Antonia J. Corrales
Editorial Martínez Roca
571 pp
Argumento:
El
hijo de un forense asesinado en extrañas circunstancias treinta años
atrás, se involucra, impulsado por la muerte repentina de su ex mujer,
en una investigación que enlaza con el antiguo trabajo de su padre y de
doce forenses reclutados para estudiar la muerte de varias monjas en un
convento. Pero pronto las cosas se complican. Parece que en el legado de
su padre están ocultas complejas claves que él, en compañía de un
antiguo monje y de una enigmática mujer, deberá desentrañar haciendo uso
del universal lenguaje de las matemáticas y de la criptografía.
Comentario:
A
la vista del argumento parecería que estamos ante la típica novela de
conspiraciones, misterios milenarios, claves secretas, búsquedas, etc,
que ya saturan el mercado y agobian la vista del sufrido lector en las
mesas de novedades del Corte Inglés. Algo de eso hay, pero con radicales
diferencias respecto a esos productos de consumo fácil, sobre todo en
la forma y en el tratamiento del "misterio". Es de alabar, y muestra de
una gran ambición literaria, que la autora haya elegido dotar a su
novela de una estructura y una prosa que no suelen ser las que se ven en
los best-sellers al uso. Es una opción claramente arriesgada a favor de
la dignidad literaria y en contra de la "comercialidad".
Los primeros capítulos nos sitúan en la mente del protagonista, personaje que arrastra un trauma de infancia (contempló el cadáver de su padre, torturado y mutilado, y hay sospechas de que pudiera haber visto al asesino, y haya sufrido amnesia), y cuyos recuerdos afloran de un modo un poco caótico. Mediante el recurso del flashback se nos va poniendo al día sobre los sucesos desencadenantes de la investigación. Esta parte, reconozco que me resultó díficil de seguir, pues se pasa del pasado al presente de forma repentina, y además, los hechos se explican con desorden cronológico, lo cual requiere un cierto esfuerzo y una cierta atención por parte del lector. Es curioso; mientras leía esta parte me daba la impresión de que la historia estaba nimbada con un aire de irrealidad, de confusión... o más bien, el personaje. Al final del libro, me di cuenta de que mi primera intuición era correcta, y que esta "confusión" tiene un sentido, que se pone de manifiesto con mayor fuerza al estar relatado todo en primera persona. También las cosas que nos cuenta nos hacen sospechar de su salud mental: esa obsesión por el número pi, el hecho de que lo vea en todas partes, la sensación de paranoia, de persecución, de que todo el mundo que conoce pueda estar en el contubernio... De hecho, los detalles más chocantes de la historia, como el que esa conspiración involucre a sus amigos y familiares, la sofisticación con que estos esconden claves y enigmas, e incluso la forma como está narrada... podrían ser explicados a la luz de la locura del personaje... o no.
Tras la presentación, se desarrolla una larga investigación, en la cual la criptografía tiene una importancia fundamental. Quien esté acostumbrado a las simplonas deducciones de los protagonistas de otras obras de este género, se llevará una sorpresa al observar el grado de retorcimiento de los personajes de esta novela a la hora de esconder mensajes ocultos y desvelarlos. Se aprecia una gran elaboración por parte de la autora, que no solo utiliza claves númericas, el número pi, etc, sino incluso objetos, enterramientos, obras literarias (de Ignacio de Loyola y de Cervantes), etc; y además, vincula unos con otros con cierta gracia, recurriendo al símbolo (las aspas de los molinos, etc). Quizás la novela se centra mucho en este tema, pero al final descubrimos que las matemáticas y su relación con frecuencias sonoras con la clave. Aunque la historia es enrevesada, he de confesar que adiviné quién era el "malo" y también más o menos en que consistía el misterio, aunque en este caso fue debido a los spoilers que sueltan en ciertas webs. Hay que agradecer a la autora que no se guarde ases en la manga, y que te suelte pistas todo el rato, que te permiten pensar por tí mismo y hacer tus cábalas (grupo de forenses sordos, muertos decapitados y desfigurados, el violonchelo, los recortes de periodico que colecciona Daniel en su casa...)
