miércoles, 6 de junio de 2012

La Tabla Esmeralda, de Carla Montero

La tabla Esmeralda
Carla Montero
Plaza y Janés
714 páginas

Argumento:

Ana investiga por órdenes de su novio alemán sobre el paradero de un cuadro perdido de Giorgione, pintor renacentista. Sus pesquisas la ponen sobre la pista de un nazi que también buscó el libro en los tiempos oscuros de la ocupación de París durante la II Guerra Mundial.

Comentario:

Ya solo con leer la sinopsis es fácil adivinar qué la novela es la  clásica obra de investigación de misterios escondidos en obras de arte, con nazis de por medio, tan de moda. Como suele suceder, hay dos historias que se entrecruzan y alternan, una en la actualidad, protagonizada por Ana, la investigadora de Arte, y otra ubicada en los años cuarenta, en París, con la judía Sarah y el nazi Georg en los papeles principales.

Tanto el título como la sinopsis prometen aventura e investigación en busca del improbable tesoro, quizás un objeto mágico de la antigüedad de gran poder, tanto para el bien como para el mal. Sin embargo, no se llega a desarrollar el tema de la Tabla famosa, que queda como un macguffin, al igual que el cuadro de Giorgione (cuya intervención, por cierto, al inicio de la novela, es prescindible, ya que no aporta nada a la historia, no informa de nada de lo que no se informe posteriormente), y parece un mero intento de dotar de pátina "erudita" a la novela.

Lo que tenemos en el fondo son dos historias de amor, una en el pasado y otra en el presente. Hasta tal punto me parece una novela romántica que si se eliminaran las referencias a la investigación del presente, el romance del pasado podría funcionar por sí solo. Y para mi gusto es lo que mejor funciona.

La relación a tres bandas de Sarah, Georg y Jacob tiene cierta coherencia argumental, acción e interés para los amantes de este tipo de relatos melodramáticos de amores imposibles en un marco incomparable. Sin embargo, la historia del presente es la que, a mi modo de ver, presenta más puntos negativos.

En primer lugar, hacía mucho que no veía una protagonista con la que se pudiera empatizar menos. Se la describe como doctora, y se dice que sacó una oposición, y que trabaja en el Museo del Prado, pero en su comportamiento muestra bastantes carencias intelectuales, empezando por su relación sentimental con Konrad, un alemán que desde que aparece lleva un cartel colgado del cuello que señala el rol que tendrá en la historia. Este tal Konrad la humilla diciéndole que tiene un aspecto descuidado, la trata como un objeto de su propiedad, la manipula, le dice todo lo que tiene que hacer, cómo vestir, cómo peinarse, etc... y ella encantada de la vida. Según se dice, llevan cuatro años juntos, y a ella no le parece raro ni mal cómo la trata el individuo, que, a lo largo de la novela, incluso cambia de comportamiento y empieza a ser violento. Ni que decir tiene que la protagonista no solo no deja a este energúmeno  en el momento en que estampa su cráneo contra la pared, sino que sigue como si tal cosa sin analizar lo que le ha pasado y sin dedicar ni un solo pensamiento a tales situaciones violentas y vejatorias. Es más, solo decide dejar al alemán cuando se enamora del "otro", como si tuviera que "rescatarla" de esa situación de "desamor" un hombre, no su propia determinación. Una cosa es que se plantee el maltrato en una novela, cosa que veo muy bien, porque es algo real, pero que se haga con esta frivolidad me enerva un poco. Al principio del libro Ana llega a afirmar que le encanta que Konrad decida y piense por ella... Ya solo leyendo eso... Es cierto que su amigo Teo le echa en cara que no es un pensamiento muy positivo precisamente, pero ella, que narra en primera persona, parece no opinar lo mismo...

El arranque de la historia es cuanto menos extraño, ya que Konrad le encarga a ella que encuentre El Astrólogo, el cuadro perdido de Giorgione. "Casualmente", Ana es experta en Giorgione, pero en ningún momento son necesarios sus conocimientos, así que no puede "lucirse" mucho... De hecho, lo que hace ella lo hubiera podido hacer cualquiera.

Como suele suceder en este tipo de historias, la protagonista no tiene ningún problema en irse a París y a San Petersburgo, entre otros lugares, y dedicar TRES MESES de su valioso tiempo a investigar (¿no trabaja? ¿tantas vacaciones tiene?). Y encima se lleva a su vecino, Teo. Una se pregunta para qué era necesario llevar al vecino a París, aparte de para que hable con la protagonista y la llame "cari" y ella piense en que es un desperdicio para las mujeres que un hombre tan genial, guapo, fornido, elegante, buena persona, ingenioso no sea heterosexual. Ni qué decir que el personaje homosexual está cargado de tópicos.

Casi todo en la novela es previsible, incluyendo los vínculos entre pasado y presente, como es habitual en los bestseller de este estilo. Contiene casi todos los clichés de las novelas de "misterios históricos": historias en dos épocas distintas, vínculos familiares (bastante obvios), nazis, un objeto artístico con una clave que lleva a un objeto de poder (aunque en enlibro esto último no se desarrolla), una asociación secreta que quiere dominar el mundo (que se cita de pasada)... Además, hay parecidos con otras novelas de éxito. Durante la lectura de una buena parte de la obra a veces me daba la impresión de estar leyendo "La llave de Sarah": ambas son novelas con investigación sobre un hecho de la II Guerra Mundial, la historia del pasado está protagonizada por una joven judía llamada Sarah, se cita el Velódromo de Invierno, la protagonista del presente tiene problemas con su pareja y se involucra de forma inverosímil en sus pesquisas, se localizan en el presente a los supervivientes del pasado, etc, etc.

