Título original: Iremonger 2: Foulsham
Edward Carey
Traducción: Lucía Barahona
328 páginas
Editorial Blackie Books
Argumento
La novela continúa los acontecimientos narrados en la primera entrega de la saga. Clod Iremonger y Lucy Pennant, narradores en primera persona, se enfrentan ahora a la caída de Foulsham, una ciudad asediada por los cúmulos de basura que rodean el Londres alternativo en el que se ambienta la historia.
Comentario
Este segundo tomo de la saga Iremonger se aleja del carácter expositivo del primero, en el que se detallaban extensamente la familia protagonista y el peculiar universo en el que habitan. En esta ocasión, la narrativa se centra más en la acción, aunque mantiene el mismo tono surrealista. La historia traslada su núcleo desde la mansión Heap House, hogar de los Iremonger, a la decadente y sombría ciudad de Foulsham.
Las descripciones grotescas de los personajes, reforzadas por las ilustraciones del propio autor, y las extrañas situaciones —como personajes que literalmente se transforman en objetos— contribuyen a crear una atmósfera muy lograda, entre lo steampunk y lo decadente. Este mundo gobernado por la basura, donde incluso los desechos parecen tener vida propia, es uno de los aspectos más destacados de la novela. Sin embargo, en ocasiones puede resultar difícil visualizar lo que Carey describe, especialmente en el caso de personajes como Benedit, que roza lo monstruoso.
Los protagonistas, Clod y Lucy, son figuras arquetípicas, pero encajan perfectamente en el contexto de la historia. Dado que el foco está en la construcción del mundo, su falta de un trasfondo psicológico profundo no resulta un problema. Ambos emprenden un viaje del héroe clásico: Clod desde una posición privilegiada, y Lucy desde la marginalidad. Resultan especialmente curiosas las escenas en las que Clod, convertido en una moneda, conversa con otras monedas dentro de un cajón en una tienda de empanadas. Sus habilidades para escuchar a los objetos cobran una nueva dimensión en esta parte de la historia. La dualidad entre humano y objeto funciona como una potente metáfora de la deshumanización con la que las clases altas tratan a los más desfavorecidos.
A pesar de su tono deformado y surrealista, el mundo que se nos presenta es un reflejo de una sociedad profundamente injusta, dominada por una familia que controla aspectos clave de la economía y ejerce un poder casi absoluto (en nombre de la reina Victoria, que permanece como figura simbólica en lo alto de la jerarquía). La novela plantea, de forma original y visualmente impactante, temas como la lucha de clases, la pobreza, la desigualdad y el elitismo económico, todo ello envuelto en una ambientación opresiva.
En resumen, este segundo volumen no solo mantiene el nivel del primero, sino que lo supera en dinamismo y revelaciones. Aunque su estilo pueda parecer extraño (y los argumentos, y los diálogos, las descripciones...), la historia resulta fascinante para quienes disfrutan de propuestas literarias poco convencionales. Lo más destacable sigue siendo, sin duda, el mundo imaginario y su poderosa ambientación
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