jueves, 21 de mayo de 2015

Te quiero, baby, de Isabel Keats

Editorial: Harlequin Ibérica, 2015
Ebook: 3,99 €

Argumento:

Raff Connor contrata a India Antúnez del Diego y Caballero de Alcántara para que, en el plazo de tres meses, le enseñe a comportarse socialmente y le ayude encontrar esposa.

Comentario:

Te quiero, baby, destaca, como otras novelas anteriores de su autora, por lo cuidado de su redacción, el humor ingenioso de sus protagonistas (que no tardan en enzarzarse en diálogos que sugieren más y, a veces, algo diferente a lo que dicen sus palabras) y la evolución de los personajes, tanto en la relación entre ellos como en la personalidad.

Llama la atención la rapidez y eficiencia con que la autora define la forma de ser de India en apenas un par de breves diálogos (con su hija Sol y con su amigo Lucas) antes de reunirla con el personaje masculino, a quien se describe como un gigante algo torpe y bonachón, si bien pronto se sugiere (ese «seis meses antes» del principio) que hay algo más allá de las apariencias, o de lo que ella piensa.

Esta expectativa (¿qué ocurrirá cuando India averigüe cómo es él de verdad y lo que pretende?) es, junto a una caracterización de Raff que le convierte en un personaje adorable (cariñoso con Sol y la Tata, detallista, dotado de sentido del humor e ingenio y con un lado duro, implacable, que sabe mantener bajo control), de lo mejor de la obra.

En cuanto a los secundarios, tanto los buenos (Sol, Tata, Cande, Lucas) como el villano (Antonio de Zúñiga, marqués de Aguilar), tienen los suficientes matices como para resultar interesantes, si bien no se evitan ciertos tópicos: la atracción entre Candela y Lucas, evidente en sus discusiones, o lo que hará Zúñiga cuando vea frustrados sus planes. Incluso Álvaro, el difunto marido de India, a quien al principio se retrata de forma un tanto ambigua, «evoluciona» al final en beneficio de Raff y del amor verdadero.

En el aspecto formal, resulta excesiva la cantidad de veces que se insiste en algunos detalles, como los ojos azules de Raff o el tamaño de su cuerpo y manos, lo que puede minimizar el efecto que se pretende crear. Igualmente, un flashback (al pasado de India) casi al final de la novela rompe el ritmo de una narración que hasta entonces era lineal y fluida, en especial  porque se puede contar en menos espacio.

En la última parte de la obra da la sensación de que algunas escenas se alargan en exceso, como la celebración en la finca de Badajoz o el mencionado flashback de India y Álvaro. Incluso se presentan ciertos obstáculos, como el encuentro final con el marqués o la breve y apresurada trama de Aisha, cuya principal finalidad, sobre todo en este último caso, parece ser alargar la historia.

En resumen, Te quiero, baby es una novela que destaca por sus personajes (en especial Raff, quizá el mejor protagonista masculino creado por la autora) y por  cómo desarrolla una trama a priori sencilla, adornándola con las dosis precisas de humor, ingenio, equívocos y romance como para satisfacer a las lectoras habituales del género.


Citas de Te quiero, baby:


«—Ahora, India Antúnez del Diego y Caballero de Alcántara, hablemos de negocios. Mañana a primera hora te enviaré por correo electrónico el contrato que sellará nuestro acuerdo. En cuanto lo firmes, pasarás a ser lo más parecido a una esclava por un periodo de tres meses. Durante ese tiempo, estarás a mi completa disposición mañana, tarde y noche, ¿lo has entendido? —Una vez más, se había convertido en el frío e implacable hombre de negocios que había atisbado nada más conocerlo y que le daba cierto repelús.
—Sí, amo Connor —respondió con una mueca.
Complacido, el americano se recostó sobre el respaldo de la silla metálica con aquella irritante expresión del gato que acaba de zamparse al canario y, de nuevo, India sintió una ligera inquietud, aunque la hizo a un lado en el acto. Necesitaba disponer de aquel dinero lo antes posible.
—Exacto. A partir de ahora seré tu amo. Me pertenecerás en cuerpo y alma. ¡No te asustes! Es solo una forma de hablar.
Una vez más, Raff Connor pareció leer sus pensamientos y esbozó aquella sonrisa bonachona que, después de haber pasado toda la mañana a su lado, ella sabía bien que utilizaba para desarmar a sus interlocutores quienes, al verla, lo tomaban por un grandullón inofensivo. Grandullón puede, pero inofensivo… A ella no se la daba.»

