura de la novela se basa en una larga introducción donde conocemos, desde la extrañeza, el mundo imaginario de Arkanar. Pero pronto entendemos lo que es Rumata y cuál es su misión. La trama en sí es bastante breve y sencilla, y el final es algo brusco. De hecho, se hace una elipsis un tanto peculiar que pone el foco en la sociedad de sociólogos, que analizan lo sucedido con Rumata (y que nosotros no vemos, pero podemos intuir).

Existen dos películas inspiradas por esta novela: "El poder de un dios", bastante fiel a la historia (refleja incluso diálogos casi literales y episodios de la novela, aunque también tiene alguna pequeña licencia), pero no muy buena técnicamente; y "Qué difícil es ser un dios", estrenada en 2013 y considerada una obra de culto.

Fragmento:

"Como vos sabéis, yo, Ministro de Seguridad de la Corona de Arkanar, tomé ciertas medidas contra los llamados intelectuales, sabios y demás gente inútil y peligrosa para el Estado. Estas medidas tropezaron con una increíble reacción. Mientras todo el pueblo, de modo unánime, conservando su fidelidad al Rey y a las tradiciones de Arkanar, me ayudaba en todo, es decir, entregaba a los que se ocultaban, se tomaba la justicia por su mano y señalaba a los sospechosos que escapaban a mi atención, una fuerza desconocida pero enérgica nos quitaba de las manos a los delincuentes más importantes, más perversos y más repugnantes, y los llevaba fuera de las fronteras del Reino. De esta forma pudieron escapar el astrólogo ateo Baguir Kissenski; el alquimista Sinda, que como pudo demostrarse tenía relaciones con el espíritu del mal y con las autoridades de Irukán; el abominable panfletista y alterador del orden Tsurén, y otros muchos de menor rango.
Así pudo ocultarse el brujo loco y mecánico Kabani. Alguien gastó montañas de oro intentando impedir que se cumpliera la voluntad del pueblo con relación a los espías y envenenadores sacrílegos, ex galenos de la corte de Su Majestad. También hubo alguien que, en unas circunstancias que hacen recordar al enemigo de la especie humana, liberó de sus guardianes al monstruo de la depravación, corruptor de almas populares y cabecilla de la insurrección campesina Arata el Jorobado. - Don Reba hizo una pausa, la piel de su frente se estremeció, y miró significativamente a Rumata. Este elevó sus ojos al techo y sonrió. Recordó el día en que se llevó a Arata el Jorobado valiéndose de un helicóptero. Los guardianes se quedaron alucinados al ver el aparato. Y a Arata le ocurrió lo mismo. Fue un buen golpe.
- Y sabed - prosiguió Don Reba - que este cabecilla llamado Arata está ahora en libertad, y acaudilla a los siervos que se han sublevado en las regiones orientales de la metrópoli, donde se está derramando mucha sangre noble. Se sabe que este cabecilla no carece de dinero ni de armas.
- Os creo - dijo Rumata -. Desde el primer momento me dio la impresión de que era un hombre decidido...
- ¿Así que reconocéis...? - le interrumpió Don Reba.
- ¿Qué?
Durante unos segundos se miraron mutuamente a los ojos.
- Sigamos - dijo Don Reba -. Por la salvación de estos corruptores de almas pagasteis, Don Rumata, según mis humildes e incompletos cálculos, no menos de cuatro arrobas de oro. Ni hay que decir que al hacer esto cayó sobre vos una mancha eterna por haber pactado con el espíritu del mal. Tampoco mencionaré que durante todo el tiempo que lleváis en el reino de Arkanar no habéis recibido de vuestras propiedades de Estoria ni una sola moneda. ¿Por qué habríais de recibirla? ¿Qué objeto tiene enviar dinero a un difunto, aunque sea pariente? Y sin embargo, ¡qué oro!
Abrió un cofrecillo que tenía medio oculto entre los papeles de la mesa y extrajo un puñado de monedas con el perfil de Pisa VI.
- ¡Este oro sería suficiente para mandaros a la hoguera! - gritó Don Reba -. ¡Es oro del diablo! ¡No hay manos humanas capaces de obtener un metal tan puro como éste!"

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martes, 14 de abril de 2015

Seraphina, de Rachel Hartman

T.O.: Seraphina, 2012
Editorial: Nocturna Ediciones
Colección: Literatura Mágica, nº 20
Traducción: Marta Torres Llopis
545 páginas
17 €

Argumento:

Seraphina, una joven música que oculta un secreto, se ve envuelta en las intrigas cortesanas tras el asesinato de un miembro de la familia real.

Comentario:

Seraphina es una novela en la que resulta difícil saber si pesan más los pros o los contras, y hace pensar en cual hubiera sido el resultado si su autora hubiera tenido más experiencia.

