jueves, 2 de diciembre de 2010

Riña de Gatos, de Eduardo Mendoza



Riña de Gatos
Eduardo Mendoza
Editorial Planeta
432 páginas



Argumento:

Un inglés es contratado para venir a España en tiempos previos a la Guerra Civil con el objeto de que certifique la autoría de un cuadro de Velázquez, propiedad de un duque. Cuando llega a Madrid, las cosas se complican...

Comentario:


Normalmente no leo premios literarios y mucho menos el Planeta. Una vez lo intenté con uno y no pude terminarlo. Sin embargo, el renombre del autor premiado este año me animó a vencer el prejuicio.

El que nos ocupa no entra en la categoría de bodrio, por suerte, aunque tampoco es una obra meritoria en ningún sentido. Más bien es una novela plana, sosa y para mí, bastante aburrida. No digo que no tenga su público, pero este no soy yo, definitivamente.

En la contraportada se dice que describe "turbulentos amores con mujeres de distintas clases sociales" y el protagonista. Debo de haber leído otra novela porque no he visto ningún amor turbulento en sus líneas. Más bien algún acercamiento sexual (en elipsis), tan breve y tan poco cargado de emotividad que me resisto a calificarlo como "amor".

También dice la contraportada que los hechos del libro son narrados "con la presencia, muy sutil, de su conocido sentido del humor". Y tan sutil. El humor se cifra en dos puntos: alguna frase enrevesada cargada de palabras inusuales, que ya de por sí resulta humorístico, y escenas de vodevil (gente escondida en armarios escuchando conversaciones, o bajo la cama, huidas por jardines, etc) que a mí particularmente no me han hecho gracia. 

Lo que sí hay son extensas charlas sobre política y descripciones repetidas de cierto cuadro de Velázquez, cuyo tema, "sutilmente" se vincula con el argumento de la novela (bueno, tal vez hubiera sido sutil si lo cita dos veces, pero como son bastantes más...). 

En cuanto al argumento en sí, me ha parecido que tendía en ocasiones a esas novelas de misterios en torno al arte, pero sin misterio, o con uno muy forzado, al que luego le metían un poco de politiqueo o Historia para darle enjundia. De hecho, la falta de interés que me ha suscitado esta obra se basa principalmente en que no encontraba que fuera tan grave ni tan importante lo que iba a hacer el crítico de arte en España. La trama del cuadro es muy breve, y la de la relación del inglés con el duque y su parentela se limita a unas cuantas conversaciones discursivas. El resto son descripciones de la situación política pre bélica en la España del 1936, donde no falta la intervención de los generales golpistas Franco, Mola, Sanjurjo, Queipo... y tampoco la del propio José Antonio (Falange), pintado con una gran amabilidad, casi como un héroe romántico. 

De la prosa, qué puedo decir... Empieza retorcida, arcaizante, con cierta vocación de estilo y voz narrativa, y plena de palabras desusadas, incluso en la boca del inglés protagonista, poseedor de un amplísimo vocabulario español ("—No, por favor, no he dicho tal cosa. Además, sería prepóstero por mi parte: apenas la conozco"), con un cierto abuso de refranes y frases hechas, pero en algunas partes de la mitad empieza a cambiar el tono y el estilo (a más ágil y casi casi bestsellero), y así se pasa fluctuando toda la novela. Sin embargo, y es curioso, los personajes hablan todos igual, ya sean las hijas adolescentes de un duque, el propio duque, o un inglés. La única excepción es una prostituta que sale por ahí como en todo libro español que se precie. Por cierto, en "La ciudad de los prodigios" el estilo era totalmente distinto, con frases secas y cortas, muy poca subordinación. 

Hay bastantes escenas y párrafos que, para mi gusto, sobran, mucha palabrería y mucho dar vueltas para contar las cosas, y también alguna descripción explicativa (sobre todo en lo relativo a la relación del protagonista con su amante inglesa, que pensándolo bien, no pinta mucho en el resto de la trama), que dejan entrever poca revisión en la obra o quizás unas prisas excesivas.

Algo que me ha desagradado bastante es el cambio del tiempo de narración (casi todo el libro narrado en pasado) al presente, sin ninguna justificación aparente, en algunos capítulos. Parece como un recurso gratuito o un intento de dar variedad a una narración algo monótona. 

Los personajes me han resultado bastante vacíos. El inglés no transmite más que apatía; y las hijas del duque actúan de formas poco creíbles para su época y condición.

En resumen, muchas vueltas por Madrid, muchas escenas y charlas vanas, persecuciones por diversos bandos políticos, discursos sobre arte, y poca chicha en realidad. Para interesados en Velázquez, principalmente.

Algunos fragmentos:

Anthony emitió unos confusos sonidos con la esperanza de que fueran tomados por muestras de humildad o de cortesía, porque si bien estaba convencido de haber actuado con rectitud, experimentaba los lacerantes remordimientos del traidor neófito, y por más que la sustanciosa sopa le hacía recuperarse gratamente de su postración, con gusto habría renunciado a ella para salir huyendo del escenario de lo que se le antojaba una cruel mentira. Advirtiendo su desasosiego, intervino una vez más su excelencia el duque de la Igualada


Anthony se alejó del palacete con el paso cansino y el corazón encogido. Si hubiera tenido dinero, habría tomado el primer tren de regreso a Inglaterra. Pero esto era imposible. No sólo seguía impecune, sino indocumentado. Se maldijo mil veces por su estulticia.


(habla la hija adolescente)

—Eso tú no lo sabes, ni yo tampoco. Pero si pasa... y algo terrible pasará, tenlo por seguro, no me quiero morir como las santas del devocionario, con la palma del martirio en una mano y el dedo metido en la boca. No quiero ser una santa, Tony, quiero ser una persona normal, saber lo que es eso. Y si eso es pecado, lo mismo me da. Yo no lo he inventado. ¿Cómo puede ser malo desear lo que me están pidiendo el cuerpo, la razón y el alma? ¿Y cómo voy a ignorar un deseo que siento dentro de mí a toda horas, si encima el padre Rodrigo no me habla de otra cosa que de las tentaciones de la carne?


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