T.O.: Dead Drop, 2001
Editorial: Mosaico
Traducción: Diana Trujillo
446 páginas
20 €
Argumento:
Durante unas vacaciones en Hong Kong, la fotógrafa Jordan Glass descubre su imagen en un cuadro para el que no ha posado.
Comentario:
La novela, narrada en primera persona y presente por su protagonista, con la consecuente imposibilidad de relatar otro punto de vista que el suyo, ahorrándose así el relato de ciertas partes de la investigación, sigue las pautas del género. Un asesino en serie de mujeres, una motivación personal (Jordan perdió a su hermana gemela, Jane, que forma parte de la colección de pinturas Mujeres desnudas en reposo, a las que se supone asesinadas), varios sospechosos (una serie de artistas que utilizan unos pinceles muy concretos para pintar), escenas de acción y violencia que incluyen varios crímenes y el correspondiente romance con un agente del FBI son los principales ingredientes.
Una de las primeras cosas que se perciben es la complejidad (poco habitual en las novelas actuales) con que el autor ha dotado a su protagonista. Se dedica un largo capítulo a su presentación, que incluye traumas de infancia (la pérdida del padre mientras hacía una fotografía, la difícil relación con su gemela...) y un amplio surtido de anécdotas de su trabajo como fotógrafa de guerra, lo que ha visto y sufrido, que justifican las posteriores reacciones de Jordan en momentos de peligro y violencia.
El autor analiza también, a través de la mirada de Jordan, las personalidades de los cuatro principales sospechosos. Roger Wheaton, héroe en Vietnam (las diversas guerras y su influencia sobre los personajes es un tema principal de la trama) que sufre una terrible enfermedad, y sus "alumnos": Thalia Laveau, traumatizada por sucesos de su infancia con los que se identifica Jordan, Frank Smith, rico y homosexual y Leon Isaac Gaines, un ex presidiario que maltrata a sus parejas.
Por la parte del FBI destacan John Kaiser (otro ex combatiente de Vietnam), el clásico héroe que tuvo un arranque de violencia ante un asesino, y el doctor Arthur Lenz. Ambos rivalizan sobre la forma de llevar los interrogatorios, que el autor sitúa habilmente fuera de la vista de Jordan, quien escucha la mayor parte desde una furgoneta antes de intervenir y hacerse una idea más cercana de los sospechosos. Además, ambos hombres cumplen un cometido específico cerca de la protagonista: mientras Kaiser es el interés sentimental, Lenz se dedica a analizar su mente y sonsacarle los secretos del pasado.
Durante la mayor parte de la novela se mantiene un ritmo pausado, con una intriga creciente que contempla diversas posibilidades, aunque llega un momento en que se limita a conversar una y otra vez con los cuatro sospechosos mientras se analizan sus pinturas y se hace cierta reflexión sobre el mundo del arte, lo que se considera como tal y los extremos hasta que es lícito llegar en su nombre.
Quizá la última parte sea la más "increíble" de la novela, desde el secuestro de Jordan (donde por fin se justifican los detalles apuntados al comienzo) y su forma de resistir a la pormenorizada confesión del asesino o, sobre todo, cierto detalle demasiado "idílico".
Aunque llega un momento en el que puede dar la impresión de que no está pasando gran cosa, al menos está relativamente bien redactada, desarrolla los personajes y la historia mantiene casi hasta el final la intriga por conocer la resolución de todos los misterios, desde los relacionados con el pasado personal de Jordan hasta los motivos de los asesinatos.
*** T***
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