lunes, 25 de marzo de 2019

Lo que callan los muertos, de Ana Lena Rivera

Lo que callan los muertos
Ana Lena Rivera
Maeva
312 páginas

Argumento:

Una funcionaria experta en fraudes a la Seguridad Social se ve envuelta en un caso de supuesto suicidio: la vecina de su  madre se tira por la ventana, pero nadie cree que haya sido por su voluntad. Al mismo tiempo, la funcionaria investiga el caso de un hombre de más de cien años que sigue cobrando pensión y del que sospecha que sea un engaño de sus familiares.

Comentario:

No tengo la ocasión de leer muchas novelas ambientadas en una ciudad que conozco personalmente, en este caso Oviedo. La acción de la que nos ocupa transcurre casi en su totalidad en las calles de esta villa, en especial en el centro histórico, donde están  situados la Catedral y otros edificios antiguos.

He de reconocer que el primer capítulo no me gustó mucho, en especial la forma de introducir a la protagonista y su relación con la madre. Luego mejora un poco o quizás al entrar en la historia ya no se notan los pequeños fallos, siempre presentes en una opera prima (y también en las que no lo son, pero bueno, esta es una opera prima y se le perdona). 

Hablando sobre los "fallos", lo primero que se nota es que la autora no controla aún la información que puede dar y la que no en una novela. Me refiero a que adorna demasiado con detalles costumbristas una trama de investigación o intriga muy, muy sencilla. Ojo, puede haber gente a quien le encante que la prota se vaya por las ramas y nos cuente todas las vicisitudes de sus relaciones familiares y amistosas, pero es que estas tapan casi por completo la trama digamos de misterio. Ya ni hablo de la prolijidad, en este caso sí que exagerada, en la descripción de salidas para cenar, comer, tomar tapas, descripción de comidas típicas y no típicas y toda una suerte de despliegue gastronómico con la inclusión de decenas de nombres de locales de ocio y restauración, que hace que, en algunos tramos, la novela parezca una guía turística. Entiendo que esté enamorada de su ciudad, pero a mi modo de ver se ha pasado en este aspecto. 

Sobre el género de la novela, y dado lo anterior, pues resulta difícil de definir. Lo más cercano sería el "domestic noir", mucho más "domestic" que "noir" desde luego, pues el costumbrismo y las relaciones familiares ocupan muchísimo. En cuando a la investigación, a tramos resulta en exceso fácil, con casualidades que ayudan a la prota (como que los dos casos confluyan, la profesión del marido de una antigua compañera de clase que aparece de pronto...) y algún detalle dudoso. No quisiera darle un disgusto a la autora pero desde que se mencionan ciertas circunstancias de la familia sobre la que recae la investigación ya me olí de qué iba el secreto. De todas formas, yo es que soy muy malpensada. Probablemente el noventa por ciento de la gente ni lo intuye.

Otra cosa que no me ha gustado es un cierto tufillo clasista que asoma en algunos comentarios de la protagonista (que narra en primera persona), pero bueno, tiene que haber de todo.

A pesar de lo que he dicho, creo que la autora tiene potencial. Si hace segunda parte seguro que mejora en los aspectos más flojos y logra una trama más sólida y estructurada y mantiene los intimistas con mayor mesura y dosificación. Se le nota el entusiasmo de los que empiezan. Pese a los "errores" es una lectura agradable, aunque a veces agobie tanta digresión.

¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. El blog no se hace responsable de los spoilers que puedan aparecer en los comentarios, ya que Blogger no permite editarlos. Se ruega que se ponga un aviso si se van a mencionar. Gracias por tu opinión)

lunes, 18 de marzo de 2019

Sakura, de Matilde Asensi

Sakura
Matilde Asensi
La Esfera de los Libros
416 páginas

Argumento:

Un japonés excéntrico contrata a un grupo heterogéneo de personas relacionadas con el arte (y una enfermera) para que encuentren un cuadro perdido del pintor Van Gogh. 

Comentario:

Solo con leer el argumento ya nos percatamos de que tenemos delante el enésimo libro de M. Asensi basado en el Catón (El Último Catón, su obra más exitosa). Si fuera solo la historia (más o menos adaptada a otros contextos), todavía podría pasar, pero es que es incluso la misma estructura. 