Una cosa que me llamó mucho la atención es que la acción de la novela es puramente mental. Es decir, no hay acción física, persecuciones, momentos de peligro, etc, sino que más bien todo sucede a un nivel digamos intelectual. Aunque los personajes viajan, como es canónico en estas ficciones, no se describe estilo "guía turística". A veces la sensación claustrofóbica que transmite la autora te hace pensar que estás viendo una obra de teatro con giros y revelaciones inesperados, como "La Huella". En efecto, el estilo de la prosa, y sobre todo el de los diálogos es muy teatral. Los personajes tienen a veces parlamentos excesivamente largos. Es curioso que casi todos hablen, por otra parte, en el mismo tono, tanto el hijo de un difunto enterrado en un nicho, como un zapatero, como un forense. También llama la atención el elevado nivel intelectual de los personajes, y el hecho de que, prácticamente todos, dominen la criptografía y sean aficionados al cálculo mental (¡incluso las monjas!).
El desenlace, con el giro radical que se da al revelarse el antagonista, contar sus planes (esto es algo tópico, pero bueno, no hay novela del género que no lo contenga) y ejecutar la "acción final", obliga a reinterpretar todo el texto. Porque entonces sí, te das cuenta de que quizás los "errores" que se detectan, y que ya he nombrado, como lo de los personajes todos hablando igual y todos siendo expertos criptógrafos, además de ciertas coincidencias increíbles, podrían no ser tales, sino parte de una muy estudiada planificación orientada hacia ese final, lleno de perfecta ambigüedad, no como la de "El Juego del Angel", donde se veía que ninguna de las opciones posibles encajaba, sino más bien como la de "Desafío total" ¿Es realidad, es ficción, es locura? Creo que la autora resuelve ingeniosamente lo que, contado de otro modo, podría haber sido una novela inverosímil. Y además introduce un conflicto moral que dar cierta profundidad al texto: ¿es lícito hacer el mal de pocos para lograr el bien de la mayoría? Aunque no creo en el poder real del experimento descrito en el libro (que es algo que existe en la realidad), no deja de causar una pequeña inquietud leer que podría afectar a la mente en la forma que nos cuenta la autora. Después de todo, la pérdida de identidad, de memoria, que es lo que en el fondo somos, es uno de los miedos más arraigados del ser humano.
Finalmente, mencionar que la redacción, para variar, es buena; con ciertos toques de prosa poética, que contribuyen a aumentar el carácter introspectivo de la novela.
Una novela de género, digna, y diferente al resto, que opta por apelar al intelecto del lector en lugar de a su adrenalina. El giro final, la prosa, los complejos criptogramas y la ambición literaria, lo mejor.
Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.
Los primeros capítulos nos sitúan en la mente del protagonista, personaje que arrastra un trauma de infancia (contempló el cadáver de su padre, torturado y mutilado, y hay sospechas de que pudiera haber visto al asesino, y haya sufrido amnesia), y cuyos recuerdos afloran de un modo un poco caótico. Mediante el recurso del flashback se nos va poniendo al día sobre los sucesos desencadenantes de la investigación. Esta parte, reconozco que me resultó díficil de seguir, pues se pasa del pasado al presente de forma repentina, y además, los hechos se explican con desorden cronológico, lo cual requiere un cierto esfuerzo y una cierta atención por parte del lector. Es curioso; mientras leía esta parte me daba la impresión de que la historia estaba nimbada con un aire de irrealidad, de confusión... o más bien, el personaje. Al final del libro, me di cuenta de que mi primera intuición era correcta, y que esta "confusión" tiene un sentido, que se pone de manifiesto con mayor fuerza al estar relatado todo en primera persona. También las cosas que nos cuenta nos hacen sospechar de su salud mental: esa obsesión por el número pi, el hecho de que lo vea en todas partes, la sensación de paranoia, de persecución, de que todo el mundo que conoce pueda estar en el contubernio... De hecho, los detalles más chocantes de la historia, como el que esa conspiración involucre a sus amigos y familiares, la sofisticación con que estos esconden claves y enigmas, e incluso la forma como está narrada... podrían ser explicados a la luz de la locura del personaje... o no.
