lunes, 25 de agosto de 2014

El secreto de Gaudlin Hall, de John Boyne

T.O.: This House Is Haunted, 2013
Editorial: Salamandra, 2014
Traducción: Patricia Antón de Vez
252 páginas
17 €
Ebook: 11,99 €

Argumento:

Tras quedarse huérfana, Eliza Caine abandona su trabajo como maestra para ser institutriz en Gaudlin Hall.

Comentario:

«El secreto de Gaudlin Hall» es una historia de terror de estilo y contenido clásico, un homenaje al género gótico y, también, a Dickens y su obra. De hecho, el escritor tiene una aparición estelar al comienzo de la novela, tanto en una frase inicial («Charles Dickens fue el culpable de la muerte de mi padre») más efectista que real, como en la lectura que hace ante la protagonista de su relato de fantasmas: «El guardavía».

Casi desde el principio empiezan a suceder cosas raras, de las que Eliza no es del todo consciente hasta que pasa cierto tiempo, mediante una lograda atmósfera inquietante y misteriosa que imita con destreza el género que se homenajea, aun sin extenderse en ambientar la obra con detalles que ayuden a situarla a finales del XIX más allá de la referencia a autores de la época, como el mencionado Dickens, Wilkie Collins, el «Hamlet» de Shakespeare (que utiliza para hablar con el reverendo Deacons sobre Dios, la biblia y los fantasmas) o la «Jane Eyre» de Charlotte Brontë (Las maestras no aprovechaban la menor oportunidad para azotar a las desafortunadas niñas a su cargo, o para obligarlas a deambular por el patio con una tablilla que rezara: «Cuidado, que muerde.» Y tampoco había ningún señor Brocklehurst en nuestra escuela. No, tratábamos a nuestras pupilas con amabilidad, y a cambio ellas mostraban respeto e interés en sus tareas. Al menos la mayor parte de las veces.), y varias menciones de la protagonista acerca de la situación de las mujeres.

Narrada en primera persona por Eliza Caine, ella es el personaje más complejo (ingenua, idealista, decidida), mientras que el resto se muestra a través de la percepción que la joven tiene de ellos, logrando que parezcan más o menos misteriosos, interesantes o atractivos, destacando la intensidad de Santina y la fragilidad de los niños, Isabelle y Eustace, quienes despiertan el instinto protector de su institutriz.

Este tipo de narración, permite hacer sugerencias e insinuaciones que se aclaran poco a poco, incluso del pasado de la protagonista, que habla de su interés romántico hacia Arthur Coven, un compañero profesor, historia frustrada cuyas causas se revelan poco a poco, logrando que la propia Eliza parezca sospechosa o, posteriormente, hacia Alfred Raisin, un hombre casado, abogado de la familia Westerley.

Curiosamente, no es hasta la mitad de la novela, cuando quienes la rodean, antes reticentes a la confidencia, comienzan a contestar las preguntas de Eliza, mediante el recurso de dar datos a medias, cada personaje un poco más que el anterior, para mantener la intriga y el interés por lo que sucedió, y sucede, en la mansión.

Dado que «El secreto de Gaudlin Hall» es una novela de estilo clásico, no es difícil averiguar antes que protagonista la mayoría de los secretos que se le ocultan, aunque la intriga, las revelaciones y los momentos de intensidad están tan bien distribuidos que el autor logra crear la adecuada atmósfera desasosegante y el interés por saber qué pasará a continuación, cómo se resolverán los diferentes misterios.

A destacar que, además de escribir una historia de fantasmas digna de los clásicos del género, el autor también aborda temas como los derechos de las mujeres (Eliza admira a conocidas que han logrado superar los límites sociales y fantasea con un futuro mejor), las consecuencias de los malos tratos en la infancia o el amor convertido en locura entre otros, dando lugar a una lectura más «compleja» de lo habitual que funciona en varios niveles.