Qué tenemos: 
  • una persona que encarga un trabajo a un grupo después de soltar una explicación para poner en antecedentes sobre el tema del que va a tratar el libro, en este caso, sobre la vida y obra de Van Gogh y la cultura japonesa (y la relación entre el movimiento impresionista y esta cultura). 
  • Un grupo de personas que no saben para qué están ahí (y aun así se presentan a la cita), ni se conocen entre ellos, y dotadas cada una de ellas de una cualidad o don particular relacionado con la misión (solo más tarde en el libro el protagonista se pregunta para qué demonios va una enfermera... que, como es obvio, tendrá ocasión de utilizar sus conocimientos).
  • Una serie de pruebas a modo de escape room, donde los protagonistas deben encontrar la forma de resolver puzles para salir e ir al a siguiente brete. Estas pruebas están relacionadas con cuadros de Van Gogh o circunstancias de su vida.
  • Un desarrollo lineal sin giros ni revelaciones, salvo al final.
  • Un desenlace donde se explica a qué ha venido todo lo demás.


En resumen, lo mismo de siempre.

Sin embargo, también se aprecian algunos cambios sobre el esquema típico que revelan una cierta evolución. 

En esta novela, más breve de lo habitual, la autora logra introducir la documentación o información (sobre Van Gogh y la cultura japonesa) de una forma mucho más natural que en otras ocasiones. El texto está más ajustado, de modo que no nos encontramos con una mega introducción de 160 páginas como pasaba en "El regreso del Catón", que hacía la obra tediosa y lenta. Aquí se va  al grano, y eso se nota en el número de páginas y la agilidad de lectura. 

Es obvio que se sacrifica también en el desarrollo de los personajes. No es que en otras novelas suyas esto fuera un punto fuerte, pero en esta está minimizado de una manera muy llamativa. Puede decirse que al estar narrado en primera persona, conocemos un poco las circunstancias del protagonista principal; pero el resto de los personajes son meros nombres que están ahí para diversas funciones no muy definidas, de los que llegamos a saber poco (de su psicología o forma de ser), apenas unas pinceladas. Teniendo en cuenta el género de la novela pues tampoco molesta que haya personajes unidimensionales. Es algo típico en las aventuras. Hay cosas que se nota que están para amenizar un poco el desarrollo tan plano y lineal, como el instant-love previsible y facilón que se plantea, y que tampoco es que aporte mucho, pero bueno, ahí está el cliché. La voz narradora es mas sosa pero también menos irritante. Para mí eso es mejoría, la verdad, y bastante, respecto a Ottavia en la anterior...

Si comparamos con la producción anterior se percibe mucha más edición, en el sentido de recorte, más esquematismo, menos humor infantil (esto se agradece muchísimo) y más tratar de cumplir el expediente de forma rápida y efectiva, lográndose un producto menos pesado pero más olvidable. También menos imaginativo, cosa que deducimos del diseño de las pruebas, muy similares unas a otras, siempre con la intervención de un subterráneo donde no hay cobertura... 

Punto aparte el desenlace, que me parece lo peor de todo. No solo porque desde el inicio se intuye una de las "revelaciones" (solo hay que leer con atención la descripción de uno de los miembros del equipo), sino porque incluso no habiéndolo intuido resulta algo flojo y pobre. Nada de salvar el mundo, ni de descubrimientos asombrosos que pueden cambiar la concepción de la historia o tirar por tierra dogmas religiosos... No, es una cosa un poco prosaica y algo happy end cuento de hadas que supongo también tendrá su público. A mí, en particular, solo se me ha quedado un detalle de todo el libro: Van Gogh era una mala persona de muy mal carácter, pero un genio de todas formas. 

También es verdad que no todo va a ir de salvar el mundo. Quizás la autora haya optado por algo más sencillo para salirse del encasillamiento. A mí me parece positivo (aunque hubiera preferido una revelación algo más fuerte y menos previsible). Después de todo, el mensaje o subtexto del libro está relacionado con el arte, con la posibilidad de que las cosas no sean como nos han contado de ciertas encumbradas personas, de que el genio no esté vinculado con otras cualidades positivas, de la naturaleza del arte, de la originalidad y las copias, el límite de lo que es inspiración y lo que es plagio, etc...

En resumen, una novela para fans muy acérrimos de la autora que no se decepcionen cuando les ofrecen el mismo plato con los mismos ingredientes solo que menos sazonados y aptos para alérgicos al gluten.

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martes, 12 de marzo de 2019

Érase una vez la taberna Swan, de Diane Setterfield

T.O.: Once Upon a River, 2019
Editorial: Lumen, 2019
Traducción: Ana Mata Buil
608 páginas
21.90 €
Ebook: 9.99 €

Argumento:

Un hombre entra en la taberna Swan con una niña de cuatro años en sus brazos. Varias familias la reclaman como suya.

