Nuestra parte de noche
Mariana Enríquez
Anagrama (Premio Herralde)
680 páginas
Argumento:
Juan y su hijo Gaspar viajan por la Argentina de la dictadura militar huyendo de un mal tenebroso encarnado en una orden de ocultistas. Juan hará todo lo posible por evitar que su hijo entre en contacto con las fuerzas que han determinado su vida.
Comentario:
La novela de Mariana Enríquez, reputada autora de relatos, destaca entre la marea de novedades literarias por lo bien escrita que está. Algo que debería darse por supuesto en autores que publican en editoriales de prestigio (y han recibido premios literarios), cada vez es menos frecuente. En este caso, la prosa (aunque irregular) no decepcionará a quien busque algo más que un relato descarnado.
Sin embargo, la estructura del libro, con algunos aciertos, para mí falla en varios puntos básicos: en primer lugar, la historia empieza con fuerza pero luego se desinfla al no exprimirse la trama todo lo que podría haber dado de sí; en segundo lugar, es inmensamente largo, lo que implica un número desmesurado de digresiones y de vueltas y vueltas sobre lo mismo, que dan impresión de reiteración y de estancamiento.
La división de la novela en varias partes que en ocasiones parecen pertenecer a obras distintas, no la favorece. Da la impresión de que leyendo solo alguna de ellas se podrían suprimir otras. Por ejemplo, la parte que transcurre en Londres, narrada en primera persona por uno de los personajes, y llena de referencias culturales (sobre todo musicales) de la época, explica casi todo sobre la Orden y sus actividades. Mientras la lees te parece que sobran muchos fragmentos de partes ya contadas que hablan sobre lo mismo con poca variación de detalles. La parte de la casa misteriosa y los niños es de las que menos me ha gustado, salvo su resolución.
La autora también tiende a la prolijidad. La premisa es buena e interesante, pero el desarrollo es el más largo posible, con inclusión de muchos episodios de corte costumbrista, que si bien le dan un aire desasosegante a una historia de fantasía y terror (al introducirla de forma natural en la "realidad"), a la vez sobrecargan y, en ciertos momentos, aburren. Probablemente esta historia habría quedado mejor como relato o novela corta.
Sí me ha gustado la relación entre la parte fantástica o terrorífica con la historia real de Argentina, en especial con la etapa de la junta militar (aunque también habla de su final), y los inquietantes paralelismos entre las torturas y desapariciones tristemente célebres de la época y las realizadas por la secta de la novela, la orden que rinde culto a dioses de la oscuridad a los que inmolan seres humanos (en un despliegue gore que hará disfrutar a los aficionados a esa vertiente del terror). La metáfora es clara, y se percibe en el fragmento narrado por la periodista que investiga la fosa común llena de cadáveres torturados, según todo el mundo obra de los militares.
Los personajes no están muy perfilados salvo Juan y Gaspar. Son lo justo para este tipo de narración. Casi todos ellos, además, resultan moralmente ambiguos, algo que encaja bien con un relato tan oscuro lleno de torturas sádicas y crímenes rituales.
En resumen, una novela muy larga, larguísima, a la que le sobran como mínimo trescientas páginas, pero muy bien escrita, con alardes literarios varios, calidad de prosa, y una inusual temática de sectas asesinas y dioses oscuros, que sigue una estructura no estrictamente lineal con varios saltos en el tiempo y cambios de punto de vista y persona narradora. Puede resultar pesada a quien no tenga mucha paciencia y desee acción a raudales, pero la premisa es interesante. La novela ganó el Premio Herralde 2019.
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Creo que la novela tiene aciertos notables: "los dioses siempre tienen hambre", por ejemplo.
ResponderEliminarSi uno lee la Biblia con atención, notará que a Yahvé le ofrecían niños en holocausto; si uno lee los mitos griegos, verá que a Zeus y Cía. les gustaban los muslos de toros; los dioses aztecas necesitaban sangre humana para vivir