Citas

El único cambio en tales circunstancias vino de la mano de Arthur Covan, profesor de nuestras niñas mayores, y con quien, como he mencionado, forjé una amistad especial. El señor Covan procedía de Harrow y necesitaba un año de experiencia docente para acceder a la universidad como profesor de Clásicas. Arthur me hacía reír (era un mimo estupendo) y me halagaba con sus atenciones. Era un joven apuesto, un año menor que yo, de cabello oscuro y sonrisa fácil. Para mi bochorno, me permití las más benévolas fantasías sobre cómo sería «salir juntos», aunque él nunca fomentara semejante ilusión. Ni siquiera cuando meses después todo quedó al descubierto, su nombre apareció en los periódicos y la gente pidió a gritos su cabeza, ni siquiera entonces fui capaz de condenarlo por completo, aunque, claro, nunca más volví a hablarle. Y luego él, por supuesto, se quitó la vida.

***

—¡Usted no está allí, padre! —exclamé exasperada—. Me despierto en Gaudlin Hall, paso en la casa la mayor parte del día, duermo allí por las noches. Y todo ese tiempo sólo hay una cosa que me da vueltas en la cabeza.
—¿Y cuál es?
—Que esa casa está embrujada.
Soltó un gruñido de protesta y miró hacia otro lado; su rostro era un compendio de dolor y rabia.
—Me niego a escuchar semejantes cosas.
—Pues claro que se niega —le espeté, alejándome de él—. Porque es usted un estrecho de miras, como todos los de su condición.

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***T***


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miércoles, 20 de agosto de 2014

Nubes de algodón, de Carmen Alcayde

Editorial: Suma de letras, 2014
320 páginas
17 €
Ebook: 8,99 €

Argumento:

Estela Cruz, autora de libros de autoayuda, se enfrenta a la realidad de su vida.

Comentario:

La novela está redactada en primera persona por Estela, siendo ella el personaje mejor desarrollado, mientras que el resto, mostrados a través de sus ojos, son secundarios al servicio de las tramas que afectan a la protagonista.

Quizá por utilizar esta forma de redacción, y dado que el tema central de la novela es la crisis existencial de la protagonista,   apenas hay ambientación  ni descripción de lugares o personas, centrándose en las reflexiones de Estela sobre su vida pasada, presente y futura, los libros que escribe, lo que descubre sobre sí misma o los demás y cómo evoluciona, y reacciona, ante las situaciones que se le presentan.

La autora, que ha declarado ser lectora habitual de libros de autoayuda, hace que su protagonista cite repetidamente fragmentos de sus propias obras logrando que suenen creíbles y que cada pasaje parezca encajar con el título de cada uno de los tres libros escritos por Estela.

Citas de la novela: 

«El buen rollo se instaló en aquel lugar elegido por Cintia. El último grito en Madrid, que parecía inventado para acoger a mujeres como nosotras. Fantásticas por fuera y llenas de taras por dentro. Pocos hombres en la sala, tampoco hacían falta. A la conquista de la noche. Finalidad: olvidar que más allá de ese salón de grandes ventanales rodeado de sauces llorones la vida con la que soñamos de niñas se nos estaba escapando. Nuestros príncipes ya empezaban a croar como ranas, y nuestra agenda de baile permanecía oculta en algún lugar recóndito. Escuchando nuestro alboroto, nadie habría sospechado nuestras carencias, pero yo conozco a mi género. Una mujer feliz no ríe tanto, ni tan alto. Nosotras usamos la estridencia como medio para no escucharnos.»

***T***

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viernes, 15 de agosto de 2014

Redshirts, de John Scalzi

Redshirts
John Scalzi
Editorial Minotauro
311 páginas


Sinopsis:

El oficial Dahl es enviado a la Intrepid, nave intergaláctica que realiza peligrosas misiones en el espacio profundo. Pronto se empezará a dar cuenta de la gran cantidad de compañeros suyos que mueren… Algo extraño se cuece en la Intrepid. Un veterano llamado Jenkins, que se esconde en los almacenes de la nave, le dará la clave del enigma…


Comentario (con SPOILERS):

El título de la obra hace referencia a los "camisas rojas", personajes que en la serie de TV "Star Trek" solo servían para morir cada capítulo, dada su cualidad de extras. En la obra que nos ocupa, ambientada en una nave galáctica y unos ambientes futuristas similares a la famosa serie ya citada, los personajes empiezan a percatarse de que algo extraño sucede al haber un índice de muertes en las misiones en exceso elevado (muerte de la que siempre se libran cinco oficiales principales, de manera misteriosa).

