jueves, 1 de noviembre de 2007

El misterio de la casa Aranda, de Jerónimo Tristante


El Misterio de la Casa Aranda, de Jerónimo Tristante
Editorial: Maeva 
320 páginas
17 € 

Argumento:

En el Madrid de 1880 el ex delincuente reconvertido en subinspector de policía Víctor Ros, se enfrenta a dos casos. Por una parte un misterioso libro cuya lectura ha impulsado a varias mujeres a matar a sus maridos. Por otro lado, decide investigar en su tiempo libre los asesinatos de varias prostitutas, que parecen relacionados entre sí.

Comentario: (con spoilers

Tras unos capítulos que sirven de presentación, llevando al protagonista de su presente policial a su pasado como prometedor ladronzuelo e incluso menciona de pasada un futuro que quizá resta dramatismo a la trama, pues sabemos que Víctor Ros va a sobrevivir, comienza una historia que pronto provoca una sensación de déjà vu.

Para quien haya leído algunas novelas del género pronto se hace evidente un homenaje, que parece deliberado, al Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, con su correspondiente Watson en la figura de Alfredo, policía mayor que le acompaña y admira sin reparos sus métodos deductivos.

En la actualidad, quizá debido a las reiteradas imitaciones de los métodos holmesianos por autores posteriores, estos ya no funcionan ni sorprenden como lo hicieran hace más de un siglo, por lo que en ocasiones las muestras de entusiasmo de su compañero Alfredo casi hacen sonreír, al igual que presentar al protagonista como un precursor de la medicina forense bajo los auspicios de su mentor, el aristocrático Don Alberto, Conde de Razes.

La novela también tiene paralelismos con las obras de Anne Perry protagonizadas por el inspector Thomas Pitt (sobre todo la primera, "Los crímenes de Cater Street", 1979), desde un protagonista humilde que ha de resolver un caso en la alta sociedad y se interesa, aparentemente sin esperanzas, por la hija de las personas que investiga, hasta el trasfondo histórico que se utiliza como base de los casos.

Quizá sea la recreación del Madrid de 1880 lo más logrado de la novela, con anécdotas entretenidas, a las que se podría poner un "pero", y es que en demasiadas ocasiones parecen pegotes que poco o nada tienen que ver con la trama principal, como que el protagonista va a tal o cual sitio y conoce a uno u otro personaje real de la época.

Hay una ocasión, cuando Víctor y Alfredo asisten a una corrida de toros, que la anécdota, bien narrada y con cierta agilidad en los diálogos, se ve lastrada por el tono explicativo que utiliza el autor, quien desaprovecha la oportunidad de presentar de forma vívida a un personaje del que, además, ya resalta antes (y después) que tiene pasión por los toros y un torero en concreto, y por su nieta.

Demasiadas veces da la impresión de que el autor no confía en su capacidad de hacerse comprender, o en la de quien lee, insistiendo una y otra vez en explicar como es o deja de ser Víctor Ros, de quien se sabe lo brillante que es y su gran mérito sobre todo porque el narrador (autor) lo dice, sin dar la opción de que cada cual se haga su propia composición de este y los demás personajes y de los sentimientos que le despiertan.

También se insiste varias veces en hacer un listado de posibilidades y misterios por resolver en un intento poco afortunado de crear intriga sobre cosas que no la tienen.

Quizá debido a que se da todo explicado y mascado, los diálogos resultan fríos, superficiales, en su mayor parte meros vehículos para desarrollar los casos, excepto en un par de conversaciones entre Víctor y su adorada Clara, donde la joven demuestra tener más personalidad e inteligencia de lo que el policía pensaba.

Cuando se han leído muchas novelas de misterio resulta muy difícil sorprenderse ante la revelación de la identidad del asesino, puede ser por eso que el autor decida dividir la responsabilidad entre varios personajes, siempre habrá alguno, pese a lo limitado del elenco, cuya culpa resulte inesperada.

Sin embargo, este recurso deja pocas opciones en cuanto a la forma de resolución de cada subtrama, que en esta novela se limita a lo más utilizado. Nada menos que tres personajes deciden confesarse ante Ros, uno detrás de otro, y explicarle sus motivaciones, desde el clásico "te lo cuento porque luego voy a matarte y de paso presumo de inteligencia superior" (de cuya implicación no se da ninguna pista), al que pretende justificar lo que ha hecho (narrando en inapropiada primera persona y con todo lujo de detalles el origen de su conflicto en lo que parece un homenaje al Conan Doyle de "Estudio en Escarlata" al incluir una narración dentro de otra) o quien busca su aprobación (y es, casi, el sospechoso más obvio).

Algunas incongruencias del protagonista, como dar información privilegiada a un personaje convirtiéndole automáticamente en sospechoso, la previsibilidad de lo que va a suceder a otros, o la insistencia en explicarlo todo por parte de un narrador que en demasiadas ocasiones no deja alternativas para la visualización de sus protagonistas, sumado a una forma de narrar convencional en la que lo más destacable es la recreación histórica, hace de esta una novela entretenida y fácil de olvidar.


Otras novelas del autor reseñadas en este Blog:

-  "El caso de la viuda negra" 

- "Víctor Ros y el gran robo del oro español"


Las aventuras de Víctor Ros han sido adaptadas para televisión, protagonizadas por Carles Francino (Víctor), Esmeralda Moya (Clara), Megan Montaner (Lola), Tito Valverde (Armando), Tomás del Estal (Blázquez), Helio Pedregal (Aldanza) etc...


Víctor y Clara
Víctor y Lola


*** T ***

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