lunes, 30 de marzo de 2015

Todas las hadas del reino, de Laura Gallego

Editorial: Montena, 2015
480 páginas
15,95 €
Ebook: 7,99

Argumento:

La vida del hada Camelia, y de quienes la rodean, cambia cuando una de sus compañeras le pide que la sustituya como madrina de uno de sus ahijados.

Comentario:

Ya desde el principio de la novela se percibe que sobra texto, lo cual, pese a la brevedad de los capítulos, ralentiza el avance de la narración. Estos excesos abarcan tanto los diálogos, demasiado prolijos, las escenas de Camelia con sus ahijados, que repiten una y otra vez la misma información sin apenas variantes (se nota que la autora intenta comunicar el carácter caprichoso de algunos de los protegidos del hada) e incluso a la desmesurada cantidad de  personajes secundarios, muchos de ellos sin rol definido, o que podría ser asumido por alguno de los otros.

También son muchas las referencias a cuentos de hadas clásicos, unas más sutiles que otras, casi todas fácilmente identificables, al punto que la novela parece una mezcla o versión de varios de ellos e incluso tiene similitudes con la película Maléfica, sin que esta nueva interpretación aporte grandes novedades ni una visión original de los relatos en los que se basa.

A diferencia de otras obras de la autora, en especial las primeras, no hay un gran romance que protagonice la historia, sino varios, que ocupan una parte mínima de su extensión, sin que ninguno de ellos llegue a emocionar o conmover. Esto puede deberse a un tratamiento superficial y casi esquemático de los personajes, ninguno de ellos con la entidad suficiente para resultar cercano. De hecho, el más complejo, Camelia, no consigue despertar simpatía, ni que se empatice con ella, quizá causado por la incongruencia, o falta de explicación, de algunas de sus reacciones.

Llama la atención el tono casi infantil con que está narrada la historia, en marcado contraste con los temas que trata (amor no correspondido, venganza…), o que pase por alto la descripción de ciertas escenas pero se recree en otras (la hoguera), lo que da como resultado una novela extraña que parece navegar entre el intento de hablar de ciertos temas (la protección de la naturaleza, la inacción de las hadas, el desagradecimiento humano, las consecuencias de los actos) y el de conservar el estatus de juvenil que tienen las otras novelas de la autora.

En resumen, Todas las hadas del reino es una novela que se deja leer, beneficiada por la corta extensión de los capítulos y perjudicada por casi todo lo demás, que seguramente no satisfará del todo a los incondicionales de Gallego, siendo una obra menor dentro de su producción.

***T***

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión. Insultos o comentarios personales sobre las administradoras no saldrán publicados, solo comentarios de los libros.


lunes, 23 de marzo de 2015

Soumission, de Michel Houellebecq

 Soumission (Sumisión)
Michel Houellebecq
Flammarion
300 páginas

 
Sinopsis:

En unas futuras elecciones a la presidencia de la República Francesa dos partidos compiten por hacer llegar su candidato al Elíseo: el Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen y un partido islámico moderado. En este ambiente casi pre - revolucionario, François, profesor de la Sorbona, experto en el autor decimonónico Huysmans, vive momentos de apatía y de reflexión sobre lo que ocurre en su país. Cuando el partido islámico gana, recibe una carta de despido de la universidad. Entonces comienza su periplo espiritual en busca de respuestas...

Comentario:

La última historia del polémico autor francés no es ni mucho menos una obra maestra, pero sí un libro muy estimable y que merece ser leído, aunque solo sea por las ideas que plantea y la profunda conmoción que produce este texto. Hay tantísimas cosas que contar que no sé ni cómo abordarlo.

Quien espere acción o una trama elaborada llena de giros y peripecias no va bien encaminado. Se trata de una novela de tesis sobre un tema de actualidad, pero cuyo alcance es mucho más profundo y más extenso de lo que parece, construida sobre pensamientos y discursos ideológicos. A Houellebecq se le ha tachado de islamófobo y puede que lo sea, pero desde luego si uno lee este libro podría pensar todo lo contrario. Claro que es más fácil criticar y poner etiquetas sin leer siquiera la obra.

