Todas las Almas
Javier Marías
Editorial: Alfaguara.
Páginas: 278.
Argumento:
Un joven español trabaja como profesor en Oxford donde conoce a una mujer casada con la que tiene una aventura, al tiempo que se relaciona con otros profesores.
Comentario:
Uf, qué trabajo me ha costado escribir el argumento de esta novela, especialmente porque lo que más la caracteriza es que no tiene mucho. Incluso he dudado a la hora de calificarla como novela.
Para muchos comentaristas, y dadas las similitudes con la experiencia vital del autor como profesor en Oxford, se podría tratar de una obra autobiográfica, o pseudoautobiográfica más bien. Marías, como su personaje, trabajó en la Tylor Institution. De hecho, la secuela de esta novela "Negra Espalda del Tiempo" cuenta las reacciones entre las personas reales que se sintieron aludidas y demás.
Si tuviera que destacar dos cosas de Todas las Almas diría sin duda: la prosa, que es muy buena, muy poética, muy musical, de periodos largos, al estilo de los clásicos, evocadora, a veces algo pedante, es cierto, pero de gran calidad, que lees casi sin esfuerzo; y la plasmación del ambiente universitario oxoniense, que no deja de ser curioso, con sus ritos, sus comidas, sus protocolos, la prepotencia de los dons, o profesores, el aire british que impregna todo, visto desde los ojos mediterráneos de ese joven español, que salta también en el tiempo para situarse años después en Madrid, casado y con un hijo (el autor no se ahorra todo tipo de comentarios sobre lo que le inspira la paternidad, de hecho, hace reflexiones pedantescas y estéticas sobre casi cualquier cosa que se le ponga por delante). Otro tema central de la novela es la muerte, que se personaliza en Toby Rylands, uno de los profesores amigos del protagonista.
Sin embargo, sin dejar de valorar como muy positivos esos dos puntos, y que no me ha aburrido, no al menos en su mayor parte, no negar que me ha parecido un ejercicio de escritura algo puramente estético, sin contenido real y sin un mensaje claro. Es decir, mucha palabrería bonita, que te puede producir un placer estético mayor o menor según gustos, pero escaso argumento, trama o como quiera llamársele. Más bien vemos una serie de episodios más o menos relacionados entre sí, como la relación del español con Clare, la mujer casada; su amistad con Cromer-Blake y Toby Rylands (creo recordar que hay una película española semibasada en este personaje: "El último viaje de Robert Rylands"); algunas referencias a Arthur Machen, famoso autor fantástico galés; las incursiones de ligoteo con "gordas" y "falsas gordas"; y sobre todo al Rey de Redonda, un tal John Gawsworth, del cual, para ahondar en el carácter multigenérico de esta obra, incluye hasta fotografías. Como bien es sabido, Marías, concede títulos nobiliarios a sus amigos y otras personas, en nombre del imaginario Rey de Redonda, descrito en el libro. Estas anécdotas pueden ser interesantes y curiosas, pero no conforman una trama sólida y coherente, excepto para la creación de ese ambiente, que parece ser lo más importante.
Comentar una novela como esta que ya la ponen de clásico para arriba se hace algo difícil, sobre todo porque cualquier comentario que la cuestione será polémico, pero a mí, dejando aparte los valores estéticos señalados me ha parecido que no tiene una buena estructura y que parece más bien un cuaderno de notas elaborado literariamente, de la manera más barroca posible.
Recomendada para lectores que no busquen intrigas, ni acción, ni misterio, sino tan solo una buena prosa.
Javier Marías
Editorial: Alfaguara.
Páginas: 278.
Argumento:
Un joven español trabaja como profesor en Oxford donde conoce a una mujer casada con la que tiene una aventura, al tiempo que se relaciona con otros profesores.
Comentario:
Uf, qué trabajo me ha costado escribir el argumento de esta novela, especialmente porque lo que más la caracteriza es que no tiene mucho. Incluso he dudado a la hora de calificarla como novela.
Para muchos comentaristas, y dadas las similitudes con la experiencia vital del autor como profesor en Oxford, se podría tratar de una obra autobiográfica, o pseudoautobiográfica más bien. Marías, como su personaje, trabajó en la Tylor Institution. De hecho, la secuela de esta novela "Negra Espalda del Tiempo" cuenta las reacciones entre las personas reales que se sintieron aludidas y demás.
Si tuviera que destacar dos cosas de Todas las Almas diría sin duda: la prosa, que es muy buena, muy poética, muy musical, de periodos largos, al estilo de los clásicos, evocadora, a veces algo pedante, es cierto, pero de gran calidad, que lees casi sin esfuerzo; y la plasmación del ambiente universitario oxoniense, que no deja de ser curioso, con sus ritos, sus comidas, sus protocolos, la prepotencia de los dons, o profesores, el aire british que impregna todo, visto desde los ojos mediterráneos de ese joven español, que salta también en el tiempo para situarse años después en Madrid, casado y con un hijo (el autor no se ahorra todo tipo de comentarios sobre lo que le inspira la paternidad, de hecho, hace reflexiones pedantescas y estéticas sobre casi cualquier cosa que se le ponga por delante). Otro tema central de la novela es la muerte, que se personaliza en Toby Rylands, uno de los profesores amigos del protagonista.
Sin embargo, sin dejar de valorar como muy positivos esos dos puntos, y que no me ha aburrido, no al menos en su mayor parte, no negar que me ha parecido un ejercicio de escritura algo puramente estético, sin contenido real y sin un mensaje claro. Es decir, mucha palabrería bonita, que te puede producir un placer estético mayor o menor según gustos, pero escaso argumento, trama o como quiera llamársele. Más bien vemos una serie de episodios más o menos relacionados entre sí, como la relación del español con Clare, la mujer casada; su amistad con Cromer-Blake y Toby Rylands (creo recordar que hay una película española semibasada en este personaje: "El último viaje de Robert Rylands"); algunas referencias a Arthur Machen, famoso autor fantástico galés; las incursiones de ligoteo con "gordas" y "falsas gordas"; y sobre todo al Rey de Redonda, un tal John Gawsworth, del cual, para ahondar en el carácter multigenérico de esta obra, incluye hasta fotografías. Como bien es sabido, Marías, concede títulos nobiliarios a sus amigos y otras personas, en nombre del imaginario Rey de Redonda, descrito en el libro. Estas anécdotas pueden ser interesantes y curiosas, pero no conforman una trama sólida y coherente, excepto para la creación de ese ambiente, que parece ser lo más importante.
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