jueves, 14 de mayo de 2020

La violinista de la rosa blanca, de Amelia Noguera

Editorial: Amazon
362 páginas
14,82 €
Ebook: 3,99 €


Argumento:

Tras matar a la mendiga Isabella de forma accidental (según él mismo insiste una y otra vez), y que su amigo Bruno caiga en coma, Hipólito decide buscar a la familia de éste para comunicarles lo sucedido.

Comentario:

En la sinopsis de La violinista de la rosa blanca se dice que se trata de un homenaje a El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza, y quien la haya leído no tendrá dificultad en encontrar coincidencias, como un protagonista poco convencional que recorre una ciudad (en una Barcelona, en la otra Madrid) investigando un caso en los años 70 del siglo XX.

También hay similitudes en los nombres de algunos personajes, desde Isabelita, a quien Hipólito cuenta su historia, María Mercedes o la doctora Laurita Sugrañes, emparentada con el médico barcelonés dedicado a la salud mental de la novela de Mendoza. Además, hay homenajes, quizá más sutiles, a otras obras (los sugus…), aunque la historia tiene su propia personalidad y no tarda en emprender su propio rumbo.

Hipólito/Marlon narra la mayor parte de la novela en primera persona, lo que le convierte en un protagonista, en ocasiones, poco fiable (él mismo sugiere en alguna ocasión que no lo cuenta todo), definido por un tono arcaico y rebuscado (otra similitud con Mendoza) y algunas frases recurrentes. Logra resultar simpático y atractivo la mayor parte del tiempo, incluso cuando se contradice, se hace el tonto o reacciona de forma inesperada a las situaciones a las que se enfrenta, a veces insensible, otras muy sensible.

Cuando toma la palabra en el relato el tiovivero Jacinto/Andrés, aunque la “voz” es distinta, no resulta tan convincente, quizá porque cuenta cosas que no puede saber, como son pensamientos, emociones y gestos de otros personajes. Que, además, su declaración sea de algo que le contaron, contribuye a la falta de credibilidad.

Cuando María de las Mercedes cuenta la historia real del doctor Velasco y su hija Conchita, y el ser del otro lado del averno habla del igualmente real “hombre lobo” Romasanta (entre otras narraciones), siendo la segunda algo más pertinente que la primera en cuanto a relación con la trama principal, queda mejor, más “creíble”, debido a la ausencia de profundidad en los detalles.

María de las Mercedes, doña Juana la loca (más tarde, y brevemente, la triste), Joaquina/Tomasina, Clarisa, Jacinto/Andrés, el cura Anselmo Fraile Feo, Bruno o el abuelo de Hipólito son secundarios poco convencionales que enriquecen la historia, sobre todos los personajes femeninos, en su mayoría más interesantes que los masculinos.

Durante buena parte de la novela, la presentación de los personajes, el inicio de la investigación, la narración fluye con facilidad, sin que el estilo arcaico y algo rebuscado resulte en ningún momento pesado o difícil de leer. Sin embargo, cuando Hipólito empieza a recabar testimonios, la obra se ralentiza, aparecen algunas situaciones y anécdotas cuya relevancia, aparentemente, no va más allá del adorno.

También el cruce de informaciones, a veces sobre los mismos temas y personajes, perjudica la fluidez, produciendo en ocasiones una sensación de reiteración, sin añadir detalles nuevos de interés. Las similitudes entre las situaciones que se relatan pueden llevar, en ocasiones, a no distinguir  a unos personajes e historias de otros.

En resumen, La violinista de la rosa blanca: Una loca historia de amor, humor, crímenes y leyendas es una novela bien redactada (salvo contadas excepciones, y hay hasta alguna errata), en la que se nota una cuidada planificación para cuadrar los detalles, lastrada a veces por pasajes innecesarios y algunas repeticiones. Que se pueda adivinar gran parte de lo que sucede mucho antes de que Hipólito (que quizá se está haciendo el tonto y el despistado…) lo deduzca, no es algo negativo. La impresión de que la autora ha vivido su novela, presente en algunos detalles que enriquecen tanto la historia como a los personajes, contribuye a sentirla cercana, a empatizar con Hipólito y sus vivencias. La impresión final es positiva.


***T***

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