Editorial: Plaza & Janés, 2015
380 páginas
18,90 €
Argumento:
La Brigada Metropolitana solicita la colaboración de Víctor
Ros para recuperar el oro robado en un banco español. El detective viaja a Londres para resolver un caso que le
enfrenta a viejos enemigos.
Comentario (con SPOILERS):
Al reseñar «Víctor Ros y el gran robo del oro español», quinta
novela de la serie protagonizada por el detective, es casi inevitable recodar
los comentarios hechos en este blog a las primeras entregas, «El misterio de la casa
Aranda» y «El caso de la viuda negra», y llama la atención comprobar
que algunas de las cosas que se decían entonces sirven también para la obra
actual.
Como en sus predecesoras, en esta novela el autor incluye
documentación que, si bien es curiosa (el origen del nombre de Scotland Yard…),
no es relevante para la trama, aunque en
esta ocasión la ambientación es menor que en anteriores novelas, centrada sobre
todo en la descripción de Whitechapel y algunas pinceladas más, destacando una
narración llena de diálogos sin apenas acotaciones, a veces explicativos e
informativos, o superficiales e innecesarios, alargando las escenas con
digresiones sin contenido.
Otra de las características de estas obras es la continua
reiteración de datos ya expuestos (la duda sobre si persiguen o no a Aldanza,
lo que han averiguado etc…) y repetidos con excesivo detalle (Bradbury contando
a Barnet su problema familiar), lo que sugiere cierta inseguridad del autor
sobre su capacidad de transmitir la información… o desconfianza en que quien
lee la novela pueda recordar cuestiones ya mencionadas.
También se puede encontrar, por supuesto, el habitual
homenaje a la obra de Arthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes, que en esta
ocasión no se limita a hacer deducciones similares a las del detective
británico, sino que, además, incluye una
escena con una araña muy similar a la que se puede ver en la película «El perro
de los Baskerville», (1959) y le hace personaje secundario de la historia,
propiciando un encuentro entre ambos en Whitechapel durante el que intercambian
experiencias y halagos, y el autor convierte a Holmes en uno de los «palmeros»
de Ros (se suma a Clara, Blázquez y otros, que insisten en resaltar una brillantez y genialidad que no incluye reconocer a ciertos pilluelos).
Página 191:
«―Entonces, querido amigo mendigo, es usted Holmes… Quiero
pedirle disculpas por mi excesiva familiaridad en nuestro tanto [¿trato?]. Me
refiero a hace un rato pero, claro, las circunstancias…
―No diga tonterías, Ros, somos colegas.
―Pero yo lo he leído todo sobre sus casos. Me carteo con
muchos detectives de Europa e incluso América y nunca me atrevía hacerlo con
usted. Es el mejor.
―No se lo voy a discutir ―dice el detective de Baker Street
oculto bajo la piel del mendigo―. Pero dada su trayectoria y su edad, creo que
acabará usted superándome. Me impresionó su trabajo en Oviedo y en Madrid, con
aquel asunto de la Casa Aranda.
―¡Vaya! Es increíble que conozca esos casos, ¡me siento muy
honrado! Mucho.
―Bah, en este mundo de mediocres es agradable que exista
gente brillante, se siente uno reconciliado con la humanidad, ¿sabe?»
A diferencia de la mayoría de las novelas de la serie, en
esta ocasión se abandona la estructura habitual de incluir dos casos que acaban
más o menos relacionados para centrarse en la aventura, que se traduce en un
buen número de personajes (Ros, Clara, Eduardo, Blázquez y dos nuevos: María
Fuster, quizá la más interesante, y Martin Roberts) paseándose por Londres
interrogando a diversos sospechosos en su afán de encontrar a Aldanza y
recuperar el oro robado, lo cual puede restarle interés para quienes prefieran
las tramas de misterio.
Los personajes habituales mantienen más o menos los roles
establecidos: Clara sigue con sus sufragistas (¿En España? ¿En 1883?) y su
participación activa en los casos de su marido (en especial a partir de «La
última noche de Víctor Ros»), Blázquez sirve de alivio cómico y Ros continúa
siendo el detective casi infalible de anteriores entregas, aunque parece
olvidar esa especial intuición que le caracterizaba.
Página 73:
«―¿Y bien?
―Don Segismundo, debe creerme, todo esto es obra de Aldanza,
lleva su marchamo.
―¿Y qué tiene, Ros, dígame?
―Sé que es él.
―¿Intuición? Sé que no es usted de esos, precisamente por ese
motivo le mandamos avisar. Me aseguraron que sus métodos eran científicos.
―¡No, no! No es intuición, hay indicios. Se lo aseguro. Uno
de los asaltantes del Banco de España, que ya ha quedado aclarado que era una
trampa, dijo antes de morir: ‘Maldito Aldanza’.»
Además, regresa Bárbara Miranda (personaje que aparece por
primera vez en «El enigma de la calle Calabria», concebido como el Moriarty de Ros
y nunca desarrollado en todo su potencial) y «resucita» Alberto Aldanza (quizá
por unir las tramas de las novelas con las de la serie que se realizó basada en
ellas) como némesis del protagonista.
Página 67:
«Un caso cerrado, una brillante actuación de un gran
detective sumada a una fantástica hoja de servicios, eso era Alberto Aldanza
para él. Alguien a quien tuvo que borrar de su memoria pues le convirtió, muy a
su pesar, en una especie de heredero suyo. Aquellas lecciones tuvieron un
precio muy alto. Por un momento se
siente como aquel joven subinspector inexperto que siguió las enseñanzas de un
tipo horrible y malvado para convertirse en un gran policía. Sabe que ese
estigma siempre le perseguirá. Ironías del destino, Aldanza lo consiguió: Víctor
Ros es, en parte, hijo suyo, una creación de la mente de un villano, de un
loco, de un asesino. El hijo de un monstruo.»
La narración en presente (que se inició en «La última noche
de Víctor Ros»), lejos de acercar la historia y los protagonistas a sus
lectores, se diría que la dificulta al resultar un tanto artificiosa, poco
natural, en especial en el relato de las escenas de acción.
En «Víctor Ros y el gran robo del oro español» se observa también alguna errata (en la página
96 se escribe, correctamente, «Ashford Street» y en la 98 «Asfhord Street»), se
utiliza la palabra «ímprobo» cuando se quiere decir «probo», y hay algunas
comas mal colocadas.
Sin comentarios a la adenda final y su última frase, cuya intención puede ser tanto sorprender como crear expectativa por leer la siguiente aventura.
Sin comentarios a la adenda final y su última frase, cuya intención puede ser tanto sorprender como crear expectativa por leer la siguiente aventura.
Novelas protagonizadas por Víctor
Ros:
―El misterio de la casa Aranda, 2007 (reseñada en este blog)
―El caso de la viuda negra, 2008 (reseñada en este blog)
―El enigma de la calle Calabria, 2010
―La última noche de Víctor Ros, 2013
―Víctor Ros y el gran robo del oro español, 2015
La adaptación a TV de las aventuras de Víctor Ros está protagonizada por Carles Francino (Víctor Ros), Esmeralda Moya (Clara), Megan Montaner (Lola), Tito Valverde (Armando), Tomás del Estal (Blázquez) y Helio Pedregal (Alberto Aldanza).
La adaptación a TV de las aventuras de Víctor Ros está protagonizada por Carles Francino (Víctor Ros), Esmeralda Moya (Clara), Megan Montaner (Lola), Tito Valverde (Armando), Tomás del Estal (Blázquez) y Helio Pedregal (Alberto Aldanza).
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