sábado, 18 de agosto de 2007

A la deriva, de Alberto Vázquez-Figueroa

Editorial: DeBolsillo
Colección: Best Seller, 69
Biblioteca Autor AV-F: 52
256 páginas
7,95 € 

Argumento:

Dos policías de Lanzarote tienen que investigar el asesinato de un matrimonio de científicos que aseguran haber encontrado el origen de la vida en la Tierra. Se busca al culpable entre el grupo de "sabios" a quienes comunicaron la noticia. Poco después aparece el cadáver de una de estos científicos.

Comentario:

Alberto Vázquez-Figueroa se caracteriza por una prosa sencilla, sin complicaciones, no le da importancia a la técnica, quizá porque escribe más con el corazón que con la mente buscando sólo la mejor manera de transmitir los temas que le preocupan.

Leer que se refiere al policía Antonio Lombardero como "el calvo" o a su compañera Alanis Bermejo como "la diminuta pelirroja" resultan detalles tan simpáticos como las coletillas tipo "reconoció Lombardero con encomiable sinceridad" en sus diferentes variantes, en las que se da hecha la reacción que considera adecuada a las intervenciones de sus protagonistas, a quienes a veces se trata con cierta aspereza y humor sarcástico que apenas ocultan un fondo de enorme ternura.

En esta novela el autor ha optado por el género de misterio para comunicarse, y lo ha hecho utilizando el esquema clásico del género de forma impecable, creando una intriga bien urdida y desarrollada, en ocasiones imprevisible pese a su aparente previsibilidad.

Aunque desde el comienzo se muestra a los científicos que pronto serán degollados, Leonor Salazar y su marido Damián Ojeda, preocupados por la reacción de la sociedad y la profesión a su descubrimiento, también se apunta una duda, la pregunta sobre alguien: "¿Quién…? ¿Él…?", que tras su asesinato señala la posibilidad de otra opción añadida a quienes conocían la investigación y cuyos motivos son de diversos órdenes, desde la envidia/rivalidad profesional hasta el dilema religioso/moral derivado del descubrimiento.

Al final de cada capítulo, acompañando la investigación policial, hay varias páginas en cursiva escritas por un personaje que no revela su nombre a modo de relato/justificación de unos hechos que no menciona con claridad, aunque se dan pistas ambiguas, como la mención de un abogado amigo y la pretensión de explicar algunas decisiones tomadas, en las que el autor intenta, deliberadamente, crear la impresión de que se trata la confesión del asesino de los científicos, aunque puede no serlo...

Este personaje, que puede recordar, al menos superficialmente al protagonista de "La Iguana", en base a sus características físicas y haber pasado parte de su vida alejado de la Humanidad, cuenta su vida en un autoanálisis muy sincero en el que al tiempo que lamenta el rechazo de que es objeto por su apariencia (también recordaría al Ricardo III de Shakespeare) reconoce que él ha hecho lo mismo con personas atractivas, a las que ha considerado incapaces de bondad, mientras opina sobre el drama de los inmigrantes que llegan en pateras, a quienes sale a rescatar en su barco.

Poco a poco, camuflados entre la trama de misterio, aparecen temas recurrentes del autor, que utiliza a sus personajes para expresar opiniones y convicciones propias.

Así, el calvo Lombardero comenta con la pelirroja Bermejo casos reales, como el de "un famoso bailador de flamenco, cuyo nombre no pienso pronunciar jamás", durante cuyo intercambio de opiniones ambos policías resumen los hechos, con sus agravantes, y cuestionan la adecuación de las condenas a los delitos cometidos.

Estos dos personajes, protagonistas centrales de la novela, mantienen conversaciones ingeniosas, divertidas y algo surrealistas, entre las que destacan los comentarios del policía sobre su relación con su esposa Candela, de quien está a punto de separarse porque tras veinte años de feliz unión ella no confió en él lo suficiente como para creer que seguiría amándola y a su lado sin necesidad de papeles, una subtrama que prosigue su desarrollo durante la novela, deparando continuas sorpresas a Alanis Bermejo, quien tiene su propia historia de amor con el surfista Rayco, con quien no quiere casarse y al que da la libertad de tener escarceos con otras…

Durante la investigación van apareciendo otros personajes, relacionados con ese Ramiro Escribano que cuenta su vida en cursiva, cuya misión es presentar y desarrollar otras preocupaciones del autor.

Para ilustrar el tema de la redención y la creencia en las segundas oportunidades, se presenta a Yolanda la peruana (en realidad Fulgencia) es una ex prostituta "rescatada" por el respeto de Escribano, reconvertida en propietaria de un restaurante.

Rubarrak, el muchacho saharahui llegado en patera a quien Ramiro encontró trabajo sirve para hablar de la hospitalidad, que tan bien trató el autor en "Tuareg" 1980, siendo, tanto él como Fulgencia, representantes de aquello en lo que puede convertirse una persona cuando se le reconoce la dignidad a la que tod@s tenemos derecho.

Además de los temas sociales ya mencionados se abordan otros, como la posibilidad de interpretar las leyes para hacer cosas buenas (la forma en que Bermejo consigue que un conocido proxeneta abandone la isla), el amor al mar mostrado en esa larga travesía a la deriva en que se describe su terrible grandeza, o dilemas morales sobre la culpa, el castigo y la responsabilidad, personificados por Ramiro Escribano y la decisión que debe tomar al final de la historia.

En conclusión, una novela entretenida, con una sucesión de misterios bien planteados y resueltos sin trampas efectistas, en perfecta combinación con temas sociales y morales, en la que las diversas tramas, lejos de ensombrecerse mutuamente, se enriquecen.


Enlaces relacionados: 

- Blog de Alberto Vázquez-Figueroa
- Entrevista en El País


*** T ***

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