jueves, 31 de mayo de 2018

España de Mierda, de Albert Pla

España de Mierda
Albert Pla
Roca Editorial
192 páginas


Argumento:

Un músico uruguayo se va de gira por España en compañía de un artista local. Por el camino les pasan cosas raras y conocen a diversos humoristas y cantantes.


Comentario:

Oí hablar de este libro con motivo del Festival de Eurovisión 2018, celebrado en Lisboa, ya que uno de nuestros representantes, Alfred, se lo regaló a la otra, Amaia. Naturalmente, y dado el título del libro y la portada, en la que figura una bandera "Estelada" (algo parecido, más bien), es decir, del independentismo catalán, se armó un cierto escándalo. 

Conociendo a Albert Pla como músico y persona inconformista, transgresor e incatalogable, esperaba un relato mordaz que no dejara títere con cabeza y que entrara a fondo en la crítica de los males de España.  No he visto cumplidas mis expectativas.

Es cierto que hay crítica, sobre todo hacia la iglesia y otras instituciones (la monarquía), pero no en la medida que yo imaginaba y tampoco con el humor que daba por supuesto. A pesar del título, no puede decirse que insulte a España ni a sus regiones, limitándose a hacer un recuento de tópicos regionales en su periplo por las diversas provincias, que, salvo muy contadas excepciones, no resulta gracioso. 

El autor, además, incluye numerosas digresiones de naturaleza surrealista que te sacan una y otra vez de la historia. No es que todo haya de ser realista cien por cien; el surrealismo es una opción como otra cualquiera, siempre que sea coherente con el resto de la novela. Pero aquí parece más bien aleatorio en su forma de generar "Españas alternativas" en las que ocurren cosas casi porque sí.

El protagonista principal, el músico uruguayo, figura que sirve para ver con ojos extranjeros nuestro país, se va sorprendiendo de la idisioncrasia y características de las diversas ciudades por donde pasan y por las costumbres políticas y la relación entre poder y cultura, pero no está ni desarrollado ni posee ningún tipo de personalidad, así como tampoco el resto de personajes.

En su viaje conocen a ciertos artistas (reales) con los que interactúan, y de los que se cuentan anécdotas. Se entrevé que la obra tiene partes autobiográficas, extraídas seguramente de la experiencias de giras del autor, aunque estas no resultan muy interesantes.

Poco más se puede contar de la obra, que me ha parecido insulsa, simple y no muy bien escrita. En cuanto al "escándalo"...  El título y el uso de la bandera Estelada son meras provocaciones con propósitos comerciales, pues el libro no trata para nada del tema del independentismo catalán. Por lo demás, ¿qué sentido tiene llamar a un libro "España de mierda" y poner una especie de bandera catalana/española? Ninguno, salvo molestar (bueno, y vender libros).

En resumen, un libro que no pasará a la historia, que cuenta con unos pocos destellos de ingenio y con escaso valor literario. Lo mejor que se puede decir de él es que es breve...

Fragmento:

—Pues a mí la catedral me parece una mierda —dijo Tito.
  —Una puta mierda —añadió Julián.
  —Muy grande —constató Raúl.
  Tito, Julián y Raúl contemplaban la catedral de Santiago de Compostela.
  —A esos hijos de puta de curas siempre les ha gustado hacer las cosas a lo grande.
  Tito era cuarentón, mánager de profesión y estaba hasta los huevos de todo. Despreciaba Santiago por provinciana; como buen madrileño, pensaba que el barrio de Lavapiés era el centro del mundo y que Galicia simplemente era el sitio al que los madrileños iban de vacaciones.
  —Malditos curas, han hecho más daño a este país que los mismísimos Borbones —continuó Tito. Estaba de buen humor, como Julián.
  —A mí no me tienes que convencer, Tito, ya sabes lo que pienso: me cago en el rey y en la reina y en todos sus antepasados, que hicieron más daño a este país que la puta Iglesia que los ampara y los bendice. Me cago en Dios y en su gracia divina.
  Julián era gallego, líder de la banda punk Siniestro Total, y hacía tiempo que quería conocer a Raúl, un joven uruguayo de veintidós años que iba a dar en Santiago el primer concierto de una gira que le llevaría por toda España. A Julián le habían llegado voces que aseguraban que el chico cantaba como nadie; que su hilo de voz era capaz de quemar el techo de cualquier catedral. Y allí estaba Julián, como buen anfitrión, mostrándole a Raúl la ciudad.
  —A mí me parece muy grande —repitió Raúl.
  Julián, que era cantante punk pero también un tipo muy culto, se puso pedagógico e intentó explicarle la historia del edificio.
  —Aquí está el sepulcro del apóstol Santiago, que convirtió este templo en uno de los principales destinos de peregrinación de Europa durante la Edad Media. Era el Camino de Santiago, una ruta iniciática que seguía la estela de la Vía Láctea…
  Tito le interrumpió:
  —Pero ¿de verdad alguien cree que aquí está enterrado Santiago? Yo no me creo ni que existiera. ¡Un apóstol de Jesús! No me creo ni que existiera Jesús, mira qué te digo.

¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. El blog no se hace responsable de los spoilers que puedan aparecer en los comentarios, ya que Blogger no permite editarlos. Se ruega que se ponga un aviso si se van a mencionar. Gracias por tu opinión)

lunes, 28 de mayo de 2018

La química del odio, de Carme Chaparro

Editorial: Espasa, 2018
416 páginas
19,90€
Ebook: 12,99 €

Argumento:

La inspectora jefa Ana Arén se enfrenta a la investigación del asesinato de Mónica Spinoza, duquesa de Mediona, al tiempo que intenta recuperarse de lo sucedido varios meses antes y soportar a un comisario que trata de obstaculizar su trabajo.

Comentario:

«La química del odio» se inicia seis meses después de los hechos narrados en «No soy un monstruo» y, aunque pocas, hace las suficientes referencias a lo sucedido en la novela anterior, y su resolución, como para que sea recomendable leerlas en el orden que han sido publicadas.

Si se compara una obra con otra a nivel formal, da la impresión de que las reiteraciones de información han disminuido hasta un nivel apenas perceptible, aunque sigue «chirriando» la abundancia de puntos de vista, que no se limitan a la protagonista, Ana, o a los personajes conocidos (Neri, Joan), o nuevos, que tengan importancia dentro de la historia (PéBé, Paloma) sino que, además, incluyen a otros tan secundarios que apenas aparecen en una escena, lo que puede crear confusión y la percepción, errónea, de que quizá tengan relevancia en la narración.

Que además la autora incluya multitud de saltos temporales (en esta ocasión sí vienen a cuento los pasajes de la infancia de Ana), párrafos en cursiva y pensamientos, use la tercera persona y la primera, la redacción en pasado y presente, produce una sensación caótica, desconcertante,  al menos hasta que la mente se adapta al ritmo establecido, o crece el interés por lo que sucede en la novela.

En «La química del odio»  también se usa del recurso de advertir que está a punto de suceder algo importante, incluso dramático, que los personajes no pueden ni imaginar, con la finalidad de «enganchar», ese querer saber de qué se habla que impulsa a continuar con la lectura. Lamentablemente, se nota en exceso cual es la intención, y se utiliza demasiadas veces, muchas de ellas con torpeza y sin necesidad, puesto que la historia es lo suficiente atractiva para mantener el interés.

Algo similar ocurre con las maniobras de dilación: cuando un personaje está a punto de hacer una revelación que se sugiere de gran importancia, la autora cambia de tema, incluye parrafadas de naderías, acaba el capítulo y se centra en otras cosas, o lo empieza con el relato de algo que ya ha pasado para luego contarlo poco a poco. Si bien son recursos habituales en el género, cuando, como en este caso, se perciben tan forzados, abundantes y obvios, pueden llegar a provocar lo contrario a lo que se pretende.

