lunes, 18 de junio de 2018

Flores negras, de Lara Siscar

Editorial: Plaza & Janés, 2018
288 páginas
17,90 €
Ebook; 8,99 €

Argumento:

Tras un incidente en su trabajo, que la obliga a dejarlo, Berta Martos regresa a Rayuela, el pueblo de su infancia, a vivir con su madre. Allí se reencuentra con su pasado y colabora en la resolución de un crimen.

Comentario:

 Como empieza a ser habitual, parte de la publicidad con la que se intenta «vender» la novela es un tanto engañosa, en esta ocasión respecto a las situaciones que trata y a que se basa en un hecho real (se hace hincapié en algo que ocupa apenas un 20%), lo que puede suponer una decepción para quien espere leer una historia de misterio, con su correspondiente investigación, pistas, personajes sospechosos etc…, ya que su relevancia es mínima y está al servicio de otros temas.

La trama de intriga se caracteriza, además de por la brevedad, por su previsibilidad en cuanto a la identidad del principal personaje culpable, aunque no tanto respecto a todo lo que ha hecho, y por la forma tópica en que se desarrollan algunas de sus escenas, destacando aquellas en las que se intenta demorar la revelación de su identidad. Los pasajes de «acción» y las explicaciones de lo sucedido también se atienen a lo más clásico y típico del género y, como tales, resultan las páginas más convencionales de la novela.

Las relativa escasez de personajes, y la facilidad de identificar el rol que tiene cada uno, también contribuye a que la sorpresa sobre quién hace qué sea mínima. Entre estos destaca sobre todo Berta, una protagonista dividida entre el deseo de recuperar su trabajo, y su buen nombre (hasta el punto de pensar sólo en su beneficio cuando se presenta la posibilidad de que no sea «responsable» de lo sucedido), y una complicada relación con su madre, Rosa, una actriz retirada celosa de su intimidad.

Paulina, empleada de Rosa, pese a no tener muchos matices, también tiene su importancia en otro de los temas que se tratan en la novela, la difusión de rumores, su tergiversación y sus consecuencias (rol complementando con el de doña Felisa, La Cronista de la Villa, que escribe sobe lo que sucede en Rayuela):

«Su especialidad era la difusión. La transmisión del mensaje. El boca a boca. Su lema, el mismo que el de cualquier canal de información continua: «Está pasando, te lo estoy contando». O más a medida: «Te lo estoy contando, mejor será que haya pasado». Porque, como todo el mundo sabe, pocas impotencias dejan tan arrasado como ser el personaje principal de un rumor falso. No hay nada que hacer al respecto. Es mejor, y hasta la víctima llega a desearlo, que la acusación sea real. Se pasa menos mal. Esto es un hecho comprobado. «Si por lo menos fuese verdad» es un pensamiento fijo en todo aquel que se ve envuelto en un cotilleo de nivel.»

Hay varios personajes masculinos que cumplen roles desde ser interés romántico de Berta a sospechosos o muestra de las murmuraciones y sus consecuencias en Rayuela, como Raúl, Carlos, Agustín, Casemiro…, además de otros, más secundarios, que completan las breves subtramas que ocurren en el pueblo.

Algunos fenómenos extraños, como las flores negras del título, escondidas en el jardín de Rosa, la madre de la protagonista, o un pájaro que actúa con inusitada agresividad, que parecen fuera de lugar en un relato «realista», se intuyen como símbolos de lo que está sucediendo en el pueblo, de la podredumbre oculta en su interior:

«Una flor negra, grande, una especie de murciélago con las alas a medio desplegar y varias cabezas, con unos bigotes largos y gruesos, como tendones en reposo, cayendo hacia todos lados. Daba la impresión de que, en caso necesario, la misma flor podría levantarlos. Vista de lejos, resultaba extraña. De cerca, daba miedo. Y algo de asco. Berta se preguntó a qué olería aquello.»

Entre los temas que trata la novela se encuentran tanto los hechos con las  consecuencias (la  historia comienza con Berta despedida por algo que no es su responsabilidad directa), las críticas («La llamaban de todo, por todo. Por cortar la emisión, por no cortar antes la emisión, por meter un final musical, por no dar paso antes a la canción, por intentar que hablara, por no insistirle más…») y cómo siempre hay quien se aprovecha y beneficia del mal ajeno (la celeridad con que sustituyen a Berta en el puesto).

Recrea cómo se actúa en pueblos pequeños:

«Se dio cuenta de que, desde que cruzó el marco de entrada, había actuado influida por lo que pudiesen opinar de ella los presentes; y por un instante se le ocurrió que a lo mejor exageraba. Que tal vez nadie estaba tan pendiente como ella pensaba. Un vistazo alrededor con toda la naturalidad que pudo desplegar bastó para constatar que, efectivamente, casi todos la miraban. No se molestó. Cuando vivía en el pueblo ella también miraba.»

«—Éste es un pueblo muy pequeño, amigo. El equilibrio es delicado. —Case se acercó a ellos y se dejó caer en la barra—. No se trata de que no quieran contarlo, que aquí todo se cuenta. La cuestión es cómo evitar que se sepa quién se ha ido de la lengua. No se fían de ti. En la aldea los rumores vuelan, pero no hay manera de saber quién empezó y por dónde siguió la cadena. Sólo se sabe que se sabe, pero a todo el mundo se lo ha dicho antes alguien. Es muy raro dar con la fuente originaria, amigo. Así se evitan enemistades. Porque las enemistades en un lugar como éste, si se encarnan, se pudren sin remedio y nunca se sabe cómo acaban.»

También destaca la evolución de la autora desde su anterior, y primera, novela hasta esta, que no se limita a cambios formales (de tres personajes en primera persona a unos pocos en tercera), sino también de temas, al pasar del mundo del arte en «La vigilante del Louvre» a la crítica social de «Flores negras».

En resumen, «Flores negras» es una obra bien redactada, entretenida, por momentos inquietante, de ritmo a veces irregular,  pero no se trata una novela de misterio tal como ésta se entiende, sino que utiliza la intriga para reflexionar sobre otros temas, lo que puede decepcionar a quien espere leer tal género.


***T***

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1 comentario:

  1. Es un gran cambio de registro, me ha gustado mucho.Creo que descubre sentimientos tie de la autora.

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