lunes, 8 de diciembre de 2008

El Mapa del Tiempo, de Félix J. Palma


PREMIO ATENEO DE NOVELA 2008
El Mapa del Tiempo
Felix J. Palma
Editorial Algaida
628 páginas


Argumento:

Londres, 1896. La empresa de viajes Temporales Murray ofrece al público la posibilidad de viajar al año 2000. Solo el escritor Wells, autor de La máquina del Tiempo, duda de la posibilidad real de tal hecho. Pero el joven y enamorado Harrington, desea viajar al pasado para evitar un crimen, mientras la inadaptada Claire sueña por su parte con el futuro y un amor romántico.

Comentario:

El Mapa del Tiempo es una novela que mezcla varios subgéneros literarios con gran acierto, de una forma fluida. Ese mismo eclecticismo permite hablar de ella como obra de aventuras, de misterio, ciencia ficción, fantasía, romántica, histórica incluso, tomando como guía los cánones del folletín decimonónico.

Lo primero que destaca nada más abrirla, ya en la primera página, es lo bien redactada que está. Esto que debería ser la norma, se convierte en algo a reseñar en los tiempos que corren donde se observa cierto descuido por parte de muchos autores en los elementos formales de la escritura. Palma conjuga de un modo magistral una prosa literaria, de frases elaboradas y de una gran calidad, con una historia muy interesante y ciertamente ambiciosa en sus pretensiones. Nos deslumbra haciendo una especie de compendio de todos los iconos literarios e históricos del XIX: Wells, Verne, la fe ciega en el progreso de la ciencia y en las maravillas que vendrían, Jack el Destripador, Stoker, El hombre elefante, El Hombre Invisible, la máquina del tiempo del propio Wells. La ambientación es extraordinaria, y además, está introducida con muy buen tino, aprovechando las circunstancias que la propia trama provoca. También me ha gustado que no nos lo explica todo como si se dirigiera a una persona del siglo XXI. Palma  nos hace creer que estamos en el siglo XIX y da la información y el punto de vista que tendrían gentes de esa época. Huye del didactismo en el apartado histórico, lo cual demuestra que es un autor con recursos que busca un resultado artístico por encima de todo. Como diría él, el bestseller no tiene por qué estar reñido con la calidad literaria.

La obra está dividida en tres partes que narran diferentes historias, pero unidas entre sí por el tema de fondo, el estilo, algunos personajes que en una parte son secundarios y en otras protagonistas, y sobre todo por la figura de H.G. Wells, famoso novelista de anticipación de la época. Esta estructura, quizás deudora del pasado como cuentista del autor, nos permite profundizar en la peripecia de esos personajes de un modo más intenso, aunque quizás diluye un poco (solo un poco) el interés en la trama general.

En la primera parte, un personaje se dispone a suicidarse, impulsado por la terrible pérdida de su amada, la tristemente célebre Mary Kelly (aquí llamada Marie Kelly), que como se recordará, fue una de las víctimas de Jack el Destripador.

Tras la presentación del conflicto del personaje, se realiza un flashback que nos traslada a 1888, fecha del fatídico suceso (y por ende, de los crímenes de Jack), en el cual el autor nos narra cómo se enamoró el joven suicida de la prostituta, con ese amor tan idealizado y a la vez apasionado que vemos en los folletines del XIX. Incluso la forma de conocer a Marie (a través de un retrato) resulta increíblemente literaria. También lo es la relación entre el joven y su primo, que recuerda y mucho a las intensas amistades entre hombres que se suelen describir en las novelas de la época. Se nota que Palma es una persona muy leída y que se ha documentado a conciencia, no solo en los datos, sino también en lo que respecta al espíritu del siglo, cosa que es mucho más difícil. En esta novela realmente ves el XIX, sientes que pudo ser así, o al menos que es bastante verosímil y similar a la mentalidad de aquellos tiempos, esa ingenuidad (una cuestión muy importante para entender el resto de las peripecias y sus implicaciones, su verosimilitud), esa fe en el progreso...

La primera historia se resuelve con la intervención de dos elementos que tendrán su relevancia y su propia historia a lo largo del resto de la novela: la empresa de viajes en el tiempo Murray y el autor Wells, ambos relacionados también entre sí. Y es que esta novela posee una complejidad estructural y argumental por encima de la media. Cada detalle es importante, y puede volver a surgir en otro punto, con una nueva interpretación.

La historia de cómo surgió la empresa de viajes en el tiempo, con el descubrimiento en África de un "agujero" espacio-temporal por parte de unos exploradores, es homenaje a las novelas de aventuras coloniales y de viajes y exploración. Personalmente, me recordó un poco a "Pandora en el Congo", novela de Piñol, que también es homenaje a ese tipo de aventuras. A pesar de su cariz fantástico, encaja en la obra, pues al ser narración de un personaje podemos presumir que quizás no dice toda la verdad. Sobre este punto hay que agradecer al autor que no juegue con cartas marcadas. No trata de engañar al lector en ningún momento, y por eso es fácil deducir que no todo lo que se narra es real (como cierta representación que realiza Wells para hacer un favor a alguien que le pide ayuda).

