sábado, 8 de noviembre de 2008

La décima sinfonía, de Joseph Gelinek


Editorial: Debolsillo
416 páginas
8,95 €

Argumento:
El musicólogo Daniel Paniagua acude a un concierto en el que se interpretara la reconstrucción de una parte de la Décima Sinfonía de Beethoven por parte del director de orquesta Ronald Thomas. Tras el evento el hombre aparece decapitado y unas notas musicales tatuadas en su cráneo hacen que tanto la policía como la juez encargada del caso soliciten la colaboración de Paniagua para traducir su significado.

Comentario (con spoilers):

El comienzo de la novela, situado en la Almería de 1980, en el que una pareja hace algo en apariencia tan poco relevante como intentar sacar dinero del banco y no conseguirlo por el olvido del número de la tarjeta de crédito (nada relacionado con una caja de seguridad, por ejemplo), para poco después sufrir un accidente de coche, no parece muy prometedor.

Sin embargo, ambos sucesos tienen más importancia de la que parece. Según avanza la trama se ve que el autor ha comenzado a dar pistas para la resolución del misterio desde el principio de la historia, y continuará así durante toda la novela, insertando datos de importancia dentro de conversaciones aparentemente banales, detalles que en si mismos pueden parecer superficiales o innecesarios, creando una sutil complicidad con su lector/a y la clara posibilidad de que deduzca quien ha matado a Thomas antes que Paniagua, lo que sugiere una cuidadosa planificación del argumento y su desarrollo.

La novela, compuesta por capítulos breves, tiene un protagonismo casi coral, en el que se intercalan los pasajes dedicados a la investigación del asesinato con los que inciden en la búsqueda de la partitura y los que se centran en los posibles sospechosos, con lo que el autor consigue dar agilidad a la historia e informar al lector/a de hechos que no conocen todos los personajes, dándole preferencia en la "investigación" y confiando en su inteligencia y capacidad de deducción en detalles como la búsqueda de Paniagua de la clave para "traducir" el pentagrama tatuado en la cabeza decapitada, que tiene Sophie Luciani, la hija del fallecido.

Aunque a veces alguno de los personajes tiene información relevante y no la dice, con objeto de mantener la tensión al final de cada capítulo, en su siguiente aparición el mismo personaje cuenta lo que sabe y sólo cabe reprochar que a veces este aplazamiento se resuelve con cierta torpeza.

El autor ha optado por una investigación "clásica", que consta de dos búsquedas, la del asesino de Thomas y la de la hipotética partitura de Beethoven, un tesoro cuyo valor es tanto material como cultural y sentimental, y perseguido por otros tantos motivos, en la que evita tanto el exceso de truculencia en la descripción del cadáver y su autopsia como la eliminación sistemática y sin sentido de todos los secundarios, limitándose, acertadamente, a la resolución de una sola muerte y la búsqueda de un objeto.

Se agradece que las deducciones del protagonista estén explicadas de forma clara y sencilla, de fácil comprensión y seguimiento, y si bien a veces resulta poco creíble que acierte en todo lo que se le ocurre gracias a sus amplios conocimientos musicales, tampoco llega a exageraciones leídas en otras novelas.

Los personajes están dotados, en mayor o menor medida, de personalidad y matices. Desde Daniel, decidido a encontrar la que considera verdadera décima sinfonía anteponiendo la búsqueda a la relación con su embarazada novia Alicia, el príncipe descendiente de un hermano de Napoleón y su esposa, con sus problemas de imagen ante la incipiente carrera política de él, la juez Susana Rodríguez Lanchas, traumatizada por la parálisis que afecta a su rostro, los policías Mateos y Aguilar, el primero estudiante de derecho que simula haber terminado la carrera, el segundo un ayudante que no sabe estar callado y hace alarde de sus "conocimientos" de forma inoportuna, Malinak, el único guía turístico invidente de la Escuela Española de Equitación de Viena.

O Jesús Marañón, el excéntrico millonario en cuya mansión se celebra el concierto, coleccionista de aparatos de tortura antiguos que le gusta probar en sí mismo, que cumple el doble papel de convertirse en uno de los sospechosos y contribuir al ocasional toque de humor e ironía que salpica la novela, como en la escena de la visita policial, donde admite poseer una guillotina, ser sospechoso por ello y haberla enviado a limpiar fuera del país, conversación interrumpida por un grito achacado a la retirada de la tarjeta de crédito a la esposa del millonario.

También es destacable que, junto a los toques de humor, se incluyan breves pinceladas de crítica a diversos temas, entre los que incluye las convenciones de las novelas de su propio género.

Además, varios personajes relatan anécdota relacionadas con la música, desde las adaptaciones al cine que tienen a Beethoven como tema central ("Amor Inmortal" 1994, con Gary Oldman y "Copying Beethoven" 2006, con Ed Harris) a anécdotas relacionadas con misterios musicales relatadas de una forma directa, breve y natural que sugiere un conocimiento previo (nada de copia/pega de internet) e interés por todo lo relacionado con la música.

Estás anécdotas, que sólo ocasionalmente se hacen pesadas, y se incluyen como respuesta a preguntas de secundarios curiosos al protagonista, junto a los incisos que muestran (en distinta profundidad) los problemas de los diferentes personajes contribuyen a dar cierto empaque a la historia.

En la segunda parte de la novela hay tres o cuatro capítulos protagonizados por Beethoven que no parecen tener otra utilidad que "confirmar" las deducciones (a veces demasiado "increíbles") de Paniagua sobre la vida del músico. Personalmente hubiera preferido que permaneciera el misterio, tal como se hace con el destino de uno de sus personajes y lo que lleva con él.

En resumen, una novela escrita con prosa correcta, que da importancia a los personajes, sabe incluir con desparpajo los detalles históricos y anecdóticos, hace participar de la investigación, sin otra pretensión que entretener de forma digna, y consigue dar la impresión de que el mundo de la música está lleno de misterios interesantes y tiene gran potencial novelesco.


Otras novelas de Gelinek reseñadas en este blog:

- El violín del diablo (2009)
- Morir a los 27 (2011)



*** T ***

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