Une forme de vie
Amélie Nothomb
Albin Michel (ed. Bolsillo)
130 pp
Versión española: Una forma de Vida
Ed. Anagrama
Traducida por Sergi Pamies
152 pp
Resumen
La
escritora Amélie Nothomb recibe una carta de un soldado americano desde
Irak donde le habla de su admiración por ella y también de sus
problemas de obesidad. Ambos inician una intensa relación epistolar que
deriva hacia lo surrealista.
Comentario
Casi
todas las obras de esta autora tienen un fuerte componente
autobiográfico. Esta, en concreto, sin ser autobiográfica en el estricto
sentido de la palabra, la incluye a ella misma como personaje
principal, lo cual la dota de un cierto viso de verosimilitud dentro de
lo descabellado de la trama.
Las
últimas novelas de Nothomb que había leído no me habían gustado mucho,
pero en esta parece retomar las características que han hecho de ella
una autora de culto: la ironía brutal, el humor surrealista y grotesco, y
una cierta crítica enterrada bajo el simbolismo.
Obesionada
desde siempre por la belleza, y sobre todo por la gordura, Nothomb
vuelve a este tema de forma más descarnada que nunca. La obesidad se
convierte en metáfora y en elemento simbólico de crítica hacia el
sinsentido de la guerra de Irak. En realidad, los diferentes planos de
crítica que se superponen en la novela la hacen mucho más compleja de lo
que parece a simple vista. El personaje del soldado reconoce que antes
de Irak era delgado pero que es imposible resistir la guerra sin
volverse loco. Su forma de calmar la ansiedad era comer sin medida. En
el colmo del surrealismo, le pone nombre a su gordura, Sherezade, como
la mítica contadora de cuentos de las Mil y una Noches. No es una
elección de nombre al azar, puesto que el hecho de contar cuentos o
mentiras como forma de vida (de ahí el título) es otra de las claves de
la historia.
La
involucración de Nothomb en la trama sirve para enlazar con este
aspecto de la creación y del arte. La fascinación que siente ella por lo
que le cuenta el soldado podría ser paralelo al encantamiento por medio
de la palabra de Sherezade hacia el sultán. Así que por un lado tenemos
a alguien que cuenta historias y por otro, a alguien que las escucha
entrando cada vez en un mayor estado de necesidad respecto a tales
relatos, que se mezcla con la vanidad, cuando comprende que su atención
sostiene al soldado y le da ánimos. También sirve para tratar el tema
del rol de escritor en la sociedad y de la veneración casi mítica que
sienten algunos hacia él como generador casi mágico de historias. Así
pues hay variadas reflexiones sobre las peticiones absurdas que los
lectores le hacen a Amélie a través de sus cartas y el aura casi divina
que le otorgan al verla capaz de concederles deseos extravagantes.
La
novela tiene una estructura cuasi epistolar, mezclándose
transcripciones de cartas de uno y otro lado con el relato en primera
persona de Amélie. Observamos como al principio ella no se lo toma muy
en serio, luego se va enganchando, y sorprendiendo e indignando,
sufriendo, en suma, diversos estados que le provoca la lectura de las
aventuras iraquíes del americano. La correspondencia de ambos
personajes, cada vez más intensa, casi amistosa (otro de los temas es
las relaciones humanas en los tiempos de internet) da lugar a escenas
descacharrantes, como cuando el americano le envía su foto de obeso y la
autora nos describe como era él. O como cuando Amélie le dice que
podría exponer su gordura como obra de arte en una galería de Bruselas
(que es, en realidad, una cervecería regentada por un excéntrico).
Al
final, descubrimos el sentido de esta "forma de vida" construida a base
de palabras y de imaginación, y también la autocrítica de la autora
hacia su actitud. Nada es lo que parece, pero la ficción ayuda a vivir y
a superar lo insoportable.
En
resumen, una obra que recupera lo mejor de Nothomb, ese humor irónico y
grotesco, esa crítica soterrada y ese simbolismo dentro de la sencillez
de escritura, donde lo que menos me ha gustado ha sido el final.
Siempre me ha dado la impresión de que esta autora tiene ideas
brillantes, las desarrolla bien, pero no sabe rematar con finales a la
altura del resto. De todas formas, sigue siendo muy buena, con una prosa
salpicada de notas cultas, de humor fino y políticamente incorrecto,
original.
La autora
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