Pilar Sánchez Vicente
Editorial: ROCA
304 páginas
Argumento
Augusto lidera las guerras contra el último foco de rebelión de la Hispania conquistada, que es la cornisa Cantábrica; una mujer guerrera, Imborg, aglutinará a todas las tribus contra el invasor en una larga y desesperada lucha llena de crueldad.
Comentario
Aunque normalmente no leo novela histórica afronté la lectura de "La Diosa contra Roma" con gran interés, debido al tema (centrado en hechos acontecidos en mi región de origen). Lo cierto es que la literatura de este estilo siempre me ha parecido bastante aburrida; sin embargo, la obra que nos ocupa si por algo destaca es por la gran agilidad de la narración, que impide el tedio y mantiene la atención del lector en la trama, sobre todo en los tres primeros cuartos. Al final me parece que empieza a flojear un poco, quizás por la repetición de algunas situaciones (bélicas) y por el cambio de escenario y de ritmo que supone la parte del viaje de Imborg y los ástures a las Galias. Pero de todas formas, y en líneas generales el nivel de entretenimiento se mantiene bastante alto.
La prosa es correcta, y fácil de leer; la inteligente estructura incluye dos puntos de vista, el de la guerrera Imborg, y el del cronista griego, esclavo al servicio de Roma, ambos en primera persona. Estos dos narradores se van alternando para dar la visión de los dos bandos enfrentados. En cierto punto ambos se encuentran. La escena es narrada de forma muy curiosa: primero la cuenta el griego, y después Imborg, de tal forma que complementa algunos datos que no habían quedado claros en la primera narración. Hay muchas escenas de batallas, y escaramuzas militares, para mi gusto demasiadas; y quizás descritas con poco nervio y poca emoción. Algunas escenas que deberían haber sido casi épicas, como el asedio de Lancia, se quedan en unos párrafos, aunque también es cierto que el libro es corto y va muy al grano. También se cargan las tintas en la crueldad de los romanos, con descripciones de torturas, violaciones, matanzas por doquier... Hay bastante parcialidad en este punto, ya que una intuye que la violencia era característica de la época y no solo de los romanos. Vamos, que los otros también harían de las suyas y a veces de forma gratuita e indiscriminada.
Tal vez por imitación del estilo de crónica antigua, se observa cierta superficialidad en el tratamiento psicológico de los personajes, cuyos sentimientos y emociones no se describen con la emoción requerida, y quedan algo fríos. La autora se centra más en los hechos históricos y los lances de la guerra que lo que sienten los personajes al respecto de determinados sucesos. No es que no nos lo cuente sino que la forma de hacerlo es algo tibia.
La documentación es apabullante (no en vano la autora es documentalista y licenciada en Historia), y está introducida de la manera en la que esto debe hacerse, con seriedad y rigor, sin sobrecargas innecesarias de datos,apareciendo con naturalidad en charlas, historias en boca de los personajes, descripción de acciones, etc... El mérito es mayor si pensamos en lo remoto de la época en la que se ambienta la novela (siglo I después de Cristo) y en lo poco tocado el tema de las tribus prerromanas de la zona cantábrica. Ahí radica otro punto de interés de la "Diosa contra Roma". Se hace una profusa descripción de ritos y cultos, creencias religiosas y costumbres (uso de drogas alucinógenas) que pueden resultar algo chocantes en nuestra época, como por ejemplo, la extensión de un cierto matriarcado en algunas de las tribus descritas.
La narración rezuma un acusado femismo, aunque la autora lo niegue. Casi todos los personajes principales son mujeres, salvo el griego; y en líneas generales, son descritas como valientes, fuertes y llenas de virtudes, mientras que los hombres, también salvo excepciones, son traidores, crueles y cobardes, mucho más débiles en todos los aspectos (incluido el físico: en una escena Imborg derrota en combate singular a un hombre que le discute el liderazgo) También el griego, autor de una crónica donde se hace hincapié en el protagonismo de Imborg, sirve para acrecentar esta reivindicación de lo femenino en la Historia. Su relato, para las autoridades romanas, es inaceptable, pues no resulta adecuado que se saque a la luz que una simple mujer puso en jaque a todo un emperador de Roma.
A nivel ideológico hay una cuestión que según leía me planteaba preguntas y dudas. Imborg, paradigma de la resistente, representante de un mundo "ideal" (la autora describe casi un paraiso de libertad, armonía con la naturaleza, cierta posición de la mujer, casi un mundo de "buen salvaje"), es heroína por empecinarse en luchar contra un enemigo más potente, más civilizado, invencible a decir verdad. Sin embargo, su lucha está perdida de antemano, y costará mucha sangre a su propia gente. Una se pregunta ¿merece la pena? A mí me daba la impresión, en ocasiones, de que la decisión inteligente era la que planteaban los pueblos de la meseta, tildados de colaboracionistas, que preferían hacer pactos con Roma y beneficiarse de lo que el invasor ofrecía. Y al final queda un regusto bastante amargo al pensar en el destino de esa líder que arrastró a tanta gente a la muerte, la tortura y la esclavitud... ¿No es la muerte el final más honroso para los héroes?
En resumen, una novela ligera, pero seria, ágil, llena de acción y lances bélicos, que nos permitirá conocer un poco sobre las tribus ástures que se enfrentaron a Roma, y sobre sus montañas legendarias, como último reducto de resistencia, y nos permitirá reflexionar sobre cuestiones tan interesantes como la de la imposición cultural, la dialéctica barbarie-civiilización (¿quiénes son los verdaderos salvajes?) y la posición de la mujer en la política, el poder y la Historia (ninguneada por crónicas interesadas en mantener la visión patriarcal)
304 páginas
Argumento
Augusto lidera las guerras contra el último foco de rebelión de la Hispania conquistada, que es la cornisa Cantábrica; una mujer guerrera, Imborg, aglutinará a todas las tribus contra el invasor en una larga y desesperada lucha llena de crueldad.