Sin que se sepa muy bien por qué, un personaje imagina que algo que él llama "la narrativa" (el guion de una serie real que existió en el pasado de otro mundo) influye sobre ellos para que así ocurra. Tras unos primeros capítulos donde asistimos a varias aventuras de space opera en planetas exóticos que sirven para presentar a los personajes y mostrar lo extraño e incoherente de las situaciones, entramos de lleno en la parte metaliteraria de la novela en la cual se rompe la "cuarta pared", la que separa la ficción del mundo real y permite a los personajes interaccionar con sus autores en este caso. No es que sea un recurso muy novedoso. La literatura y el cine cuentan con variados ejemplos, más o menos logrados (conocidos son los diálogos de Unamuno con sus personajes) 

Aquí, al tratarse de una parodia, el efecto encaja con cierto decoro dentro del tono desenfadado. El que sea eso, una parodia de los seriales televisivos del espacio y en concreto de Star Trek, también hace que no se tengan tanto en cuenta los errores lógicos (o dudas que suscitan los hechos, como por ejemplo, la forma en que la "narrativa" influye sobre el universo donde habitan los protagonistas, que no es un mundo ficticio, sino supuestamente real, paralelo y anterior a la existencia de la serie). Sin embargo, se echa de menos una mayor profundidad de los personajes, demasiado numerosos y muy poco desarrollados, así como alguna explicación algo más coherente.

Construida casi por entero con diálogos, guionizada más que narrada, la novela tiene en el humor y los parlamentos ingeniosos su mejor baza, aunque al parodiar un género muy concreto, muchos chistes y gracias no se pillan si no se conocen las convenciones o si no se han visto esas series. 

Pero no solo se trata de una burla de ciertos lugares comunes y soluciones absurdas de estas series, propias del lenguaje televisivo, sino que se intenta hacer una reflexión más amplia sobre la narración, los creadores, la influencia de la realidad sobre la ficción y viceversa e incluso sobre la creación, la responsabilidad del creador, Dios, la libertad humana, etc, aunque a veces resulta fallida, forzada y algo artificiosa. 

Consta de dos partes muy bien diferenciadas. Por un lado la más extensa, donde se cuentan las aventuras de los miembros de la tripulación del Intrepid, nave trasunto del Enterprise de Star Trek, las especulaciones sobre su libre albedrío como personajes y su enfrentamiento al "creador" tras un viaje en el tiempo (y supongo que también entre mundos, sino no tendría sentido), la cual termina de un modo abrupto y poco satisfactorio con una "broma" del autor hacia el lector que a mí personalmente no me ha hecho mucha gracia. 

La última parte del libro está compuesta por tres "codas" que resultan anticlimáticas y no aportan absolutamente nada al resto, en especial la primera, donde el guionista se queja de sus traumas creativos. Si no existieran estas codas, la obra mejoraría mucho, más que nada por el descenso de páginas. 

Por cierto, no entiendo la no traducción del título original como "Camisas Rojas". Hubiéramos entendido el chiste igual.

En resumen, una novela metalitearia y metaficticia, que trata de analizar, desde un punto de vista humorístico, los tópicos de ciertos géneros, y, basándose en ello, obligarnos a pensar en la relación entre el creador y la divinidad y en otros temas de índole filosófica, un poco irregular, con  un final que no me ha gustado y donde, por encima de todo, destacan los ingeniosos diálogos, que la salvan y la hacen en muchas partes agradable de leer y hasta divertida. Vamos, que te ríes con algunas ocurrencias.


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viernes, 8 de agosto de 2014

Un paso al frente, de Luis Gonzalo Segura

Un paso al frente
Luis Gonzalo Segura
Tropo Editores, 2014
260 páginas

Sinopsis:

Un teniente, harto de los excesos de los oficiales superiores y de sus comportamientos corruptos y delictivos, decide denunciar la situación. Su actitud no sentará nada bien en los mandos, quienes tratarán de quitarlo de la circulación como sea.

