El guardián invisible
Dolores Redondo
Editorial Destino
432 páginas
Argumento:
En
el brumoso valle del Baztán, Navarra, aparece muerta una joven en el
bosque, rodeada de extrañas pistas que remiten a las mitologías vascas.
Comentario:
Esta
novela, dado que trata de las investigaciones policiales llevadas a
cabo en el valle del Baztán por una inspectora de la policía Foral
navarra, podría en principio inscribirse en el género de novela negra
(aunque en este caso no hay ningún trasfondo de crítica social). Sin
embargo, pronto advertimos las implicaciones personales de la inspectora
en el caso, ya que es natural del pueblo de Elizondo, cercano al lugar
de aparición del cuerpo.
Eso
significa que las tramas relacionadas con su pasado, su familia y su
problemática no maternidad tienen un peso demasiado grande como para
pasar inadvertidas (o como para que no nos recuerden a exitosas novelas
nórdicas que todos conocemos). A decir verdad, llega un punto en la
novela en la que se centra casi en exclusiva en estos aspectos
familiares, de corte folletinesco, con historias muy poco creíbles (la
madre, una caricatura, nunca llegamos a saber exactamente qué tipo de
enfermedad mental padece; la hermana, en exceso mala, sin matices y de
comportamiento incoherente, etc, etc).
Sobre
la mitad del libro, la investigación policial se estanca, parece que la
inspectora se limita a estar casi de vacaciones en su pueblo. Para
colmo, las pocas investigaciones introducen en la baraja de sospechas
asuntos fantásticos que rompen aún más la credibilidad de la historia.
Muchos de los personajes, por no decir casi todos, incluidos científicos
y personas expertas, parecen creer a pie juntillas en la existencia de
un ser llamado Basajaun, una especie de Big Foot vasco que protege el
bosque. Resulta muy chocante no que exista ese ser sino que personas de
ese nivel intelectual crean en él casi sin asomo de duda. A este
respecto, la autora muestra un valle del Baztán sumido en supersticiones
propias de la Edad Media, entre lo folklórico y lo dudoso.
El
planteamiento del asesinato y las motivaciones del asesino son otro
punto oscuro. La autora parece imitar modelos extranjeros sobre
historias de asesinos en serie, en la confección de la escena del
crimen, con elementos disparatados y llamativos, como la aparición de un
pastelito típico de la zona sobre el pubis de la víctima, cuyo
significado, como muchas otras cosas en la novela, al final no se
explica, y encima te hace pensar en la incompetencia del asesino dando
pistas tan obvias sobre su identidad. Ni que decir tiene que tampoco nos
enteramos muy bien de sus motivaciones. El estudio o retrato de la
psicología de este criminal es uno de los puntos más flojos de la obra.
Tal parece que podría ser este personaje como cualquier otro. Por
algunos detalles del texto se deduce que hay más de un asesino, pero su
caso se pospone para otras entregas...
En
cuanto a la investigación policial en sí, sorprende que ante el
hallazgo de un cuerpo en circunstancias tan inusuales como las
descritas, los policías no recuerden ningún caso anterior, más que a
posteriori. En una reunión, un policía dice que "hace un mes" apareció
otra víctima, y la inspectora responde que ¡lo recuerda de haberlo leído
en la prensa! Pero de eso no se hace ni mención cuando aparece el
cuerpo. Por otro lado, más adelante descubrimos que hubo casos antiguos
que la memoria colectiva parece no haber retenido. Es extraño sobre todo
si ocurren todos en un espacio tan pequeño y cerrado como debe de ser
el valle del Baztán.
El
componente "mágico" obliga a la "suspensión de la incredulidad"
demasiadas veces, aunque tratándose de una trilogía, no descarto que en
entregas posteriores se den explicaciones racionales (hay un atisbo al
final, en una comunicación de los expertos en osos, no muy convincente).
Sin embargo, el elemento relacionado con la obsesión por la maternidad
de la protagonista y la figura de una diosa resulta demasiado "casual".
Pero lo peor de la obra no es la historia en sí, que puede ser más o menos créible, sino la forma en qué está narrada.
En
la novela abundan las frases ambiguas, incoherentes, mal construidas y
los párrafos contradictorios. Hay una parte, cuando se introduce una
breve recapitulación sobre la historia de los asesinos múltiples, que
está mal integrado en el resto del texto. Incluso se incurre en un
error, al mencionarse que Jack el Destripador "asesinó a cinco inocentes
peatones y a innumerables prostitutas" (capítulo 13). La autora debería
cuidar las fuentes de las que extrae la información... No es la única
ocasión en que se perciben cambios de estilo y de forma a lo largo de
esta irregular obra. Muchas descripciones son vagas y genéricas, o con
estilo "wikipedia", deficientemente integradas con la narración, como
por ejemplo, las del pueblo de Elizondo.