Comentario:

Érase una vez la taberna Swan” es, a primera vista, una de esas novelas en las que parece suceder muy poco, sin grandes giros argumentales, al menos durante la mayor parte de la lectura. Es solo al final cuando se percibe que la historia está bien planificada y que la autora sabía desde el comienzo lo que quería contar y cómo hacerlo.

Excesiva en varios aspectos, desde la cantidad de páginas, dedicadas en su mayoría a ambientar el lugar y la época y a contar las vidas y emociones de los personajes, hasta la cantidad de protagonistas con puntos de vista, que convierten la historia en coral.

La novela puede hacerse larga en muchos momentos, con esa sensación de que no pasa nada, aunque en realidad si esté ocurriendo, con una lentitud que hace casi imperceptible el avance, sobre todo al principio, durante la presentación de los personajes y sus circunstancias, tan bien caracterizados que en todo momento se distingue quién es quién y su papel en la historia, incluso los más secundarios.

En la obra hay multitud de personajes de distinta relevancia, siendo bastantes los principales, entre los que se incluye la propia taberna Swan y el río Támesis, y la autora dedica buen número de páginas a contar, además de cómo son y por qué, la influencia del pasado sobre el presente, los errores que se cometen, la bondad y la maldad, los equívocos. Destacarían tanto Helena y Anthony Vaughan como Robert y Bessie Armstrong, su numerosa familia y hasta sus animales, y Rita Sunday y Henry Daunt.

Poco a poco se van intuyendo relaciones y subtramas: la importancia de las relaciones entre madres (y padres) y sus hijos, la posibilidad de lo sobrenatural (como un cuento de hadas a veces inquietante), misterios, crímenes, romances… Siendo la aparición de una misteriosa niña, cuya identidad es dudosa, la que desencadena todo tipo de emociones y reacciones, como la de Rita Sunday, la comadrona reticente a casarse y ser madre por miedo a fallecer en el parto, o la lucha de dos familias, Vaughan y Armstrong, por reclamar a la niña como suya.

En resumen, “Érase una vez la taberna Swan” es una novela bien redactada y estructurada, con personajes complejos e interesantes, un desarrollo pausado que, en ocasiones, se puede hacer lento y exasperante, y las dosis adecuadas de misterio, romance y aventura para mantener el interés hasta el final.


Otras novelas de Diane Setterfield reseñadas en este blog:

- El cuento número trece
- El hombre que perseguía al tiempo


***T***


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miércoles, 6 de marzo de 2019

El aliado, de Iván Repila

El aliado
Iván Repila
Seix Barral - Biblioteca Breve
256 páginas


Argumento:

Un hombre conoce a una joven defensora de los derechos de la mujer de la que se enamora. Su intención es convertirse en aliado de la causa feminista. Con ese fin, organiza una guerrilla para boicotear actos feministas, todo muy lógico.

Comentario:

Lo mejor que se puede decir de esta novela es que al menos ha tratado de ser original y utilizar el lenguaje y los recursos literarios al servicio de una idea (difusa, pero idea a fin de cuentas). Lo peor, que no me ha quedado claro cuál es la idea o mensaje del libro...

La historia, narrada por el protagonista en primera persona (salvo algunos fragmentos narrados por otras personas), lo cual nos permite conocer sus reflexiones y opiniones, arranca en el contexto de cierto realismo, pero pronto este se muta en surrealismo y en un tono final de Ciencia Ficción. 

Son muy atinados los comentarios del personaje principal sobre ciertas opiniones comunes y aceptadas sobre hombres, mujeres y la llamada lucha de sexos. Pone en entredicho y a la vista una gran cantidad de clichés de conversaciones de bar o familiares sobre cómo es cada uno de los géneros. Lo cierto es que no le falta un cliché sin anotar, en un aparente ejercicio de crítica severa sobre los prejuicios e ideas de "cuñado" (Cuñado = aquel que repite ideas fijas o dogmas que son verdad porque él lo dice, o lo oyó en la tele, o a un amigos, o "porque todo el mundo sabe que algo es así"). Lo malo es que esta parte parece más un ensayo encubierto (después de una ardua búsqueda en internet) que una novela. Cuando describe las ideas de su novia feminista no me queda muy claro si está criticando esa actitud (sé que esto que hago no es feminista, pero la sociedad patriarcal me lo ha inculcado y no puedo librarme de ello) o sí transcribe el dogma de cierto feminismo "victimista".