Comentario:

Es difícil afrontar el comentario de una obra tan polémica como esta, que incluso ha sido causa del encarcelamiento de su autor, un militar de carrera. Y digo que es difícil porque si bien el valor del escritor para enfrentarse con esta novela a todo un sistema de castas, corrupto, clasista e ineficiente es motivo de admiración y un acto loable, resulta un poco decepcionante que su plasmación literaria no esté a la altura. Por mucho que se aplauda la valentía y la honradez, no se puede cerrar los ojos ante las formas narrativas algo primitivas que nos ofrece el libro. Después de todo es una novela.

Ignoro cómo es la vida militar, el interior de un cuartel, las relaciones entre soldados y oficiales, etc, etc, por lo tanto no estoy en condiciones de valorar si todo eso está bien reflejado o no. Tampoco puedo opinar acerca de los hechos que constituyen la denuncia, esos estamentos corruptos y siniestros que imponen su ley cual mafia siciliana, o sobre esos tribunales militares formados por jueces también militares que se ven en la paradoja de tener que juzgar a quienes puedan ser en el futuro sus superiores (con lo que eso conlleva en cuanto a promoción, traslados, etc). Por la forma cómo está contado, parece bastante verosímil lo que se describe en la novela, con las licencias normales, naturalmente.

Lo malo es que un material tan explosivo no recibe el mejor tratamiento literario, quedándose la obra, en algunas partes, a medio camino entre la ficción y la no ficción, con partes que no parecen noveladas, y otras que suenan un poco a "panfleto". Muchos diálogos solo existen para que los soldados de turno recuerden irregularidades o abusos de los mandos, sin una función narrativa clara. Hay escenas y situaciones que van en la misma línea. Muchos personajes que van y vienen. Tiempos que se alternan. La lectura no es fluida ni fácil si a uno no le atraen estos temas, ya que el estilo literario no ayuda nada a avanzar.

La trama principal es algo endeble y se centra en el intento de denuncia de un teniente honrado, que por supuesto, es rechazada por los estamentos superiores. El autor aprovecha para meter diversas digresiones que son, de nuevo, denuncias de hechos o anécdotas sobre corrupción militar. Los personajes no están muy bien descritos, y cuando se detiene un poco en ellos, como en el caso de Conte, cae en bastantes estereotipos (el militar facha, que odia a los rojos, a los "sudacas", que es un torturador, que se hace marcas en el cuerpo según los soldados que mata, etc, etc). La mala definición de personajes hace que muchas de sus acciones parezcan precipitadas o carentes de sentido (el caso de Conte y su desenlace, por ejemplo). Los buenos son muy buenos y muy honrados; los malos, son casi de opereta. Hay secundarios que lo único que sirven es para ilustrar de nuevo las maldades del mando de turno (una chica acosada sexualmente, mujeres de generales que usan vehículos del ejército para ir de compras, etc). Bien es cierto que cuando comienzas a leer sientes una gran indignación al pensar que esas cosas puedan suceder y quedar impunes, pero cuando ya llevas un buen trozo de libro la acumulación de situaciones juega en contra al saturar al lector y provocar una sensación reiterativa, que hace perder fuerza a la historia.

A partir de los lances bélicos que tienen lugar en Afganistán parece que empieza a mejorar la trama, al tener lugar diversos giros o situaciones que hacen avanzar un poco la narración, pero el desenlace resulta muy exagerado y para nada creíble. La pelea final entre el bueno y el malo y el rescate casi deux ex machina de otro personaje son de los más rocambolesco que he leido en los últimos tiempos.

Al final de la novela, se incluye con anexo la carta del personaje del teniente dirigida al juez, donde se hace una serie de sugerencias para mejorar el ejército. Y a continuación, nos ofrece una lista de artículos publicados en diversos periódicos y revistas con noticias de corrupción militar relacionadas con la trama.

Lo más interesante es la parte de Afganistán, las informaciones sobre las batallas y escaramuzas donde participó el contingente español, la muerte de varios soldados, la actuación de la inteligencia militar, etc, temas que no fueron difundidos con todo el detalle que hubiera sido deseable.

En resumen, una novela cuyo valor no está en lo literario, sino en el intento de desmitificar y desenmascarar una institución como es el ejército, sobre la que existe un cierto oscurantismo,  y que, al parecer, según lo descrito por el teniente Segura, debería sufrir una reforma radical. Naturalmente, es su visión de los hechos.

