lunes, 13 de diciembre de 2004

La caverna de las ideas, de José Carlos Somoza

 La caverna de las ideas
José Carlos Somoza
Editorial Alfaguara
432 páginas

 

Argumento

Unos crueles asesinatos de jóvenes tienen lugar en la Atenas de Platón. Diágoras, miembro de la Academia platónica contrata al Descifrador de Enigmas, Hércules Póntor para que averigüe quién ha matado a un joven discípulo suyo, mutilándolo y arrancándole el corazón. Hércules pone en marcha su investigación. Al mismo tiempo, el traductor de la novela de Hércules empieza a observar inquietantes mensajes ocultos en el texto, y poco a poco le entran sospechas de que la muerte del anterior traductor, un tal Montalo, tiene que ver con lo que ocurre en ella...

Comentario

No se puede negar que Somoza tiene imaginación y ganas de no hacer lo mismo de siempre, sobre todo a nivel de la estructura de la novela. Se trata de un relato que contiene a otro que a su vez es otro relato con un significado filosófico, como en un juego de cajas chinas. 

El relato del traductor se introduce a través de las notas al pie, donde vamos asistiendo a las crecientes dudas y sospechas del personaje, que cree ver en la novela imágenes que se repiten a fin de resaltar un mensaje oculto que tiene como clave los doce trabajos de Hércules (eidesis). Quizás las primeras notas del traductor resultan monótonas y repetitivas en su afán por demostrarnos que hay algo oculto en el primer texto, y su historia no es todo lo poderosa que debería haber sido, aunque cuando llegas al final y comprendes la naturaleza de ese “traductor”, en realidad un artificio de otro autor totalmente distinto que incluso está presente en el primer libro, el de Hércules, te parece más justificado todo. 

El final es sorprendente y muy metaliterario. De todas formas, creo que le sobran algunas páginas de la investigación de Hércules Póntor, y le faltan de la del Traductor, lo que no quita que no sea muy original.

Está escrito con sencillez en cuanto a prosa. Se lee fácil pero no es un texto complaciente en el sentido de ser una especie de demostración filosófica, con la teoría de las ideas y el mito de la caverna como telón de fondo.

Quizás algunos lectores pueden sentirse defraudado con la conclusión de la novela. Ese tipo de finales en los que se revela que todo no ha sido más que un sueño o una ficción, un juego. A mí sí me ha gustado, aunque podría haber sido incluso más ambicioso el autor. Viendo lo que hay últimamente, esta novela resalta. 

También en el otro libro de Somoza que leí “La dama número trece” se apreciaba ese navegar entre dos aguas, entre la literatura comercial y sus exigencias y el deseo de ir más allá. Puede decirse que Somoza es representante de un tipo de literatura comercial de “calidad” que no se da con frecuencia en nuestro país. 

Creo que leeré más obras de este autor.


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