Comentario
Aunque normalmente no leo novela histórica afronté la lectura de "La Diosa contra Roma" con gran interés, debido al tema (centrado en hechos acontecidos en mi región de origen). Lo cierto es que la literatura de este estilo siempre me ha parecido bastante aburrida; sin embargo, la obra que nos ocupa si por algo destaca es por la gran agilidad de la narración, que impide el tedio y mantiene la atención del lector en la trama, sobre todo en los tres primeros cuartos. Al final me parece que empieza a flojear un poco, quizás por la repetición de algunas situaciones (bélicas) y por el cambio de escenario y de ritmo que supone la parte del viaje de Imborg y los ástures a las Galias. Pero de todas formas, y en líneas generales el nivel de entretenimiento se mantiene bastante alto.
La prosa es correcta, y fácil de leer; la inteligente estructura incluye dos puntos de vista, el de la guerrera Imborg, y el del cronista griego, esclavo al servicio de Roma, ambos en primera persona. Estos dos narradores se van alternando para dar la visión de los dos bandos enfrentados. En cierto punto ambos se encuentran. La escena es narrada de forma muy curiosa: primero la cuenta el griego, y después Imborg, de tal forma que complementa algunos datos que no habían quedado claros en la primera narración. Hay muchas escenas de batallas, y escaramuzas militares, para mi gusto demasiadas; y quizás descritas con poco nervio y poca emoción. Algunas escenas que deberían haber sido casi épicas, como el asedio de Lancia, se quedan en unos párrafos, aunque también es cierto que el libro es corto y va muy al grano. También se cargan las tintas en la crueldad de los romanos, con descripciones de torturas, violaciones, matanzas por doquier... Hay bastante parcialidad en este punto, ya que una intuye que la violencia era característica de la época y no solo de los romanos. Vamos, que los otros también harían de las suyas y a veces de forma gratuita e indiscriminada.
Tal vez por imitación del estilo de crónica antigua, se observa cierta superficialidad en el tratamiento psicológico de los personajes, cuyos sentimientos y emociones no se describen con la emoción requerida, y quedan algo fríos. La autora se centra más en los hechos históricos y los lances de la guerra que lo que sienten los personajes al respecto de determinados sucesos. No es que no nos lo cuente sino que la forma de hacerlo es algo tibia.
La documentación es apabullante (no en vano la autora es documentalista y licenciada en Historia), y está introducida de la manera en la que esto debe hacerse, con seriedad y rigor, sin sobrecargas innecesarias de datos,apareciendo con naturalidad en charlas, historias en boca de los personajes, descripción de acciones, etc... El mérito es mayor si pensamos en lo remoto de la época en la que se ambienta la novela (siglo I después de Cristo) y en lo poco tocado el tema de las tribus prerromanas de la zona cantábrica. Ahí radica otro punto de interés de la "Diosa contra Roma". Se hace una profusa descripción de ritos y cultos, creencias religiosas y costumbres (uso de drogas alucinógenas) que pueden resultar algo chocantes en nuestra época, como por ejemplo, la extensión de un cierto matriarcado en algunas de las tribus descritas.
La narración rezuma un acusado femismo, aunque la autora lo niegue. Casi todos los personajes principales son mujeres, salvo el griego; y en líneas generales, son descritas como valientes, fuertes y llenas de virtudes, mientras que los hombres, también salvo excepciones, son traidores, crueles y cobardes, mucho más débiles en todos los aspectos (incluido el físico: en una escena Imborg derrota en combate singular a un hombre que le discute el liderazgo) También el griego, autor de una crónica donde se hace hincapié en el protagonismo de Imborg, sirve para acrecentar esta reivindicación de lo femenino en la Historia. Su relato, para las autoridades romanas, es inaceptable, pues no resulta adecuado que se saque a la luz que una simple mujer puso en jaque a todo un emperador de Roma.
A nivel ideológico hay una cuestión que según leía me planteaba preguntas y dudas. Imborg, paradigma de la resistente, representante de un mundo "ideal" (la autora describe casi un paraiso de libertad, armonía con la naturaleza, cierta posición de la mujer, casi un mundo de "buen salvaje"), es heroína por empecinarse en luchar contra un enemigo más potente, más civilizado, invencible a decir verdad. Sin embargo, su lucha está perdida de antemano, y costará mucha sangre a su propia gente. Una se pregunta ¿merece la pena? A mí me daba la impresión, en ocasiones, de que la decisión inteligente era la que planteaban los pueblos de la meseta, tildados de colaboracionistas, que preferían hacer pactos con Roma y beneficiarse de lo que el invasor ofrecía. Y al final queda un regusto bastante amargo al pensar en el destino de esa líder que arrastró a tanta gente a la muerte, la tortura y la esclavitud... ¿No es la muerte el final más honroso para los héroes?
En resumen, una novela ligera, pero seria, ágil, llena de acción y lances bélicos, que nos permitirá conocer un poco sobre las tribus ástures que se enfrentaron a Roma, y sobre sus montañas legendarias, como último reducto de resistencia, y nos permitirá reflexionar sobre cuestiones tan interesantes como la de la imposición cultural, la dialéctica barbarie-civiilización (¿quiénes son los verdaderos salvajes?) y la posición de la mujer en la política, el poder y la Historia (ninguneada por crónicas interesadas en mantener la visión patriarcal)
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