Cuando el personaje decide pasar a la acción, en favor, supuestamente, del feminismo, atacándolo mediante una guerrilla de arquetipos machistas de manual, la novela entra en un terreno proceloso y ambiguo. De mano, se rompe con el aparente realismo anterior, con situaciones poco creíbles que supongo tendrán una intención metafórica. De todo lo que piensa el protagonista me quedo con su reconocimiento de que, como hombre, piensa que sabe más que las mujeres sobre su lucha y sobre lo que les conviene... ¡Al menos se ha dado cuenta de eso! Pero la historia va degenerando hacia el panfleto y hacia lo absurdo en su parte de "acción". Su visión del "feminismo" con comandos de mujeres o policías especiales a mí me ha parecido totalitaria (es decir, no sé si quiere decir que es lo bueno o si critica que el feminismo pueda derivar hacia eso).

Se dice que es una novela humorística, pero a mí no me lo ha parecido. Tampoco me ha convencido su visión del "feminismo" tan dogmática y tan sacada de libros (incluso nos indica al final sus referentes bibliográficos para la escritura de la obra).

En resumen, panfleto. Salvo un poco el estilo y la intención de hacer algo con contenido, pero no me han gustado ni el enfoque ni la historia, ni mucho menos los sermones. Incluso ha habido partes que me han irritado de tan obvias que resultan en su intencionalidad política o ideológica o comoquiera denominarse. La literatura de verdad es mucho más sutil. Eso sí, al menos se agradece que un autor hombre se cuestione o analice su posición en el tema, aunque las conclusiones sean ambiguas.


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viernes, 1 de marzo de 2019

Manual de Resistencia, de Pedro Sánchez

Manual de Resistencia
Pedro Sánchez
Ediciones Península
320 páginas


Argumento:

Pedro Sánchez, presidente del gobierno en España en 2019, nos cuenta cómo llegó a serlo.

Comentario:

Este es el tipo de libro que todo el mundo debería leer para desengañarse definitivamente de la política y de los políticos. A mí por ejemplo, me ha matado las escasísismas intenciones que, en algún momento de locura, hubiera podido tener de votar por Pedro Sánchez. 

La obra está narrada en primera persona, pese a que, como todo el mundo sabe, y el propio Pedro Sánchez lo indica en el prólogo, ha sido escrita por otra persona, Irene Lozano (Secretaria de Estado de la España Global, toma ya, ¿a qué se dedicarán en esta secretaría??), su "negra" o escritora fantasma, quien (palabras del coautor), ha dado forma literaria a horas de charlas con él o grabaciones. Sobre este punto, y viendo el resultado, cabe considerar, como primer error del libro la pésima elección de "negra". Estoy segura de que hay en el mercado profesionales que lo habrían hecho mejor, o al menos no lo habrían hecho quedar como una persona de acusadas vanidad y egolatría. Incluso el título, Manual de Resistencia, es una alusión egocéntrica al coautor masculino y a su capacidad de quedar por encima en las intrigas palaciegas.

En cuanto a la redacción, es bastante pobre en algunos tramos. Abundan las frases dudosamente construidas, llenas de redundancias, obviedades, imprecisiones... Tanto eso como las continuas reiteraciones crean una prosa muy ardua de transitar, incluso para lectores acostumbrados a la lectura. ¡No digamos ya para la mayor parte de la gente! A mí, personalmente, me ha costado muchísimo leer esto. Mi ojo a veces se salía del texto y se distraía, pues no solo este deja bastante que desear en cuanto a la sintaxis de las frases sino también en cuanto al  estilo. Lo más grave es que en la mayor parte de las historias que cuenta falta la necesaria contextualización. Se da todo "por supuesto". Como son cosas de actualidad, suponen que estamos al tanto de sus aventuras. Hay párrafos que no se entienden porque falta eso, una mínima explicación, una recapitulación o situación del contexto, de la política española, de la historia.

Pero incluso la redacción básica, el estilo pobre y la nula maestría para crear un texto ameno se le podrían perdonar a la "obra" si contara algo interesante  (obviamente, no todo el mundo está dotado por la naturaleza con la gracia del talento literario). El caso es que tampoco en este aspecto cumple con lo esperado...  

