The sense of an ending
Julian Barnes
Traductor: Jaime Zulaika
Editorial Anagrama
192 páginas
Julian Barnes
Traductor: Jaime Zulaika
Editorial Anagrama
192 páginas
Argumento:
Cuando
Tony recibe una inesperada herencia, el diario de su amigo Adrián, que
se suicidó décadas atrás, en la juventud, su vida y sus recuerdos se ven
sacudidos. No descansará hasta no averiguar la verdad, el sentido del
final de su brillante y prometedor amigo...
Comentario:
Ganadora
del prestigioso premio Man Booker británico, esta novela de Julian
Barnes me ha recordado un poco a otras suyas como "Metrolandia" en
cuanto a estructura y estilo. Tanto en una como en la otra se habla de
un grupo de amigos adolescentes, preocupados por cuestiones sumamente
cultas e intelectuales, aparte de las propias de su edad, cuyo
desarrollo vital se nos muestra a lo largo del tiempo. En el caso de
esta novela, se abarca un período mucho más extenso, llegándose hasta la
jubilación del personaje principal, Tony, que nos narra en primera
persona.
En
realidad, se aprecian dos partes en la novela. En la primera, situada
en la época de juventud, conocemos al grupo de amigos y al cuarto que se
incorpora, Adrián, y que, enseguida, es mitificado por Tony. Se trata
de un joven brillante, inteligente y con inquietudes filosóficas y
existenciales muy profundas y un futuro prometedor (con una beca en
Cambridge), que contrastan con la mediocridad de Tony. En esta parte,
con ciertas semejanzas con el Bildungsroman más clásico, conocemos los
primeros amores del protagonista, en especial con Verónica, una joven
recatada que no le permite avances sexuales "completos". Sobre este
punto, el protagonista hace reflexiones sobre las diferencias entre la
vida actual y la de de los sesenta, sus sesenta, alejados de los
mitificados por la cultura popular, donde la gente se comunicaba por
carta, las chicas mantenían las distancias, no existían los móviles,
etc.
En
este periodo tienen lugar tres hechos importantes en la estructura de
la obra: el suicidio de un joven, Robson, en el colegio, que es visto
por los compañeros como un acto que suscita múltiples interpretaciones y
explicaciones por parte de los demás, aunque se sabe que había dejado
embarazada a su novia; el suicidio de Adrián, visto de forma contraria
por Tony, como un acto plenamente lúcido e intelectual, filosóficamente
justificado; y una visita de Tony a casa de Verónica donde conoce a su
madre, su padre y su hermano Jack.
Tony
especula y reflexiona sobre las afirmaciones de Adrián sobre la
imposibilidad de reconstruir fielmente la Historia y lo aplica a los dos
suicidios de la novela.
En
la parte final, un Tony, ya maduro, jubilado y divorciado, piensa sobre
su vida, sobre sus recuerdos de los amigos ya distanciados, sobre la
vejez... Hasta que un día recibe una herencia inesperada: la madre de su
ex novia Verónica le deja como legado el diario de su amigo Adrián. A
partir de este punto, se dispara la intriga de la novela y se pone en
cuestión la fiabilidad de los recuerdos y nuestro modo de memoria
selectiva de aquello que resulta más doloroso o incómodo. Tony tratará
de hacerse con el diario, retenido por Verónica, para reconstruir las
circunstancias que rodeador a la muerte de su amigo en la flor de la
juventud, y eso propiciará el reencuentro en la mujer, un personaje que
siempre queda como borroso, en segundo término. En realidad, el hecho de
narrar en primera persona otorga el necesario subjetivismo que exigía
esta historia, donde el pasado no es lo que parece, ni tampoco el
presente. Como un historiador, Tony va reconstruyendo la realidad, un
tanto alejada de sus recuerdos, en base a los trozos de diario o cartas
que Verónica le proporciona, sin que ella llegue a desvelar toda la
verdad, que se le presentará al final de forma sorpresiva, y que hará
que cambie incluso su visión sobre los hechos mitificados del pasado.
La
novela está exquisitamente escrita, como no podría ser menos. Es breve y
reflexiva, subjetiva, moral, quizás en algún aspecto un poco tramposa,
sobre todo cuando Tony olvida selectivamente cierto documento importante
para la comprensión de los hechos. También es cierto que el tema de la
novela es este, la imposibilidad de recordar las cosas tal y como
sucedieron a no ser que uno cuente con testimonios materiales fiables.
La memoria se nos presenta como un instrumento para la manipulación de
nuestra visión de las cosas y nuestra comodidad psicológica en contraste
con los testimonios escritos, la palabra, que permanece y nos permite
abrir una ventana al pasado. Se hace paralelismo entre la Historia y la
intrahistoria de los seres que son sus actores secundarios y las
diferencias entre las vidas novelescas y las reales. También se habla de
la mitificación basada en el desconocimiento de los hechos, de la
percepción de personas y cosas y su distorsión a lo largo de los años.
Sobre todo en la parte inicial abundan las reflexiones filosóficas sobre
el sentido de la vida, el amor, el sexo, la juventud y sus ideales.
El
algún momento del tramo final resulta desconcertante o desasosegante,
pero pese a su perfección formal (una estructura muy bien pensada) no
alcanza el estatus de obra maestra, no sé muy bien por qué. Con todo,
supera la media de lo que se publica habitualmente, no siendo, no
obstante, apta para devoradores de intrigas prefabricadas estilo Dan
Brown. La trama es bastante sencilla, e incluso siendo novela breve, a
veces parece alargada, aunque en ningún momento se me ha hecho pesada.
La prosa de Barnes es profunda y al tiempo fácil de leer.
En
resumen, un libro interesante, con un final que no me esperaba, lleno
de instrospección y buena prosa, quizás algo repetitivo, pero no
pesado.
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