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miércoles, 6 de agosto de 2014

La última noche en Tremore Beach, de Mikel Santiago

Editorial: Ediciones B, 2014
420 páginas
18 €
Ebook: 7,99 €

Argumento:

Tras sufrir el impacto de un rayo, el compositor en crisis Peter Harper comienza a experimentar extrañas visiones.

Comentario:

«La última noche en Tremore Beach» es una de esas novelas que, aun siendo moderadamente entretenidas, no aportan nada nuevo al género en que se adscriben, en este caso una mezcla de fantasía y misterio.

Narrada en primera persona por su protagonista, el compositor en crisis creativa Peter Harper, tanto este como el resto de los personajes son descritos de manera un tanto superficial, lo justo para que sean útiles a la leve trama de la obra, cumpliendo su cometido de interés romántico (Judie), vecinos entre el misterio y la sospecha (Marie y Leo) o hijos a los que defender (Beatrice y Jip), sin que ninguno destaque, pese a la insistencia del autor en contar detalles carentes de interés de varios de ellos.

Quizá el hecho de que la historia esté contada por Harper, lo que de alguna manera implica que se relata a posteriori, y la ausencia de una sensación de verdadero drama, pese a los intentos del protagonista por transmitir su inquietud, junto al tratamiento de unos personajes con los que es difícil empatizar y, por tanto, temer por lo que les pueda suceder, ocasiona cierta desconexión con lo (poco) que pasa en la novela.

Si bien el autor intenta crear expectativa y sensación de peligro, un inicio demasiado largo durante el que cuesta visualizar hacia dónde se dirige la novela, o algunas escenas dilatadas en exceso (no es lógico que en pasajes de peligro y angustia Harper haga continuas digresiones para recordar y relatar pormenorizadamente momentos sin interés de su vida) restan agilidad a la narración, la ralentizan.

A esto contribuyen también varios capítulos cuya eliminación no solo no afectaría a la trama, sino que la beneficiaría. Entre los ejemplos más evidentes está la visita de Peter y sus hijos al abuelo, Patrick, durante la que se repiten detalles de la vida familiar del protagonista que ya se han contado antes, el pasado de Judie, que no aporta nada, o la larguísima carta final en la que Leo explica, con un detallismo tan exagerado como innecesario, el secreto que escondían él y Marie.

En cuanto a lo formal, se agradecería una mayor revisión en varios aspectos, desde el ya mencionado exceso de texto innecesario e incluso mal redactado (parece que se busca la forma más larga y enrevesada de contar algunas cosas) hasta la repetición de palabras (en ocasiones varias veces en un mismo párrafo) o del recurso de intentar crear intriga y sensación de angustia con digresiones demasiado obvias, evidenciando que es precisamente esa la intención del autor.

En resumen, «La última noche en Tremore Beach» es una novela tan correcta (en cuanto a su cometido de entretener) como anodina (no aporta novedades ni en el contenido ni en la forma de contarlo), en la que da la sensación de que apenas ocurren cosas (el rayo, los sueños, la defensa de la familia), con unos buenos muy buenos, unos malos muy malos y un desenlace previsible, en la que cabe destacar que, al menos, se intenta dar respuesta y solución a las pocas intrigas que presenta.


También en este  blog:

- Reseña de El mal camino.


***T***


¿Qué te ha parecido el artículo? ¿Has leído alguno de los libros citados? ¿Tienes tu propia lista?(Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)

lunes, 4 de agosto de 2014

La habitación de Naomi, de Jonathan Aycliffe

T.O.: Naomi’s Room, 1991
Editorial; Plaza & Janés
Traducción: Jesús de la Torre Roldán
202 páginas

Argumento: 

Dos décadas después, Charles Hillenbrand relata, a modo de memorias, lo que sucedió tras el asesinato de su hija Naomí.

Comentario (con SPOILERS):

«La habitación de Naomí» es una de esas novelas «mitificadas» por su condición de descatalogada y difícil de encontrar (aunque está en algunas bibliotecas), por lo que su lectura puede llegar a decepcionar, hasta cierto punto, a quien se haya creado muchas expectativas sobre su contenido.

