jueves, 30 de noviembre de 2017

Mil veces hasta siempre, de John Green

T.O.: Turtles All the Way Down, 2017
Editorial: Nube de tinta
Traducción: Noemí Sobregués
300 páginas
16.95 €
Ebook: 8.99 €

Argumento:

Aza Holmes intenta vivir su vida mientras combate una enfermedad mental.   

Comentario:

«Mil veces hasta siempre» es una novela que aborda muchos temas, cada uno con diferente función, interés e importancia en el relato: la enfermedad mental, el primer amor, la amistad, la pérdida de seres queridos o lo sucedido con el millonario Russell Pickett parecen los principales.

Aunque la publicidad de la novela hace hincapié en la «investigación» de lo sucedido a Pickett, dándole gran importancia, su cometido es ser el detonante de la aventura, una subtrama que recorre la  historia casi todo el tiempo en segundo plano, si bien al final se relata, más o menos, qué ha sido de Pickett, dando principio y final a la obra en un intento de cohesionar tramas que no siempre acaban de encontrar su lugar.

Otro de los temas tratados, este sí principal, es la enfermedad mental de Aza (se diría un trastorno obsesivo compulsivo, TOC), a la que se concede mucha importancia, tanto en la reiterada descripción de los síntomas como en la forma que condiciona su vida y sus relaciones con su madre, su mejor amiga, Daisy, o su primer amor, Davis, impidiéndole llevar una existencia «normal» y, en ocasiones, distinguir entre la realidad y sus fantasías autodestructivas, caracterizadas por los pensamientos obsesivos, el miedo a contagiarse enfermedades y la tendencia a menospreciarse y culparse de lo que sucede a su alrededor.

El amor también ocupa bastante espacio, encarnado en su faceta romántica por el romance entre Aza y Davis, poco convencional debido a las obsesiones de ella (el miedo a que millones de microbios la invadan al besarse). También está muy presente en la amistad entre Aza y Daisy, quizá la relación más compleja (dudas, equívocos, lealtad) que mantiene la protagonista, por encima de la que tiene con su madre, viuda, o con su coche, Harold, a quien trata como si fuese un ser vivo.

La obra, narrada en primera persona por Aza, Holmesy para su amiga, hace que destaque el personaje, lleno de matices (inteligente, sensible, con sentido del humor, ingeniosa) además de dotar de cercanía y verosimilitud a lo que cuenta sobre su enfermedad y dar un punto de vista subjetivo que en ocasiones da lugar a equívocos y posteriores aclaraciones (la amistad entre Aza y Daisy especialmente).

El elenco de personajes lo completan los ya mencionados Daisy (autora de fanfics de Star Wars, y quien anima a Aza a hacer cosas), Davis (interés romántico e hijo del millonario desaparecido, sensible y atormentado) y su hermano Noah (necesitado de protección), la madre de la protagonista (siempre preocupada por ella y sin haber superado la viudedad), la doctora Singh (psiquiatra de Holmesy), Mychal Turner (novio de Daisy) y Harold (el coche heredado del difunto progenitor). Todos ellos están dotados de las suficientes características para dotarles de personalidad propia y que cumplan los roles asignados.

Unas breves frases en  las últimas páginas,  indicativas de que Aza narra toda la historia desde un presente bastante lejano de lo que cuenta la novela, sugieren que el tema principal de la historia es la dificultad de crecer, madurar (hay un par de escenas relacionadas con Pickett en las que tanto Aza como Davis y Noah tienen que tomar decisiones trascendentales), con el problema añadido de la enfermedad mental.

En resumen, «Mil veces hasta siempre» está muy bien escrita, con personajes interesantes, momentos intensos, ingenio y humor, aborda temas importantes, no todos igual de bien integrados en la historia, y su lectura resulta tan entretenida como emotiva.


Citas de Mil veces hasta siempre


Comienzo de la novela:


«La primera vez que caí en la cuenta de que yo podría ser un personaje de ficción, asistía de lunes a viernes a un centro público del norte de Indianápolis llamado White River High School, en el que fuerzas muy superiores a mí que no podía siquiera empezar a identificar me exigían comer a una hora concreta: entre las 12:37 y las 13:14. Si esas fuerzas me hubieran asignado un horario de comida diferente, o si los compañeros de mesa que ayudaban a escribir mi destino hubieran elegido otro tema de conversación aquel día de septiembre, yo habría tenido un final diferente, o al menos un nudo narrativo diferente. Pero empezaba a descubrir que tu vida es una historia que cuentan sobre ti, no una historia que cuentas tú.
Crees que eres el autor, por supuesto. Tienes que serlo. Cuando el monótono timbre suena a las 12:37, piensas: «Ahora decido ir a comer». Pero en realidad el que decide es el timbre. Crees que eres el pintor, pero eres el cuadro.»


Capítulo 21 (el porqué del título original de la novela):


«—Un científico está dando una conferencia ante un gran público sobre la historia de la tierra, y explica que la tierra se formó hace miles de millones de años a partir de una nube de polvo cósmico, y durante un tiempo la tierra estaba muy caliente, pero se enfrió lo suficiente para que se formaran océanos. Y en los océanos surgió vida unicelular, y tras miles de millones de años, la vida proliferó y se hizo más compleja, hasta que hace unos doscientos cincuenta mil años la evolución dio lugar a los humanos, y empezamos a utilizar herramientas más avanzadas, y al final construimos naves espaciales y todo lo demás.
»En fin, que el científico da su explicación sobre la historia de la tierra y de la vida, y cuando termina pregunta si alguien tiene alguna pregunta. Una anciana de las últimas filas levanta la mano y dice: «Todo esto está muy bien, señor científico, pero la verdad es que la tierra es plana y se apoya en el lomo de una tortuga gigante».
»El científico decide divertirse un rato con la mujer y le dice: «Bueno, si es así, ¿dónde se apoya esa tortuga gigante?».
 »Y la mujer le contesta: «Se apoya en el caparazón de otra tortuga gigante».
 »Ahora el científico se queda decepcionado y le dice: «Bueno, ¿y dónde se apoya esa segunda tortuga?».
»Y la anciana le contesta: «Señor, no lo entiende. Hay tortugas hasta el infinito».
Me reí.
—Tortugas hasta el infinito.
—Tortugas hasta el puto infinito, Holmesy. Tú intentas encontrar la última tortuga, pero no funciona así.
—Porque hay tortugas hasta el infinito —repetí.
Y sentí algo parecido a una revelación espiritual.»


***T***


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2 comentarios:

  1. Ya lo leí. Lo compré en la Feria del Libro de Santiago, recién salido del horno. Al comienzo no me enganchó del todo, pero le he cobrado cariño y me encanta releer algunos pasajes. En los últimos trabajos de Green a veces el total es inferior a las partes por separado. Con "Buscando a Alaska" no me pasó eso, es más redonda. Acá lo mejor son los diálogos que se superponen a la trama.

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  2. Lo acabo de terminar, y aunque no es mi favorito del autor, me ha gustado más de lo esperado. La sinopsis me despistó un poco (para bien) y el título de las tortugas también, me recordó a la tortuga gigante de Mundodisco. Un beso!

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