En cuanto a los personajes, los que ya aparecían en «No soy un monstruo» (Ana, Inés, Neri, Ruipérez, Charo, Joan, Laura…) tienen sus personalidades ya establecidas. Entre los nuevos destacan, por sus características poco convencionales, el juez Juan Pérez Benítez (PéBé) y la forense, Paloma Marco. La víctima, Mónica Espinoza, duquesa de Mediona, se diría una mezcla de detalles de distintas personas reales, aun sin llegar a profundizar en ella. 

Además, se menciona, quizá a modo de homenaje, y sin dar sus verdaderos nombres, a  compañeras de la autora, como Toñí Moreno, presentadora de Viva la vida, en la novela de Viva la tarde del domingo («En el escenario, una presentadora en zapatillas deportivas despedía a un grupo musical que Ana no supo reconocer.»), o Ana Rosa Quintana, de El programa de Ana Rosa («—Un búnker con sofá —matizó Nori—. Pero el sofá no estaba. Me lo regaló hace un par de semanas Rosana, la presentadora del magazine de las mañanas. No le gustaba el que tenía en su camerino y se ha comprado otro.»)

La novela tiene bastantes similitudes con la anterior, tanto en su estructura como en su desarrollo, incluyendo un test para reconocer ciertas reacciones, al estilo del programa NeuroQWERTY, o en la conclusión. Igualmente se hace crítica de diversos temas, ya abordados en la otra, con el odio como tema principal, lo que «justifica», por ejemplo, la exagerada inquina del comisario Ruipérez hacia Ana Arén.

La complejidad y cantidad de subtramas, posibilidades, personajes y situaciones, que podrían dar lugar a confusión o desorden, se resuelven con habilidad, justificando la inclusión de algunos pasajes, en apariencia sobrantes, durante la explicación final de lo sucedido.

En resumen, «La química del odio», pese a sus «defectos» formales, algunas descripciones en exceso truculentas y semejanzas con «No soy un monstruo» (y otras obras del género) es una segunda novela muy digna, entretenida, bien desarrollada, apenas «tramposa», con capacidad para enganchar, giros argumentales, y una resolución satisfactoria.


***T***


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lunes, 21 de mayo de 2018

Las dos muertes de Mozart, de Joseph Gelinek

Editorial: Plaza & Janés, 2018
380 páginas
19,90 €
Ebook: 8,99 €

Argumento:

Alternando entre la Italia de la  actualidad y la Viena del siglo XVIII, se relata la vida, y muerte, de Mozart, con especial hincapié en la relación con su familia y con Antonio Salieri.

Comentario:

«Las dos muertes de Mozart» comienza de forma «clásica», despertando interés por la historia: en el primer capítulo se descubre el cadáver de una persona que ha sido asesinada. Desafortunadamente, no hay ningún tipo de investigación ni se hace referencia a lo sucedido hasta el último capítulo, en el que desvela la identidad de la víctima y quién, y por qué, ha acabado con su vida, algo fácil de adivinar si se tienen en cuenta las circunstancias y la escasa cantidad de personajes y posibilidades que se dan.

El resto de la obra se reparte entre dos tramas. La primera, y más breve, el relato en primera persona de Laura que, en el presente, habla de su trabajo como asistente personal para una descendiente de Salieri, y la posibilidad de que se filme una nueva versión de «Amadeus», de Miloš Forman. La segunda cuenta el «enfrentamiento» entre Wolfgang Amadeus Mozart y Antonio Salieri dando una versión diferente a la que se ve en la película de 1984.

A quien le interese la novela de misterio le puede resultar frustrante comprobar que, tras un inicio prometedor, con personajes interesantes, entre los que destaca la devoción que siente Teresa, presidenta de la fundación, por su «tataratarabuelo» Antonio Salieri, junto a la obsesión por reivindicar su nombre y verdadera historia, la posible trama de misterio pronto queda olvidada, al servicio de lo que parece ser la única intención de la novela: contar la vida de Mozart y su familia, centrada en el progenitor de éste, Leopold, erigido en villano.

A este mismo fin se dedican las páginas que cuentan el problema de Luca, sobrino de Teresa, en el colegio, o las conversaciones que mantienen Laura y Teresa con Fred Zoccoli, director del remake, y Bolek Kaminsky, su director de fotografía. Esto origina que, en varias ocasiones, los capítulos (mayoritarios) ambientados en el siglo XVIII parezcan repetir, de forma ampliada, lo que tanto la presidenta de la fundación como su asistente han contado con anterioridad.