Se trata de una historia de fantasmas, con la correspondiente casa encantada, sucesos y presencias inquietantes, fotografías en las que aparecen personas y cosas que no deberían estar ahí, ruidos de pisadas en el desván y otras manifestaciones habituales en el género. Quienes hayan leído muchas novelas o visto películas, quizá tengan la sensación de que no aporta novedades, o incluso de cierta previsibilidad en algunos aspectos, si bien se debe más a la utilización de recursos clásicos que a una posibilidad real de adivinar todo lo que sucede.

En cualquier caso, en la novela destaca la capacidad de Aycliffe para crear desde el comienzo una atmósfera inquietante, sombría,  una intriga que no se centra solo en la resolución del asesinato de Naomi, sino también en los crímenes posteriores y en la evolución que sufre el protagonista.

La obra está narrada por Charles Hillenbrand, un profesor de Cambridge que lleva dos décadas viviendo en una casa habitada por fantasmas, atormentado por los recuerdos, el dolor y el sentimiento de culpa, quien inicia la redacción de sus memorias en una primera persona muy adecuada para dosificar la información y transmitir subjetividad.

Charles habla de su familia feliz (él, su esposa Laura y Naomi), del día que todo cambió, da pequeños saltos temporales y hace incisos para aportar datos que enriquecen el relato y, sobre todo, incluye acotaciones en el presente, relacionadas con los fantasmas que le rodean, creando un clima enfermizo, una sensación de amenaza, quizá más logrado por la sutileza y naturalidad con la que informa de todo ello, dejando que cada cual los rellene con su propia imaginación, y creando intriga e interés sobre los temas que trata.

Casi desde el principio se sabe que tras el asesinato de Naomi se suceden varios más, por lo que la aparición de  nuevos personajes aumenta las expectativas sobre lo que pasará, a quién y cómo. La madre de Naomi, Laura, el policía que investiga el caso, Ruthven, un fotógrafo, Lewis, que aporta fotos de los fantasmas o Carol y Jessica, hermana y sobrina de Charles, contribuyen a mantener el interés en la historia y, todos tienes su rol bien definido.

Sin embargo, pierden intensidad frente a la complejidad de los dos protagonistas: Charles Hillenbrand y John Liddley, el médico que construyó la casa a mediados del XIX, y por cuya biografía se interesa el primero hasta extremos obsesivos, que le llevan a comprenderle, incluso a identificarse con él en un crescendo de desasosiego y misterio que culmina en varias escenas que rozan lo gore en contraste con la sutileza del texto precedente.

En resumen, es posible que el mayor mérito de «La habitación de Naomí» sea cómo lo cuenta más que lo que cuenta. En poco más de doscientas páginas, el autor logra crear una historia que crece con cada descubrimiento del protagonista, analiza la evolución de dos personajes (Hillenbrand y Liddley) complejos y atormentados, habla del amor, el dolor, la culpa, la locura, y lo hace con un estilo medido y elegante, con oficio, dando como resultado una novela de terror y misterio que, más de dos décadas después de ser publicada, es más interesante que otras obras posteriores.

      Cubierta de una edición de Naomis’s Room 
en inglés, más acorde con el contenido de la novela.

Nota: Jonathan Aycliffe es el seudónimo utilizado por Denis MacEoin para escribir historias de fantasmas. El autor escribe obras académicas con su verdadero nombre y novelas de intriga como Daniel Easterman.

***T***

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sábado, 2 de agosto de 2014

Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre

Nos vemos allá arriba
Au revoir là-haut
Pierre Lemaitre
Traducción: José Antonio Soriano Marco
Salamandra
448 páginas



Sinopsis:

Durante el intento de toma de una colina, uno de los últimos lances de la I Guerra Mundial, el soldado Albert está a punto de morir. In extremis, es salvado por Édouard, otro soldado, de clase social elevada, quien resulta gravemente herido. Desde ese momento, surge entre ellos una fuerte amistad. Pero Albert no olvidará al causante de sus desgracias, que también estaba allí, en la colina 116. Tampoco Edouard se olvidará de su padre, que lo desprecia...

Comentario:

Lo primero que salta a la vista en esta novela, ganadora del premio Goncourt, uno de los más prestigiosos de Francia, es su estilo indudablemente clásico. Bueno, en realidad, antes que eso, nos percatamos del tono que presidirá la narración en más o menos toda su extensión: la ironía y el humor negro, a veces negrísimo. 