François recuerda a otros personajes del autor, hasta el punto de que me atrevería decir que es un poco alter ego. Sus relaciones con las mujeres son meramente utilitarias (para el sexo; cada inicio de curso se busca una alumna a la que deja al terminar este), su estado de ánimo linda con el de la depresión, está solo (solitario), sus intereses son casi siempre intelectuales, literarios (autor de una tesis de ochocientas páginas sobre Huysmans), etc. Es un poco misántropo y descreído de todo. En cuestiones religiosas es ateo, por supuesto.

La única mujer con la que tiene una relación más o menos estable es una judía llamada Myriam, que representa el ideal houellebequiano de las mujeres, dispuestas, sumisas y entregadas al sexo sin cortapisas (y jóvenes). Pero pronto, los avatares de la nación la forzarán a irse a Israel, dejando a François sumido en una indolente y vacía existencia. Este personaje es como un paradigma del nihilismo y el sensualismo. Se refugia en la comida y en citas con prostitutas, que no le satisfacen del todo (parece sentir nostálgia por la estructura familiar, más segura, con una mujer sirviéndole). El autor se recrea en la pasividad y vacío de este personaje, como representación de toda la población europea, que contempla sin mover un dedo los movimientos históricos que amenazan con barrer del mapa una tradición agotada (el cristianismo, el liberalismo) y sustituirla por otra vigorosa y fuerte (el islam).

Esta sustitución, sin embargo, no la plantea el autor como producto de actos violentos sino que es aceptada por todos al no haber casi otra opción que el "fascismo" del Frente Nacional (los líderes de los otros partidos, incluido el socialista de Hollande, son mostrados como criaturas mezquinas y peleles capaces de aliarse con quien sea antes de permitir que Le Pen, erigida en defensora de los valores patrios y tradicionales, llegue al poder).

Por otro lado, el líder musulmán descrito en la historia lejos de ser un talibán es un personaje carismático, dialogante y que no impone (una buena idea del autor que hace que el libro sea mucho másperturbador). En un principio, la idea de una Francia (y otros países) convertida en república islámica suena un poco rara, e incluso en el libro posee una cierta cualidad inverosímil por la forma tan rápida como transcurren los acontecimientos. Sin embargo, a mi entender, la novela no busca ser un ensayo distópico riguroso sino más bien plantear una posibilidad usando simbolismos varios.

Simbólico es, por ejemplo, que François tras ser despedido, viaje al pueblo de Martel, que se llama como Carlos Martel (líder francés medieval que impidió la invasión árabe). En este pueblo, paradigma del tradicionalismo francés (la descripción que hace de él y de sus habitantes, un tanto idílica), François trata de buscar algo espiritual con sus visitas al santuario de Rocamadour y a su virgen, imitando la búsqueda de Huysmans. Más adelante, François irá a pasar unas vacaciones al monasterio donde su autor fetiche pasó una temporada, aunque ninguna de estas experiencias lo llena en absoluto.

Me resulta muy curiosa la ideología del líder musulmán Ben Abbes, cuya referencia principal es el Imperio Romano, en una versión extendida que pondría el acento sobre el Mediterráneo. La forma como explica su visión del mundo y del islam resulta inquietante porque hasta lo hace parecer atractivo (a diferencia de la imagen que proyectan los medios occidentales sobre esta religión). De hecho, en cuanto sube al poder, desaparecen casi la delincuencia y el desempleo. El autor habla del islam como de una religión mucho más terrenal que el budismo (que niega el mundo y el deseo) y el cristianismo (al que por otro lado, considera origen del liberalismo y de toda nuestra visión de derechos humanos, etc, etc). Como dice Houellebecq, para los musulmanes es aberrante la idea de un Dios hecho hombre. Su religión, según él, es el hombre tratando directamente con Dios sin intermediarios.

