Editorial: Planeta,
2015
290 páginas
18,90 €
Ebook: 12,99 €
Argumento:
Segunda entrega de la
autobiografía novelada de Jorge Javier Vázquez.
Comentario (con
SPOILERS):
Último verano de juventud es una de
esas obras difíciles de clasificar: el propio autor la define como novela tanto
en las entrevistas que le han hecho como en la propia narración, aunque también
admite que algunos de los pasajes que relata sucedieron y otros no, lo cual la
convierte, al menos en parte, en autobiográfica.
Esta
especie de «juego» de especular sobre lo que es real, o no, puede funcionar a
nivel de producir morbo entre quienes lean la obra (¿De verdad hizo esto o
aquello?), aunque también puede restar fuerza dramática a algunos capítulos, puesto
que la narración, en primera persona, sugiere sinceridad por parte del autor,
una necesidad de mostrarse tal cual es ante su público.
Sin
embargo, en sus declaraciones asegura que no todo es real, o que es lo que le
dice a su madre para que no se asuste, que su pareja ha escrito varios
capítulos contando su propia historia, pero que no todo lo que dice es verdad
(es cierto que parte de lo que cuenta no suena creíble), creando confusión y
dudas al pretender mezclar realidad y ficción.
Como novela
se supone que es una historia de amor: tras relatar varias situaciones, entre
las que destaca una crisis existencial, Jorge, que mantiene una aventura con un
becario (Izan), se ve «obligado» a elegir entre dos viajes (Londres o
Lisboa), uno junto al joven y otro con «Fermín» (nombre ficticio dado por el
autor a su pareja, P.), cuyas consecuencias van más allá de elegir a uno u otro
hombre, que simbolizan distintas formas de vida: el becario significa juventud,
locura, negativa a madurar y aceptar cosas que atormentan al protagonista (envejecer,
perder atractivo físico y oportunidades de hacer locuras) mientras que «Fermín»
supone aceptar que es un hombre maduro, asentado, quizá aburrido, quizá fiel a
su pareja.
La
narración en primera persona impide conocer la realidad de otros personajes
(«Fermín» e Izan principalmente), cuyas emociones y motivos son deducidos e
interpretados por el protagonista: ¿Cómo saber si a Izan le gusta de verdad
Jorge o se acerca a él atraído por la fama?
Los
continuos saltos temporales, que a veces se dirían caprichosos y no
relacionados con la trama principal (la historia de amor), junto a pasajes
que parecen entradas de un diario,
dificultan establecer la cronología de los hechos y, por tanto, la evolución de
Jorge. También hay capítulos (el matrimonio que se «adueña» de la casa del
protagonista, los estudios de la sobrina) que no parecen relacionados con el
resto, más propios de una autobiografía o recuerdos que de una novela.
En el
apartado supuestamente autobiográfico se mezclan hechos que cualquiera que
conozca un poco al autor sabe ciertos, como el enfrentamiento en directo con
«La concejala» y «La suegra de un torero», a quienes no se menciona por sus
nombres, la cancelación de un día para otro de «El programa que presenté antes de Sálvame» (Aquí hay tomate), o la visita de La Mari al plató del Deluxe, espantada del protagonista, y la
madre, incluidas, con datos acerca de su afición a la vida nocturna y a diversas
sustancias, tal vez a los que se refiere como inventados…
Quizá decepcione
a los incondicionales del autor que apenas hable de los colaboradores de Sálvame (se mencionan los nombres de
Rosa Benito, Mila Ximénez, María Patiño, Kiko Matamoros y Kiko Hernández),
siendo las principales referencias al programa las dedicadas a su relación con
los directores y los encuentros con Izan durante algunas pausas publicitarias.
También
llama la atención algún pasaje que parece destinado a justificar ciertos actos,
como su afición a la bebida:
«Al
trasladarme a Madrid bebía para intentar ligar, luego para poder dar rienda
suelta a mi morbo y al final para sentirme mal y darle la razón a todos los que
me consideraban el ser más abyecto de la historia de la televisión gracias al
programa que presenté antes de Sálvame.»