Por una parte, la extensión, que supera las quinientas páginas, podría estar justificada por la necesidad de presentar un mundo propio: las relaciones entre humanos y dragones, el difícil equilibrio entre ambas especies, la creación de una sociedad con similitudes medievales, en la que destaca la importancia del arte (música y danza), la religión (ese salterio con la imagen tachada de  la misteriosa Santa Yirtrudis) o la política, y otros detalles que enriquecen el texto y le dotan de una ambientación más profunda de lo habitual.

Quizá alguien con más práctica hubiera evitado repetir tantas veces las rutinas de Seraphina o las visitas al «jardín de los grotescos» de la protagonista que, si bien sirven para mostrar ese universo y la situación de los personajes, se traduce en escenas demasiado largas y prolijas, tanto en las descripciones de lugares, costumbres, atuendo o idiomas como en diálogos, o los (torpemente resueltos) flasbacks protagonizados por la madre de Seraphina, que ralentizan la acción, haciendo que la historia tarde demasiado en «arrancar».

Por otro lado, Seraphina muestra una madurez y complejidad, tanto en la creación de personajes como en los conflictos, poco habituales en una primera obra que, además, aparece calificada como juvenil, si bien es la edad de algunos de sus personajes (la protagonista tiene dieciséis años, Glisselda quince) lo único que la ubicaría en ese género.

También la creación de los personajes, desde la protagonista en primera persona (y por tanto la que tiene mayor desarrollo, relatando sus pensamientos, problemas y emociones) a otros con gran presencia en la historia, como Lucian Kiggs, Glisselda, Orma, Lars, Abdo o Basind, destaca por la cantidad de matices de que les dota, y el uso que hace de ellos.

Por ejemplo, para tratar el tema de la aceptación (la propia y la de los demás), equipara el rechazo que producen los híbridos a los que sufren los dragones, sobre todo los más «humanizados», o  el ser bastardo u homosexual, transmitiendo valores positivos por medio de varios de estos personajes.

Resaltar además la progresiva evolución de Seraphina, propiciada por las circunstancias a las que se enfrenta, que pasa de ser una muchacha insegura, condicionada por la obligada ocultación de sus características, a alguien segura de sí misma, que vence sus miedos y acaba mostrándose tal cual es.

Evolución similar afecta igualmente a otros protagonistas y secundarios, como Crisselda, forzada a hacerse cargo de todo, Orma (menos frío de lo que aparenta) o Claude (declarando en público lo que siente por su hija Seraphina).

En resumen, si se superan las carencias formales (estructura, evolución de la historia, repeticiones etc), el fondo de la obra (personajes, contenido, profundidad, creación de un universo propio), puede resultar atractivo e interesante, aunque no consiga aprovechar todo su potencial.

Aunque Seraphina es el primer tomo de una bilogía que (en principio) se completaría con Shadow Scale (según la web de Nocturna Editorial esta novela se publicará en castellano en 2016), deja la mayor parte de las tramas, sobre todo las principales, bastante cerradas.


Citas de la novela (con spoilers):


«—¿Qué ha hecho Orma? —inquirió Glisselda, a mi espalda. Me di la vuelta; estaba sobre un afloramiento de rocas, con una presencia sorprendentemente majestuosa mientras el cielo se volvía rosa y dorado a su espalda.
—Anteponer a su sobrina semihumana a su propio pueblo en varias ocasiones —explicó Basind con tono aburrido—. Mostrar emociones diferentes en cantidades que exceden los límites permisibles, incluidas el amor, el odio y el dolor. Ahora mismo está perdiendo una batalla que podría ganar sin esfuerzo debido a su preocupación por un niño humano al que ni siquiera conoce.
Mientras Basind hablaba, Orma fue arrojado contra el campanario de la catedral, de manera que su espalda colisionó con la techumbre. La pizarra y la madera golpearon las campanas, lo que añadió cacofonía al toque de ard que seguía doblando a rebato en todas las iglesias de la ciudad.
—Le ofrezco asilo —dijo Glisselda. Cruzó los brazos a la altura del pecho.
Basind enarcó una ceja.
—Está destrozando vuestra ciudad.
—Está luchando contra un traidor a su propia especie. ¡Imlann ha intentado asesinar al ardmagar!
Basind encogió sus hombros huesudos.
—Francamente, eso me importa un bledo.
—¿No os importa que fracase la paz?
—Los censores precedemos a la paz; estaremos aquí mucho después de que se haya desmoronado.»


