martes, 7 de abril de 2009

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson


La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina
Flickan som lekte med elden
Stieg Larsson
Traducción: Martín Lexell y Juan José Ortega Román
Ediciones Destino
752 páginas

Argumento:

Dos periodistas que iban a escribir un libro sobre trata de blancas son asesinados. Le echan la culpa a la Salander, la loca supuestamente asocial de la otra novela, la que llevaba los piercings y los tatuajes, pero ya sabemos que ella no ha sido, claro.

Comentario (posibles spoilers):

Después de la lectura de la segunda parte de la trilogía Milennium del finado Stieg Larsson he podido confirmar lo tantas veces afirmado sobre las secuelas de las novelas de éxito: nunca son buenas; esta, en concreto, convierte en obra de premio Nobel a la primera parte, con decir eso, ya se dice todo.

En "La chica que soñaba..." Larsson exacerba los errores que arrastraba en el otro libro, especialmente la incapacidad de centrarse en la trama principal, y su manía de contar miles de cosas que no vienen a cuento y que no están relacionadas con el argumento. Aunque primero habría que plantearse qué es lo que Larsson quiso contar con esta novela, cuál es el "tema" porque la cosa no está nada clara.

Como en la otra novela, Larsson tarda una eternidad en entrar en materia. El libro prosigue la historia en el punto donde dejó el anterior, con la protagonista Lisbeth Salander de vacaciones por el Caribe. Se trata de una parte que no aporta nada en absoluto. Ahí la vemos tomar el sol, estudiar matemáticas y tratar de resolver el teorema de Fermat (para demostrar lo lista que es), ligar con un chico (menos mal que es insociable) y demostrar lo mucho que odia a los hombres que odian a las mujeres. Larsson se complace en contarnos todos y cada uno de los movimientos de Salander, si va en coche, que come, qué viste, con un detallismo maníaco e inútil. Ya viendo como resuelve este relato insertado en la novela, con la espectacularidad FX de las películas (hasta interviene un huracán, nada menos) ya tenemos el tono de lo que seguirá, donde la suspensión de la incredulidad funciona levemente hasta cierto punto pero luego se cae por completo.

Al contrario que en la primera parte donde Mikael era el personaje central, aquí el protagonismo descansa casi totalmente sobre Lisbeth Salander, un personaje que evoluciona hacia la inverosimilitud conforme avanza la acción. El autor nos dice que madura, y eso se manifiesta en que se quita algunos piercings y tatuajes... Como todo personaje de best seller está construido para gustar y caer bien, pese a su aparente "insociabilidad y rareza". Es violenta pero solo con los malos, "tiene su moral", y es sexualmente desinhibida (tiene relaciones íntimas con una chica, pero se matiza que no es lesbiana).  La descripción del personaje es meramente externa, limitándose Larsson a hacernos un inventario de sus compras en H&M y sobre todo en el IKEA, que para mí que ha tenido que pagar al autor por la publicidad gratuita que le hace en casi todas las páginas de la novela. Así pues asistimos al despliegue del catálogo completo de muebles de la famosa cadena sueca.


"Compró dos sofás del modelo Karlanda, en tela de color arena, cinco sillones Poäng, de estructura flexible, dos mesitas redondas lacadas de color abedul claro, una mesa baja de centro Svansbo y unas cuantas mesas auxiliares Lack. En el departamento de estanterías y almacenaje encargó dos juegos Ivar -combinación de almacenaje- y dos librerías Bonde, un mueble para el televisor y unas estanterías de almacenaje Magiker con puertas. Lo completó todo con un armario Pax Nexus, de tres puertas, y dos pequeñas cómodas Malm.
Tardó un buen rato en elegir la cama, pero finalmente se decantó por el modelo Hemnes, una estructura de cama con colchón y accesorios. Como precaución también compró una cama Lillehammer para la habitación de invitados. (esto dura dos páginas)
"