Las dudas
sobre su intervención en la obra de teatro basada en su anterior novela, La vida iba en serio, que ha
recibido duras críticas:
«Tenía que
confiar en Juan Carlos, aunque, siendo como soy, me preocupaban de antemano los
titulares del día siguiente al estreno. Inmediatamente se me vino uno a la
cabeza: «La actriz sepulta al presentador». Y luego otro: «Kiti deja en
ridículo a Jorge J.». Y otro más, incluso: «¿Es necesario que Jorge J. salga en
su función?».
Sé que me
están esperando. Y que me van a examinar con lupa. Suponía que tantos años en
primera línea de batalla me habían inmunizado contra la mala leche, pero me
equivocaba.»
La
percepción sobre su programa anterior, tan similar al actual:
«Después de
tres años en antena, el programa se olvidó de divertir y viró hacia lo sórdido.
Y la audiencia no solo no desertó, sino que cada vez era más masiva. Como la
audiencia nos legitimaba, considerábamos que no estábamos cometiendo ninguna
equivocación. Pero las cometimos. ¡Más madera! ¡Es la guerra! Y nosotros la
repartíamos.
De la noche
a la mañana, repito, de la noche a la mañana, comenzaron a lloverme palos.
Ganados a pulso. Y no supe gestionarlos.»
O lo que
comenta con La Mari tras la escena en el Deluxe:
«—Que sea
la última vez que vienes a un plató de televisión.
—Hijo, si
es que se ponen muy pesados. Tú no sabes la cantidad de veces que me han
llamado.
—¡Y las que
te llamarán! Es su deber. Llamar. Embaucar. Engatusar. ¿No entraste ya el lunes
por teléfono en Sálvame para desearme felices vacaciones?
—¡Porque me
llamaron! Porque tu amigo David, el director, me dijo que te haría mucha
ilusión.
—Se expresó
muy mal. Tendría que haberte dicho que le hacía ilusión a él, no a mí.»
«Me dieron
ganas de explicarle que para ella la televisión es un juego, un lugar mágico en
el que la peinan y la maquillan. Y ese juego continúa al día siguiente porque
no para de recibir llamadas diciéndole lo guapa que ha salido, y cuando sale a
la calle las vecinas la piropean sin cesar. La estrella del barrio. Pero jugar
también implica riesgos: convertirse en objeto de comentarios crueles o
despectivos, o en motivo de chanza para que ingeniosos tuiteros se luzcan en
ese lodazal en que se ha convertido gran parte de internet. Y a estas alturas
de mi carrera, lo que menos me apetece es tener que lidiar también con las
críticas que pueda recibir mi madre, por si no tuviera ya bastante con las
mías.»
Aunque
intente minimizar los daños con las mencionadas declaraciones acerca de la
veracidad de parte de lo que se relata en la obra, también hay que reconocer al
autor cierto valor para arriesgarse a que se considere que la imagen que da de
sí mismo como alguien egocéntrico, superficial, inmaduro, egoísta, frívolo,
cobarde etc… es real.
Como su
predecesora, La vida iba en serio,
esta historia puede interesar, por distintos motivos, tanto a detractores como
a admiradores de su autor.
***T***
Los
comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu
opinión. Insultos o comentarios personales sobre las administradoras no saldrán
publicados, solo comentarios de los libros.
Sorprendido me ha, debe ser que toca muchos temas relacionados con mi generación, la gran pregunta del libro es : ¿Que debemos hacer para ser felices? ...
ResponderEliminarLo del becario no debe ser del todo cierto...pero imagino quién debe ser Ernesto. Eso me parece más creíble. La cronología es difícil de encajar, pero entretiene. Para estar tan obsesionado con el peso debe aburrirse en demasía 🍎
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