***

«Comonot se volvió a Ninys y Samsam; aunque le brillaban los ojos, su voz rebosaba serena autoridad:
—¿Acaso no veis que ya no se trata de dragones contra humanos? La división ahora radica entre los que piensan que vale la pena preservar esta paz y los que quieren que sigamos en guerra hasta que una u otra facción sea aniquilada.
»Algunos dragones ven el bien del Tratado. Ellos se unirán a nosotros. Los jóvenes han crecido con ideales pacíficos; no simpatizarán con los viejos generales que quieren recuperar sus tesoros y sus territorios de caza. —Se volvió a Glisselda e hizo un gesto hacia el cielo—. Si algo hemos aprendido los dragones de vosotros es que la unión hace la fuerza. No tenemos por qué enfrentarnos solos al mundo entero. Mantengámonos unidos por la paz.
La princesa Glisselda se puso en pie, rodeó el gran escritorio de roble y abrazó a Comonot, eliminando toda duda. No iba a entregárselo a los generales. Libraríamos una batalla por la paz.»


***T***



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lunes, 6 de abril de 2015

Invierno en París, de Imogen Robertson

 Invierno en París
The Paris Winter
Imogen Robertson
Traductora: Paloma Tejada Caller
480 páginas
Alianza Editorial



Sinopsis:

La pintora inglesa Maud no está en sus mejores momentos económicos. Gracias a una amiga consigue un puesto como señorita de compañía para una pareja de hermanos franceses. Pero pronto se dará cuenta de que no ha sido una buena idea...

Comentario:

Invierno en París es una novela que podría calificarse como misterio, e incluso como intriga psicológica. Está ambientada en el París de la Belle Époque, a inicios del siglo XX, en el mundillo de los pintores y aprendices de pintores que pululaban por entonces en la Ciudad de la Luz, y protagonizada, cómo no, por una de esas pintoras, una inglesa que ha abandonado su país en busca de fortuna y conocimiento. Maud es un personaje interesante, aunque no lo descubrimos del todo hasta pasada la mitad de la novela. A su alrededor se mueven otros personajes femeninos de muy diversa índole, desde Tania, una rusa de alto poder adquisitivo, a Yvette, una mujer del "arroyo", por decirlo de algún modo, pasando por condesas y señoritas que ayudan a los pobres, etc. Y pícaras como Sylvie, por supuesto. A mi modo de ver, quizás hay demasiados personales orbitándola pero bueno.

La ambientación y documentación está bastante bien llevada. Podría decirse incluso que el peso de la historia en su primera parte reposa sobre esas descripciones del París de la época y de sus habitantes. La autora, además, hace converger la historia personal de Maud y las peripecias de su intriga con los sucesos reales que se vivieron en enero de 1910 en París, un hecho catastrófico que no revelaré y que tiene importancia en el desenlace, uniendo así lo natural y lo humano, las fuerzas desaatadas de los elementos y las de las pasiones.

Hasta la mitad del libro la historia es pausada, por no decir lenta. Parece no ocurrir nada relevante. Todo son charlas entre la protagonista y otros personajes, paseos por las calles de París, sesiones de pintura, etc. Aunque también es cierto que, poco a poco, va introduciendo pequeños elementos de misterio que hacen que continúes con agrado la lectura.

Pero sobre el cuarenta por ciento, más o menos, tiene lugar un giro bastante radical que cambia el carácter de la novela, que pasa de ser un relato costumbrista de la Belle Époque a un relato casi de película de Hichcock, con unos villanos creíbles y con sus propios intereses contra los que se organizarán los otros personajes y elaborarán un plan. A partir de ahí, el interés va in crescendo hasta culminar en el espectacular (si fuera una peli habría bastantes efectos especiales) desenlace.

La estructura de la novela está muy bien planteada y construida. En cada capítulo se nos hace una descripción de un cuadro de personas o situaciones parisinas, que tiene que ver con lo luego descrito en dicho capítulo, y que forma parte de una ficticia colección titulada "Invierno en París", cuya autora se nos revela al final. Me ha llamado la atención sobremanera ese giro espectacular en el punto medio y cómo el personaje de Maud se torna más siniestro, obsesivo y casi tan malvado como el de los villanos.

Destaca también que en esta novela todo el peso de la acción recae sobre las mujeres, las cuales no se mueven por un interés romántico (para variar) sino por sí mismas, sus carreras, sus vidas y sus objetivos.
Me ha gustado sobre todo el personaje de Yvette, adicta al opio, huérfana de mala vida pero de buen corazón (un poco tópico, es cierto, pero queda bien), y muy especialmente, la relación que mantiene con Maud y su solidaridad con ella. Una amistad entre mujeres que pocas veces se ve en las novelas.

Lo cierto es que, aunque sea una historia no muy original en ciertos aspectos, está bien escrita y resulta agradable de leer. Tienes ganas de conocer el final. Eso sí, no me gusta que los personajes, hablando en francés como se supone que hablan, se llamen "mademoiselle" y "monsieur". De verdad, no hace falta, ya sabemos que están en París.


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