La acción se inicia en los momentos previos a la pérdida de Pedro Sánchez de la secretaría general de su partido. Pero que nadie espere revelaciones interesantes, ni de esto ni de la trastienda de las últimas elecciones en España. Prácticamente todo lo que cuenta el libro es material conocido. 

Los autores se limitan a contarnos batallitas, es decir, meras narraciones de acciones, en las que no cabe el menor análisis (no al menos uno profundo). Que si me reuní con fulanito, que si hablé con menganito, que si luego me fui a tomar una pizza, y luego Begoña (la esposa de Pedro) le dijo esto o le dijo lo otro... Todo así. Pero, ¿se habla algo de un proyecto filosófico o político sólido? No. ¿Se habla de ideas a lo grande? No, ¿para qué? Lo que deja entrever el libro, y esta es la mayor enseñanza que he sacado de él, es que el sistema de partidos está viciado. Lo único que les importa es ganar elecciones, los votos, las encuestas... De vez en cuando nos mete alguna anécdota sobre la gente que se acerca al candidato para pedirle que haga algo por ella. Naturalmente, los autores revelan los desvelos del político por esa persona concreta, para que veamos cómo trabaja el partido por el pueblo.

Los "análisis" o comentarios sobre otros partidos o líderes son del estilo de: pues antes con Albert Rivera me entendía mejor, pero ahora se ha derechizado. Creo que un país serio necesita políticos con algo más de calado intelectual, con más fondo, más ideas y más imaginación (no todo es derechas e izquierdas). Es aterrador leer este libro y pensar que lo ha escrito la persona supuestamente más poderosa de España. Si este es el nivel por arriba, ¿cómo será por abajo?

Lo más irritante es que la mayor parte de la gente se ha burlado del libro por algún gazapo insignificante o por la anécdota del colchón que se cita nada más iniciarse la obra (P. Sanchéz dice haber cambiado el colchón de La Moncloa para no dormir en el mismo que Rajoy). Todos riéndose del colchón... y nadie menciona la inanidad y vacío intelectual que revela este conjunto de letras encuadernadas. Lo peor que podría haber hecho Pedro Sánchez es publicar esta obra, cuya intención se nos escapa. No cuenta nada nuevo ni interesante, no propone un modelo ideológico o un proyecto, no debate en extenso sobre la política española, ni sobre los problemas contemporáneos... Básicamente habla de sí mismo, y de lo mucho que luchó en su "juego de tronos" particular.

Quizás podría salvarse la parte final, cuando por fin, llegamos a los tensos momentos vividos con las últimas elecciones y las dudas sobre la formación de gobierno, y sobre todo, a la crisis de Cataluña (el intento de referéndum independentista y la fallida declaración de independencia de dicho territorio). Ahí, por fin, el relato toma consistencia y forma más o menos narrativa. El autor deja entrever su españolidad sin fisuras, tal vez para acallar las críticas que lo acusan de "querer romper España", con la insistencia de su apoyo a Rajoy en la aplicación del artículo 155 de la Constitución a Cataluña (mediante el cual el gobierno central se hizo con el poder en la comunidad autónoma). Pedro Sánchez declara ser el primer candidato del Psoe en usar una bandera española para una campaña electoral, lo cual no es que nos hable bien de él, sino más bien nos habla bastante mal del Psoe anterior a él...

En resumen, una obra de discreto valor literario y bajo interés político, salvo el supuesto morbo de ver cómo se defiende con las letras el presidente de España, con poca información reveladora y mucho auto bombo. Pedro, que se sabe guapo, nos dice que eso no significa que también sea frívolo. Ha venido para quedarse, créanlo. Su resistencia es más fiera que la de los antiguos numantinos. Hay Pedro para rato.

Fragmentos:


LA PROGRESIÓN HACIA EL PODER DE PEDRO S.

Fueron unas jornadas de pura política española: un debate intenso que provoca frustración en el PP y Cs, pero que al mismo tiempo genera una enorme ilusión en una mayoría parlamentaria y social que quería pasar página de la etapa Rajoy.

Pensé que necesitábamos luz y transparencia en aquella casa nuestra del socialismo. Necesitábamos deshacernos de aquellos cortinajes grises, pesados y opacos, llenar de plantas toda la casa, que entrara la luz y el aire fresco. Necesitábamos respirar más oxígeno.

La historia de esos tres años, mi historia, es, en realidad, la del triunfo de la democracia dentro del PSOE.