Tras la presentación, se desarrolla una larga investigación, en la cual la criptografía tiene una importancia fundamental. Quien esté acostumbrado a las simplonas deducciones de los protagonistas de otras obras de este género, se llevará una sorpresa al observar el grado de retorcimiento de los personajes de esta novela a la hora de esconder mensajes ocultos y desvelarlos. Se aprecia una gran elaboración por parte de la autora, que no solo utiliza claves númericas, el número pi, etc, sino incluso objetos, enterramientos, obras literarias (de Ignacio de Loyola y de Cervantes), etc; y además, vincula unos con otros con cierta gracia, recurriendo al símbolo (las aspas de los molinos, etc). Quizás la novela se centra mucho en este tema, pero al final descubrimos que las matemáticas y su relación con frecuencias sonoras con la clave. Aunque la historia es enrevesada, he de confesar que adiviné quién era el "malo" y también más o menos en que consistía el misterio, aunque en este caso fue debido a los spoilers que sueltan en ciertas webs. Hay que agradecer a la autora que no se guarde ases en la manga, y que te suelte pistas todo el rato, que te permiten pensar por tí mismo y hacer tus cábalas (grupo de forenses sordos, muertos decapitados y desfigurados, el violonchelo, los recortes de periodico que colecciona Daniel en su casa...)
Una cosa que me llamó mucho la atención es que la acción de la novela es puramente mental. Es decir, no hay acción física, persecuciones, momentos de peligro, etc, sino que más bien todo sucede a un nivel digamos intelectual. Aunque los personajes viajan, como es canónico en estas ficciones, no se describe estilo "guía turística". A veces la sensación claustrofóbica que transmite la autora te hace pensar que estás viendo una obra de teatro con giros y revelaciones inesperados, como "La Huella". En efecto, el estilo de la prosa, y sobre todo el de los diálogos es muy teatral. Los personajes tienen a veces parlamentos excesivamente largos. Es curioso que casi todos hablen, por otra parte, en el mismo tono, tanto el hijo de un difunto enterrado en un nicho, como un zapatero, como un forense. También llama la atención el elevado nivel intelectual de los personajes, y el hecho de que, prácticamente todos, dominen la criptografía y sean aficionados al cálculo mental (¡incluso las monjas!).
El desenlace, con el giro radical que se da al revelarse el antagonista, contar sus planes (esto es algo tópico, pero bueno, no hay novela del género que no lo contenga) y ejecutar la "acción final", obliga a reinterpretar todo el texto. Porque entonces sí, te das cuenta de que quizás los "errores" que se detectan, y que ya he nombrado, como lo de los personajes todos hablando igual y todos siendo expertos criptógrafos, además de ciertas coincidencias increíbles, podrían no ser tales, sino parte de una muy estudiada planificación orientada hacia ese final, lleno de perfecta ambigüedad, no como la de "El Juego del Angel", donde se veía que ninguna de las opciones posibles encajaba, sino más bien como la de "Desafío total" ¿Es realidad, es ficción, es locura? Creo que la autora resuelve ingeniosamente lo que, contado de otro modo, podría haber sido una novela inverosímil. Y además introduce un conflicto moral que dar cierta profundidad al texto: ¿es lícito hacer el mal de pocos para lograr el bien de la mayoría? Aunque no creo en el poder real del experimento descrito en el libro (que es algo que existe en la realidad), no deja de causar una pequeña inquietud leer que podría afectar a la mente en la forma que nos cuenta la autora. Después de todo, la pérdida de identidad, de memoria, que es lo que en el fondo somos, es uno de los miedos más arraigados del ser humano.
Finalmente, mencionar que la redacción, para variar, es buena; con ciertos toques de prosa poética, que contribuyen a aumentar el carácter introspectivo de la novela.
Una novela de género, digna, y diferente al resto, que opta por apelar al intelecto del lector en lugar de a su adrenalina. El giro final, la prosa, los complejos criptogramas y la ambición literaria, lo mejor.
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