***

«—Lo siento mucho, India, baby. —El auricular reproducía sin distorsiones su tono contrito.
—¡Alexia es una belleza!
—Tienes toda la razón, baby, una belleza espectacular. Esa melena rubia como el trigo, esos ojos azules como el mar… —Esa vez, el matiz de su voz era más bien soñador.
—Sí, sí, y esos labios rojos como el coral —lo interrumpió India sin contemplaciones—. Pero, además de ser una de las modelos internacionales más cotizadas del mundo, es una chica inteligente y con sentido común.
—Muy cierto. Hasta el momento en que salimos del restaurante lo estábamos pasando muy bien —reconoció en el acto su desesperante interlocutor.
—¡Entonces, ¿por qué?! —chilló, fuera de sí.
—¿Me estás preguntando por qué me soltó un guantazo sin venir a cuento y se alejó hecha una hiena?
India inspiró con fuerza y soltó el aire despacio un par de veces antes de contestar en un tono más suave:
—Sí, Raff, eso mismo te estoy preguntando.
—No tengo ni idea, aunque quizá…
—¿Quizá?
—Quizá fuera porque no le gustó que le diera un azote en el trasero. Un trasero espectacular, en mi humilde opinión.
—¡¿Que hiciste qué?! —India caminaba sin parar arriba y abajo de su habitación, como si pensara que el movimiento la ayudaría a entender mejor lo que le estaba contando aquel descerebrado.
—Sé que no debería haberlo hecho después de lo que me dijiste la última vez, pero la tentación fue tan grande… Si fueras tío me entenderías a la perfección.
—¿Me estás diciendo que te has atrevido a darle un azote en el culo a la misma mujer que no solo es la imagen, sino también la directora de Stop Machismo, la organización feminista más importante de España? —El rostro de India era la viva imagen de la incredulidad más absoluta.
—Un impulso irresistible, ¡lo juro!
—¡Se acabó, ¿me oyes?! ¡Se acabó! En dos días es la fiesta, así que ya puedes tratar de conocer a alguien en ella, porque te aseguro que yo me lavo las manos. Alexia era mi arma secreta, mi mejor baza, y tú la has desperdiciado miserablemente.
—¿Entonces se acabaron las citas a ciegas? —preguntó, esperanzado.
—Puedes estar seguro de ello —afirmó, terminante.

Si India hubiera podido ver la enorme sonrisa que se dibujó en los labios masculinos, habría gritado.»


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miércoles, 13 de mayo de 2015

Cien flores en el infierno, de Silver Kane

Editorial: Bruguera, 1974
Selección Terror Nº 168
Ilustración de cubierta: Enrique Martín
118 páginas

Argumento:

Nancy Kennedy se detiene en un motel cercano al lugar que va a visitar y se encuentra con que los pacientes de un psiquiátrico cercano se han escapado y empezado a asesinar a todas las personas que encuentran.

Comentario:

Cien flores en el infierno se desarrolla en un lugar más o menos cerrado (los personajes están incomunicados en medio de una zona poco habitada), y saca bastante partido de la situación en que se encuentra Nancy Kennedy, la  protagonista de la novela: un lugar apartado, rodeada de cadáveres, no conoce a nadie y, por tanto, desconfía de todos. Cualquiera puede ser uno de los locos que se han hecho con el manicomio y el motel más cercano y están asesinando a médicos, clientes y personal de ambos lugares.

Para aumentar el desconcierto de Nancy, el director del psiquiátrico, el doctor Norman,  le dice que otro médico, Talbot, ha experimentado con los internos, permitiéndoles recrear situaciones traumáticas o disfrazarse de los personajes que creen ser (hay apariciones recurrentes de una momia), lo que amplía la cantidad de sospechosos, entre los que se encuentra John Boyman, un joven que se presenta como periodista tras salvarle la vida, o Robert Jason, comerciante de flores al por mayor.