Se ha escrito mucho sobre aquellas primarias. Entonces empezó todo, pero lo cierto es que nada ocurrió según estaba previsto, ni por mí ni por nadie. Y al mismo tiempo, casi podría decirse que todo lo que ocurrió era previsible, pues cuando los mecanismos democráticos se desencadenan —sea en una organización o en un país—, cobran vida propia y siguen su curso al margen de las decisiones de nadie, ni siquiera de quienes los desencadenaron.

En aquellas elecciones de 2011 sacamos solo diez diputados por Madrid. Mi nombre ocupaba el puesto undécimo de la lista, así que me quedé fuera. Ya me había ocurrido en 2008. Es una incertidumbre difícil de manejar, pero ya tenía experiencia: consiste en encontrar un trabajo con la suficiente flexibilidad como para poder dejarlo si un buen día corre la lista y eres llamado a ocupar el escaño.

Una de las primeras cosas que necesitaba era darme a conocer, por dos razones. La primera es que había llegado a secretario general siendo escasamente conocido y el PSOE necesitaba que su líder fuera un rostro familiar para el cien por cien de la sociedad.

Aquella fue la época de «Pedro el guapo», cuyo mensaje implícito decía: como es guapo, es frívolo.

También por aquellos meses fui a El Hormiguero y —más sonado aún— hice Planeta Calleja, en el que Jesús Calleja me planteó dos retos realmente innovadores para un político: primero, descender de un aerogenerador de 70 metros; después, escalar el peñón de Ifach. Me lo pasé muy bien, y de hecho, de aquella época conservo una buena amistad con Jesús Calleja.

Por un lado, había un componente elitista e incluso clasista, según el cual ciertos programas, y ahora estoy pensando en Sálvame, tienen un público de mujeres mayores e incultas.

Los socialistas con carné son imprescindibles, sin ellos el partido sencillamente no funcionaría y, de existir, tendría enormes dificultades; pero los socialistas sin carné son muchos más, millones de españoles de todas las profesiones y niveles socioeconómicos que se identifican con nuestro proyecto y desean que ganemos porque creen que es lo mejor para el país.

Hay muchos candidatos que dicen estar por encima de las fronteras de la izquierda y la derecha porque buscan encarnar algo nuevo, fuera del sistema, e inclasificable de acuerdo a los viejos patrones. Todos ellos, al final, cuando llegan al poder acaban poniendo en marcha políticas conservadoras.

Puede sonar presuntuoso, pero me doy cuenta de que me crezco en las situaciones difíciles.

Suele decirse que en los momentos difíciles es cuando se conoce verdaderamente a las personas. En aquellos días intensos, don Felipe y yo tuvimos la oportunidad de conocernos de verdad, en lo más personal, en una situación que ninguno de los dos buscábamos ni esperábamos, y en la que nos colocó la irresponsabilidad de otros. Enseguida nos reconocimos mutuamente como las personas que íbamos a sacar al país del riesgo de bloqueo. Conectamos de forma especial, confiamos el uno en el otro y se estableció una relación muy franca. Hablábamos por teléfono de manera regular. Una corriente de confianza

La prueba de la relación estrecha que tejimos aquellas semanas me la dio unos meses después, cuando dimití como secretario general. Me llamó para darme ánimos. Es un gesto que lo humaniza como persona y que revela esa complicidad especial que tejimos aquellos días de enero y febrero de 2016.

Mis padres y Begoña asistieron desde la tribuna. Sé que estaban muy orgullosos. Por supuesto, sabían que no iba a salir elegido, pero estaban convencidos de que había hecho lo correcto, y por eso se sentían orgullosos.

Quienes defendían la abstención debían hacerlo abiertamente y llevar a la organización a esa abstención si creían que era la decisión correcta.
Viví todo aquello con mucha tristeza, por el daño que le hizo al partido y porque pensaba que una parte de los dirigentes socialistas no estaban entendiendo los cambios que se habían producido en el país. Había una resistencia en ellos a entender que el sistema político había dado un vuelco, y la presión sobre mí era enorme, en los medios y en el partido. En cambio, lo que me encontraba por la calle, la frase que más me repetía la gente era: «Aguanta, Pedro, aguanta».

Un día un taxista me coge, yo llevaba las gafas de sol puestas; él aparentaba unos cuarenta años. Me doy cuenta de que me mira por el retrovisor, curioso, hasta que me dice: «¿Es usted quien es?». Le contesto: «Soy quien soy». «En los medios de comunicación parece usted Atila —me espetó—, pero no haga caso. Siga, siga usted como ahora, que va bien, que estamos todos muy contentos, aguante usted.»
Me impactaron sus palabras. En aquellos días me llamaba mucha gente, venían diputados del «no» a mi despacho, porque se encontraban en una posición dificilísima, y querían mi consejo. Yo tenía un dolor de cabeza perpetuo, desde que me levantaba hasta que me acostaba.