Michel Houellebecq construye su novela con una estructura que recuerda al autor que estudia François, Huysmans, cuyas novelas nos cita de vez en cuando para hacer paralelismos y contrastes (por ejemplo, la forma diferente de describir una imagen religiosa, el torturado Cristo y la truculenta descripción de Huysmans, la Virgen negra de Rocamadour que ve François, etc). Las obras de este autor, por lo que sé (leí una) se parecen a "Sumisión" en su falta de argumento claro, y en tratar de la peripecia de un autor que mantiene diversas charlas elevadas e intelectuales con otros personajes.

Curiosamente, Houellebecq articula su obra sobre la de Huysmans, lo mismo que este (el personaje de Durtal) hacía (en "Allá abajo") con la biografía de Gilles de Rais. Este juego de simbolismos, muy complejo de explicar en pocas líneas, se relaciona con la conversión. Gilles de Rais pasa de ser amigo de Juana de Arco y defensor de la fe cristiana a un sicópata asesino adepto del diablo; Huysmans pasa de ser un libertino a retirarse a un convento y convertirse al cristianismo; Durtal investiga en los bajos fondos el mundo satánico en otro periplo religioso-espiritual mientras se deleita con las divinas campanas de Saint Sulpice; François pasa de ser un ateo a convertirse al islam (pero sin creer en él, por puro interés). El elemento religioso está siempre presente, por exceso o por defecto.

La idea profunda de este libro es que Europa y su tradición milenaria están agotadas. Se apoya en Toynbee y en Nietzsche y en otros autores (es un libro erudito, aunque no tanto como se ha dicho), para explicar la decadencia de una civilización que ya no cree en sí misma, donde no se respetan las que él llama "jerarquías naturales" (la sumisión del hombre a Dios, y de la mujer al hombre, del joven al anciano, etc) que el liberalismo y el relativismo moral han destruido con lo políticamente correcto... Contrariamente a lo que se suele pensar, para mí Houellebecq es un moralista. Parece hablar de la necesidad de algo en lo que creer y a lo que aferrarse para que una sociedad progrese y sea fuerte. Y sobre todo, defiende la verdad sobre los "engaños" de las sociedades liberales.

Un punto relacionado con esto, y que merece la pena señalar por lo inquietante, es la política seguida en el libro por los musulmanes en lo relativo a la mujer: en lugar de obligar a las mujeres a dejar sus trabajos se las incentiva con generosas ayudas familiares para que se queden en casa y poco a poco estas lo hacen (permitiendo así, según Houellebecq, que disminuya el desempleo de manera espectacular). Esto que podría escandalizar, no es, ni más ni menos, lo que ya se está haciendo en paises como Alemania (dar ayudas para que las mujeres cuiden los niños en casa y no en guarderías, por ejemplo).

Ni que decir tiene que la poligamia se extiende en Francia. François tiene la oportunidad de conocer a las dos esposas de Rediger, el decano de la universidad (una de cuarenta para recibir y atender a las visitas y cocinar, y otra de quince... para otras cosas), un personaje por otro lado, muy curioso, que pasó de ser "identitario" europeo y francés a musulmán convencido al darse cuenta de que esta religión era la única manera de salvar a Europa y hacerla de nuevo grande. Sus discursos y exposiciones vinculando la metafísica y la religión islámica con la ciencia y la infinititud del cosmos, las estrellas y las galaxias, son notables y ponen los pelos de punta.