Escrita según las formas de la novela decimonónica, llena de detalles y descripciones tanto de la acción como de los pensamientos, con pocos diálogos, podría parecer una obra difícil de leer, pero el arrebatador estilo personal del autor, unido a esa ironía antes mencionada, obliga a pasar páginas no solo para saber qué va a ocurrir sino también para deleitarse con la prosa, cercana, a veces coloquial, humorística, etc. Bien es cierto que a veces sí se hace algo lenta o repetitiva, pero llegar al final merece la pena. 

Especialmente bueno me ha parecido el inicio, con las escenas del asalto a la colina, un tour de force narrativo donde el autor presenta a los tres personajes principales, Albert, Édouard y Pradelle de una forma a mi modo de ver magistral. Para mí, estas escenas son lo mejor de la novela, no solo por cómo están escritas, entrelazando las diferentes vivencias de los protagonistas, creando intriga sobre qué pasará, provocando incluso angustia al saber a Albert hundido en el fondo del pozo sin posibilidad de escapar del enterramiento, sino por su mensaje sobre lo absurdo de las guerras y los intereses que muchas veces influyen en ellas, alejados del oropel de la retórica sobre el patriotismo, el honor, etc, etc. 

En realidad, ese podría ser el tema de la obra. Tras las escenas bélicas, se nos presenta una postguerra que no es precisamente fácil para los ex combatientes, quienes se ven forzados por las circunstancias a recurrir a la picaresca, e incluso alguno de ellos, a la prostitución puntual. Se nos muestra la dura existencia de Albert y Édouard, quien ha perdido parte de la cara y se oculta tras máscaras de papel, y en contrapunto, la buena fortuna de Pradelle, el oficial, que emparenta con la rica familia de Edouard. Al igual que en los culebrones o las historias folletinescas el lector, o al menos yo, sufre viendo el ascenso social del "villano" mientras los "buenos" tienen que llevar una vida miserable. Esta obra tiene la rara cualidad de implicarnos con los personajes y sus vivencias, como las novelas del pasado, quizás en un modo algo maniqueo (buenos buenísimos, malo malísimo), pero que es la clave de la complicidad con el lector. Este carácter de literatura popular bien escrita supongo que es la razón del éxito de la novela.  

La trama no es que sea muy compleja. Diría que para lo que se cuenta sobran bastantes páginas. El mensaje, sin embargo, queda clarísimo y crudamente expuesto a través de las estafas realizadas a costa de los muertos por la patria, carne de cañón de la que incluso muerta se puede sacar rentabilidad. El autor no nos ahorra descripciones de cadáveres siendo sacados de sus tumbas, en estado putrefacto, y trasladados a nuevos ataúdes tras ser convenientemente amputados o recortados (ataúdes de tamaño pequeño, para ahorrar). Por suerte, el humor que salpica toda la obra ayuda a soportar lo terrible de estos relatos donde unos pocos listillos y corruptos ven acrecentar sus fortunas sin escrúpulo alguno. El sinsentido de las guerras, los manejos de los poderosos, la hipocresía social, las miserias de las familias burguesas, el dinero que es el motor de sus actos... todo ello es diseccionado de forma implacable por el autor, siempre en ese estilo de narrador  amiguete que parece dirigirse al lector.

Dado que la obra está muy emparentada con los folletines y la novela popular, huelga decir que, para alivio y satisfacción del lector, el final y su justicia poética ponen a cada personaje en su sitio, aunque con alguna tragedia de por medio, que es, sin embargo, coherente con el desarrollo de la historia y la psicología de los protagonistas implicados. 

En resumen, una novela extensa, con pocas peripecias, bien escrita, con un narrador cercano y coloquial, salpicada de ocurrencias humorísticas, cargada de mensaje anti bélico, folletinesca a veces, que nos muestra la otra cara de las guerras, en este caso de la I Guerra Mundial, de actualidad por su primer centenario. Obviamente, en una guerra, como en la paz, no todos pierden, y siempre hay aprovechados que saben sacar tajada, algo poco heroico y de lo que no se suele hablar. 



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