No, no se corta nada el autor; nos dice el modelo de la sillas, mesas y de todo cuanto compra la Salander, y para que no falte nada, también cpmo vienen los chicos a montarlo todo. Y luego, cuando ya está amueblada la casa, vamos al H&M y nos describe lo que compra. Y lo que come, faltaría más. Si hubiera que juzgar a la sociedad sueca leyendo estas novelas habríamos de concluir que solo comen sandwiches y beben café a todas horas, que visitan mucho el 7eleven, usan palabras en inglés en sus diálogos, y todos amueblan sus casas con Ikea. Todo eso narrado con la prosa periodística, plana, pobre y sosa de Larsson, que parece la de un notario que levanta acta de TODAS las acciones de los personajes, incluso las más banales. No me extraña que la obra tenga más de 700 páginas. De ellas sobran dos terceras partes. Si quitaran la paja el libro se quedaría en 250 pp. o menos, porque la trama real es realmente escasa. Las descripciones de lugares son meros listados de calles y carreteras por donde pasan los protagonistas, aunque casi mejor, que son más de 700 páginas, y si hubiera ahondado en esto, igual nos daban las mil.

Hablado de esto, se supone que versa sobre la trata de blancas (llamada de forma snob en el libro "trafficking"), pero en realidad el tratamiento de este tema es totalmente superficial y un mero pretexto para persecuciones, peleas a puño limpio, "acción", interrogatorios que rozan la tortura (como el que hace Salander, pero como es la buena y se lo hace a un malo entonces está bien), y una investigación policial tediosa y redundante, que no avanza hacia ningún lado y que hace quedar a las fuerzas del orden suecas a la altura del betún. Se supone que han matado a dos periodistas que iban a publicar un libro sobre el asunto, donde se daban nombres de algunos "puteros" y testimonios de chicas violadas por los traficantes y demás, y el resto de la novela es tratar de averiguar por qué (vamos, viendo los antecedentes es casi obvio, pero bueno). Los polis sospechan de Salander porque fue la última que estuvo con ellos y se empeñan en que es una loca psicópata violenta y peligrosísima y asi lo repiten casi en cada página para que no se nos olvide (pese a que el lector sabe que eso no es cierto, que ella es buena e incomprendida, y que es rebelde porque el mundo la ha hecho así )

Larsson se enrolla como una persiana. Nos cuenta los nombres de todos los policías de la investigación (y son muchos, por desgracia), e incluso sus vidas, cuando eso nos importa un bledo. Hay tantos nombres y tan raros que resulta casi imposible saber quién es quien. Por lo demás, esa investigación policial es inútil de cara a crear intriga en el lector puesto que este ya sabe todo (porque ya nos dijo Larsson lo que pasó, contado desde la perspectiva de Salander). Todos esos interrogatorios a los amigos y conocidos de Salander aburren a las piedras y ademas rozan el ridículo cuando los policías se ponen a elaborar hipótesis (secta de lesbianas satánicas, toma ya). También hay diálogos risibles cuando los expertos policiales estudian las pruebas balísticas  (por cierto, se nos incluye hasta un dibujo del lugar del crimen y una exhaustiva lista de detalles aburridos que luego no añaden mucho para la resolución del caso, por no decir que no añaden nada...) y tras concluir que habían usado balas de caza uno de los policías dice: "Así que, en otras palabras, el objetivo era matar". Mira tú qué lumbrera, si acaba de ver dos cadáveres con el cerebro destrozado (Larsson nos describe esto con detalle, los sesos y la sangre y eso) ¿cómo no va a ser el objetivo matar? Vamos, que digo yo que cuando te disparan a la cabeza no es que quieran asustar precisamente.

Para rematar todo este dislate, tenemos un final de los que llaman "trepidantes", con acciones inverosímiles como gente que la entierran viva con un tiro en la cabeza (se nos dice que se toca hasta el cerebro por el hueco) y ¡sale de la tumba!, como la de Kill Bill. Y encima todos los protagonistas saben lucha o boxeo, incluso las mujeres, y se pueden enfrentar con tipos de dos metros de altura tipo el Tiburón de las películas de James Bond.

En fin, que no sigo porque la verdad ya ha quedado claro que me ha parecido un libro malísimo, mucho peor que el primero, pero MUCHO PEOR. Parece un borrador sin revisar, con montones de repeticiones, escenas sobrantes y apenas una estructura clara y visible.

Una novela superficial en todos sus aspectos (especialmente en su descripción de la trata de blancas, que se queda en nada), a la que le sobran cientos de páginas, y con unos personajes cada vez menos creíbles, que llegan casi al estatus de superhéroes dotados de increíbles poderes de resistencia a los golpes, las balas y el fuego...

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