La segunda historia desgrana la relación amorosa entre una mujer del siglo XIX y un hombre del año 2000, cuyo trasfondo el lector conoce, pero no así el personaje femenino de Claire, chica inconformista que no quiere casarse con quien le impongan sino con alguien que sea su gran amor. Durante un viaje organizado por la empresa Murray al año 2000 conoce al capitán Derek Shakelton, líder de los humanos en lucha con un ejército de máquinas. Al dejarse olvidado su paraguas en el futuro, Derek regresa al pasado y se lo devuelve, aprovechando para sacar cierto "beneficio" de la joven. Esta curiosa historia requiere de cierta abstracción mental para comprender el tiempo cíclico en el que están atrapados los amantes, que se mandan cartas "a través del tiempo" dejándolas en lugares prefijados. Aquí una vez más, se pone de manifiesto el amor idealizado en contraposición con el puro deseo carnal (el del hombre del año 2000), y también cómo en el fondo el amor puede ser un juego de apariencias y mentiras, por mucha palabrería romántica que haga derramar. Wells también interviene en esta aventura de un modo crucial. Como en las otras partes, el autor aprovecha para desarrollar facetas de la personalidad del escritor y contarnos un poco su biografía y su relación con las mujeres. El amor de Claire y el capitán Derek influye en la vida de Wells y en sus sentimientos.

En la tercera historia, el autor se desmarca del tono realista del resto de la obra con una salida fantástica o de ciencia ficción, que quizás descoloca un poco al principio. Para mí es la parte más complicada de entender, con la historia de un viajero en el tiempo (en realidad de varios) que mezcla universos alternativos y conceptos algo arduos, aunque bien explicados, y una trama algo rebuscadilla pero interesante, y donde Wells ya se convierte en el protagonista absoluto, llegando incluso a desdoblarse en un viaje a través del tiempo, donde vuelve a jugarse otra vez con el tema de la comunicación entre personas que están en diferentes épocas, y de cómo eso puede o no influir en el futuro (o el pasado). Quizás como punto menos positivo se podría señalar que  hay algunas situaciones en la novela que se repiten (esta es una de ellas, pero también el hecho de que los personajes masculinos se enamoran al instante de las féminas y alguna otra similitud en las historias de amor)

En esta novela el aspecto formal se relaciona íntimamente con lo que se narra, hasta tal punto que uno modifica el otro. El narrador en tercera persona, omnisciente, y que se jacta de ello, es un personaje más de la novela, que nos va contando la historia como si fuera un cuento, apelando al lector en ocasiones, incitándole a la lectura, haciendo comentarios sobre lo que describe o sobre los personajes, de una forma metaliteraria. En algún momento incluso ironiza sobre la digresión, afirmando que mientras cierto personaje va de camino en un coche de caballos a otro lugar, puede aprovechar para contar otra cosa más interesante. Y en otra ocasión, se permite una elipsis al dejar a solas a dos amantes, y a nosotros, curiosos espectadores, fuera del cuarto,  imaginando todo. El componente metaliterario y homenajístico de esta novela es muy importante, y una vez más me remito a "Pandora en el Congo", novela a cuya esencia me ha recordado mucho. De hecho, ese narrador que se nos manifiesta en la última página, cambia al final la percepción que tenemos de una historia que está llena de guiños no solo literarios sino también cinematográficos. No solo las descripciones son muy plásticas, sino que se mencionan  explícitamente películas como  "The Time machine", protagonizada por Rod Taylor, en una escena en la que cierto personaje del pasado va al cine (esta escena, por cierto, me recordó a una similar de "Entrevista con el Vampiro"), o te vienen a la cabeza otras como "El Hombre Elefante" (la escena en la que Wells se entrevista con John Merrick y ve la iglesia de cartón que este construye), "Time Cop", "Regreso al Futuro" y sobre todo "Terminator".

También se habla del poder de la literatura como ensueño, como fantasía capaz de cambiar las vidas de las personas, y del mundo literario (la crítica que hace Wells a un relato de Murray, al que pone fatal, y que es desencadenante indirecto del resto de la historia). Y cómo no, teniendo en cuenta el tema, filosofa sobre las implicaciones de los viajes en el tiempo, la responsabilidad o irresponsabilidad de cambiar el pasado para arreglar cosas, las diferentes teorías al respecto, etc, etc.

En resumen, una novela muy bien escrita, compleja, ambiciosa, con unos personajes distinguibles, y con conflictos propios y bien desarrollados, bien ambientada, en la que casi no hay nada que sobre, pese a su extensión, y que además puede introducir en el conocimiento de los autores de esa época, para quien no los conozca, en especial de Wells. Los amantes de las especulaciones sobre viajes en el tiempo tampoco se lo pueden perder.

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