Da mucho que pensar este libro. Que sean islámicos los que lleguen al poder en él es anecdótico. Lo importante es la crítica a nuestra Europa actual y real, al agotamiento de modelos, a la agonía de tradiciones que no son sustituidas por otras igual de fuertes, la decadencia y la disgregación social y moral, la apatía hedonista de las gentes (próximo al spleen finisecular de Huysmans), la mezquindad de los políticos alejados del sentir popular, el consumo que no colma los anhelos profundos, el oportunismo de los que se cambian de bando o se convierten a la ideología dominante para medrar (como François, que es seducido por una generosa paga en la universidad, subvencionada por los petródolares de Arabia Saudí, a cambio de un mero acto de conversión), y tantas y tantas ideas que contiene este libro y que hacen casi imposible comentarlo sin dejarse nada en el tintero. A mí, personalmente, me ha dejado muy mal cuerpo. Supongo que es porque se trata de verdadera literatura.

A finales del año 2015, la editorial Anagrama publicará en España la traducción de la novela, cuya publicación en Francia, por avatares del destino, coincidió con el atentado brutal contra la revista Charlie Hebdo. En su país, ha suscitado encendidos debates ideológicos; no espero lo mismo en España...

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jueves, 12 de marzo de 2015

Hombres de armas, de Terry Pratchett

Men at Arms, 1993 
Editorial: Debolsillo
Traducción: Albert Solé Company
350 páginas 
9,95 € 

Argumento:

Un enano y un payaso aparecen asesinados, pero en el gremio de Asesinos nadie ha pagado por estas crímenes. El cabo Zanahoria y sus compañeros de la Guardia Nocturna se hacen cargo del caso. 

Comentario:

La obra, continuación de ¡Guardias! ¿Guardias?, retoma personajes conocidos como el cabo Zanahoria, el capitán Vimes y su prometida Lady Sybil Ramkin o los hombres de la guardia nocturna de Ankh-Morpork y adquiere algunos más. 

La historia sigue el esquema habitual de una novela policiaca, incluyendo asesinatos, misterio, visitas a sospechosos: El Gremio de Asesinos, de Bufones (esas máscaras de los payasos, su verdadera nariz...), de Perros (los dos últimos aterradores).

Entre los temas de la novela: el uso de las armas, la discriminación (personalizada en parte por dos personajes de la guardia, Cuddy el enano y Detritus el troll, que comienzan como enemigos naturales («Los enanos y los trolls se llevan tan bien como las llamas con una casa ardiendo», «Los enanos y los trolls se llevan como la tiza y el queso. Muy como la tiza y el queso, en realidad. Uno es orgánico y la otra no lo es, y además huele un poquito a queso») debido a sus respectivas razas y al conocerse establecen una amistad), la monarquía y otras formas de gobierno... 

Los personajes están muy bien caracterizados, desde los protagonistas a los secundarios. Algunos ejemplos:

El cabo Zanahoria enfrentado cierto hecho:

«—Él... ¿Es que eso no significa nada para ti?
Zanahoria asintió. 
—Sí. Pero personal no es lo mismo que importante.» 

«Pero yo no mandaré la Guardia, si es a eso a lo que se estaba refiriendo usted.
—¿Por qué no?
 —Porque yo podría mandar la Guardia. Porque... la gente debería hacer las cosas porque un oficial les dice que las hagan. No deberían hacerlas solo porque el cabo Zanahoria se lo dice. Porque al cabo Zanahoria se le da... muy bien hacerse obedecer. 
El rostro de Zanahoria permanecía cuidadosamente desprovisto de toda expresión.
—Una observación muy interesante.» 

La nueva guardia Angua... casi siempre una mujer: 


«A Angua siempre le costaba mucho recordar cuál era el aspecto que había tenido el mundo cuando ella se encontraba dans une certaine condition, como lo llamaba delicadamente su madre».

Lord Vetinari y su peculiar forma de gobernar: 


«Muchos gobernantes, buenos y malos y muy a menudo muertos, saben qué es lo que ha ocurrido; un reducido número de ellos consigue llegar a ingeniárselas, mediante un gran esfuerzo, para saber qué es lo que está ocurriendo. Lord Vetinari consideraba que ambos tipos de gobernantes tenían una lamentable carencia de ambición.»

