miércoles, 15 de junio de 2016

Hijos del Dios Binario, de David B. Gil

Hijos del dios Binario
David B. Gil
Suma de Letras
576 páginas


Argumento:

Una periodista recibe un mail de su ex novio, recientemente fallecido en Londres. Al analizar la carta, se da cuenta de que hay ciertos datos encriptados sobre una empresa llamada Fenris. Junto con un compañero de trabajo decide investigarlo. 

Paralelamente, un cazador de objetos del mundo pasado, es contratado para localizar a un hombre que perteneció al ejército israelí. Pero las cosas no son como le han contado...


Comentario:

Aunque algunos colocan la novela que nos ocupa en el apartado de "ciencia ficción", para mí es un thriller de manual, por la estructura de la trama y todas las características asociadas a este género que en ella se dan cita. Bien es cierto que, según se avanza en la lectura, aparecen más detalles de ciencia ficción. E incluso te vas dando cuenta de que la acción (pese a lo que parece) no está ambientada en nuestra época sino en un futuro cercano. Sin embargo, son elementos un tanto accesorios (salvo los relacionados con la resolución del misterio, que involucran ciencia puntera, cuyos fundamentos ya existen en nuestros días).

Partiendo de dos tramas principales, la protagonizada por una periodista en busca de explicaciones de la muerte de un ex novio que le ha dejado un mensaje encriptado sobre una extraña corporación y por un cazador de reliquias de aires bondianos o bournianos de origen oscuro, y una tercera de fondo, protagonizada por unos niños muy especiales, y que terminan por juntarse, se nos relata una historia que sigue con pulcritud y eficacia todos los cánones del thriller tradicional, redactada con fluidez y agilidad, pero que en cuya total adhesión a esos elementos típicos (protagonista con grandes recursos para la supervivencia, villanos mortíferos e implacables con gran aptitud para lucha, persecuciones por medio mundo, ambientes exóticos, gadgets tecnológicos, planes maestros conspiratorios de alcance global, etc) encuentra su mayor debilidad: la falta de originalidad. 

Ciertamente, la novela se lee con interés, y hasta con gran intriga por saber qué secretos se encierran en sus páginas, pero también con la sensación de que todo eso ya lo has visto/leído antes en muchas películas y libros. 

Volviendo a los elementos concretos de ciencia ficción, casi ciberpunk, que dan título a la obra (los hijos del dios binario), resulta muy llamativo que se trate de algo accesorio en realidad, siendo, con mucho, el punto más interesante de la novela, que daría para una historia completa, más atractivo que el misterio verdadero, el cual se ve venir un poco por las pistas que da el autor. La idea del dios binario, así como la de sus seguidores, resulta inquietante y bastante factible en un futuro próximo. Pero el autor solo nos menciona a esta "secta" como meros coadyuvantes de los protagonista a la hora de bucear en los entresijos del ciberespacio en busca de respuestas.

Los personajes, como es canónico en estas obras, son bastante planos y se limitan a ejecutar sus roles al servicio de la historia. También, como es canónico, tiene lugar un poco creíble romance, que a decir verdad, no aporta mucho y, si nos apuramos, apenas molesta. Los villanos no sorprenden en su carácter despiadado, inhumano y casi robótico, siempre al servicio de la "misión" de sus jefes. En cuanto a los niños, su trama podría ser más interesante, aunque tiene su punto, con una minisociedad aislada y educada para ciertos fines, de la cual no llegamos a conocer mucho.

En resumen, una obra correcta dentro de su género, pero lastrada por las propias convenciones del thriller, las cuales no la dejan elevarse, que nos plantea un futuro próximo donde habrá que lidiar con las amenazas de una ciencia que se escapa de las manos de sus creadores y anuncia un mundo totalitario y muy oscuro. Una entretenida lectura para el verano.

¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)

jueves, 2 de junio de 2016

Ser feliz en Alaska: Mentes fuertes contra viento y marea, de Rafael Santandreu

Ser feliz en Alaska
Rafael Santandreu
Grijalbo
320 páginas


Argumento:

Consejos para ser feliz desde el punto de vista de la psicología cognitiva.


Comentario:

Reconozco que tenía un cierto prejuicio hacia los libros denominados "de autoayuda". Después de leer esta obra mi rechazo ha aumentado, pero ya con conocimiento de causa.

Lo primero que sorprende es la jactancia del autor, que presume de que puede lograr cambios asombrosos en la vida de las personas solo con sus "técnicas" psicológicas, basadas en la psicología cognitiva. Más que el de un psicólogo, el tono parece el de un gurú.

Como suele ser común en este tipo de libros, el autor nos cuenta en cada capítulo varias anécdotas o historietas que ilustran la temática. En este caso, se trata de historias algunas conocidas, otras de su vida o experiencia profesional, bastante pobres. Dado que se busca un público amplio, no hay muchas referencias a artículos y estudios de alto nivel que respalden sus aseveraciones (se limita a decir que la psicología cognitiva es la más eficaz y exitosa, sin más), ni el lenguaje destaca en lo técnico, lo cual a veces da al libro un aire poco riguroso. La prosa tampoco brilla. A decir verdad, todo lo contrario. Es bastante simple. Llama la atención que tenga que recurrir tan a menudo a los signos de exclamación ya que con la mera redacción no logra transmitir el supuesto entusiasmo y optimismo del mensaje.