Después me fui directo al garaje del Congreso, donde tenía el coche aparcado. Me embargaba la emoción y más aún cuando vi allí, en los sótanos, a mi equipo más cercano, la gente que ha trabajado conmigo con absoluta lealtad: Juanma, Maritcha, Patricia…, que había bajado para despedirse. Fue emocionante pero lo más sorprendente fue la reacción de las señoras de la limpieza del Congreso, que también empezaron a aparecer allí en el garaje. Me impresionó mucho su gesto. Ellas, como todo el personal administrativo y de servicios del Congreso, mantienen una exquisita neutralidad, pero aquel día todo se desbordó. Se acercaban a mí, me daban dos besos, me pedían que volviera.

Casi siempre los medios de comunicación abordan las luchas internas de los partidos como meras luchas por el poder. Está claro que tienen ese componente, y deberíamos tomarlo con naturalidad puesto que uno de los aspectos de la política es esa batalla, interna o externa, por alcanzar el poder. No deberíamos escandalizarnos: uno puede tener unos ideales maravillosos, pero si no tiene el poder no podrá transformarlos en realidad. Para desarrollar las políticas en las que uno cree, debe ganar

Del acto tan emotivo en Xirivella, Renato, un extraordinario pintor, hizo un cuadro precioso, en el que las cabezas de una multitud de personas, arracimadas en torno a mí, casi fundidas entre ellas, se asemejan a rosas rojas. Entonces no teníamos ni idea, pero aquel cuadro, serigrafiado y reproducido cientos de veces, nos serviría durante la campaña de primarias para recaudar fondos.

Lo más significativo fueron los silencios. Personas que te habían apoyado y de repente dejan de hacerlo, pero no te dicen nada, simplemente dejan de mandarte mensajes o llamarte. Algunos silencios resultaron más elocuentes para mí que muchos discursos.

Me encontraba mucha gente de distintas generaciones, una madre cuyo hijo se había ido a Podemos y ahora se acercaba a contarme que volvía al PSOE, porque estábamos nosotros ahí luchando en las primarias.

Recuerdo especialmente uno en Mérida en el que acabé empapado. Les había dicho a los de la plataforma que se movilizó allí que la previsión del tiempo daba lluvia. Ellos insistieron en que no, y que no me preocupara. Al final, cayó una tromba de agua y el técnico de sonido me dijo: «Pedro, no podemos hacer el acto». Había riesgo de que me electrocutara con el micrófono, así que solo me dio tiempo a hacer un discurso rápido, de diez minutos.

Todos los socialistas están en Facebook. Yo me encontraba a gente en los actos que se me acercaba y me decía: «Nos conocemos, Pedro, soy Fulanita, de Facebook».

El votante y el militante del Partido Socialista no están tan lejanos; de hecho, conviven en las familias, los grupos de amigos, incluso en el café de media mañana en el bar.

El día que me entrevistó Jordi Évole en Salvados, solo le pedí una cosa: que me permitiera mencionar en un momento de la entrevista que tengo una página web en la que se pueden inscribir quienes quieran ayudarme.

Lograr una base de datos de 30.000 personas en apenas unas horas te da indicios bastante ciertos del movimiento que hay detrás.

Cuando faltaban cinco días para que acabara el plazo, ya habíamos recogido 40.000, pero aún en esas últimas jornadas nos llegaron otros 17.000. El día de la entrega era el 4 de mayo. Las dos noches anteriores, Koldo, un miembro de la candidatura, se quedó a dormir en la oficina para custodiarlos.

LOS MEDIOS LE ATACAN CON FAKE NEWS COMO A TRUMP

La periodística es una élite temerosa del cambio, que defiende un statu quo que ya no existe. La realidad le es ajena, y esto es dramático cuando hablamos del periodismo, que debe estar en contacto directo y cercano con la realidad existente, porque es la materia prima con la que hacen su trabajo. Ellos, sin embargo, han decidido ignorarla.

COSAS PERSONALES Y ENTRAÑABLES QUE NOS HUMANIZAN COMO PERSONAS (SIC)

Soy un gran amante de los animales —tengo una perrita y dos tortugas—, desprecio el maltrato animal y soy partidario de erradicarlo, no solo porque detesto ver sufrir cualquier ser vivo, sino también porque creo que maltratarlos nos deshumaniza como personas.

