jueves, 17 de noviembre de 2011

El Prisionero del Cielo, de Carlos Ruiz Zafón



 El Prisionero del Cielo
Carlos Ruiz Zafón
Editorial Planeta
384 págs



Argumento

La librería de los Sempere no pasa por sus mejores momentos. Paralelamente, un extraño regala a Fermín, amigo de los anteriores, un ejemplar del Conde de Montecristo, un regalo que resucita recuerdos desagradables...


Comentario

La tercera novela de la tetralogía escrita por Carlos Ruiz Zafón (iniciada por La Sombra del Viento), cambia totalmente de registro y de tono con respecto a las anteriores, en especial con respecto a El Juego del Ángel, críptica y superbarroca obra, no entendida por el público.

Aquí nos encontramos con los personajes de la primera novela (Daniel Sempere, Fermín, etc), y alguno de la segunda (David Martín) en un relato mucho más simple o sencillo en cuanto a prosa y estructura. El tono es claramente humorístico, e incluso irónico y a veces hasta exageradamente rocambolesco, con escenas y diálogos bastante surrealistas. Incido en el tema de los diálogos porque prácticamente toda la novela está construida a partir de ellos, haciéndola bastante fácil de leer. Se echa de menos una mayor elaboración de descripciones, que apenas existen, o de la prosa en sí misma (los famosos amaneceres y atardeceres de Zafón brillan por su ausencia). A veces parece demasiado esquemático todo, y lo que es peor, narrado de forma plana y sosa, hasta el punto de poder decir que hay pocos puntos de giro dramáticos o casi ninguno (por no mencionar la sensación continua de anacronismo). El clímax por lo demás, me ha parecido de lo peor, puesto que no solo no eleva el interés con respecto a los anteriores capítulos de la novela sino que remite a ¡una cuarta! Es decir, el autor nos ofrece un final "truncado" muy frustrante, porque te da la sensación de haber leído un montón de páginas donde en realidad no ha pasado nada relevante desde el punto de vista dramático. Vamos, que tienes que comprar el cuarto para leer el final "verdadero".

Algo que resulta un poco irritante y hasta preocupante es el abuso de homenajes-plagio de grandes y conocidas obras de la literatura universal, como por ejemplo El conde de Montecristo y Los Miserables, a los que, por si el lector no había captado, se alude hasta literalmente, subrayándose el carácter un poco burlón y casi paródico de algunas escenas. Por ejemplo, la huida de Fermín calcada de la que sucede en el Conde de Montecristo (para colmo alargada en exceso) o su posterior encuentro con un sacerdote, donde ironizan sobre la escena de Jean Valjean (de Los Miserables) con la cubertería de plata del cura que lo aloja. Una cosa es homenajear y otra es tomar literalmente escenas de otras obras. A mí eso me hace entrever cierta falta de imaginación, un recurrir a lo fácil y seguro bastante sospechoso. Y también un poco de falta de respeto a los lectores, que no son tan tontos como para que les expliquen lo que es obvio.

En cuanto a los personajes, tenemos al narrador en primera persona, Daniel Sempere, que prácticamente no tiene personalidad alguna, y se limita a narrar con tono anodino la parte de la novela que sucede en el presente. Por otro lado, la parte en la que se hace un flashback para contar la estancia de Fermín en prisión, tras la guerra, se narra en tercera persona por un narrador omnisciente. Toda esta sección de la obra parece un intento por unir las tramas de La sombra del viento y de El juego del Ángel, en la figura de David Martín, otro de los presos de la prisión (que nos recuerda a Dickens por su sordidez, solo que exagera tanto que roza la parodia). Aquí el protagonista absoluto es el mentado Fermín, cuyos diálogos retorcidos a mí me parecen irritantes, sobre todo porque hay al menos otros dos personajes en la novela (el escribiente Oswaldo, y el profesor de Historia) que hablan igual. Parece ser que Zafón limita la caracterización de tales personajes secundarios a que "hablan raro", y si bien en un personaje queda bien, visto en varios resulta repetitivo.

El libro parece apelar al fetichismo de los lectores a los que les gustó La Sombra del viento, recuperando personajes supuestamente "entrañables" de aquel (y de El Juego del Ángel), mezclando el Cementerio de Libros olvidados (que no tiene casi ninguna participación real en el argumento), con la estructura de El Conde de Montecristo, y pasado todo ello por un tono demasiado poco serio para no resultar a veces paródico.

Puede que a muchas personas les guste pero a mí personalmente me ha parecido que representa un bajón notable del autor en cuanto a ambición y calidad literaria. Ha ido a lo fácil, a recuperar la los lectores desencantados con la anterior novela, y la historia no resulta interesante fuera de las alusiones autorreferenciales al resto de la serie, que intentan enganchar emotivamente al lector. Y encima no es autoconclusivo.

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