Hacia la mitad de la novela, hay un breve inciso en Peonia Valley, el lugar hacia el que se dirigía la joven para fotografiar unas misteriosas flores (llamadas Coronis Nigra, o Flor del Infierno) que solo florecen en cementerios africanos, y allí, y dónde se dice que también han ocurrido varios incidentes, que pretende investigar Boyman, lo que sirve para unir las tramas y darles sentido y explicación al final de la obra.

De regreso al manicomio, las escenas de terror se suceden, hay más cadáveres, apariciones de la momia, y un par de revelaciones finales más o menos previsibles, dependiendo de la capacidad observadora de quien lee, en un crescendo que mantiene el interés a pesar de que algunas situaciones no son muy lógicas o que el miedo se origina más en la imaginación lectora que en el contenido de un texto que recurre en exceso a exclamaciones exageradas y expresiones casi melodramáticas.

Y sin embargo, a pesar de todo ello, y de que la reflexión que hace Boyman sobre cierto tipo de violencia es cuestionable, hay cosas positivas, como la capacidad del autor para crear un ambiente opresivo, sobre todo teniendo en cuenta la obligada brevedad de una historia que hubiera podido dar más de sí, la evolución de la trama o la forma en que todo concuerda al final, que hacen de Cien flores en el infierno una lectura entretenida y agradable.

Destacar la ilustración de la cubierta, que retrata una de las escenas cumbre de la novela.

Citas de Cien flores en el infierno:

«Nadó poco a poco.
No quería levantar el menor rumor. Pretendía llegar hasta las tablas sin que nadie lo notase.
Y fue entonces cuando oyó el chapoteo de unos remos.
Era un suave rumor en el silencio.
Alguien se acercaba con una barca.
Pensando que allí podía estar la salvación, la muchacha se apoyó en los troncos que sostenían el embarcadero. Pero no se hizo visible porque no quería arriesgar nada. Medio oculta entre aquellos troncos, esperó a que la barca pasase.
Los remos sonaban más cerca, cada vez.
El que fuese, avanzaba muy lentamente.
La muchacha vio la quilla.
Era una barca blanca y cuyo color adquiría livideces insospechadas a la luz de la luna.
Luego vio uno de los remos.
Y el hombre que lo manejaba.
Su garganta se contrajo otra vez de horror.
Sus músculos cedieron.
Porque el que llevaba aquella barca… ¡era el cubierto con los vendajes de la momia! ¡Era un fantasma milenario que parecía haber salido de su sarcófago!
Los vendajes producían, a la luz de la luna un efecto espectral.
Era una visión que la muchacha no hubiera podido imaginar ni en la peor de sus pesadillas.
¡Y la tenía allí, al alcance de su mano!
Apretó desesperadamente sus labios para no gritar. Necesitaba evitar el menor ruido… ¡o estaba perdida!
Consiguió dejar pasar la barca. La momia no notó que ella estaba allí. La neblina que envolvía el lago se los tragó.
Pero, entonces, Nancy notó algo peor.
Algo, surgiendo desde las entrañas del lago, la había sujetado por uno de los tobillos y tiraba de ella hacia abajo.
Era… ¡era una mano humana!
¡La propia muerte, surgida del fondo del lago, la arrastraba hacia el infierno! »