Carlota (hija de P.S.) estaba más triste, porque la casualidad quiso que en aquellos días ella se presentara a delegada de clase y no saliera elegida. Algún compañero le dijo: «¡Como tu padre!». Los niños pueden llegar a ser crueles. Lo sorprendente es que ella no me contó nada, fue Begoña quien me alertó. La fortaleza de mi hija me impactó gratamente.

Sobre la crisis catalana (intento de referendum y fallida declaración de independencia) y el nacionalismo en general:


Mi experiencia en Sarajevo me vacunó contra los destrozos del nacionalismo y la política identitaria. Vi a políticos sin escrúpulos, que no calibran las consecuencias de sus discursos de odio, ni las sociales ni las políticas ni las económicas. Mejor dicho, no es que no las calibren, es que alimentan lo peor de sus pueblos, porque ellos viven a costa de esa confrontación. Cuando hablaba allí con la gente de a pie, me decían que hasta la guerra civil ellos no habían tenido conciencia de tener una determinada identidad.

La paradoja es que los más perjudicados son esos ciudadanos ensalzados por sus líderes nacionalistas: les hacen sentirse diferentes, exaltan esa diferencia, que luego se torna superioridad, incluso supremacismo. Convencen al pueblo de alejarse del otro y odiarlo, y en los casos extremos, como allí, aquello acaba en crímenes de guerra. El sedimento que ha dejado en la sociedad aquel nacionalismo excluyente y brutal es nefasto y durará generaciones. 

Siempre he creído que la bandera y los símbolos constitucionales son de todos, que no pertenecen a ninguna ideología, pues representan nuestros derechos y libertades. El error de la izquierda española es no haber lucido esos símbolos como sí lo ha hecho la derecha.

Hubo bulos, fake news e imágenes falsas, tomadas de otros días y otros acontecimientos. Las cargas no tuvieron la magnitud que pretendieron los independentistas.

Por otro lado, ni el pueblo de Cataluña participó mayoritariamente ni de aquella jornada emanó mandato alguno, como repiten con tanta frecuencia. Según sus propias cifras, participó un 30 % del censo. Desde el momento en que salieron por la mañana con aquel invento del censo universal, aquella votación sin garantías perdió toda legitimidad. Obtuvo oxígeno de las cargas policiales y de las imágenes que se difundieron a todo el mundo. Le Monde publicó un artículo unos días después deconstruyendo una a una todas las noticias falseadas, todo el fake, las fotografías falsas que se difundieron en redes

Su discurso fue el propio de un jefe del Estado, por eso defendió la integridad del Estado. Ha habido críticas desde el mundo independentista pero la pregunta es: ¿qué pensaban ustedes que iba a hacer el rey? ¿Santificar la ruptura del país?

Hay una fractura social que el independentismo nunca ha querido reconocer, pero que existe. En aquellos momentos a los concejales y alcaldes del PSC no solamente les atacaban las sedes, sino que les pinchaban las ruedas, los insultaban por la calle, a ellos e incluso a sus hijos.

En Estados Unidos, por su parte, ha habido dos intentos de celebrar sendos referéndums de autodeterminación —en Alaska y en Texas— y ambos fueron frenados por el Tribunal constitucional.

Cuando ofrecía datos como que en el referéndum del que supuestamente emana un mandato de independencia había participado un 30 % de la ciudadanía catalana, según los propios independentistas, se desmoronaba su relato; incluso alguna gente se sentía engañada y, desde luego, se le empezaba a resquebrajar la imagen de mártires que tenían de los independentistas. La tenían porque el Gobierno no trabajó un relato internacional de España acorde con la realidad.

Yo lo hubiera hecho: el independentismo se nutre sobre todo del victimismo.

Aquel era el momento de buscar soluciones para todos y demostrar que muchas de las situaciones que en Cataluña consideran maltrato del Gobierno de Madrid, y describen como agravios en su discurso victimista, en realidad son problemas extendidos por toda España.

PÁJARO DE MAL AGÜERO

Por pura previsión le dije mi mujer y a mis hijas que lo mejor era irnos a Cataluña y así lo hicimos. Alquilamos una casa rural en Lleida, donde estuvimos muy bien. Entonces, el 17 de agosto se produjeron los terribles atentados, en la Rambla de Barcelona y en la localidad tarraconense de Cambrils.


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