Editorial: Amazon
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Argumento:
Jaime Azcárate, harto de trabajar
en las catacumbas de la biblioteca del CIH (Centro de Investigaciones
Históricas) ve el cielo abierto cuando se entera de que una ex compañera de la
universidad dirige la revista «Arcadia». Acude a pedirle un empleo y ella le
pone a prueba, quiere un artículo. En busca de la historia que le consiga un
trabajo fijo que le permita conservar su buhardilla y la independencia paterna,
el joven comienza a investigar los destrozos que se han realizado en algunas
tiendas de reproducciones egipcias.
Comentario:
Al comenzar la novela se puede
tener la impresión de estar ante una aventura de Dirk Pitt, puesto que el autor
sigue la misma estructura que Clive Cussler: un capítulo situado en un pasado
lejano y exótico (522 de la Era Cristiana, en que se «pierde» un gran tesoro),
un segundo mucho más cercano (Madrid, 1970, con la llegada del templo de Debod), y el
tercero y definitivo en la Navidad de 2007, aunque las similitudes acaban
ahí.
En el apartado «técnico» cabe
señalar cierta falta de revisión que deja en el texto muchos gerundios,
palabras que se repiten (y no siempre de la forma deliberada – y algo cansina
por la reiteración – que se permite el autor en plan irónico) y alguna rima (se
supone) involuntaria. También se alternan, a veces en una misma página,
varias frases hechas con otras tantas expresiones ingeniosas.
El autor recurre a «avisar» de vez
en cuando que va a pasar algo («… tampoco sabía que hacía casi cuarenta y ocho
horas que había fumado el último cigarrillo de su vida», pág. 81, y otras),
recurso algo burdo.
También utiliza otros métodos
clásicos de crear expectación, como acabar un capítulo en un momento de cierta
intensidad para comenzar el siguiente con otros personajes o comentando otro
tema, y consigue encontrar el equilibrio adecuado entre lo que es crear interés
y enrollarse demasiado, además de relatar cosas que vienen a cuento o son
divertidas, por lo que no da la sensación de engaño o que sea texto de
relleno.
En cuanto a los personajes, la
arrolladora personalidad del protagonista destaca por encima del resto (un
perdedor adicto a las bandas sonoras de películas, a los enigmas egipcios y a
las mujeres misteriosas, con pinta de alter ego del autor), que quedan algo
desdibujados, aunque se nota que se ha intentado diferenciarlos. En algunos
casos mediante coletillas en su forma de hablar, como la frase «¡Vete al traste
Jaime Azcárate!» (Ingrid) o la palabra «compi» (Fidel) además de por cómo se
comportan.
En una historia donde hay buena
cantidad de personajes femeninos de relevancia (Iratxe, Ana, Laura Rodríguez,
Amelia Campillo…) se agradece que, pese a que casi todas son jóvenes y bellas
(excepto doña Consuelo y Begoña Gil Redondo, quizá…), se les dote de sentido
del humor, ironía, inteligencia y que no caigan rendidas a los posibles
encantos de Azcárate.
La trama es clásica: un grupo de
personajes en busca de un tesoro, otro grupo (este de villanos) que quiere lo
mismo, algún que otro asesinato, misterios, enigmas anclados en el pasado que
nadie hasta ahora ha conseguido resolver y un decepcionante desenlace (de la
aventura, no de la novela) que no huye de los tópicos del género sino que los
enriquece con ingenio.
Es este humor que invade casi toda
la historia (excepto un par de capítulos históricos -19 y 20, creo-, aunque
después hay un bache que remonta cuando comienzan a resolver las pruebas) lo
que diferencia a «La isis dorada» de otras novelas del género, sobre todo por
lo inhabitual que es contar una historia de aventura y misterio en clave de
humor irónico, a ratos surrealista y absurdo.
Utilizando ese mismo tono, el
autor se permite cierta crítica más o menos sutil hacia las religiones y su
capacidad de manipulación, y cómo se puede influir a las masas distorsionando
la realidad.
También se agradece el humor en
los capítulos «asensianos» (la resolución de enigmas al estilo de Matilde
Asensi, aunque más comprensibles) y el homenaje/guiño (o lo que sea) a «El
Señor de los anillos» de Tolkien (final del capítulo 40 y comienzo del 41), o
en los encuentros de Jaime con «Fofito», con Vir y Luis, y más personajes
divertidos y excéntricos.
En resumen, una novela
entretenida, ingeniosa, divertida, que intenta no ser convencional y apartarse,
mediante el humor, de las normas del género.
Por cierto, las alusiones a Malena
Gracia (dos veces) y la pitonisa Lola están destinadas a quedar obsoletas en
poco tiempo.
Errata: En la
página 131 de la versión en papel el autor describe a un personaje con las
orejas puntiagudas como «primo hermano del doctor Spock», confundiendo al señor
Spock de la serie «Star Trek» con el doctor Spock que escribió libros sobre la
crianza de los hijos.
*** T ***
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