Ejemplo
de frases confusas o ambiguas: "Una fuerza mágica, telúrica y ancestral
parecía haber marcado los cuerpos de aquellas casi niñas con la ropa
rasgada, el vello púbico rasurado y las manos dispuestas en actitud
virginal" (¿A qué se refiere con "actitud virginal" en la postura de las
manos? Más adelante en la novela, un poco antes de la mitad, la policía
cae en la cuenta viendo calendarios de vírgenes, que tienen las manos
hacia arriba, pero si se da cuenta ahora, ¿por qué nos dice antes lo de
la actitud virginal?)
Ejemplo
de párrafo contradictorio; "Un lugar que ya no existía, porque lo que
comenzaba a añorar ahora que estaba allí era el Elizondo de su infancia.
Sin embargo, ahora que había regresado casi segura de hallar signos de
cambio definitivo, se encontraba con que todo estaba igual. " (¿En qué
quedamos, existía el Elizondo de su infancia o no, estaba todo igual o
había cambiado?)
En
cuanto a los personajes, se puede decir que hay dos grupos: la
inspectora y las mujeres de su familia, descritas en ocasiones con trazo
grueso, como la ya citada hermana Flora, y, por otro lado, el resto de
los personajes, que podríamos llamar "fantasmales", como el marido,
James, ya que aparecen y desaparecen cuando menos te lo esperas, y
carecen de personalidad apreciable.
Un
hecho que me llamado mucho la atención y que no sé si es un rasgo
característico vasco (culturalmente vasco, la acción transcurre en
Navarra), es la manía de los personajes de llamarse "hermana", "cuñado" y
cosas así en las conversaciones ("Hola, cuñado"). Tal vez sea algo
típico de esa zona pero yo jamás lo he oído en mi entorno, y mucho menos
con tanta insistencia.
La
protagonista se nos presenta con matices también contradictorios, una
mujer policía llena de traumas de infancia y familiares (una se pregunta
cómo pudo pasar el examen psicológico para entrar en la policía),
torturada por no tener hijos pero que se niega sistemáticamente a ir a
la clínica de reproducción asistida, con cierto trasfondo
"tradicionalista". Para mostrarnos el origen de sus conflictos, la
autora recurre a flashbacks, a mi modo de ver, innecesarios. Se nos
repite con cierta insistencia lo buena y brillante policía que es
(estudió en Quantico, en el FBI), pero en el libro no demuestra esta
supuesta brillantez, más bien al contrario, se estanca y precisa de la
"ayuda" de un personaje extraño relacionado con el FBI llamado Dupree,
cuya subtrama, también de tipo mágico, no se desarrolla (imagino que lo
deja para las siguientes entregas).
Hay
todavía otro personaje que la supera en contradicción, que es su
hermana Flora, cuyo comportamiento no se sostiene por ningún lado, como
se demuestra en cierto diálogo final.
En
resumen, una novela policial con toques mitológico-antropológicos
vascos para darle exotismo, y de melodrama familiar, de estilo mejorable
pero que podría entretener a los aficionados a las novelas de Camilla
Läckberg y resto de autores nórdicos de este estilo.
Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.
Aún es buena la reseña, para lo que es ese libro terrible, mal escrito, peor narrado y además, con trozos demasiado inspirados en otras novelas.
ResponderEliminarHay un error en la pagina 191, cuando Amaia, de niña va a comer el domingo a casa de sus padres, y se encuentra a solas con su madre: "... durante el invierno había dado un buen estirón. Era el fin de semana en que se cambiaba la hora, pero tanto la tía como ella habían olvidado hacerlo, así que se presentó en la casa de sus padres una hora antes." No tiene lógica. Si es en primavera, la hora se debe adelantar y si ella no lo hace, llegará una hora tarde a la cita. Una escritora de misterios debe cuidar estas cosas.
ResponderEliminarPor lo demás de acuerdo con lo mal contado que está (lo de llamarse hermano, cuñado, aita, ama, lagun (amigo), lengus (primo) sí es muy común en el País Vasco y Navarra, por lo menos en los pueblos, doy fe)
Explicación alternativa: la lentitud de pensamiento de la inspectora Salazar, sus alucinaciones y sus vaivenes emocionales se deben a la fuerte medicación que toma desde la adolescencia para tratar su síndrome postraumático. Toda la familia padece graves trastornos mentales hereditarios, encubiertos gracias a la riqueza que les ha proporcionado el negocio. Por lo demás, parece que el consumo de alucinógenos es bastante habitual entre los baztaneses, lo cual explicaría que hablen como en una telenovela venezolana, que se les aparezcan toda clase de seres imaginarios y que no les extrañe nada que durante años vayan apareciendo chicas muertas por el campo.
ResponderEliminarExplicación sencilla: el libro es malo de narices.