Editorial: Espasa, 2013
268 páginas
18,90
euros
Argumento:
Relato «autobiográfico» de las vivencias más relevantes de
Belén Esteban.
Comentario:
«Ambiciones y reflexiones» está dividido en un prólogo, escrito a modo de
presentación por Boris Izaguirre, encargado también de entrevistarse con Belén
Esteban y dar forma a sus palabras, 25 capítulos en los que relata de forma
cronológica los pasajes que considera más importantes de su vida, y unas
páginas finales para incluir los agradecimientos a familia, amistades y
personas del trabajo.
Desde el comienzo se percibe que la redacción es meramente
correcta (aunque no recuerda a la forma de expresarse verbalmente la autora) y
que los recuerdos que desgrana Esteban son tratados de forma superficial,
enumerados sin profundizar en detalles o emociones, dando la impresión de que
se trata de un discurso que por muy repetido ha perdido la capacidad de afectar
a su protagonista, o que es bien incapaz o reticente a dar más datos.
Quien espere que Belén Esteban se explaye en el relato de
sus adicciones se encontrará con lo ya comentado en diferentes programas de TV:
no quiere darles nombre ni incidir en los detalles, basta saber que ha salido
de ello y no va a volver. Nada más.
En cuanto a referencias a sus compañeros de trabajo,
presentes y pasados, cualquiera que haya visto sus recientes intervenciones en
distintos programas conocerá ya todo lo que opina de relaciones polémicas como
las que mantiene con Ana Rosa Quintana, María Patiño, Lydia Lozano o Aurelio
Manzano, a quien aún responsabiliza al 90% de la ruptura de un matrimonio al
que dedica un par de capítulos centrados en lo apasionada que era su relación
con Fran Álvarez, el amor de su vida por encima del torero y cómo, también, se
ha desenganchado de él.
Quizá los capítulos más novedosos, los que entran en
detalles menos conocidos, son en los que habla de su hija, Andrea, y lo que
quiere para su futuro, o su madre, con quien la relación ha sido difícil en
algunos momentos.
También aparecen las personas fallecidas, desde el
progenitor, a la abuela Pilar o su monja, sor Mercedes, si bien, de nuevo, no
añade nada nuevo a lo ya manifestado en diferentes programas.
Igualmente conocidos son los relatos de su relación con
Jesús Janeiro y los familiares de este, en la que solo salen bien paradas
Carmen Bazán y Carmen Janeiro (las únicas que quieren a su hija), reservando
los comentarios más duros, previsiblemente, para María José Campanario
(incluida su familia) y Humberto Janeiro, al que llama el Cojo. En ninguno de
estos casos aporta novedades.
La obra incluye fotos de la vida de su autora desde su niñez
hasta la actualidad (octubre de 2013), incluyendo a su familia, su hija Andrea,
Jesús Janeiro o su ex marido, Fran Álvarez (curiosamente hay más imágenes del
torero, o del representante de Esteban, Antonio Sanchís, a quien dedica
bastantes y agradecidas páginas, que de este).
Se observan además un par de errores, como escribir mal el
nombre de Jimmy Giménez Arnau (Jiménez) o asociar de forma indirecta la serie «Falcon
Crest» con JR, personaje que aparecía en «Dallas».
En resumen, se trata un libro para incondicionales de la
autora en la que ni estos ni sus detractores encontraran material novedoso más
allá de las fotografías personales que acompañan al texto.
Extractos de la obra
Boris Izaguirre en el prólogo:
«Fue esa imagen: Belén, con Andrea en brazos, viendo cómo la
puerta de Ambiciones se cerraba para siempre y ella se quedaba fuera, también
para siempre, junto a un coche que las devolvería a Madrid, la que me reveló
que Belén era símbolo de la mujer española, la de provincias o urbana,
universitaria o desempleada. La mujer que tiene que enfrentarse sola a un mundo
empeñado en ser adverso.»
***
«Mi asombro estaba justificado ante las dimensiones
melodramáticas del relato, pero se incrementó al comprender que en ese momento,
ante las puertas cerradas de Ambiciones, estaba naciendo una nueva Scarlett
O’Hara, auténtica, española, completamente real.»
***
«Aunque fuera producto de una burbuja, que estalló con
abrumadoras consecuencias, Belén Esteban significó precisamente un punto de
arraigo en medio del huracán colectivo de nuevos ricos por el que transitó este
país en los últimos años. Era la chica de barrio que se convierte en rica y
famosa. Pero sin perder su voz de barrio. Se movía y comportaba como una vecina
que podría vivir dos puertas más abajo en la escalera. Era católica, creía en
el matrimonio, pero la vida la había convertido en madre soltera y repudiada
evidentemente por los más poderosos. Era difícil lo que vivía, pero tenía una
manera de hacernos reír cuando lo contaba, creando poderosísimas frases que ya
pertenecen al público. «Ni que yo fuera Bin Laden», es realmente portentosa.»
Belén Esteban:
«Por supuesto que también habrá gente a la que no le guste,
e incluso que me tenga manía, que con eso ya cuento. Pero son los menos. La
mayoría me quiere y me aprecia muchísimo. Y una de las cosas que más valoran de
mí es la sinceridad. Porque jamás me he preparado un guion cuando he ido a
hablar a la tele o con algún periodista. Siempre me he puesto muy nerviosa
antes de empezar, pero cuando llega el momento de sentarme ante todos, pienso:
«Pero, vamos a ver, Belén. ¿Por qué te vas a poner nerviosa si solo tienes que
decir lo que sientes?». Y como digo lo que siento, siempre voy con la verdad
por delante. Por lo menos con la mía… Salvo en la última etapa, que reconozco
que en algún momento he mentido por Fran, mi exmarido.»
***T***
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