En cuanto a los personajes, Salieri, la familia Mozart y el resto de los que aparecen en la trama del pasado, parecen menos desarrollados que los de la actualidad, meros instrumentos para hacer avanzar el relato, lo que puede ocasionar que no interese tanto lo que les sucede.

La narración es también diferente según la época en la que se desarrolle, siendo más trabajada la actual, mientras que en la otra se observa un uso del lenguaje que parece demasiado moderno para el momento en el que ocurre, algo que tal vez saque de situación, destacando cuándo ha sido escrita.

En resumen, «Las dos muertes de Mozart» no es una novela de misterio, sino que se centra en dar otra versión (quién sabe hasta qué punto novedosa o creíble) de la relación del músico tanto con su familia como con Salieri, algo que interesará (o no) a quienes guste la novela biográfica. Redactada de forma correcta, a ratos puede resultar monótona, hacerse demasiado larga y hasta poco entretenida y, quizá, decepcionará a quienes esperen una intriga similar a las novelas anteriores del autor.


***T***

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lunes, 7 de mayo de 2018

Riquete el del Copete, de Amélie Nothomb

Riquete el del Copete
Riquet à la houppe
Amélie Nothomb
Traductor: Sergi Pàmies
Editorial Anagrama
128 páginas

 
Argumento:

Déodat es un niño muy feo y listo, y Trémière, al contrario, una niña guapísima, pero tonta. Nueva versión del cuento de Perrault "Riquete el del Copete".

Comentario:

Enésima novela de Amélie Nothomb, que vuelve a explorar algunos de sus temas fetiche. La obra, perteneciente al grupo de novelas de carácter no autobiográfico de la belga, está inspirada en un cuento clásico, como alguna otra suya (Barbazul), el cual traslada a la época actual.

Poco se pude decir de esta obra de Nothomb que no se haya dicho ya, pues muestra muchas de las características típicas de la escritura de la autora, ya varias veces reseñada en este blog.

No es la peor novela de su producción reciente; se lee con fluidez y sin tedio. La prosa es concisa, elegante y está cuajada de destellos de ironía y humor, aunque echo de menos la mordacidad e ingenio de sus libros de antaño. Está todo como muy diluido. Puede que ahora la narrativa esté pulida, la historia bien organizada (salvo el final, que me parece precipitado y como si faltara algo), el relato avanza con oficio (quizás demasiado mecánico, demasiado "hecho con plantilla Nothomb"), hay referencias culturales interesantes, que dignifican el texto y lo elevan por encima de la vulgaridad que frecuentemente encontramos en las novelas contemporáneas, pero el conjunto me ha resultado algo soso, falto de ese toque especial que hace que recordemos una historia.

Por lo demás, y como decía antes, vuelven a estar presentes algunos de los temas clásicos de Nothomb, como es la belleza (y la fealdad, por ende). Los dos personajes principales (de nombres extraños y simbólicos, como es típico en la autora) contrastan por sus físicos y características intelectuales. Quizás este constraste sea demasiado obvio, mecánico, y en cierto modo, tópico, pues está ya muy visto eso del feo inteligente (y ligón) y la guapa tonta. Ya ni hablo de que sea incluso hasta machista, para no herir susceptibilidades (y porque creo que no ha sido intencionado por parte de la escritora).

Al ser un libro corto, me da la sensación de que faltan detalles, en especial en el final, que es demasiado brusco y previsible. ¿Quién no imagina... eso? Tampoco logro aprehender el mensaje, aparte de lo que se deduce sobre los diferentes conceptos de fealdad y belleza y de los tópicos asociados a ellos.

En resumen, un libro cortito, elegante, bien escrito, con un final dudoso, pero que no aporta gran cosa a la bibliografía de Nothomb. Quienes hayan leído muchas obras de la autora sentirán dèja vu; a quienes la lean por primera vez, quizás sorprenda.

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