MUERTE intentando bromear:

«ME HAN DICHO QUE DEBERÍA TRATAR DE CONSEGUIR QUE ESTE MOMENTO RESULTARA UN POCO MÁS AGRADABLE.»

Gaspode, el perro que conoce el lenguaje humano:

«¿Yo? ¿Un hogar? Sí. Por supuesto. No hay problema. Críos que ríen, una gran cocina, tres comidas al día, un gato la mar de gracioso al que perseguir en la casa de al lado, manta propia y un lugar junto al fuego, ya está viejo y se ha ablandado un poco pero lo queremos, etcétera.» 

Gran Fido, el Jefe Ladrador del Gremio de Perros:

«—Está loco, ¿verdad?
 —No, la locura es cuando te sale espuma por la boca —dijo Gaspode—. Gran Fido está desquiciado. Eso es cuando te echa espuma el cerebro.»

En resumen, una historia con personajes atractivos, a
derezada con ingeniosas notas al pie y algunas cartas de Zanahoria a sus padres,  dosis de crítica en cada línea que sólo se hace pesada en algunos pasajes, se lee casi sin darse cuenta, con una sonrisa en los labios. 


***T***


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miércoles, 11 de marzo de 2015

Distintas formas de mirar el agua, de Julio Llamazares

Distintas formas de mirar el agua
Julio Llamazares
192 páginas
Editorial Alfaguara


Sinopsis:

Varios miembros de una familia acuden al pantano que anegó su pueblo para arrojar en él las cenizas del abuelo. Y no pasa nada más.

Comentario:

De un tiempo a esta parte, autores de cierto prestigo en el pasado están sacando libros que no están a la altura de lo esperable. No hace mucho comenté la última obra de Luis Landero, que solía ser bueno. O la de Vargas Llosa, quien también tuvo mejores épocas. Ahora le toca el turno a Llamazares, aunque este autor no lo había leido antes y, por lo tanto, solo puedo comparar su obra con la fama que le precede.

En un principio, el tema y la estructura planteados me resultaban atractivos. Una anécdota, como el funeral de un hombre mayor, reune a toda su familia en el pueblo de origen, cubierto por las aguas de un pantano, y a raíz de ella cada uno cuenta su versión de los hechos, o su perspectiva (las diferentes formas de "mirar el agua"). Pero ya nada más empezar, observamos que la prosa es demasiado sencilla, casi lindante con la no ficción o el estilo periodístico.

Aunque eso no es en sí un defecto, no tardamos en percatarnos de que el contenido tampoco es para tirar cohetes, pues se limita a la repetición de lugares comunes (el desarraigo de la gente trasladada a otro pueblo, el cambio de un modo de vida rural por otro urbano, la idealización de ese mundo rural supuestamente idílico...). Es decir, ideas comunes tratadas de forma común sin ningún tipo de destello genial o elemento brillante y distinto.

Las diferentes voces narrativas, dieciséis creo, no aportan nada. Todas repiten lo mismo, todas hablan igual (con un exceso de exclamaciones, recurso facilón y típico de los estilos pobres), tanto si son jóvenes como viejos como pueblerinos como urbanitas. Si no pusiera el nombre de quien habla al inicio parecería un monólogo repetido en forma de bucle. En este caso, el multiperspectivismo no sirve para sorprendernos con informaciones nuevas que ayuden a construir una visión más compleja de la personalidad del difunto. Más bien al contrario, cada voz refuerza a la anterior en un tópico y endeble retrato idealizado de ese hombre.

Intuyo además, que se trata de temas y asuntos ya tratados por el autor y muy relacionados con su propia biografía (los lugares que se citan están próximos a su pueblo de origen), que es como decir que se repite con el mismo soniquete nostálgico y elegiático, en lugar de innovar o buscar nuevos caminos.

Podría haber sido interesante un retrato de múltiples facetas, luminosas y oscuras de un personaje que fallece, pero no es el caso. A la pobreza en lo formal se une el vacío en el fondo. Lo mejor que se puede decir de esta obra es que es muy breve.