En la novela hay cosas que a mí me parecen poco creíbles como el hecho de que la protagonista confíe en los mensajes que le manda un desconocido por sms y acuda a un peligrosísimo lugar, donde están a punto de matarla (episodio que luego tampoco es que aporte mucho), y ella ¡no va a la policía a denunciarlo!

También me resultaron raras algunas reacciones de la protagonista que solo con mirar la foto del nazi ya se "enamora" de él, y luego se pone a llorar cuando descubre cuál fue su destino.

En cuanto a la documentación, parece buena, aunque para mi gusto excesiva en algunas partes. Me refiero al despligue de información, que en el fondo no nos importa mucho, sobre los uniformes nazis, o las organizaciones de archivos, y digo que es excesiva porque no parece muy relevante para descubrir los "misterios". De todas formas, la documentación es el punto de fuerte de la novela, el derroche de información sobre las actividades de los nazis en cuanto al robo de objetos artísticos de los países ocupados o de los judíos, pero incluso este tema ya ha sido tratado en otras obras de aventuras ("El salón ámbar, de Matilde Asensi, sin ir más lejos, ya en el año 1999).

El desarrollo de la trama actual es algo lenta y sin revelaciones. Y los personajes... como siempre, los buenos muy buenos, y los malos muy malos, sin matices.

Algo que me fastidia un poco en las novelas es que los personajes digan palabras o expresiones en la lengua original en la que se supone que hablan. Me explico, cuando hablan en la novela  personajes franceses entre sí, es absurdo que se llamen "monsieur", "madame", "mademoiselle" y similares, y lo mismo entre alemanes (herr, fräulein, doktor). Si "traduces" al castellano todo el resto del discurso, ¿por qué eso no?

En la novela (al menos en mi edición) hay también erratas, alguna expresión incorrecta ("dignarse a") y alguna frase que no se entiende. Entre las erratas, Chateaux, en lugar de château, Pigale, en lugar de Pigalle, Galerie Parisien en lugar de Galerie Parisienne...

Pero para mí lo peor de la obra es constatar el bajón de calidad literaria de la autora, que en su primera novela mostraba un gran talento para la redacción, con una prosa bastante buena y literaria, pese a los errores de principiante, normales en cuanto a estructura, falta de medida, etc. Esto me ha dejado descolocada, porque de tener estilo propio ha pasado a escribir un libro como cualquier otro de este género, en nada destacable, plano, correcto sin más; eso sí, "profesional", "comercial", con todos los ingredientes del bestseller, que no aburre y logra mantener cierto nivel de interés aunque el clímax sea mediocre a mi modo de ver, y encima le dé un final un tanto "peculiar" a algunos de los personajes.

En resumen, el clásico libro que puede gustar a los fans de códigos davincis y similares, con historia de amor trágica (lo mejor de la obra, sin duda), muchos nazis metidos en el ajo, correcta pero impersonalmente escrita, con un tono en la parte actual que parece demasiado "ligero" para hablar de ciertos temas (maltrato), fácil de leer pese a su extensión desmesurada, y con una protagonista que a mí me ha dejado estupefacta, pero que igual resulta encantadora y atractiva a algunas personas pese a su sumisión y falta absoluta de personalidad y dignidad...

Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión.

1 comentario:

  1. Acabo de leer el libro y antes de llegar a la mitad ya estaba pensando que lo del cuadro no era más que un "macguffin" (gracias, Alfred Hitchcock, por esa maravillosa palabra) para poder contar dos historias románticas en dos épocas diferentes. Una lástima, porque era lo que más me atrajo para leer el libro, ya que no conocía a la autora.
    El libro, en general, me ha gustado: es muy fácil de leer, está razonablemente bien escrito y es bastante entretenido. Aunque, como bien dices, es bastante previsible en muchos momentos (a veces pienso que es más porque tengo ya mucha mili de ver pelis y leer libros que porque sea todo taaan obvio como a mi me parece).
    No estoy de acuerdo con lo que dices de Ana, a mí no me chirría que una mujer culta y con un buen trabajo se deje mangonear por su pareja. Por desgracia hay muchas mujeres así, a las que los árboles del amor no les dejan ver el bosque de cómo son sus parejas en realidad. Y no creo que Ana deje a Konrad porque se haya enamorado de Alain (que también) sino porque, por fin, se da cuenta de cómo es. Eso sí, el personaje de Konrad me parece el más inverosímil. Ana lo describe como educado, encantador y manipulador y es así hasta que, de repente, y sin venir a cuento, pierde totalmente los papeles y, a partir de ese momento, es un loco sádico. Pero eso no tiene ningún sentido...salvo el deseo de la autora de hacernos ver lo malo-malísimo que es. Un recurso muy pobre, la verdad.
    Coincido contigo en que el libro parece bien documentado y me ha gustado aprender sobre el expolio nazi, sobre el hospital Rothschild y otros temas, aunque también me ha resultado un poco cansino tanto "Reichsturmbanfuhrer" y tanta oficina de la Gestapo.

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