Muchas de las ideas son de "perogrullo", obviedades y generalidades; otras son discutibles, y en general, poco ayuda este libro de autoayuda a  quien no está convencido de antemano. Una de las geniales ideas es que no te debes quejar porque hay otros que están peor que tú, como varios casos que cita de personas discapacitadas, según él muy felices, a pesar de no poder mover casi ninguna parte del cuerpo. Otra genial idea es que debes renunciar a todo, incluido trabajo y dinero. Lo curioso es que el autor no renuncia a nada de eso. Naturalmente, esta renuncia es "mental", lo cual nos da una buena coartada para fingir que seguimos el precepto sin perder nada.

Por resumir, siguiendo solo estos tres pasos básicos se puede alcanzar la felicidad:
-Orientarse hacia el interior (buscar el bien en uno mismo, ya que no necesitas a nadie más para ser feliz)
-Aprender a andar ligeros (saber renunciar a todo, sobre todo a los bienes materiales)
-Apreciar lo que nos rodea (aprender a apasionarse por la vida)

El tema de la renuncia es el que más me irrita. El autor afirma que podemos vivir sin dinero (si tenemos las necesidades de comida y bebida cubiertas), que se puede disfrutar si perdemos nuestro trabajo e incluso que debemos comprender que, en realidad, no necesitamos el empleo. Y lo dice él, que ganará miles de euros hablando de estas cosas, además de tener su profesión de psicólogo y varios libros publicados. En teoría, "si no tuviera" estas cosas, él sería igualmente feliz... en teoría, porque, de momento, sí las tiene y habla desde la prepotencia que da la seguridad económica (que dice que no es necesaria). En el libro se asegura, citando a otro, que la depresión puede ser "un camino hacia la virtud", lo cual ya lo dice todo sobre esta obra... Por cierto, llama la atención que el autor, cada dos por tres, y sin venir a cuento, se defina como "no católico". Sin embargo, todo el libro está impregnado de un tufo a religión, sobre todo oriental, pero también cristiana, que se huele a leguas, tanto en la forma de pensar como en la elección de anécdotas e historias.

Algunas de las opiniones políticas del autor me han chirriado muchísimo. De sus textos se desprende que, dado que nada importa y no hay que quejarse (habla, en concreto, de los "indignados"), hemos de aceptar el statu quo y tratar de ser felices en medio de todo lo malo. Es lo que llama "ser felices en el vertedero".  Llámenme materialista pero considero que, aunque es posible ser feliz en la pobreza, no hay nada de malo en aspirar a mejorar de posición (ni a cambiar situaciones sociales que no nos gusten). Dicho de otro modo, es preferible ser feliz "en el palacio" y no en el "vertedero", ¿y qué tiene de malo quejarse de las cosas injustas?

En el aspecto laboral sugiere no preocuparse tampoco por nada, ya que nada importa, ¿para qué vas a mejorar o ser un trabajador excelente? Podría ser un buen consejo para evitar el estrés, pero a mí me suena a canto a la mediocridad (de la que este libro es buen ejemplo).

Sobre la pareja y el amor, el autor considera que se tiene porque se es "débil".  Según él, las personas fuertes no necesitan pareja, o eso me ha parecido entender. A mí modo de ver, ni el amor ni la pareja tienen nada que ver con ser fuerte o débil: deriva del hecho de pertenecer a una especie que se reproduce por vía sexual.

En este asunto como en varios más, el autor pone demasiado el acento en el aspecto psicológico cognitivo, despreciando los imperativos biológicos que modelan nuestros comportamientos. Dado que todo es "mental", con un esfuerzo (según él, pequeño) podemos cambiar nuestras actitudes y ser "felices", independientemente de nuestros condicionamientos genéticos, hormonales y anatómicos (o de nuestra educación y entorno). Parece cosa de magia, pero no, ya lo sabemos, y el autor insiste: "es muy fácil cambiar si sabes cómo". Él sabe cómo, pero millones de personas en el mundo se "engañan".

Comprendo que este tipo de libros complacientes cumplen una función: le dicen a la gente lo que quiere escuchar, le da una esperanza (no siempre realista ni verdadera) y la sensación de que todo es posible, y sencillísimo, si uno pone de su parte. Pero el lado malo es que eso no es cierto: hay gente capacitada y con talento, con buena actitud y  buenos sentimientos que no logra nada en absoluto en la vida, ni tampoco es feliz por mucho que se "esfuerce". Muchas personas se sentirán culpables si no tienen los "éxitos" descritos por el autor, (a su modo de ver, tan "fáciles", como dejar de fumar con solo desearlo o curar la depresión o la ansiedad sin medicamentos). Es injusta y hasta perversa esta forma de pensar, aparte de fomentar el conformismo.

Creo que sería más útil que la gente se educara en el sentido crítico, la ciencia de verdad y en la lógica para poder leer estos textos y desmontarlos, no dejarse engañar por falsas promesas, comprender lo que es la vida "real" y asumirla, asumir también el dolor y la infelicidad como parte de la existencia, tratando de minimizarlos con un poco de sentido común. La mejor autoayuda son la educación, la razón, la lógica y la sensatez. Y ser conscientes de que en la vida se alternan la felicidad y la infelicidad y que es perfectamente natural no ser feliz todo el rato.

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