En resumen, una obra prescindible. Lo mejor, el título y las pocas páginas que tiene.


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martes, 3 de marzo de 2015

Viajes por el África Occidental, de Mary Kingsley

Viajes por el África Occidental
Travels in West Africa
Mary H. Kingsley
Círculo de Lectores
Traductor: José Luis Moreno - Ruiz
Páginas: 364



Sinopsis:

En 1895, Mary Kingsley realiza un viaje a los territorios del África Occidental, bajo dominio europeo, para recoger muestras de peces y otras actividades científicas. Esta experiencia hará que se enamore de África y regrese para un viaje posterior.


Comentario:

Esta obra de no ficción, escrita por una mujer de la era victoriana, una inglesa que no tenía instrucción formal sino que era del todo autodidacta pese a ser hija de un doctor, escritor y viajero, presenta un doble interés, por un lado conocer la visión europea del mundo africano en pleno periodo colonial y por otro descubrir las aventuras de una mujer excéntrica y adelantada a su época que fue capaz de realizar expediciones por ríos, selvas y montañas peligrosas, entre tribus nativas, caníbales incluidos sin inmutarse, manteniendo casi la imagen icónica de la típica inglesa del XIX, con su sombrilla y su té en medio de una intrincada foresta.

En esta obra, las observaciones de Mary no resultan a veces demasiado científicas, aunque se supone que la excusa para los viajes era recopilar especies de peces y de plantas. Se centran más bien en su experiencia personal, con lo cual abundan pasajes subjetivos donde describe paisajes y estados de ánimo, algunos de gran plasticidad. La propia autora cuenta que llevaba también un diario científico, lo que explica que se centrara más en la parte digamos aventurera. Sin embargo, algunos de los capítulos se centran en aspectos más antropológicos y nos explican el mundo de creencias y costumbres de algunas tribus, sin cortarse al describir hechos bastante macabros como determinados actos de canibalismo.

Llama la atención el gran humor destilado por la autora, cuyos comentarios jocosos hacen más amena la lectura, a veces un poco pesada, debido al exceso descriptivo. Por ejemplo, nos cuenta una ocasión en la que tuvo que quitarse la camisa mojada y quedar con los pechos al aire delante de sus porteadores negros o la anécdota del oficial alemán que la invitaba a su casa y que según ella, trataba de seducirla.

Al tratarse de una obra de no ficción, un diario de viajes, la falta de estructura narrativa pesa un poco en algunos pasajes, que resultan algo repetitivos. Sin embargo, se mantiene el interés por esos toques personales y por las opiniones de la viajera, a quien, por cierto, no gustaban mucho los misioneros. En líneas generales se muestra como una mujer muy racional y escéptica en cuanto al mundo espiritual y religioso, aunque su actitud hacia los nativos y sus creencias era de respeto. Así pues critica a los europeos que quieren cambiarlos e imponerles sus modos de vida y de pensamiento. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, tenía una consideración positiva de los africanos, y no los veía como inferiores.

La descripción del mundo colonial africano es interesante. No se priva de comentar sobre los diferentes modos de hacer según las nacionalidades de los colonizadores. Sus favoritos son los franceses, incluso sobre los alemanes. Se intuye una cierta crítica al proceder de sus compatriotas aunque no brutal, por supuesto.

Esos libros de viajes tuvieron un gran éxito en su país, a su pesar, ya que no le gustaba mucho la fama. Irónicamente, el amor de Kingsley por África fue la causa de su muerte. Ella que se enfrentó a cocodrilos, tormentas, caníbales y demás peligros, terminó sucumbiendo en la guerra de los Bóers, a donde había acudido como enfermera, víctima del tifus.

En resumen, lo mejor del libro es la mera existencia de una mujer tan arrojada como esta y las impresiones que nos dejó de un mundo para ella totalmente nuevo y hostil. Para seguidores de las aventuras reales.

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