***

«—Ya sé que esto no es caritativo… —musitó el herido—, pero es que he estado recordando detalles… Hum… Aunque en sus ojos azules hubiera bondad… quizá engañara a la gente. Pienso que podía ser un maníaco sexual, pero uno de esos tipos para quienes el sexo no significa nada si no va acompañado de la muerte.
Ahora fue John Boyman el que se estremeció. Los hombres de aquella clase siempre le habían parecido un angustioso problema, aunque eran pocos. Pero su número iba en aumento en Estados Unidos como iba en aumento el número de violadores de mujeres. La razón era que, pese a todo lo que se pregona sobre la libertad sexual, cada vez era más difícil a un individuo que pasara de los cuarenta años, conseguir una hembra. Y al ser difícil también encontrar mujeres que practicaran el amor como oficio, sobre todo, en las pequeñas localidades, surgían aquellos maníacos. Muchas mentalidades se iban deformando.
Y no era sólo eso, según pensaba Boyman. Había razones más profundas, también. Estados Unidos son un matriarcado, un país donde las mujeres mandan. Los hombres trabajan toda su vida y revientan a los cincuenta años, para que sus dulces esposas cobren un buen seguro y se dediquen a ver mundo. En los espacios televisivos los artistas son casi siempre hombres, no mujeres. El hombre divierte a la mujer, y no al contrario. El divorcio, como negocio, es practicado por millones de hembras a lo largo y ancho de todo el país. Y entonces se produce un fenómeno muy curioso. El hombre odia en el fondo de su alma a la mujer. Desea liberarse de ella, vengarse de su dominio. A John Boyman estas consideraciones le producían un profundo malestar.
¿Había sido Talbot un hombre así? ¿Eran ciertas las matanzas de Peonia Valley? ¿Realmente los locos habían hecho justicia, matando a un monstruo?»


***T***

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lunes, 4 de mayo de 2015

Número Cero, de Umberto Eco

Número Cero
Numero Zero
Umberto Eco
Traductora: Helena Lozano
Lumen
224 páginas

 

Sinopsis:

Un grupo de periodistas se reunen para lanzar una revista en los años noventa. El objeto será presionar y chantajear al poder con la información recopilada.

Comentario:

Tras haber leído "El Cementerio de Praga", del mismo autor, hace unos años, esta novela me ha parecido no solo una obra menor sino incluso del todo prescindible. Si "El cementerio..." era un (excesivo a veces) tour de force literario sobre el XIX, la metaliteratura, las conspiraciones, etc, etc, este no sabría muy bien decir de qué va. La anécdota narrativa es mínima y ya la he recogido en la sinopsis.

En realidad, todo el libro se articula sobre charlas de los diferentes personajes, en forma de discursos donde se establece, sin ninguna sutileza, el mensaje de la obra sobre el poder de la prensa para manipular las noticias. El autor ya nos lo dice todo, no tenemos que ver ni pensar nada. Los personajes hablan y hablan, especulan, pero no hay ninguna acción y lo que es peor, ningún conflicto.

La prosa por lo demás es simple. La estructura tampoco destaca. Los personajes son planos y sin relieve.

El autor utiliza la historia de Italia para dar relleno al inexistente argumento. Empieza especulando sobre la posibilidad de que Mussolini no hubiera sido asesinado por los partisanos al final de la II Guerra Mundial. Tras una prolija descripción de las últimas horas del dictador fascista y de su amante y allegados, uno de los personajes fabula sobre un posible doble que muriera en su lugar. Muy interesante...

Luego, siguiendo con su juego de conspiraciones, tan caro al autor y ya visto en otras obras, urde una especie de trama conspiranoica con el Vaticano, la Mafia, las Brigadas Rojas, los americanos y todo lo "conspiracionable", pero sin que esto pase de ser un mero parlamento que no va a ningún lado. El editor, entre relato y relato, nos suelta perlas sobre el oficio periodístico y la manera en la que los que lo practican hacen más relevantes unas noticias que otras y minimizan lo que no interesa. Nada que no sepamos, nada nuevo. Pero algo que dramatizado y novelizado con escenas y personajes habría quedado mucho mejor.

El autor, que situa, no sabemos por qué, la acción de esta novela en los años noventa del siglo XX, da demasiado poder e importancia a la prensa e ignora los nuevos medios de comunicación de masas. Tal vez debería actualizarse.

La obra no me ha complacido ni desde el punto de vista literario ni desde el punto de vista ideológico. Huele un poquito a rancio y a típico libro de vieja gloria que se vende solo con su nombre en la portada, independientemente del contenido.

En resumen, lo mejor que se puede decir de esta novela es que es breve y se lee deprisa.

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